Capítulo 16: Confesionario
Veo a Lucía sosteniendo la mano de su novio, y dejo salir un suspiro de mis labios al saber que ella está bien. Me molesta un poco el no saber nada de ella por un tiempo, pero luego me imaginé que estaba viajando o algo por ese estilo.
La música está a todo volumen, la gente baila y grita como si mañana fuera el fin del mundo. Balder quiere caminar rumbo a la pista, pero yo lo guío hacia donde está Lucía y el chico. El magnate comprende casi de inmediato lo que yo quiero, así que no se hace el difícil y nos acercamos a mi mejor.
Me detengo, Lu viene corriendo como puede, y se acerca para abrazarme. Me sorprende, pero no dudo en corresponder. No puedo creer lo mucho que ha crecido mi sobrino, cuando me alejo le hago una mueca para que me diga quién es su acompañante.
—Él es Dean, el padre de mi hijo. —Ella sonríe amplia—. ¡Es un niño!
Suelto una carcajada sonora ante aquella revelación. Todo es demasiado bueno para ser verdad, ya me puedo imaginar siendo una perfecta tía.
—¡Por Dios!
—¡Lo sé! Es una locura, no puedo creerlo tampoco.
Ambas reímos y vemos como Dean y Balder se ponen a platicar sobre algo, parece que ellos encontraron algo interesante para hablar, y lo mismo sucede con nosotras. Sé que tenemos muchas cosas para decir.
—Necesito que me cuentes todo, Lu.
Ella asiente con la cabeza y me toma de la mano para comenzar a caminar rumbo a un pequeño balcón que no hay nadie. Nos sentamos en las sillas y nos miramos sin poder decir nada, pero reímos como locas.
—Dean conoce al señor Smith, me dijo que no podía decirte nada, ya que Balder te había visto desde hace bastante tiempo —dice con seguridad y luego se acaricia su creciente barriga—. Entonces, guardé el secreto.
No comprendo nada, así que solo asiento una vez.
—¿No lo sabías? —Me pregunta.
—No, no tenía idea de que Balder ya me conocía... —Me sincero ante mi mejor amiga—. Nunca me había planteado eso.
Ella suelta una risita divertida.
—Balder siempre te vio, es más, un día fui a cenar y estaba él en casa de Dean, allí me preguntó por ti —susurra y comienzo a notar que su voz obtiene un poco de oscuridad—. Estuvimos hablando sobre cosas de la infancia y demás. Fue muy divertido.
Mi ceño se frunce al escuchar lo que sale de los labios de Lu. Entonces, gracias a ella Balder se volvió todo un experto en mí. Ella le contó todos mis secretos, ¿quién diría que fui traicionada por mi mejor amiga?
—¿De qué hablaron? —Hago una pausa y la fulmino con la mirada, no quiero preguntar, pero debo hacerlo—. ¿Le contaste sobre...
Ella hace una mueca con sus labios, parece que no me comprende, no la culpo.
—Estaba ebria, así que no sé lo que le conté —confiesa rascando su mejilla con delicadeza—, pero estoy segura de que le conté cosas que no debería haberle dicho sobre ti.
—Ahora todo tiene más sentido, Lu, pensé que era demasiado predecible, pero no. —Hago una mueca con mis labios y niego—. Solo fue tu gran bocota y mucho alcohol.
Lucía suelta una carcajada sonora y alza ambas manos hacia el cielo, de un modo extraño, me está pidiendo perdón por cosas que ella no podía comprender por su estado.
—Lo siento, creo que no soy muy buena guardando secretos del pasado y con una mezcla rara de alcohol —confiesa con seriedad—. Supongo que todo no se lo habré contado, ¿o sí?
Alzo ambas cejas pensando seriamente en todo lo que me había dicho Balder antes de venir a esta fiesta extrañamente peculiar.
—No lo sé, pero creo que sabe mucho de mi pasado...
—¿Tenés miedo de que no te entienda? ¿Qué no entienda las razones por la que hiciste lo que hiciste? —Pregunta ella mirándome a los ojos.
—Sí, es que ni siquiera yo sé muy bien por qué lo hice.
Ella toma una de mis manos y me dedica una pequeña sonrisa de apoyo moral. Nunca dudé de su amistad, aunque me duele lo que hizo.
—Yo puedo darte muchas razones por tus actitudes.
—¿Sí? No estoy muy segura de que sepas más que yo, pero adelante.
Estoy dispuesta a saber las razones que ella piensa, pero nada va a cambiar la actitud de mi pasado. Porque eso es lo que es, un pasado que nunca volverá.
—Tenés miedo que te abandonen una vez más, tenés miedo de que te destruyan más el corazón...
No tengo ganas de hablar sobre esas cosas, no quiero volver el tiempo atrás. Ya estoy harta de que todos me digan eso, no quiero ver el pasado ni mucho menos cambiarlo, ya que eso cambiaría lo que soy hoy.
—No quiero seguir hablando de eso, pero... cuéntame. —Sonrío ampliamente observando hacia su vientre—. ¿Cómo se llamará mi sobrino?
Ella me observa fijo, pero luego se encoge de hombros y ríe a carcajadas locas. Su risa se escucha a kilómetros de distancia; la gente que pasa por ahí se detiene a ver de dónde proviene ese sonido.
—Su nombre será Patrick.
Contengo mi risa hasta que no puedo más, exploto a carcajadas sonoras y niego más de una vez.
—Suena a Bad Boy —respondo entre carcajadas—. Y muy inglés.
—Bueno... —Hace una mueca con sus labios—. Dean es de Inglaterra.
Me llevo una de mis manos hacia mi barbilla y me la acaricio pensando seriamente en las decisiones de mi amiga y las mías.
—Woww...
—¿Estás pensando en que tendríamos que habernos quedado con jóvenes de nuestro país? —Discute entrando en esa posición de pensamiento.
—Supongo, estos tipos tienen un rollo muy extraño.
Ella asiente.
—Estoy segura de que ellos deben pensar lo mismo que nosotras.
Hago una mueca con mis labios y niego.
—Para ellos, nosotras somos dos demonios argentinos caídos del cie... dos demonios que salieron del mismísimo infierno —confieso con diversión y luego pienso en lo que acabo de decir—. Tampoco es que ellos son unos angelitos, si me entiendes, ¿verdad?
Ella asiente más de una vez ante mis palabras.
—Claro que sí, amiga.
—Muero por un mate, aquí no hay —digo mirando mis manos.
—Acá —me corrige ella.
—Dios, ya me estoy volviendo uno de ellos... Necesito volver a Argentina.
—Tenemos. —Me señala y se señala con el dedo índice.
—No sabe los nombres, pero sabe lo que les hice... —Me cubro la cara con ambas manos y niego con mis ojos cristalizados—. Pasó mucho tiempo, pero... Todos los días me siento mal por todos los corazones que destrocé. Me gustaría enviarles a todos una carta de perdón, pero es estúpido ser sincera después de tantos años.
—Nunca es tarde para pedir perdón, Cam.
—Bueno, también agradezco a esos chicos porque ahora soy muy buena persona.
—Siempre fuiste buena persona, solo que estabas un poco confundida y creo que Balder está curando tu pequeño corazoncito —comenta con seriedad.
—Yo no lo creo. Él también tiene muchos problemas.
—Todos tenemos mambos, Cami.
Me encojo de hombros y asiento.
—No le conté sobre todos, de eso estoy muy segura.
—Menos mal, ya que no me gustaría contarle de esas otras cosas.
—¡Camila! —Grita mi nombre sin poder dejar de reír—. Fuiste amiga de cada uno, ellos quisieron seguir más, pero no supiste cómo alejarte. Eso es todo, elegiste destrozar sus corazones y sus mentes.
—Lo sé, tendría que haberme alejado o haber dicho que no, solo eso, pero... Me gustó destrozarles la vida, esa oscuridad que se formaba en los ojos de esos hombres es lo que me mantenía viva —confieso—. Me gustaba verlos sufrir por mí.
Ella niega más de una vez ante mis palabras, pero sabe los problemas de mi mente. En cierto modo, ella es la única que me sigue queriendo, no me crítica y siempre está a mi lado.
—La oscuridad es algo que te atrae, fíjate, todos los chicos que te gustaron en esta vida o son mala gente o lucen como tal, nunca te gustó uno con luz.
—Balder tiene mucha luz en su interior.
—Sí, quizás, pero luce como un chico malo. ¿No te diste cuenta de eso, Cam?
Estiro un poco mi cabeza y me fijo en Balder, yo lo veo dulce y buena persona en su interior. Después de todo, él es quien decidió volverse buena gente antes de morir. Ya no quiere ser malo, él desea morir lleno de luz.
—Balder es un eclipse.
—Si vos decís...
Asiento más de una vez llena de seguridad.
—Balder me enseñó cosas que ningún otro chico me enseñó. No puedo negar que al principio lo odiaba con todo mi corazón, siempre estaba a la defensiva... —La miro a los ojos—, pero creo que era porque me gustaba.
—Estabas un poco asustada de herir a otro, ¿verdad?
Asiento
—Quiero curar el deseo de oscuridad, ya no quiero eso en mi vida...
—Balder va a curarlo, él va a curar el deseo de tu alma.
Suelto un suspiro de mis labios y cierro los ojos por un segundo, luego los abro y la miro directo a los suyos.
—Tengo miedo de lastimar a Balder. No deseo herirlo, no quiero romper más su corazón...
—No podés destruir algo que ya está roto, Cami.
Mi mejor amiga me dice lo mismo que una vez me dijo Balder, pero yo niego sin creerles. Ya que estoy destruida y siguen rompiéndome.
—No creo eso. No creo que las personas no se puedan romper más de lo que están, yo creo que lo hacen. Cada día de sus vidas, cuando se levantan de la cama y ven que la vida sigue... —Me detengo con el ceño fruncido y niego más de una vez—. A esas personas les duele levantarse y ver eso.
Ella se acerca con rapidez y me abraza con fuerza, con cuidado se va alejando y me mira directo a los ojos.
—Linda, ya no le tengas miedo al amor.
—Me da miedo enamorarme... Cada vez que lo hago siento que mi corazón se destruye solo —confieso mirando el suelo—. Entonces, mi parte oscura surge y desea destrozar a la persona para no ser yo la que termine destrozada.
—No tienes que hacer esas cosas, nunca vas a saber si ellos te querían de verdad o no. —Niega con la cabeza más de una vez—. Camila, ¿hablaste de estas cosas con Balder? No lo hieras.
Niego.
—Algo así, pero no tanto...
—Tenés que ir a hablar con él, vamos arriba.
Ella me agarra por debajo de los brazos y me alza con cuidado. Suelto una risita divertida y me alejo con cuidado.
—Ve, dile todo lo que sientes.
—¿Estás en pedo, Lucía? —Pregunto haciendo montoncito.
Ella alza ambas cejas y se encoge de hombros.
—Sí, bueno, ambas estamos un poco locas. ¿Qué más da? Ve y díselo.
—Estamos en una fiesta, no puedo hacer eso. Ni siquiera estoy a su lado, ¿estás bien? —Vuelvo a preguntar.
Ella asiente.
—No pensés más y solo ve a decirle. ¡Muévete! No quieres que otro se te vaya, ¿verdad?
—No, no quiero que se vaya —confieso con una enorme sonrisa sobre mis labios—. No dejaré que Balder Smith se vaya de mi vida tan fácilmente. Yo no lo voy a destruir.
Ella asiente y me empuja en dirección a Balder. Choco con su cuerpo y me alejo con cuidado para verlo a los ojos, él me mira del mismo modo y sonrío ampliamente cuando noto el brillo dentro de su iris. Puedo ver la luz que se asoma en él, ya no hay tanta oscuridad.
—¿Qué sucede? —Pregunta preocupado.
Tomo el cuello de su camisa y uno mis labios con los suyos. Puedo sentir como el tiempo se detiene mágicamente, a su lado no hay más nada. Solo estamos los dos en un mundo lleno de oscuridad y luz, ya que ambos tenemos un poco de cada uno. Me separo con lentitud y sonrío amplia.
—No me dejés nunca, Balder, no quiero perderte —digo entre lágrimas—. No me dejés sola, por favor.
Él me mira sin comprender lo que le estoy diciendo, aunque muy en el fondo sabe a lo que me estoy refiriendo. Balder sabe que le digo.
—Cami... —Él toma mi rostro entre sus manos, limpia con la yema de su dedo pulgar mis lágrimas y deja un beso sobre mi frente—. No tengo otra opción. No quiero dejarte, pero no puedo hacer nada para que eso cambie.
—Me mentiste. —Frunzo el ceño.
—No, no lo hice. Realmente yo te amo, Camila, pero... No quiero lastimar tu pobre corazón, después de todo voy a morir.
—Sí, pero ahora no vas a morir.
Él asiente más de una vez.
—Tengo varios meses de vida, pero no quiero atarte a un pobre moribundo.
Hago una mueca con mis labios y lo empujo con brusquedad.
—¡Estoy harta de que digas que te estás muriendo! —Grito con todas mis fuerzas—. ¿Crees que no lo sé? No me importa, quiero estar ahí.
Él toma mis manos y me mira directo a los ojos. La luz crece cada segundo en Balder, mientras que la oscuridad se hace más poderosa en mí.
—Hasta el último día, Camila Rodríguez.
Sonrío amplia abrazándolo con fuerza en mis brazos flacuchos. Él corresponde sin dudarlo ni un instante.
—Hasta el último día, Balder Smith.
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