Mi Crush || @Beluze
Advertencia
Este relato contiene escenas sexo y es para mayores de 18 años, léelo bajo tu conciencia de que vas a encontrarte con escenas fuertes.
Loba escritora: @Beluze
Siempre lo miré desde lejos, nunca tuve el valor de hablarle, y lo peor de todo es que nos conocíamos desde hace muchos años. Bueno, Sam no me conocía porque jamás hablo conmigo, pero yo sí lo conocía porque era mi vecino y nuestras madres eran amigas.
En ese momento, mientras lo miraba comer la comida del colegio, me puse a reflexionar cómo era posible que fuera gay, maldije hasta mi madre por haberme hecho mujer. No podía estar con mi crush, ya que sólo le gustaban los chicos y, en los pasillos del instituto, se rumoreaba por otros estudiantes que se lo había visto a Sam con otro chico en una fiesta, se decía que era su pareja, pero nadie lo vio. Ese chico era nada más y nada menos que uno del turno mañana.
Me encontraba en el mismo lugar con mi mejor amiga almorzando, lo miraba desde lejos y, en ese momento, alguien se sentó en su mesa, una chica de segundo, y comenzó a coquetear con mi Sam.
—¿Hasta cuándo vas a estar así? —preguntó ella.
—Hasta el día de mi graduación —respondí triste, mientras miraba la mierda de comida, no quería levantar la vista.
Como siempre, Mía empezó a decirme que debía pensar en el harem que podía tener y que lo mejor iba a ser que me olvidara de Sam, ya que se decía que era gay y los gays jamás pueden cambiar su orientación sexual, intentaba ignorar sus palabras. Yo lo amaba como era y eso era un impedimento, aunque me doliera no poder llegar a ser su novia, con ser su amiga me alcanzaba. Siempre, mi amiga querida, estaba tratando de buscarme pareja, pero jamás iba a rendirme.
Volví a casa luego de un largo día y me acosté a dormir para recuperar mis fuerzas, sí tenía que recuperarme de las 4 horas en la cárcel, así era como yo lo llamaba.
Al despertarme sentí algo pegajoso en mi pelo, intenté sacarlo, pero no salía, así que le pregunté a mi mamá y se asustó. No entendía que le pasaba.
Me miré en el espejo y vi que mi hermano de 3 años me pegó chicle en la cabeza, quería matarlo.
Urgentemente fui a la peluquería, ya que no salía de mi cabeza y, al verme, me dijo que no tenía remedio ya que ese chicle era demasiado grande, no me quedo otra que cortarme el pelo corto, lloré mucho al ver todos los mechones en el suelo, ni quería ir al colegio, ya que todos se burlaran de mí.
Al día siguiente le rogué a mi madre no asistir a clases, pero ella me fulminó con su mirada y, de su bolsa, me dio un gorro de lana. No tenía otra opción, así era mi trágica vida.
Le conté a Mía toda la historia y ella se reía, en ese momento la maestra nos interrumpió y me ordenó ir a la biblioteca a devolver los libros por charlar en clases. No dije nada, pero mi profesora era peor, ella fumaba en la puerta del colegio y estaba prohibido.
Justo cuando estaba a mitad de camino, me choqué con Sam, los libros salieron volando por todos lados y estaba arriba de él.
—Dios, ¿por qué no miras el camino? —me dijo enojado y me apartó hacía un costado, se levantó y comenzó a maltratarme.
Hasta que por fin tomé el valor de enfrentarlo y me di vuelta, su mirada se volvió, quedó diferente.
—Oye, quién te crees, lo siento —dije parándome del suelo y sacudí mi ropa, el suelo era bastante sucio, me ayudó a levantar mis cosas.
—Perdóname, fui muy rudo, iba justo al baño, mi mente estaba pensando en otras cosas —se juzgó mientras juntaba mis libros y me los entrego en las manos, no entendía el cambio de humor—. Soy Sam, debes ser nuevo en la escuela.
En ese momento mis ojos se me iluminaron, no conocía mi verdadera identidad, era mi oportunidad.
—Pues... no venía porque estaba enfermo— intente hacer mi voz gruesa
—Ya veo, ¿cómo te llamas? —no podía decir mi nombre real así que pensé en uno y, de la nada, vi el nombre del autor de unos de los libros que sostenía Sam.
—Soy... Noah —dije nerviosa, me imaginaba que lo agarraba y lo besaba contra la pared.
—Lindo nombre —me sonrió y enseguida me guiñó el ojo el chico coreano de pelo negro, me le quedé mirando sin decir nada.
En ese momento apareció la directora gritándonos por los pasillos porque estábamos fuera de las aulas y Sam me dio un beso cerca de mis labios y me fui corriendo al curso.
Ahora así amaba mi pelo, sentía que hoy era el mejor día de mi vida, le conté a mi amiga lo que pasó y ella estaba sorprendida; le rogué que no dijera nada, al principio se negó, pero acepto porque me hacía feliz.
A la salida vi a Sam en la puerta, estaba parado como esperando a alguien, en ese momento se me paró enfrente y me pidió mi número. Yo estaba impactada, me temblaban las manos mientras escribía.
—¿Cuál es tu parada? —indagó luego de pedirme mi número.
—Voy con mi amiga —le dije y mi amiga empezó a decir que tenía cosas que hacer y se fue.
Dio la casualidad de que iba a la misma parada y bueno, se subió al mismo colectivo, estaba emocionada y no quería que terminara.
Vivía en la casa de enfrente, ya lo sabía porque lo espiaba mientras se duchaba... sí, hacía eso algunas veces, pero nunca se dio cuenta. En ese momento me dijo "chau" y cuando está por besarme la mejilla, le corrí la cara para besarlo y lo acorralé contra la pared, enseguida gimió entre mis besos y se detuvo diciéndome que tenía pareja y lo mejor iba a ser amigos, luego se metió en su casa.
Le conté lo que había pasado a mi amiga por videollamada.
—Lo tienes loco a Sam, madre mía, y eso que no sabe que eres mujer —me dice.
—Nunca lo sabrá, pienso continuar jugando a que soy Noah —le dije riéndome.
Así fue como me hice la amiga de mi crush, nunca supo que era mujer, ni siquiera lo sospechaba, muchas veces salía los fines de semana con Sam y la pasábamos genial, sabía muchas más cosas que antes.
Una noche, saliendo de un bar, borrachos nos besábamos apasionadamente en un parque y me propuso tener sexo, me negué porque sabía que tenía pareja.
—Dale, mi amor; será divertido —me propuso y me tocó mi trasero, le dije que lo mejor era esperar un poco más.
Me ponía nerviosa porque mis pechos me estaban creciendo y ya no sabía cómo ocultarlos, encima me dolía vendarlos.
—Es que tengo una infección en mi pene —fue lo primero que se me ocurrió, a nadie le gusta contagiarse de esas cosas.
Me acompañó hasta mi casa y seguíamos tomando alcohol, justo dio la mala suerte que pasamos por un Telo y me empujó, era el fin de nuestra amistad.
Reservó una habitación con jacuzzi para toda la noche, tenía nervios porque era mi primera vez, le pedí ir al baño y me dijo que no tarde mucho, en eso llamé a mi amiga.
—¿Qué quieres? son las dos de la mañana —dijo dormida.
—Sam, me llevo a un Telo —dije en voz baja y mi amiga empezó a felicitarme—. Eres una tarada, va a saber que soy mujer —insistí
—Mira, puede que ya se haya dado cuenta y sea bisexual —dijo ella.
—No creo —comenzó a llamarme por apodos tiernos del otro lado para que saliera, corté la llamada y salí llorando, lo abracé.
—Tengo que decirte algo —dije seriamente.
—Dímelo mañana, bebé, tengo al bebito que explota —anunció mientras se frotaba el miembro.
Mía me mandó un mensaje y me dijo que lo ponga borracho o lo drogue, ya que de esa forma no iba a recordar.
—Antes fumemos de tu polvo mágico —le comenté, sabía que traía uno consigo siempre.
—Lo dejé hace un mes, si quieres jugamos a "yo nunca, nunca" —propuso.
El juego comenzó, nos bajamos tres botellas de vodka y sus besos sabían a frutas. Me quitó los pantalones y lloraba porque no se diera cuenta que era mujer.
—Me gusta tu boxer rosa, me hubieras dicho que eras transexual, bebé —me dijo besándome, quedé impactada.
—Pues... sí soy mujer, pero me identifico como chico —mentí y me dijo que le gustaba cómo era, que no le importaba mi orientación, sentía que estaba arruinando nuestra amistad.
Bajó mis bragas y me besó suavemente, mi mente pensaba en cosas cochinas.
Me ordenó que me diera vuelta y penetro mi ano con fuerza, jamás imaginé que me iba a gustar.
De todas formas, lo hicimos rico y dormimos juntos totalmente desnudos hasta el día siguiente. Por la mañana, me despertó con sus besos y se quejó de su dolor de cabeza. Su teléfono no dejaba de sonar.
—Apaga esa mierda —le grité
—Es mi novio Federico, quiere saber dónde estoy —me dijo. Besó mi boca, enseguida salió de la cama, seguía desnudo y se alejó de mí para llamar a su novio.
Rápidamente me cambié, me dolía todo el cuerpo de tanto sexo y más aun mi trasero. Volvió y al verme se sentó en mis piernas y me beso.
—Fue mágica nuestra noche, aunque me sentí como cuando tenía 14 años y era heterosexual —anunció—, pero me gustó, sentí mucho placer.
—La próxima te agarro yo —dije, tenía una última opción bajo la manga
A la abuela de Mía le robamos el consolador blanco y lo pintamos de color piel junto con la armadura, ya que no recordaba tanto, iba a ponerlo borracho y hacerlo de nuevo, fue así muchas veces.
Mi madre descubrió que tenía juguetes sexuales en mi pieza y me dio la famosa charla e insistió que me cuidara para no quedar embarazada.
—Me imagino que es tu novio —indagó enojada.
—Es el vecino —dije y ella se rió a carcajadas.
—Hija, qué imaginación tienes, el vecino de enfrente es gay —exclamó—, aparte los bisexuales no existen —lo expresó en tono burlón.
Me enojé con ella por comportarse de esa forma y me fui de casa, al abrir la puerta estaba Sam llorando, me abrazó fuerte y lo llevé a mi pieza para hablar tranquilos. En la mesita de luz vio mi consolador y lo tomó con sus manos.
—¡Qué valor usarlos! A mí me dan una impresión, es como si te cortaran el miembro —expresó indagando el objeto, se lo quité y lo guardé.
—Cuéntame por qué llorabas —fui al grano.
—Me separé de Federico, me dijo que no me amaba y que me engañaba, yo le dije que no me importaba porque tenía a Noah —me sentía orgulloso por esa separación, tenía el camino libré—. Después me dijo que era un trolo de mierda y empezó a decirme que eras mujer, yo le dije que eres transexual —continuó diciendo.
—¿Por qué se mete conmigo? —pregunté.
—Es su forma de ser, entiendo que hace poco estás en este proceso, pero bueno, te apoyo y te ayudaré...
Me sentía como que había ganado un premio Nobel, durante la semana me vestía de chico y los fines de semana que salía con Mía era una chica, podía tener doble personalidad sin problemas y nadie sospechaba nada. Sam me ayudaba a ser un chico rudo y me metió en el equipo de basket, se reían de mí por ser mujer, pero él me defendía.
El consolador terminó a la basura ya que Sam me dijo que amaba mi cuerpo como era y teníamos sexo en todos lados, hasta en las duchas del baño de hombres, me daba tanto placer que gritaba en las duchas y eso era lo que hacíamos en ese momento.
—Mi amorcito, más bajo, nos van a sacar —dijo mientras me daba duro por atrás, nuestras voces estaban entrecortadas.
Federico al poco tiempo que se enteró de nuestro romance, nos quiso separar. Yo le dije que no le intentara porque le dolería.
—¿Tu? No eres más que una falsa —me dijo mirándome de arriba abajo—. Sam, es gay, no le gusta las mujeres—
—Oye, no le llames mujer, es un hombre —se puso delante de mí.
—No quiero problemas porque es la escuela de mi padre, pero pronto va a caer esa zorrita —expresó con odio y se fue con sus nuevos amigos.
Yo no le temía porque siempre tenía algo abajo de la manga, se dio vuelta y me calmó con sus besos.
—Noah, eres mi novio y ese idiota está celoso por nuestro romance —me abrazo, llegó mi amiga en ese momento y nos tomó una foto.
—Dime que salimos hermosos —le pregunté y lo afirmó.
Me separé de mi novio y me fui con mi amiga, quería pasar tiempo con ella. Durante el viaje le conté todo a ella sobre Federico.
—Yo siempre creí que nunca lograrías salir con Sam, pero la verdad me sorprendiste —dijo ella—. Lo mejor es que le digas la verdad, estás lastimándolo y mostrándole algo que no sos —dio su opinión.
—Tienes razón... Pero lo hace tan rico para ser gay, te lo prestaría un rato—contesté.
—No quería saberlo, ¿pero al menos te cuidas? —preguntó.
—Pareces mi madre, claro que no, ni siquiera pienso en eso, me parece infantil—
—Maia, tienes 16 años; mira, si quedas embarazada, dile que use preservativo —dijo pegándome una cachetada, la gente nos miraba, lloré y me pego del otro cachete.
—Si le pido que se cuide, sospechara que soy mujer —dije aterrorizada—, además le dije que soy transexual y le conté que tomaba hormonas para que sea más creíble, pero no lo hago.
—Eres una idiota, te burlas en su propia cara, llegaste muy lejos con la mentira —estaba furiosa—. Mientes todo el tiempo sólo porque quieres estar con alguien que realmente no sabes qué es lo que quiere—
—Sam me ama —le grité.
—Te ama porque eres como él, porque no sabe que eres heterosexual, porque no se siente solo a tu lado—
Discutimos en el colectivo a los gritos y la gente nos empezó a filmar, a los pocos minutos nuestro vídeo se hizo viral por internet.
Me llovían comentarios de odio en mis redes sociales sobre gente que era parte de esa comunidad, a veces venían a mi casa a tirar huevos. Mía dejó de ser mi amiga, pero tenía a Sam quien me completaba, quién me amaba como era y no le importaba nada.
Le dije que no aceptaba mi sexualidad y que por eso discutí con mi amiga, me dijo que pasó por lo mismo. Era costumbre mentir, lo hacía porque sentía su apoyo y me costaba decirle la verdad.
—Cuando me hice gay, se lo dije a mi madre y ella me pegó una cachetada —contaba con tristeza—. Ahora siento que soy bisexual, nunca lo sentí, pero es como que lo sentí cuando la vi a ella—
Mi corazón se estaba partiendo en mil pedazos, me paré de la cama, ya que estábamos en la pieza y le pregunté: —¿Me estás engañando?
—Claro que no, mi luz; fue un sentimiento que tuve antes de conocerte, en mi curso de al lado había una chica muy linda que me hizo dudar de lo que sentía, pero me gustan los chicos también —luego de eso me la describió y era yo, lo besé apasionadamente y tuvimos sexo en mi pieza.
Lo deseaba todo el tiempo entre mis sábanas y amaba oírlo gemir, escuchar de su boca lo mucho que me amaba. Luego se fue a su casa y cuando se fue, corrí al baño para vomitar.
Los siguientes días fueron una tortura para mí, estaba siempre agotada y vomitando por todos lados, intente hablar con mi amiga pero ella me ignoraba.
—¡Hey, perdóname! —grité por los pasillos, se dio vuelta y me perdonó, enseguida corrí al baño a vomitar.
—No me digas que estás embarazada —comentó del otro lado de la puerta, yo lloraba.
—No sé qué hacer— la abracé.
—Dile la verdad —me dijo.
—No puedo decirle que todo lo que le dije fue mentira y que ahora estoy esperando a su bebé —expresé con enojo—; me odiara —lloré más fuerte y me dijo que seguro era un susto y nada más.
Los días siguientes evitaba que me tocará mi novio y fue el día miércoles cuando la bomba estalló, en el partido de basket un vídeo se reprodujo en el medio del juego, era yo con mi amiga en el colectivo peleando y luego la bomba de que estaba embarazada. Sam dejó de jugar, me fulminó con odio y se fue de la cancha y lo seguí.
—Iba a explicártelo —dije llorando.
—Te burlaste de mí, te apoyé en todo y me entero de que voy a ser padre. Encima me dijiste que eras transexual, ¿sabes lo difícil que es tener una vida así? ¿sabes qué? terminamos, no pienso hacerme cargo de esa criatura —me gritó y volvió al partido.
Su mamá dijo que era una zorra y todos se enteraron de mi embarazo y ellos se mudaron. Mía compartió la paternidad conmigo, no éramos pareja, pero me ayudó con la crianza de mi hija cuando nació, se llamaba Daniela.
Sam siguió su vida y se volvió un Idol muy famoso de Corea del sur, mi hija amaba sus canciones, pero no sabía que era su papá. Era una bebé de 4 años muy curiosa y me costaba decirle la verdad, le dije que sólo tenía dos mamás.
—Helado violeta —dijo cuando pasamos por la heladería para ir al jardín, ella me zarandeó de la ropa.
—Mira, mi bebé, vamos luego, sino llegaremos tarde —le dije y ella comenzó a llorar, odiaba que lo hiciera y, bueno, fuimos a la heladería.
La puerta no se abría y había cámaras dentro del lugar, estaban filmando algo. Un señor abrió la puerta del lugar luego de tantos golpes.
—¿Tiene autorización? —preguntó.
—Es un local de comida, mi hija quiere un helado —dije enojada.
—El señor Lee Sam no quiere gente —aclaró, en eso me sorprendí al oír de nuevo ese nombre no lo había escuchado hace cuatro años.
Sam sale para ver cuál era el problema y mi hija sale corriendo con él y la alza en sus brazos, ellos se veían felices. Me ve y me saluda con un apretón de mano, Dani le pide helado a su padre y entramos al lugar, todo era muy hermoso y grande.
Me sentía incómoda un poco volver a verlo, nos sentamos a tomar su helado y empezamos a charlar como dos viejos amigos.
—Hace cinco meses salgo con Terry, un chico que conocí por otra banda de kpop —me contó y sentí una daga en mi corazón.
—Me pone feliz por vos, al menos tienes a alguien —dije triste y me agarró de la mano.
—No debí dejarte sola, tuve que hacerme cargo de nuestra bebé y eso es lo que pienso hacer —me dijo y me regaló una sonrisa, siempre le dije a Dani que tenía dos mamás, pero nunca le conté de su padre.
—No quiero que dejes a tu pareja, bastante daño te hice—
—Terry es el amor de mi vida, sólo cuidare a la bebé, pero por más que sea gay, no me impide ser padre.
Le explicamos a nuestra hija que tenía un papá y ella se emocionó, no entendió por qué su padre no estaba conmigo, pero cuando ella tuviera la edad suficiente, íbamos a explicarle el significado del amor. Al poco tiempo nos mudamos con Sam y Terry, ellos también eran los padres de Daniela, era una niña muy feliz y le gustaba tener dos papás y dos mamás.
Pasábamos mucho tiempo con Terry y Sam, no había celos entre nosotros porque se habían vuelto mis novios y los tres nos amábamos.
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