Almas malditas
Título: Almas malditas
Loba escritora: aybpdc
Dos hermanas se acuestan alrededor de las 10:00pm, cada una en diferentes cuartos e individualmente absortas en sus pensamientos, sin embargo sueñan el mismo sueño...
Hay un valle rodeado de pasto verde y un arcoiris, los ponys corren a su alrededor. Claudia y Laura vienen de direcciones contraria, corren con alegría y se funden en un abrazo. No hay palabras, pero todo es entendible para ambas, cada una acepta a la otra sin prejuicios, en ese instante aparece un jabado alto y fuerte, tiene el rostro cubierto por una malla negra. Ellas no lo notan porque están compenetradas en el abrazo, él intenta separarlas pero no puede...
Laura y Claudia abren los ojos al mismo tiempo. Cada una se encuentra sudando en la cama, están asustadas, se destapan la sábana al unísono, (cada una desde su habitación), se ponen las chancletas, van al baño, se cepillan los dientes sincronizadas, se bañan lavando cada parte de su cuerpo al mismo tiempo, se visten y salen a la vez de sus respectivos cuartos. Regresan por sus móviles y cierran las puertas al mismo tiempo, hasta el propio Theo se asusta con el ruido.
—¿Qué te pasa?— Piensan.
—¿Por qué piensas lo mismo que yo?— Se asustan.
—Voy a preparar el desayuno— van directo a la cocina y abren el refrigerador a la vez.
—Tomaré yogurt— las manos sostiene el mismo pomo. No saben cómo reaccionar hasta que Laura cede y se sienta con la mente en blanco a la mesa. Claudia prepara el desayuno y se sienta a comer con ella.
Comen rápido, mastican al unísono. Theo las mira confuso. Beben al mismo tiempo su jarra de yogurt. El perrito se queda inmóvil. Se levantan y dejan la losa sucia en el fregadero, Theo las sigue. Claudia cede, se sienta en el sofá con la mente en blanco. Laura friega. Recogen su cartera y la mochila y salen cerrando la puerta juntas. Theo las observa y vuelve a echarse a la puerta con la esperanza de que volverán.
Un hombre las sigue, ellas caminan silenciosas, pero su mentes sincronizadas van a millón. Aquel hombre las mira con el dolor de conocer el futuro porque su pasado fue un presente similar. Laura y Claudia se detienen al llegar a la parada y el anciano se acerca a ellas:
—Señoritas...— las saluda.
—Diga ud— responden a coro.
—Me permite contarles mi historia...— continúa el anciano
—Le escucharemos hasta que venga la guagua— responden ellas.
—Yo tenía un hermano y era todo para mí, nos compenetrábamos muy bien con el pensamiento. Él me ayudaba en mis exámenes de matemáticas porque era un az con los números y yo con las chicas, les decía las palabras exactas para conquistarlas y como era muy guapo, más que yo caían rendidas a sus pies. Éramos jóvenes pero teníamos nuestras diferencias hasta que él falleció...
—De repente el anciano entró en un viaje al pasado, se vio acusado en una delegación de la muerte de su hermano; con esposas en las manos y uniforme de convicto veía delante de él a los policías que investigaban el caso. Todos creían que él era un asesino a sangre fría y había acuchillado a su hermano, cuando en realidad su hermano se había suicidado de esa forma y él lo sabía desde mucho antes que hubiera ocurrido. El anciano empezó a llorar:
—¡Yo lo ví, lo soñé lo viví, pero no me hicieron caso, pasó tal como lo predije y me dieron por loco! Entonces ahora quieren que les cuente todo de nuevo. Pues, déjeme decirles algo señores... con todo respeto, ¡se van para el carajo!
—Señor, ud está loco— dijeron las hermanas a coro
—¡Loca tu madre, suéltame, suéltame!- Por momento, el anciano tuvo un arrebato mental, nadie lo aguantaba pero el creía que sí, empezó a dar patadas y piñazos al aire, pensando que se resistía a la policía y se echó al piso gritando y llorando como vencido. Las personas de la parada se alejaron de él incluyendo a las hermanas. Vino la guagua, todos se montaron y el momento que iban a subir las hermanas, el hombre gritó:
—¡¡¡Cuando llegue mi último día de vida quiero que todos me recuerden por lo que era: un maldito!!! —Ellas se asustaron por sus palabras pero siguieron adelante, el conductor cerró, las puertas, arrancó el motor y la guagua se fue. Laura miró a los ojos a su hermana:
—Ya, se lo que estás pensando, ese hombre está completamente loco— el mismo pensamiento cruzó ambos cerebros. Sin embargo, Laura siguió mirándola y en el iris de sus ojos azabaches pudo observar que la perdería para siempre en un accidente. Claudia también lo sintió dentro de sí y sus mentes quedaron vacías hasta que se bajaron de la guagua.
Unas semanas después Claudia yacía en el piso de una Avenida sin vida, había sido atropellada por una guagua; su hermana entre sollozos estaba devastada y solo deseaba tomar su lugar, sin embargo, no había más nada que hacer, la maldición se había cumplido:
Cada cuarenta años nacerán dos hermanos o hermanas que estén sincronizados de por vida, uno de ellos morirá joven y el otro vivirá como un alma maldita hasta que la vejez y la culpa lo consuman para siempre.
Autora: Aybel Lizaso Sánchez
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