Capítulo 5: Secretos enjaulados
Me encuentro bajo la luz blanca que ilumina mi cuarto, mientras con delicadeza y un rasgo de seguridad paso el pintalabios sobre, valga la redundancia, mis labios. Escucho la voz de Lucía que proviene del otro cuarto que está pegado al mío, así que me comienzo a alterar pensando que quizás algo malo está sucediendo, pero al parecer no es así, ya que la veo ingresar comiendo una nueva dona con cubierta color rosa. Parece que me intenta decir algo, pero no logro entender.
—¡Oh, por Chuck! —Grita Lu tragando el último bocado—. Deberías probar esta delicia, no hay cosa más rica que esta.
—Yo creo que no es tiempo de comer donas, no tengo ganas de eso ahora. Encima comer mucho de eso no te hará ningún bien —digo lo más sincera posible.
—Sos muy aburrida, mi hijo y yo estamos muy felices comiendo donas, por ahora no siento nada del otro mundo. —Hace una pequeña pausa y me mira señalando el cielo con su dedo índice—. ¿Viste el día? Es un asco.
Hago una mueca fijándome en las nubes que flotan por el cielo grisáceo, aquello me deja en claro que va a llover; los días de lluvia siempre me han parecido sumamente tristes. Hace unas horas, las noticias no daban lluvias, pero ahora ya no sé qué pensar.
—Sí, lo sé. Supongo que la cena de hoy con el señor Smith se canceló, no pienso ni siquiera arreglarme para que todo termine mojado y en pésimas condiciones.
Ella suelta una carcajada sonora ante mis palabras, al parecer no se ha creído ninguna de las que he dicho. Sin embargo, yo sí me las creí. No quiero arruinar un hermoso vestido con la lluvia.
—Ajam, no sé vos, pero yo no puedo creer lo que me estás diciendo. Esa persona no es mi amiga, o sea, vos ni en sueños saldrías de tu casa en un día de lluvia y menos para cenar con un tipo que odias —comenta Lu con un tono divertido en su voz—. A ver, yo creo que saldrás con ese fulano porque hay algo, muy en el fondo, que te parece sumamente atractivo, no sé si es su nombre... Su aspecto celestial o su manera de odiarte, pero hay una cosa que te gusta mucho de él y otra que no. —Hace una pequeña pausa y luego continúa—: Sé que el dinero es una de sus partes negativas, pero no sé nada más.
Me rio a carcajadas negando con la cabeza más de una vez; Lucía se acerca a mí y niega con la cabeza, me mira a los ojos y sé que me va a dar un discurso, pero decido frenarla haciéndole un comentario:
—Cada día es uno menos para tener a mi sobri acá.
—Sí, imaginá que cada día me entra más miedo. Ya no sé qué pensar con todo esto de los documentales y películas, también fui a la biblioteca y me compré un par de libros para parecer una madre responsable.
—Genial, che... —Hago una pausa mirándola directamente sus ojos con el ceño fruncido—. Quiero ver a Joseph —murmuro cambiando por completo el vuelo de la conversación.
He estado varias semanas pensando y reflexionando todo lo que pasó con él. Lo extraño y necesito saber cómo está y lo que ha hecho con su vida ¿se habrá convertido en médico? ¿Se habrá casado con alguien o todavía está buscando a su persona ideal? Sonrío más que amplia al recordar el día sagrado, los sábados solo eran para ver capítulos de Supernatural, jugar a la play mientras cenábamos porquerías llenas de calorías y escribir fanfictions sobre Castiel y su historia. Solía escuchar todas las noches los mensajes de voz que se acumulaban en mi buzón de voz; el simple hecho de escuchar su voz me mejoraba el día, sus comentarios de la vida me hacían seguir sin mirar el pasado. Sigo haciéndolo, pero cada vez con menos frecuencia y solo cuando siento que ya no puedo más, que nada me hará salir del pozo de mi alma. Si tan solo tuviera la forma de comunicarme con mi primo, hace mucho tiempo cambió su número de teléfono.
—Me alegra mucho escuchar eso. Si necesitas, puedo acompañarte. Sé que pasaste por muchas cosas, sos alguien verdaderamente fuerte y admirable, Cam.
Ella se acerca a mí con cuidado y con la yema de su dedo pulgar acaricia mi mejilla, inmediatamente me doy cuenta de que sus dedos están llenos de glaseado por las donas que se había tragado, pero no digo nada. ¿Qué hubiera sido de mí sin ella? Probablemente, hubiera terminado como una cualquiera sin vida propia, en una esquina pidiendo limosnas o traficando algo.
—Yo también siempre estoy para vos, nunca nos ocultamos cosas, Lu, pero todavía mantienes en secreto la identidad del padre de tu cría. ¿Sabés? Aunque no lo parezca me estoy preocupando mucho por eso, no sé si lo odias y por eso te cuesta tanto decirme quién es o, bueno, no lo sé...
—Creo, muy en el fondo, que me estoy enamorando... Es muy complicado, no lo entenderías. Él me pidió que no se lo diga a nadie, ya que es su decisión.
Noto con facilidad que me metí en un terreno en el que no debo meterme; su mirada se cristaliza y una sombra se dibuja en sus pupilas, mientras que su labio inferior tiembla con disimulo.
Creo que nunca en mi vida la vi reaccionar así por un hombre, un montón de escenarios se dibujan en mi cabeza a una velocidad vertiginosa, pero ninguno lograr concordar con el típico de relación que le gustaría tener a Lucía.
—Está bien, no pasa nada.
—Nunca me dijiste quién es tu cita, solo me comentaste que la odias.
—Yo nunca dije que es una cita.
—¿No es una cita? —Pregunta alzando ambas cejas.
Muerdo la punta de mi lengua, ya que ni siquiera yo sé lo que es. Sin embargo, algo dentro de mí me recuerda que solo será una cena. Lucía me escudriña, en un dos por tres, y estira mi dedo pulgar hasta que me suena.
—Eso dolió...
—¿Es o no una cita?
—No, claro que no lo es. Además, él no tiene la pinta de ser un tipo de los que les guste salir en una cita y mucho menos creo que tenga tiempo de tener relaciones amorosas. Y sabés bien que esas cosas a mí no me gustan nada.
Lu me observa dudando de mi palabra, se acerca unos centímetros y se aleja solo para que le diga la verdad. Ella sabe que eso me incómoda y lo usa a su beneficio.
—¿Cuál es su nombre? —Alza ambas cejas mirándome directo a los ojos.
—Balder —respondo con odio al decir cada una de las letras de su elegante nombre.
—Balder... ¿Y el apellido del ricachón maleante es...
Hago una mueca con mis labios.
—Su nombre y apellido es Balder Smith.
Ella abre la boca sin poder creer sobre la persona que le estoy hablando. Su mirada me lo dice todo, pero decide utilizar las palabras:
—Balder Smith ¿el megamultimillonario?, ¿el dueño de la mayoría de las empresas en el continente americano?
Asiento con la cabeza.
El reloj de campana está a punto de marcar las ocho de la noche, y siendo lo más sincera que puedo ser, no me siento a gusto con todo lo que haré esta noche. Mis ojos se mantienen abiertos de manera constante, mientras espero que el ascensor llegue a destino. Mi pecho sube y baja rítmicamente, mientras tomo todas respiraciones profundas que mi cuerpo me pide; sin embargo, es inútil y mi pulso comienza a acelerarse de manera inimaginable. Casi por un segundo, me doy cuenta de que el perfume de sandía que he elegido, empieza a apesadumbrarme y la inseguridad se hace presente en todo mi ser. Acomodo la tira delicada de mi vestido color azul y me vuelvo a preguntar si esto es realmente lo que quiero ¿debo vengarme de ese hombre por sus actitudes ricachonas?
Las metálicas puertas del ascensor se abren y sonrío ampliamente para ponerme en la piel de mi personaje. Él está allá parado como si nada estuviera mal, vestido completamente elegante (como una estrella en medio de todos los fans). Mis tacones blancos, casi grises, repiquetean contra el suelo, mientras me voy acercando al magnate. Me estoy sintiendo a gusto con cada paso que doy, ya que puedo imaginar la venganza que se planea dentro de mi cerebro.
Ya no estoy sintiendo ganas de correr en dirección opuesta a la del señor Smith, ahora me gustaría dar zancadas para llegar hasta él y... ¡Despierta de una vez! Continúo caminando sintiendo que todo gira a nuestro alrededor, no existe nadie más, solo nosotros. Sus indómitos ojos de color esmeralda me examinan con suma interés y una delicada, divertida y exótica sonrisa se apodera de sus labios; es como si me estuviera dando la bienvenida. Cuando me acerco notando que no le llego ni siquiera al hombro, me siento un poco intimada, pero luego recuerdo que yo tengo todo el control de la situación. Le brindo un beso en la mejilla y me separo para escuchar lo que él tiene que decirme.
—Señorita Rodríguez, está verdaderamente perfecta esta noche —dice lleno de seguridad en sus palabras, pero luego me da un beso en la mejilla.
—Será porque me puse lo que usted quería, supongo que si me ponía otra cosa, su comentario podría ser otro —comento en voz baja sonriéndole de un modo verdadero y luego agrego de un modo sutil—: Usted también se ve bien.
La sonrisa que él posee se agranda ante mi alago, pero no vuelvo a decir nada. Sin embargo, él comienza a hablar de cosas que yo no entiendo. Por un lado, me habla de las maravillas que está empezando a crear, y por el otro, comienza con simples maneras de atraer un diálogo de mi parte, aunque lo único que consigue es un simple movimiento de cabeza por mi parte. Me divierte observar su cara de aburrimiento, hasta que veo que yo me estoy aburriendo más de la cuenta, entonces, decido hacer una simple pregunta:
—¿A dónde iremos?
Al escucharme, nuevamente se le dibuja una sonrisa real sobre sus labios.
—Cenaremos en un lugar mágico —responde con cordialidad, mientras que me ofrece su brazo de un modo amable y casi irreconocible ante mis ojos.
Ladeo la cabeza entrando en la madeja de mis pensamientos internos. En momentos como este, podría aceptar su brazo y dejar aparecer cada una de esas extrañas sensaciones que se producen a su lado vuelvan a reaparecer, o podría rechazarlo y quedar como una maleducada total; decido aceptar la primera opción y me aferro al brazo de Balder, mientras tanto puedo sentir como mis piernas tiemblan por los nervios que se apoderan de cada célula de mi cuerpo. Cada parte de él huele a la perfección y hasta me da miedo no oler ni la mitad de bien que él.
Cuando atravesamos el vestíbulo del hotel, puedo sentir como el viento me brinda una oleada de frío; el sonido delicioso del agua hace que me relaje cada vez más. Comienzo a sentir que esta noche no será una pérdida de tiempo, es más, cada segundo que pasa puedo sentir que estoy preparada para acabar con él cuando yo quiera.
Caminamos con cuidado por las bellas calles, hasta que llegamos a un bonito restaurante. Ni siquiera puedo ver la fachada, puesto que él se apresura a ingresar. Cuando, por fin, Balder retira la silla para mí y se sienta enfrente, nos miramos cómodos en la mesa más linda y elegante del lugar, comienzo a ver todo lo que hay a mi alrededor, pero no hay demasiadas pistas que me den una ubicación certera, hasta que visualizo el reflejo del cartel de entrada. Nunca me imaginé que este hombre me trajera a este lugar.
Toda la noche me he preguntado los motivos de esta cena, pero no me atrevo a preguntar, bueno, todavía no me siento en confianza para hacerle aquella pregunta. Esto podría ser calificado como una velada romántica, pero él y yo no somos nada, solo somos polos opuestos; él es un exitoso multimillonario, y yo solo soy Camila Rodríguez.
—Pensé en pedir una parrilla, este es un restaurante de comida argentina.
—No pasa nada, de hecho, la parrilla es de mis comidas favoritas. Tuviste mucha suerte —comento apoyando los codos sobre la mesa, recargo mi barbilla en mis manos, mientras su inescrutable mirada se posa sobre mis ojos.
Él parece estar contento y lleno de seguridad, mientras que yo, me siento llena de nervios. Bueno, en realidad, desde que lo conozco se me ha hecho complicado descifrar sus emociones. Él suele parecer una fría estatua de hielo que logra sonreír muy pocas veces.
Cuando estoy a punto de decir algo, veo que un camarero se acerca con una botella de vino, la chica destapa la botella y vierte el líquido oscuro en nuestras copas.
Le dedico una sonrisa y digo:
—Muchas gracias.
Debería hacer una lista para Lucía, ya que ella es muy fan de los vinos, pero no traje nada para hacer una anotación, así que guardo en mi memoria el nombre.
—¿Y la comida? —Pregunta de mala gana el señor Smith, nuevamente aparece esa personalidad fría y mala—. Vaya por la comida, señorita.
La joven no dice nada y solo sale corriendo en la búsqueda de nuestro platillo, mientras tanto yo fulmino con la mirada al señor Smith.
—No le hables así, pobre chica.
—Ese es su trabajo, es una mesera.
Ruedo los ojos tomando entre mis dedos el puente de mi nariz, no da hasta asco ver cómo habla y trata a las otras personas. No puedo creer que sea tan asqueroso con esa pobre trabajadora.
Me pongo de pie y camino rumbo a la cocina, me encuentro a la joven llorando junto a una de sus amigas que le decía en español: "No te preocupes, esas personas no saben lo mucho que te cuesta comprender su idioma. Son personas ricas que no le importan más nada que su riqueza". Cuando escucho aquellas palabras siento que soy yo la que le está diciendo eso a la chica, pero es solo su amiga. No me siento nada bien con todo lo que está pasando. Estoy lista para decir algo, cuando siento como una mano toma mi brazo y me jala de allá con fuerza. Observo a la persona y me doy cuenta de que es Balder.
—Eso fue horrible de tu parte. Esa chica estaba haciendo bien su trabajo, y vos la ofendiste. —Hago una mueca de desagrado y muevo mi brazo en la espera de que el señor Smith me suelte.
—¿Tanto te preocupa esa?
Asiento con la cabeza tan solo una vez, esa mujer podría ser yo. Claro, que no me gustaría que me den ese trato del asco.
—Me preocupa, podría ser...
—¿Tú?
No respondo con palabras, simplemente asiento con la cabeza, de nueva cuenta.
—Ven, sigamos con la cena y prometo ser buena persona.
Volvemos a nuestra mesa con cuidado y me siento; trato de calmarme por la situación anterior y observo que la joven trae la cena. La mesera trae unos platos humeantes y los coloca frente a nosotros, luego se retira, pero no antes de echarle una mirada al magnate. Suelto una risa desprevenida y me dispongo a cortar un trozo pequeño de la tira de asado jugosa.
—A pesar de todo lo que le dijiste a esa mujer, parece que le gustas.
Él se encoge de hombros y observa mis ojos, una pequeña sonrisa se le comienza a dibujar sobre los labios, pero luego de darle un sorbo a su vino, decide responder:
—Puede ser, le suelo gustar a muchas personas. Sin embargo, ninguna de ellas me ha gustado.
—Seguro que es por tu... —Me quedo callada ante lo que estoy pensando decir—. Mmm... ¿No serás gay?
Balder niega con la cabeza ante mi pregunta.
—No, estoy muy seguro de mi orientación sexual. Dígame, ¿a usted no le gusta nadie? ¿Está en pareja? —Cuestiona alzando ambas cejas.
—Por ahora no, pero eso no le es de tu incumbencia, ¿no lo cree?
Él suelta una risita divertida, es como música para los oídos.
—Bien, no preguntaré mucho, pero se torna aburrido sin tema de conversación, señorita Rodríguez.
Hago una mueca con mis labios y pienso seriamente qué debería preguntar, hasta que se me ocurre algo interesante y lo hago:
—¿En que se especializa la empresa TBF?
—Principalmente en la tecnología, tomo las ideas de personas sabias en el ámbito y las llevo a cabo. Es un trabajo en equipo, todos tienen su lugar en la empresa. Estoy orgulloso por lo que hemos logrado.
—Cuando hablás sobre tu trabajo todo cambia, quiero decir... Tus actitudes cambian y se nota que te apasiona.
El semblante del señor Smith se oscurece ante mis suposiciones y la tensión en el ambiente crece de manera egocéntrica. Mi curiosidad se vuelve cada vez más irreconocible, ¿qué es lo que le da miedo?
—Se nota que eres muy joven, debes tener unos... ¿veinte años?
Asiento con la cabeza.
—Así es, tengo veinte años.
—¿Por qué no estás estudiando? —Pregunta acomodándose un par de hebras negras que se escapan de su pulcro peinado.
—No, solo estoy trabajando —respondo jugando con los restos de comida, mejor dicho, con los huesos del asado que acabo de cenar.
Mi gran sueño es conseguir dinero y poder estudiar en la universidad, quiero ser escritora, pero no hay una carrera para eso, aunque jugando en mi celular encontré un lugar para estudiar Corrección y Redacción de textos.
—Entiendo. Si quieres, puedo ayudarte; mi empresa tiene un buen sistema educativo para los jóvenes.
Asiento ante su comentario.
—Sí, lo sé, pero no tengo el tiempo suficiente, tengo un trabajo —murmuro encogiéndome en el asiento por el frío que está empezando a hacer.
—Bueno, pero la oferta sigue en pie. ¿Su familia no puede ayudarla económicamente?
Ante aquella pregunta alzo las cejas y me aclaro la garganta sintiéndome consternada por demás, no me agrada mucho socializar y ahora que me toca hacerlo, me estoy dando cuenta de lo difícil que resulta ser.
—Hay muchas cosas que desconoce de mí, señor Smith.
—Tiene razón, así que... ¿Por qué no me ayuda con eso?
—Mmm... ¿Por qué desea saber de mí?
—No importa, puedes hablarme de ti otro día.
¡Por Chuck! Eso no era parte del plan. No quiero volverlo a ver, aunque muy en el fondo de mi alma, no me desagrada del todo su idea.
Estoy destrozando todas las reglas que me puse en el pasado, estoy volviendo a caer en los encantos de un hombre, y aquí estoy, esperando que ese sujeto cambie para bien o para mal.
—Hace un par de días me he comunicado con un tiktoker, parece que la conoce y juntos vamos a hacer un pequeño encuentro en México. —Él alza una ceja y toma mi mano con delicadeza—. ¿Sabe de qué tiktoker le estoy hablando, señorita Rodríguez?
—No tengo dinero suficiente para ir ahí...
—La estoy invitando, señorita. —Balder se rasca la nuca lleno de nerviosismo.
—¿Por qué me estás invitando?
El magnate me observa desconcertado por mi pregunta, es como si estuviera buscando una respuesta adecuada.
—Porque es lo único que sé que le gusta, usted es todo un misterio.
Sonrío mirando el plato de comida, ¿ahora soy yo la que posee nervios?
—Yo no me siento para nada un misterio; sin embargo, usted es la persona más fría que conozco.
—Entonces, ¿vendrá conmigo a la reunión?
¿Realmente quiero destrozar a este magnate? Claro, pero debo divertirme mientras lo hago.
—Sí —respondo llena de seguridad ante mis palabras.
Quizás es tiempo de hacer cosas nuevas y dejarme llevar por todo el tiempo que he estado encerrada. Ya estoy harta de ser Cenicienta de la nueva era; sin embargo, no nos llevemos en tan solo unos meses él ha logrado sacar la parte más oscura de mi ser. Evidentemente, no me siento nada segura del terreno en el que me estoy metiendo. El amor es único, pero no es necesario; solo importa el amor propio.
Él asiente con la cabeza ante mi respuesta, estoy segura de que no esperaba que yo aceptara aquella invitación. Él no conoce mis planes y piensa que por ser una niña no puedo vengarme de lo que me hizo, pero cuando vea la venganza se va a dar cuenta de que estaba muy equivocado al pensar de ese modo. El mundo que conocemos pronto terminara, estoy más que segura de eso.
—¿Luego no me vas a dejar plantado? —Cuestiona dándole el último bocado a su cena.
—Vamos a tener que dejárselo a la vida. Por ahora, solo diré que sí. —Sonrío leve.
—¿A sí? —Pregunta un poco incómodo.
Simplemente asiento.
Observo la hora en mi reloj y niego más de una vez. Le había prometido a la tía estar antes de las doce y ya son las doce y media. Me pongo de pie rápidamente y salgo corriendo lo más rápido posible, pero noto que él me sigue riendo sin comprender, solo me está siguiendo el juego.
—Debo irme...
—¡Cam! —Grita sosteniendo mi zapato.
Me detengo en el porche de la tía notando las similitudes de este juego macabro, no puedo cambiarlo del todo. Realmente soy la nueva Cenicienta. Balder se acerca y me entrega el zapato con una sonrisa ladina sobre sus labios, luego se cruza de brazos, pero no se marcha.
Hay mucho espacio en este lugar; sin embargo, puedo sentir que lo único que nos separa son sus brazos cruzados. Hay algo en su interior que quiero perforar más que nada, pero al verlo a los ojos lo único que puedo ver son las puertas de su alma y no me atrevo a destruir su esencia. Puedo notar fácilmente sus intenciones de besarme y quiero que lo haga, aunque seguro más tarde me arrepentiré. Sus labios carnosos están tan cerca de los míos, pero la voz de mi tía nos regresa a la vida y me alejo completamente aturdida con la respiración acelerada.
—A casa.
—Nos vemos, señor Smith. —Le dedico una sonrisa antes de ingresar a la casa.
—¿Quién era ese? —Pregunta mi tía, mientras nos adentramos a la sala de estar.
Lucía sale de su habitación al escuchar nuestras voces, se detiene mirándonos con detenimiento, bueno, me está mirando solo a mí. Parece que también desea una respuesta a eso, aunque ella sí sabe quién es ese hombre.
—Balder Smith —respondo sin darle importancia a su nombre, aunque debo ser sincera: cualquier persona con un nombre así debe ser importante.
—¿El magnate más importante de todos los tiempos? —Cuestiona mi tía.
Lucía asiente volviéndose completamente loca.
—¿A dónde te llevó?
Hago una mueca con mis labios para no sonar muy interesante al responder, pero luego decido hacerlo bien y poniéndome los zapatos como corresponden.
—A una parrilla.
Comienzo a recordar lo divertido y horrible que llegó a ser esa noche. Hay muchas actitudes del magnate que realmente no son de mi agrado, pero sé que no puedo cambiarlo; debe ser así desde que nació.
—No puedo ni siquiera creer lo que me estás contando —murmura mi tía.
—Yo me la reee creo. —Exagera por completo su argentino—. Tengo envidia del romance de verano que estás viviendo y yo nunca pude vivir.
Hago una mueca con mis labios ante sus comentarios.
—Por Chuck, jamás tendré un romance.
—Pero al menos dinos si te gusta, ¿te gusta? —Pregunta la tía.
Me encojo de hombros, hablar de estas cosas me está incomodando más de lo que me había imaginado en la vida.
—Es atractivo, claro está. Es simple...
—Es Claro —responde Lucía.
Lucía me mira a los ojos y toma mis manos para que no me caiga, la miro sin entender nada, pero espero que me dé una respuesta a la situación.
—Guido Michelini va a estar en una reunión en México —suelta de sus labios.
—Lo sé, Balder es amigo o algo así... —Sonrío ladinamente.
—¿Por qué estás actuando así? —Alza ambas cejas—. ¿No quieres venir conmigo?
Rasco mi mejilla con nerviosismo.
—Balder me invitó a la reunión...
Ella se aleja de mí y niega sin poder creer lo que le estoy diciendo.
—¿Me estás jodiendo? —Pregunta un poco molesta por mi actitud.
No sé qué es lo que verdaderamente siento por ese sujeto, pero de lo único que estoy segura es... creo que estoy muy confundida. Quizás lo que me mantiene en pie es la venganza, pero hay algo más allá de eso y no sé qué es. Estoy luchando contra un enemigo invisible, soy un simple coyote atraída por restos humanos, el insuperable problema es que desconozco si el cuerpo posee algún tipo de vidrio.
—No, no te estoy jodiendo...
—Ya entiendo, es que realmente estás enganchada por ese chamullero lleno de guita. ¿Todavía no te diste cuenta de eso?
Suelto una carcajada sonora y niego levemente ante la situación.
—¡Por Chuck, amiga! Nada que ver, o sea, hoy me dijo cualquiera —murmuro con diversión—. Por un momento, juro que pensé que él era gay.
—Mirá, yo no sé nada de lo que pasó en la cena, pero me doy cuenta de una cosa... ¿Quieres saber lo que vi?
Asiento con la cabeza, mientras veo que mi tía se va a recostar, ya que parece que le aburrió la conversación. No puedo culparla, yo ya quiero irme a dormir.
—Esas miradas estúpidas, las risitas sin sentido, ese momento de odio y ahora quiere llevarte a ver a tu ídolo, ¡Por favor! —Exclama como si estuviéramos solas—. ¿Te beso?
Dudo mucho en responderle con la verdad a mi amiga, ya que puede reaccionar horrible. Tengo muchas dudas, pero solo le respondo sin darle más dudas al asunto:
—Digamos que no, pero... hubo dos veces que... —Me detengo recordando la situación y sonrío como tonta.
—Solo falta que se te caiga la baba. ¿Por qué no... —No dejo que ella termine de hacer la pregunta, no quiero me lleve de nuevo a ese mundo.
—Porque me dijo que no, digo... o sea, si no quiere... Yo no puedo hacer nada, Lucía, solo aceptar que no quiere y fin de la discusión —Hago una mueca con mis labios de tan solo imaginar lo que pasó ese día en la playa. Jamás podré olvidar ese momento de torpeza.
Lucía me mira y ríe sin entender nada de lo que le estoy diciendo, y sí, no puedo negarlo. Todo lo que dije de él es una confusión más grande que mis momentos de tristeza, yo no puedo hacer nada para que eso cambie.
—¿Estás siguiendo las reglas del juego? —Cuestiona sin poder creerlo.
—Sí, no quiero perder más de lo que ya perdí...
—Vamos a dormir. Mañana sale joda —dice ella muy feliz.
Ambas nos retiramos a nuestros cuartos y al llegar al mío, me lanzo a la cama por unos segundos. Luego me cambio y me vuelvo a recostar, solo que esta vez es para dormir y no pensar en nada. No puedo creer que mañana vaya a ver a mi ídolo.
No tardo mucho tiempo en quedarme dormida, sueño cosas sin sentido y muy felices. Creo que podría escribir un delicioso fanfic de todo lo que estoy soñando, me da lástima que todo sea eso: un simple sueño.
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