06
Para su suerte partieron al día siguiente, los tres en una bar asa un poco más grande en comparación a la de pesca, Jimin siempre fue bueno construyendo y la prueba era aquel transporte en el que viajaban en ese momento.
JiKang observaba con recelo a la mujer, ella le devolvía la mirada aún más brutal, sonreía con Jimin y ambos jugaban como dos adolescentes, pero Kang estaba seguro que eso era solo una fachada para seducir a su hermano y así hiciera lo que ella quisiera.
Además, no era muy elocuente hacer un viaje extenuante y lleno de peligro por solo una mítica runa mágica.
— Cuéntame de nuevo esa historia —se acercó a ellos sólo para interrumpir la felicidad de ambos.
— La runa de Fehu, se dice que fue creada por la diosa Freyja, mujer de Odin y diosa de la fertilidad. Quien encontrase la que la misma diosa talló se le consedería un deseo y sería bendecido en todas sus generaciones.
— ¿Y por qué quieres encontrar la famosa runa?
— No seas tan hostil, hermano.
— Tranquilo, Jimin, yo sé defenderme de hombres como él —la mujer respiró profundo y prosiguió— se dice que los dioses no cabalgaban caballos, sino bestias enormes que lanzaban fuego y hielo, monstruos de pieles duras como rocas ojos brillantes y alas tan grandes como una isla.
— ¿Dragones?
— Sí —caminó hasta él— dragones… dragones que te servirían a ti y tu virilidad para domar finalmente a alguien —Kang apretó sus dientes por la atrevida respuesta— dragones que nos harían dueños de tierras y los únicos en nuestra especies, podríamos tener a quien queramos a nuestros pies y seríamos ricos, no pasaremos hambre y viajaremos por todo el mundo, los barcos serían olvidados, un dragón es más rápido.
— Ok, te creo la gran mayoría de tu fantástica historia, pero algo me dice que no es la verdadera razón por la que quieres encontrar esa runa.
— No, eso es lo que te puedo prometer a ti —Jimin sonrió y caminó hasta ellos, dando un beso en la cabeza blanquecina y de cabello largo— Nuestra razón, es que le pediré a la diosa que me dé su don de procrear.
— Freya tiene problemas para concebir, y queremos niños que corran por nuestra casa.
— ¿Estás loco?
— JiKang —advirtió
Las miradas volvieron a ser frías y asesinas, un viaje solo para tener el don de procrear era absurdo, ridículo, espantoso… ahora sí que perdería a su Jimin para siempre.
Debía impedirlo de alguna manera, y pensaría en una manera de hacerle abrir los ojos a su gemelo cueste lo que le cueste.
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