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Capítulo 17: ¿Esto es un sueño?

Al día siguiente, las cosas siento que mejoran con rapidez. Sin embargo, Balder esta vez no puede hacer nada por la cena que su cuñada quiere tener con su madre. No podemos innovar nada para desmantelar ese momento, todos desconfiarían de nosotros si lo impedimos.

No sé qué vamos hacer para componer las circunstancias. La policía sigue buscando a Alexander por todos lados; nadie puede encontrar a ese criminal. Yo tengo miedo de salir y que me enganche o algo así, por lo menos, sé que Enzo está en prisión. No quiero desaprovechar el tiempo, pero la desconfianza me estremece.

Observo a Balder tomarse una pastilla, debe ser una de las pocas que empezó a tomar ayer, parece que eso le hace bien para el dolor de cabeza que lo detona. Debe empezar con los signos de su enfermedad.

No estoy lista para perderlo, ayer recién confesé todo lo que siento por Balder. No puedo pensar que cada vez falta menos tiempo para perder. No quiero que me abandone, no pudo pensar en su muerte, no quiero creer en eso.

Balder Smith es la luz de mi penumbra, gracias a luminosidad que resguarda como un manto mi oscuridad, puedo sentir que nuestro amor es como un eclipse; no hay nada más oscuro ni luminoso al mismo tiempo, solo eso, un eclipse.

A lo lejos, percibo los pasos de Balder retornando a la habitación. Él se detiene y suelta una exhalación de sus labios, se avecina y toma asiento junto a mí.

—¿Todo está bien, cariño?

Él niega con la cabeza.

—Hoy Phoebe va a hablar con mamá en la cena, Cami... ella le va a decir todo y voy a tener que ver el dolor en su cara una vez más.

—¿Una vez más? —Averiguo sin percibir lo que él me expone.

—Sí, mi padre murió por lo mismo que voy a morir yo, Cami.

Me acerco a él y lo abrazo con delicadeza. Balder corresponde, pero con lentitud se va alejando de mí.

—Balder, debés decirle a tu madre lo que está pasando, ¿lo entiendes?

—No, no puedo ver la tristeza en sus ojos una vez más.

Tomo su mano para manifestar apoyo y luego asiento con la cabeza tan solo una vez. No puedo negar que las vicisitudes no son lo que me conjeturé, pero no puedo forjar nada para que él cambie de veredicto.

—Balder, vamos a comer, no podemos hacer más nada que comer y esperar el momento.

—Algo se me va a ocurrir, no puedo dejar que Phoebe arruine la vida de mi madre.

Nos ponemos de pie y comenzamos a caminar rumbo a la sala de estar, la madre de Balder se encuentra hablando con su nuera, no tengo idea de lo que se estarán diciendo, pero espero que no sea nada sobre Balder.

Él aprieta mi mano para que le dé fuerzas, no lo pienso soltar nunca. Siempre voy a estar a su lado, no pienso dejarlo.

—Mamá, ¿qué está ocurriendo? —Cuestiona Balder tomando asiento junto a mí—. ¿Madre?

Marie lo mira con el ceño fruncido y luego niega con la cabeza, parece que no está comprendiendo lo que sucede. Creo que Phoebe no le dijo nada con respecto a la muerte.

—Sí, cariño, todo está bien —manifiesta la señora—. ¿Por qué preguntas tan intranquilo?

Él se encoge de hombros y la mira negando con la cabeza. Balder suelta un suspiro de sus adentros y deja un beso sobre mis nudillos, luego sonríe amplio y mira a Phoebe con ojos de piedad; sin embargo, ella parece estar muy decidida con lo que va a hacer en algún momento.

—Señora, Balder se está muriendo —dice Phoebe colmada de seguridad y le lanza los estudios en la cara a la madre—. Tiene la misma enfermedad que su padre, solo le queda un año.

Marie comienza a ver los estudios, los resultados, la cara de su hijo. La mirada de la señora se torna afligida y sus ojos se ensombrecen llenos de un padecimiento que la disgusta por segunda vez en su vida.

—¿Qué? —Duda la madre.

—Balder se muere...

—Balder, ¿tienes algo que decir?

El hijo de Odín vuelve a tomar mi mano y aniquila a su cuñada con la mirada, pero luego me observa a los ojos y se consuela con tenerme a su lado, me dedica una de sus sonrisas hermosas y focaliza su iris en los de su madre. Ambos ojos, los suyos y los de Marie están cristalizados.

—Mamá, me queda un año... —Confiesa él bajando la mirada.

—No, cariño, eres mi bebé. No puedes estar muriendo, no antes que yo, no... no es posible, Balder —responde ella lloriqueando—. Tiene que haber algo para hacer, no puedo permitir que mueras antes que yo.

Él sonríe amplio y niega con la cabeza tan solo una vez.

—No puedes hacer nada, solo ser feliz junto a mí.

Asiento al oír las palabras de Balder y aprieto su mano con delicadeza.

—Eso es lo que vamos hacer todos, vamos a estar a tu lado hasta que todo termine —digo con seguridad en mi tono de voz.

Marie me mira con el ceño fruncido y niega al escuchar mis palabras. Se nota que no le agrada lo que he dicho, pero no veo nada malo a lo que dije con respecto a la muerte de Balder.

—Tú debes regresar a tu país, mi hijo se está muriendo, aléjate de él. Balder tiene que estar con su familia ahora, nada de novias o perder el tiempo con chicas, ¿me entendiste?

Sorbo saliva sonoramente ante aquellas duras palabras, no puedo creer que esta mujer me diga qué es lo que tengo que hacer. A mí nadie me dice qué hacer o no hacer, yo hago lo que quiero.

—Madre, no voy a dejar a Cami.

—Se hará lo que ya se dijo.

—No.

—Balder, tranquilo —musito con una sonrisa.

—Nadie me dice cómo vivo mi vida, nadie me dice a quién amar —responde él con seguridad—. Y no voy a dejar que la idea de alguien sobre el destino me impida amarte o estar contigo... O construir un futuro cercano contigo, porque... —Concibe una pausa y se pone de pie, luego se inclina frente a mis pies y vuelve a tomar mi mano—. Tú eres mi vida... —señala con una enorme sonrisa sobre sus labios y toma un anillo que está en su bolsillo trasero—. Camila Rodríguez, ¿te casarías conmigo?

No puedo creer todo lo que está pasando. No lo entiendo, debo estar soñando. Sí, eso es lo que está pasando.

¿Esto es un sueño?

El tiempo se detiene, no siento nada, solo a Balder.

—Yo... —Trago saliva ruidosamente, pero luego sonrío amplia con lágrimas en mis ojos y asiento más de una vez con la cabeza—. Por supuesto que sí. Hasta el último día, Balder.

Él sonríe amplio y me coloca el anillo en el dedo.

—Hasta el último día.

Me acerco a él y uno nuestro labios en un dulce beso, casi de inmediato siento como separan a Balder de mí. Mi ceño se frunce sin comprender lo que está pasando hasta que visualizo a su madre.

—He dicho que te alejes de mi hijo —comenta la mujer empujando a Balder lejos de mí.

—¡Madre! —Prorrumpe Balder.

—Tú no sabes lo que es bueno para ti —dice ella llena de seguridad en sus palabras y se acerca a limpiar el rostro lleno de lágrimas de su hijo—. Por ahora lo bueno es pasar tiempo en familia.

Él observa a su madre y se aleja con cuidado para luego acercarse hacia mí, me estruja entre sus brazos y hundo mi cabeza en su pecho, de ese modo, puedo escuchar sus latidos dulces y sonoros. Marie me mira fulminando con su mirar, me odia por ser la mujer que ama su hijo. Ella no esperaba eso de él, y yo tampoco.

Balder me ha sorprendido, me ha dejado sin palabras. Me siento una nada en el todo. Estoy más que inutilizada, ya que no me imaginaba eso y menos de su parte. Este no es el estilo de Balder.

—Camila es mi familia también.

—Esa niña es una pequeña que no sabe lo que quiere, solo está contigo por el dinero y esas cosas, cariño, no está contigo porque te ama —la mujer da su opinión al respecto de mí.

—Marie, estás muy equivocada. El dinero de Balder no me importa, yo no quiero ser rica y esas cosas... —Confieso con seguridad—. Yo quiero pasar hasta el último día con Balder.

Él me mira a los ojos con una enorme sonrisa sobre sus labios, al parecer lo que dije le llegó al corazón. Sus ojos de color esmeralda se vuelven cada día más claros y luminosos, ya no hay rastro de la oscuridad en él.

—No tienes que explicarle nada a mi madre, ella no sabe lo que sientes por mí, ella no sabe lo que yo siento por ti. —Deja un beso sobre mi frente—. Mi madre no sabe lo sombrío que fui antes de ti.

Observo a Marie y me acerco a ella con cuidado, le dedico una sonrisa de piedad y ella la acepta regresándome una nueva.

—Es solo que no quiero perder a mi Balder —se sincera.

—Nadie va perder a Balder. —Sale de mis labios como si yo pudiera creerlo, pero me cuesta mucho hacerlo—. Balder siempre estará.

—Hasta el último día y muchos más después de ese...

Respiro hondo observando toda la situación desde mi lugar. Phoebe se queda mirando intrigada, ya que eso no era parte de su plan; se agarra la cabeza con ambas ambos y corre hacia un lugar que ninguno sabe.

—¿Qué pasó? —Indago llena de curiosidad.

Me quedo mirando a Balder junto a su madre abrazándose como si no hubiera un mañana, sonrío amplia y comienzo a correr siguiendo a Phoebe. Me detengo cuando ella lo hace. Llevo ambas manos hacia mi boca al ver a Phoebe hablando con Alec, niego con la cabeza sin poder creer.

—¡Ahí estás! —Protesta una voz muy conocida.

A lo lejos, veo llegar a Balder con su madre, ni siquiera me entrega atención, no se da cuenta de que estoy ahí, solo piensa en Alexander. Se acerca con rapidez y le da un enérgico golpazo en el pómulo, a lo que Alec se desmorona en el suelo. Balder lo comienza a agredir con todas sus fuerzas, pero nada acontece del otro lado.

—Alec, vamos despierta.

—¡Despierta! —Exclama Phoebe tirada al lado de su esposo.

No entiendo lo que está atravesando hasta que Alexander le retorna el golpe a su hermano, lo empuja dándole golpazos en la cabeza con su puño. No se detiene, ni siquiera piensa en que Balder se está muriendo.

Apresuradamente me aproximo a la escena y empujo a mi cuñado con la fuerza de un animal feroz, nadie toca a Balder de ese modo.

—¡Aléjate, desgraciado! —Grito empujándolo fuera del lugar.

—Tú deberías estar muerta —me responde lleno de seguridad—. Al menos, tendrías que estar en un hermoso estado comatoso.

Niego con la cabeza al escuchar lo que sale de sus labios.

—¿Por qué lo hiciste? —Pregunto sin tener una respuesta concreta a sus acciones—. Yo no te hice nada para merecer lo que me hiciste.

Suelto una carcajada sonora y niego más de una vez, trato de soportar las ganas de llorar, pero duele tanto que no lo soporto más y dejo que las lágrimas caigan con cuidado por mis mejillas.

—Debía demostrarle a mi querido hermano que yo soy mejor que él.

—¿Y yo qué demonios tenía que ver en su estúpido juego?

Él suelta una carcajada sonora de sus labios y se acerca a limpiar mis lágrimas con una enorme sonrisa cínica.

—Tenías mucho que ver. Tú fuiste la primera mujer que realmente le llegó al corazón, no le importó lo destruida que estabas —Hace una mueca con sus labios—. Solo le gustó el dolor y oscuridad que hay en tus ojos. Eso fue todo.

Volteo para ver a Balder a los ojos y él no expresa nada al respecto, pero se acerca rápido hacia mí, observa a su hermano y niega con la cabeza.

—Estás muy equivocado, hermanito —confiesa Balder—. Ella es un ángel caído del cielo, la penumbra es solo algo que le engendraron los demonios, pero ella está desempolvada de todo pecado.

Alexander suelta una risotada ante las frases de su hermano y niega más de una vez. Se avecina a él y le palmea el moflete fuertemente.

—Cree lo que tú quieras creer, Balder, pero esa chica nunca será un ángel.

Me encojo de hombros y le doy una piña a Alec.

—Sigo aquí, idiota. —Lo observo con una enorme sonrisa sobre mis labios—. No hables de las personas, porque vos a mí no me conoces, no sabés quién soy o lo que puedo hacer. —Hago una pausa y niego—. Puedo parecer una santa, pero solo lo parezco. Nunca confíes en las chicas que parecen buenas, pueden ser las peores.

Marie ya ha llamado a la policía, así que los patrulleros no tardan en llegar, siento cómo el peso de mis hombros disminuye por completo al ver que los oficiales se llevan a Alec a prisión.

Balder se acerca a abrazarme y no dudo en corresponderle, pero antes de que pueda hacer algo, Alexander sale del vehículo toma una pistola y me apunta. Trago saliva sonoramente y espero que alguien me diga que todo esto es una pesadilla de la que muy pronto voy a despertar.

¿Esto es un sueño?

Oigo el gatillo, pero nada sale del arma. Sin embargo, Alexander cae al suelo detrás de mí. Cierro los ojos sin poder girar, simplemente, siento como uno de los policías me guía a un lugar seguro.

Balder abre los ojos como nunca antes y corre en dirección a su hermano menor, toda la familia se acerca a Alec.

—¡No! —Grita Balder manteniendo el cuerpo de su hermano.

Los paramédicos llegan y hacen su trabajo, escucho que Alec va a estar bien. Casi de inmediato, Balder se acerca hacia mí y me mira a los ojos, pero yo no puedo respirar ni entender lo que acaba de pasar.

—¿Él va a estar bien? —Es lo único que sale de mis labios.

Balder asiente con una pequeña sonrisa sobre sus labios.

—Sí, él va a estar muy bien. Los policías le dieron en una parte donde sabían que no le harían daño —me orienta Balder.

No dudo en abrazarloy hundir mi cabeza en su pecho, cierro los ojos y aspiro su aroma para lograrcalmarme. Lo logro por sus latidos.

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