Mientras Elvi disfrutaba de su victoria, Petrus buscaba desesperado a su futura esposa, tras mucho buscar finalmente se canso y se encerró en su habitación, tal vez Bella había sido rescatada por alguno de los intrusos que logró burlar a los guardias. Cuando estaba a punto de volverse loco la puerta se abrió, pero Bella no estaba ahí, en su lugar estaba Elvi sonriente.

—¿Qué quieres hechicera?— Su voz sonaba cansada y se había recostado en su cama.

—Solo quería ver cómo estabas— Respondió ella mientras se sentaba en la cama —¿Qué te tiene tan inquieto?

—Ella no está— Respondió afligido molestando a Elvi.

—Seguramente huyó.

—¡Ella no huyó!— El príncipe se sentó furioso.

—¡Eso no lo sabes!

—Ella me ama— Aseguro provocando que Elvi soltara una risa burlona.

—Ay Petrus, ella solo está hechizada, o mejor dicho, ella estaba hechizada.

—¿A qué te refieres bruja?— Pregunto alterado bajo la mirada burlona de ella.

—Ella ya no está— Aseguro mientras tomaba su rostro y se acercaba a él para besarlo —Solo estamos tú y yo.

El príncipe se levantó asustado, seguro de que Bella había sido asesinada por Elvi, pero él no pudo huir ni hacer nada para pedir ayuda, la hechicera se acercaba con lentitud mientras comenzaba a conjurar un nuevo hechizo de amor. Cuando él estuvo a punto de gritar, Elvi lo beso feliz cuando poco a poco Petrus cedió y correspondió el beso, tal vez no era amor verdadero pero al fin la bestia que tanto amaba estaría a su lado asegurando sentir lo mismo por ella. No le interesaba el trono ni el poder, solo lo quería a él y por siempre lo tendría porque aquel monstruo había perdido a la hermosa y delicada rosa marchita de la que Elvi finalmente se deshizo, él jamás la dejaría porque por más chicas que aparecieran en su vida ella se desharía de cada una de ellas solo para conservar el falso cariño de una bestia.