Capítulo 9: ¡Rodríguez, siempre llega tarde!
Como puedo comienzo a realizar las maletas para irme nuevamente a USA, agarro lo necesario para pasar un día. No se me ocurre mucho que llevar, así que pongo dos vestidos elegantes y ropa normal para pasar el día sin hacer nada.
Cuando por fin tengo todo lo necesario, decido hacer una nueva llamada a mi amiga, pero reiteradamente ocurre lo mismo: ella no atiende el teléfono. No entiendo ¿por qué no atiende mis llamadas? Ella siempre está ahí para mí. Sé que voy a llegar tarde, pero necesito tener noticias sobre mi camarada.
Ya llevo casi dos horas de demora, espero dos minutos más, pero me doy cuenta de que no voy a tener noticias por ahora. No espero más y decido irme.
Suelto un suspiro de mis labios al ver que debo sacar sola la maleta y hacer todo, no le doy mucha importancia y lo hago: arrastro mi maleta pequeña hacia afuera y cierro la puerta con llave. Cuando mi vista se posa en el cielo, ruego para que no llueva. Las gotas de agua fría empiezan a mojar por completo mi ropa; sonrío amplia al ver estacionar el Uber que pedí hace un tiempo. No tardo ni dos segundos en adentrarme a los asientos traseros y dejar mi maleta junto a mí.
—Buenas, ¿sos Anna? —Pregunto con una enorme sonrisa sobre mis labios.
—A tus servicios, señora Rodríguez. ¿Dónde quiere ir?
—Al aeropuerto, por favor.
La mujer asiente con la cabeza tan solo una vez y la nueva aventura comienza.
Cuando me doy cuenta de que estoy llegando cada vez más tarde, muevo mi pierna llena de nerviosismo, mientras el vehículo va dejando las calles del barrio. Las gotas que golpean contra la ventana se comienzan a deslizar con lentitud por el cristal, mientras que los relámpagos parpadean de un color verdoso entre las nubes grisáceas del cielo azabache. Lo que siento es que estoy siendo traicionada por mi hermana, no puedo creer lo que me está haciendo: Me está ignorando por completo.
La mujer comienza a hablar sobre el clima y lo mucho que ha empeorado durante estos minutos, pero me es imposible responder los comentarios, ya que en lo único que estoy pensando es que mi amiga puede estar en peligro. Trato de descansar un poco, así que apoyo la cabeza contra la ventanilla fría; tampoco deseo que me despidan, pero no puedo hacer mucho para que todo esto cambie.
—Creo que la vida no desea que triunfe, señorita —murmura la mujer con aires de diversión en su tono de voz, pero se da cuenta de que sus palabras están en lo cierto, así que vuelve decir algo—: Lo siento.
Hago una mueca con mis labios al notar que no voy a llegar; al parecer, el señor Smith siempre tuvo razón por decirme que llagaba tarde. Ahora puedo asimilar que no estaba tan equivocado como yo suponía en su momento.
Para mi suerte, la mujer encuentra el modo de salirse con la suya, dar una extraña vuelta para lograr ingresar al camino del aeropuerto. En cuento se detiene el vehículo, no dudo en salir corriendo agarrando la maleta y demás, pero la mujer me detiene porque no había pagado. Hago una mueca con mis labios y le entrego el dinero, pero luego salgo corriendo lo más rápido que puedo.
Corro ligeramente por las resbalosas baldosas, mientras que mi frágil cuerpo choca con varias personas que caminan en la dirección contraria, pero no puedo detenerme a pedir perdón, así que empujo con más fuerza a la gente. Me detengo en seco al ver a Balder moviendo su pie de un lado al otro con aires de nerviosismo; estoy pensando seriamente en cómo entablar una conversación.
Suelto un suspiro profundo, me armo de valor y camino en su dirección. Al llegar, toco su hombro y él se da la vuelta para verme a los ojos y negar con la cabeza; puedo notar lo molesto que se ve, pero no dice nada.
—Lo siento —murmuro en modo de disculpa.
Debo confesar que pedir perdón siempre me ha costado más de lo que me imaginaba, pero esta vez no fue así, ya que sé que tengo la culpa por el retraso.
Él no dice nada y solo se sube al avión, ni siquiera me espera. Me acerco corriendo hacia él y lo tomo del brazo para acércalo a mí, lo observo directo a los ojos y niego con la cabeza tan solo una vez.
—Perdón... —Digo con la mirada llena de seguridad.
Él rueda los ojos negando.
—¡Es que a ti no te importa el tiempo! Nunca te ha importado eso, lo sé...
Niego con la cabeza al oír lo que sale de sus labios.
—No sos una persona mayor, no entiendo por qué te importa tanto perder un poco el tiempo. Si me decís que sos un viejo y no tenés mucho tiempo de vida, puedo entender, pero Balder... —Niego nuevamente—. ¿Por qué te importa tanto el tiempo?
Su mirada se oscurece por un instante, pero vuelve a la normalidad en unos segundos. Se nota que mi comparación no le ha gustado, ya que no me responde y solo me empuja para sentarse en su asiento privado. Suelto un suspiro de frustración y me siento a su lado mirándolo para lograr incomodarlo.
—¿Puedes dejarme de ver así?
Suelto una risita divertida y niego.
—Necesito saber cosas de ti, no puedo ser una cita real sino sé nada.
Él rueda los ojos, pero me dedica una sonrisa ladina.
—Mmm... ¿Qué quieres saber de mí? —Alza ambas cejas—. Solo cosas básicas, ¿okay?
Niego con la cabeza.
—Las cosas básicas las encuentro en Internet, señor Smith. Quiero algo jugoso y que valga la pena saber, no una estupidez —respondo.
—Pues, tendrás que verlas allí. No te contaré mi vida privada.
—¿Por qué? ¿Acaso sos un criminal o algo así? —Cuestiono con una enorme sonrisa.
Él hace una mueca con sus labios, pero no dice nada al respecto.
Ninguno de los dos vuelve a decir algo hasta que pasan las horas y el aburrimiento se apodera de mí. Apoyo mi cabeza sobre su hombro y levanto la mirada para verlo a los ojos, le dedico una sonrisa dulce y ruedo los ojos ante su mueca.
—Siento que hay un montón de cosas que tenés que decirme, pero que supuestamente no estoy lista para escuchar o algo así, ¿verdad? —Alzo ambas cejas esperando que él me responda, pero no lo hace, así que agrego algo más—: Al menos, eso es lo que das a comprender.
Balder muerde su labio inferior con diversión y luego niega con la cabeza.
—Creo que le he dado a comprender cualquier cosa, señorita Rodríguez.
—¿Vos decís? No lo sé... Quizás si sos como Jack y Victor.
—Yo creo que es demasiado tarde para ser uno de ellos, pero... Creo que estoy intentando cambiar —Se acomoda en su asiento—. Puede que sea un Jack.
Suelto una risita divertida ante su comentario.
—Jack siempre fue mi favorito, es el que te enseña que podés ser una persona diferente... Que podés cambiar y tratar de ser feliz. —Sonrío amplia—. Te contaré un secreto, ¿quieres?
Él asiente.
—Aprendí más de lo que me hubiera imaginado con esa película.
—¿Todavía es una de tus favoritas? —Pregunta mirando la hora en la pantalla de su reloj.
Asiento más de una vez.
—¿Quién diría que una película de niños sería tu favorita? —Pregunta con una pequeña sonrisa sobre sus labios.
—En realidad, El extraño mundo de Jack no es una peli infantil.
Él arruga el ceño sin poder creer lo que está escuchando salir de mis labios.
—¿Cómo que no? —Alza ambas cejas mirándome a los ojos—. Pensé que era una película de Disney.
Hago una mueca con la cabeza.
—No. Disney le negó la idea a Tim, bueno, si vamos a hablar sobre el creador, porque el director no fue Tim Burton. —Niego como toda una experta.
Él sonríe amplio ante mis palabras, pero quizás ya lo sabe.
—Sí, bueno, creo que ya lo sabía.
—¡Sos un horror de persona! —Grito con diversión.
Él hace una mueca y luego asiente.
—Lo sé, por eso le estoy pidiendo ayuda, señorita Rodríguez —comenta con tranquilidad en sus palabras.
—Está bien, creo que ya había dicho que te ayudaría, ¿no? Entonces, ten por seguro de que lo haré.
La camarera se acerca con su carrito y sonríe deteniéndose cerca del señor Smith, me mira y luego a él; luego de unos segundos, sale de sus labios:
—¿Desean beber algo?
Él asiente y luego ve que yo niego, así que abre la boca para pedir lo que desea:
—Un Bourbon.
Lo miro a los ojos y alzo ambas cejas.
—Un Bourbon, por favor.
La camarera sonríe agradecida y se ocupa en ir a buscar la bebida para el señor Smith, cuando regresa le comienza a servir, pero una especie de turbulencia se hace presente y la joven tira la bebida alcohólica por el aire. El señor Smith se pone de pie como un resorte, ya está listo para atacar a la pobre mujer, así que lo tomo del brazo con cuidado y niego.
—¿Está bien? —Le pregunto a la joven.
La mujer asiente limpiando como puede el lugar.
Siento el modo en que el señor Smith hace que lo suelte, no dice nada, hasta que abre la boca soltando un bufido de sus labios y luego dice:
—¡No puedo creer! —Exclama él caminando hacia el baño para limpiarse.
No dudo en salir corriendo para ir a buscarlo, me detengo al oírlo hablar por teléfono con alguien, así que me vuelvo a sentar en mi lugar y observo a la pobre joven que sigue limpiando todo lo que puede. Se nota que está triste y se siente culpable, me agacho y comienzo a ayudarla a limpiar.
—Disculpa a mi... —Hago una mueca con mis labios—. ¿Te sientes bien?
La joven limpia sus mejillas llenas de lágrimas y luego me mira con una pequeña sonrisa trucha sobre sus labios y asiente.
—Estoy bien, señorita, no se preocupe por mí.
—Sí, me preocupo, ya que Balder no siempre trata bien a la gente, pero... Estoy tratando de hacer que cambie un poco, pero creo que no está funcionando muy bien.
Ella suelta una risita divertida y niega.
—Es la verdad, efectivamente eso no está funcionando muy bien.
Cuando Balder sale del baño, la joven me deja sola. Miro al joven Smith y lo fulmino con la mirada, le hago una seña para que le pida perdón a la mujer por lo sucedido y él niega como un niño pequeño.
—Balder, ve y pídele perdón a esa mujer. No fue su culpa que hubo turbulencia cuando te estaba sirviendo el Bourbon.
En un pequeño instante él se pone a pensar si hace lo que le estoy pidiendo o no. Me mira a los ojos y luego a la joven, decide ponerse de pie para caminar en la búsqueda de la camarera y cuando la encuentra su rostro trata de cambiar, pero no funciona, esa cara de maldad reaparece. Sin dudarlo, me acerco y lo tomo del brazo comenzando a caminar de regreso a nuestros asientos.
—¿Por qué me sacaste de ahí? Yo le iba... —No dejo que él continúe.
—Vos y yo sabemos que no ibas a pedirle perdón, tu cara te estaba delatando, Balder.
—¿Mi cara? Pero si... —Rueda los ojos acomodándose nuevamente en su lugar—. Ya falta poco. Si deseas dormir, vas a tener que hacerlo ahora.
—Sí, Balder, tu cara te delata por completo.
—Pero si no hice nada, ¿cómo te das cuenta de eso? —Alza ambas cejas mirándome a los ojos sin poder comprender mis palabras.
—Porque... —Pienso cómo responderle—. Cuando te enojas, tus ojos se oscurecen. Se ven verdes oscuro, pero cuando estás así —lo señalo con mi dedo índice y sonrío—, tus ojos se ven más claros, como un color esmeralda.
—¿Te gustan mis ojos? Se dice que los ojos son las puertas del alma, así que lo que tú ves cuando me enojo es mi alma real y oscura que no puedo... —Se queda callado, pero luego se encoge de hombros—. Creo que jamás voy a poder cambiar.
—¿Por qué pensás eso? Juro que te escucho y me da alta bronca —digo llena de seguridad en mis palabras—. Ya te dije que desde que soy mocosa pienso que las personas pueden cambiar y que los malos... los malos no son verdaderamente malos. Todos tenemos una parte de maldad en nuestros corazones.
—Sí, por eso te pido ayuda a ti. Sé que no le tienes miedo a los desafíos y sé que tú eres la única persona capaz de hacerme cambiar.
Le dedico una pequeña sonrisa y asiento más de una vez.
—Te voy a ayudar lo más que pueda, pero vos no me das muchas cosas para trabajar, Balder. Ni siquiera me querés contar secretos o cosas de vos, ¿cómo voy a hacer para ayudarte? —Cuestiono con el ceño fruncido.
—No te quiero contar nada, ya que sé que al llegar con mi familia ellos te van a decir todo sobre mí. Es tonto que escuches mi vida dos veces, por eso no quiero abrir la boca, ¿me entiendes? —Interpela alzando ambas cejas.
Suelto una carcajada sonora ante sus palabras y creo que comienzo a comprender la razón por la que no me quiere contar cosas de él, ya que puede que me aburra en el momento que sus padres lo dejen en completo ridículo.
—Está bien, dejaré que tus padres sean los que te dejen en ridículo, pero quiero que sepas que me hubiera gustado saber lo que me digan de tu parte... Me hubiera gustado que vos me lo digas, no tus padres. —Le dedico una sonrisa.
—¿Por qué? ¿No es mejor que te lo cuenten personas que saben cómo era?
—¿Ya no recuerdas cómo eras antes de ser este deforme mal hombre?
Él niega con la cabeza.
—No, yo... No tengo idea de mi antiguo yo. —Niega con la cabeza—. Solo sé en lo que me he convertido hace un par de años, bueno... Creo.
—¿Por qué cambiaste? —Cuestiono llena de preguntas.
—Ya te he dicho, no te puedo responder eso, pero cuando esté listo lo haré. Cuando sepa que puedo confiar en ti, juro que serás la primera a la que le contaré la verdad, Cam.
—¿Cuánto falta para llegar? Estoy un poco aburrida.
—Falta muy poco, pero duerme.
Apoyo mi cabeza sobre su hombro y sonrío amplia, con cuidado, voy cerrando los ojos hasta quedarme dormida. Al rato, puedo sentir cómo Balder me comienza a mover para que me despierte, pero hago como si no funcionara.
—Despierta, ya hemos llegado, Camila.
Abro los ojos con el ceño fruncido y observo por la ventanilla, él tiene razón. Sonrío amplia cuando es tiempo de aterrizar, pero el miedo me carcome lento.
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