Capítulo 15: Mi yo del pasado
Despierto como siempre, pero esta vez, Balder está junto a mí. Me está mirando con una enorme sonrisa sobre sus labios, se ve bien y feliz. Suelto una risita divertida y tomo su mano; comienzo a observar sus dedos, sus vellos, sus uñas.
—¿Qué tanto estás viendo? —Cuestiona ladeando la cabeza para visualizar lo mismo que yo—. Tenemos muchas cosas que hacer el día de hoy, dulce Cami.
Alzo ambas cejas ante su apodo hacia mí, nunca lo había escuchado, pero suena bonito de sus labios. Sinceramente, hace bastante tiempo todo lo que sale de sus labios me resulta encantador. ¿Qué rayos me está pasando? No me gusta sentirme de este modo.
—¿Qué es lo que vamos a hacer, Balder? —Pregunto con la intriga recorriendo cada centímetro de mi cuerpo—. Quiero que estos meses sean buenos para ti, no quiero hacer lo que yo quiera. Quiero verte feliz, Balder.
Él acaricia ahora los dedos de mis manos y me observa fijamente a los ojos, en ningún momento me ha sacado la vista de encima. Me pone un poco nerviosa, pero su bella sonrisa resplandeciente ilumina mis pensamientos y los vuelve diferentes a los que una vez tuve acerca del amor.
Junto a Balder puedo empezar a creer en el amor, pero cuando él se vaya, todo esto va a terminar y mi herida volverá a abrirse por completo. No quiero perderlo... no puedo hacerlo.
—Quiero ir a una fiesta, pasarla bien y tener una hermosa aventura junto a ti, Cami —explica con una dulce sonrisa—. ¿Qué tanto me ves los labios?
No sé lo que estoy sintiendo...
Y si... ¿todo es parte de un sueño?
—Vamos a esa fiesta, Balder.
No tengo tiempo de superar lo que me ocurrió, pero cuando Balder muera podré llorar por todo lo que he vivido. Ahora solo puedo pasar el tiempo que le queda haciéndolo feliz con simples tonterías.
Observo la manera en la que Balder cambia de postura, se acomoda mejor en la cama, pero no se atreve a verme a los ojos. Me acerco por detrás y lo abrazo apoyando mi cabeza sobre su hombro.
—¿Me dejarías un tiempo a solas? —Cuestiona él observando su reflejo en el espejo—. Déjame, Camila.
Niego con la cabeza tan solo una vez, no puedo dejarlo y perder más tiempo sin él. Quiero estar a su lado por siempre, quiero que me quiera como yo lo hago. Sé que lo que siento es real, pero espero que no sea un sueño. Puedo ver luz donde hace unos meses veía la oscuridad.
—No puedo dejarte.
—Necesito estar solo por un tiempo, no será mucho, pero quiero estar solo... No quiero que te metas en mi privacidad. —Trata de alejarse de mí, pero no lo dejo—. Camila, no te estoy jodiendo.
Me encojo de hombros ante su respuesta, ya que yo tampoco lo estoy jodiendo. No me pienso ir.
—¿A qué le tienes miedo, Balder? —Pregunto un tanto molesta por la situación en la que nos estamos metiendo—. Siempre que estamos hablando sobre algo, siempre que hacemos o planificamos algo, siempre tenemos que pelear y estoy harta de eso. No entiendo, ¿por qué siempre quieres pelear conmigo?
Él al escuchar mi pregunta se tensa, puedo sentir cada uno de sus músculos, me separo y camino hacia él; tomo su rostro, bello y esculpido por los dioses, para obligarlo a verme a los ojos. Balder me mira, tiene sus esmeraldas posadas en mi iris, pero los suyos ocultan un secreto.
—Es solo que... Tengo miedo, Camila, ¿no lo entiendes? —Duda soltando una lágrima de su ojo derecho—. Sé que tú estás destrozada como yo por dentro, ¿por qué crees que te elegí a ti? —Alza ambas cejas con una pequeña sonrisa—. Te elegí no solo para curarme a mí; te elegí para curarte a ti; te elegí para hacerte volver a creer en el amor; te elegí porque a pesar del dolor, tú siempre tienes una sonrisa adorable sobre tus labios; te elegí porque cada día te levantas; te elegí, Camila, porque siempre que pienso en acabar con la miseria estás tú...
Mis ojos se cristalizan a más no poder. Él me eligió por el dolor de mi alma, porque sabe lo mucho que temo de perder a alguien que amo una vez más.
—¿Por qué? Balder, tú vas a morir y no vas a ayudarme a superar mi oscuridad, no vas a estar cuando me muera del dolor de haber perdido a otra persona que amo —sollozo negando con la cabeza más de una vez—. ¡Vos no estuviste cuando perdí a mi madre! ¡Vos no estuviste cuando mi padre murió! ¡No estuviste cuando mi madrastra me trató como la mierda! ¡No estuviste cuando Enzo... —Respiro hondo, lo más profundo que puedo—. No estuviste cuando Enzo se aprovechó de mí. —Dejo que el llanto me ahogue en lo más profundo del dolor—. Y no vas a estar cuando me despierte después de tu muerte buscando calor; buscando tu amor; buscando al fantasma de lo que pudo ser... Vos no vas a estar ahí, Balder. Otra vez estaré sola con mi dolor, con mi perdida... En ese pozo oscuro que tu alma produce cuando ya no hay más porque luchar. Esa maldita oscuridad que crece por dentro hasta volverse parte de uno y cuando te quieres acordar, quizás ya tengo noventa años y me esté muriendo; sin embargo, nunca sentí el dolor de morir, sino seguiré sintiendo ese maldito y amargo dolor del pasado que carcome mi alma hasta el punto de ya no saber quién soy.
Balder al escuchar mis palabras me abraza, y no dudo en responder. Aspiro su aroma con una pequeña sonrisa que se apodera de mis labios, tiene una fragancia muy peculiar y deliciosa. Él se separa simplemente para limpiar mis lágrimas con la yema de su dedo pulgar.
—Aunque no me creas, yo siempre estaré a tu lado, Camila. Puede que no en esta vida, puede que en esta solo la haya cagado más de una vez y que haya sido una persona horrible, pero... —Balder detiene sus palabras solo para acercarse y dejar un beso tierno sobre mi frente—. Sé que en mi próxima vida, te veré y ahí ya no seré este maldito magnate, como tú me dices.
Suelto una risita divertida ante sus palabras y niego más de una vez. No quiero pensar que lo que me dijo es mentira, quiero desear creerle.
—¿Sabés a lo que le tengo miedo sin contar con perderte? —Alzo ambas cejas y él asiente con la cabeza.
—Camila, tú y yo no somos tan diferentes, tenemos millones de cosas en común, tantas cosas que... Me duele y por eso sé a lo que le tienes miedo sin contar con la perdida —comenta con una sonrisa ladina—. Le tienes miedo a los sentimientos, tienes miedo de decir lo que sientes porque no sabes si la otra persona siente lo que tú, tienes miedo de volver a ser herida. Pero... Abre los ojos, Camila, ya no eres una niña y si no dices lo que sientes, el mundo te va a pisar.
Niego con la cabeza más de una vez al oír lo que me va a suceder. Yo no quiero eso, no quiero estar pisoteada por el mundo. No siento que eso sea para mí.
—No, no quiero eso...
—Entonces, abre tu corazón, Camila, porque yo no voy a estar para siempre a tu lado. —Hace una pausa a sus palabras y sonríe—, pero mientras esté aquí, quiero hacerte feliz, así como tú a mí.
Lo empujo con delicadeza y suelto una risita divertida, pero me doy cuenta de que él no está jugando. Balder no me está mintiendo, me está hablando con la verdad de su alma.
—Tienes razón... —Murmuro abrazándolo con cuidado—. Balder, yo... Yo te amo. Te amo, Balder Smith.
Suelto una carcajada sonora de mis labios ante los nervios que me carcomen por dentro. Nunca en mi vida le había dicho a un hombre que lo amaba hasta ahora. Yo no soy de decir lo que siento, jamás me atrevo a decir por miedo a perder a más personas.
—Y yo a ti. Ven vamos a vestirnos y a la fiesta, ¿quieres?
Asiento con la cabeza y me pongo de pie para buscar algo lindo, cuando él se va, me arrodillo frente al espejo y dejo que el dolor salga en forma de lágrimas saladas y dolorosas que empujan mi cuerpo a un mundo apacible y me brindan las energías para seguir sin ver atrás, sin pensar en el dolor.
Cuando dejo de llorar, me paro y agarro el vestido playero de color blanco, que combina a la perfección con mis zapatos del mismo color. No me maquillo, ya que odio como luce la pintura en mi cara, siento que me vuelve parte de algo que no soy.
Nunca me he considerado una de esas chicas que ama el maquillaje, el color rosa, o que sueña con una vida llena de felicidad y amor, yo me conformo con pasar una vida con los que amo e intentar ser mi mejor versión.
Yo soy la sujeta vestida de negro encapuchada en el video de Zayn Malik en su canción Flames, yo no sigo a la gente, ellos me siguen a mí. Todos me ven como un simple corderito de Dios cuando, en realidad, soy un zorro disfrazado de cordero. Mi cara, mis actitudes son como las de una niña, pero las personas que realmente me conocen saben que soy todo un demonio. Bueno, después de todo, si eres uno tienes que aparentar ser buena gente, escudarte con las personas más buenas, y destrozar a los malos para solo quedarte vos como la reina de la maldad.
Sonrío ladinamente observando mi reflejo en el espejo, cierro los ojos por un instante y me armo de valor para salir del cuarto en la búsqueda de Balder. Me detengo cuando veo llegar a Phoebe con aires de autoridad hacia mí, la miro directo a los ojos y niego sin querer seguir discutiendo.
—Claro, ahora no quieres hablar, pero seguro que cuando encuentren a mi esposo vas a querer abrir esa maldita boca que tienes —dice ella llena de seguridad en sus palabras—. ¡Déjate de hacer la mosquita muerta conmigo! Ambas sabemos que eso solo es una coartada, toda tú es una fachada.
Alzo ambas cejas ante las palabras que suelta Phoebe, jamás me habría imaginado que ella me dijera esas cosas horribles. Niego más de una vez.
—Por supuesto que voy a hablar, tu marido ayudó a un hombre para que me viole, ¿cómo crees que no voy a hablar? —Cuestiono con la frente en alto, a mí nadie me dice que hacer o cuando—. Puede que en tu país haya buena economía, puede que la gente esté forrada en guita, pero en mi país las personas dan la cara, nos unimos, y déjame decirte que... en mí país jamás matariamos a personas de color por solo el simple hecho de que son negras, morenas o amarillas. ¿Me entiendes, Phoebe? —Suelto una risita divertida al darme cuenta de que mi país puede ser el peor en muchas cosas, pero nunca con las personas—. Yo solo te pido que me dejes de joder, ¿puedes hacer eso?
Phoebe se queda sin comprender lo que sale de mis labios, ¿la verdad? Yo tampoco entiendo lo que acabo de decir, pero eso me sirve para que ella se enoje más de lo que estaba y se abalancé sobre mí.
—¡Maldita argentina! —Grita con todas sus fuerzas.
Siento como una de sus manos golpea mi mejilla con más fuerza de la que me podría haber imaginado.
Balder, al escuchar los gritos, se acerca corriendo hacia nosotras. Trata de separarme de Phoebe, pero antes de que lo haga, le devuelvo la cachetada y me dejo arrastrar por Balder.
—Deja que le muestre quién soy.
—Camila, puede que hayas sido eso en la secundaria, pero ahora no puedes solucionar las cosas con golpes —me explica él.
Mi ceño se frunce como nunca antes, ya que hace unos días era él que le estaba pegando a un objeto imaginado y luego a una pared.
—Bueno, creo que eso lo aprendí de ti. Después de todo, vos fuiste el que casi destroza la pared y un saco de boxeo, pero claro... En la secundaria también rompí caras y estuve con el chico malo y... —Comento con diversión.
—Me lo veía venir, ¿nadie lo supo? Y estoy seguro de que tu madrastra jamás se enteró de eso, pero cuando vio al sujeto malo lo odió sin saber la razón. Es más, hasta seguro te pidió que te alejaras de los malos, pero como te gusta la maldad y oscuridad te quedaste a probar más de lo que él te podía dar... sin embargo, fuiste tú la que acabó esa relación y probaste con un chico nuevo y bueno... pero era tu amigo y le arruinaste el corazón. —Hace una mueca con sus labios y se queda pensando seriamente en lo próximo que va a decir, lo retiene unos segundos, pero luego lo suelta—. Lo viste sufrir por ti, y en el mejor momento de su vida terminaste con el buenito.
Me sorprende que Balder realmente me conozca. Nadie hubiera dicho algo como eso, nadie se hubiera esperado que este corderito haya destrozado la vida de los malos y de los buenos chicos de la ciudad.
—¿Ya terminaste con las suposiciones? —Pregunto sin saber qué decirle.
—Ahh, y me olvidé de más, estoy seguro de que fuiste la primera de tus amigas en darle un beso a un chico, es más, siento que tú se lo diste, no él a ti. Camila, fuiste tan mala como yo en el pasado, no puedes negar que ya no tienes contacto ni con el chico malo ni con el chico bueno —dice con diversión en sus palabras—. Al chico malo no le importó, pero al bueno lograste romperle la mente, el alma y el corazón. Eres la chica mala vestida de buena, ¿verdad?
Trago saliva sonoramente.
—Balder, bueno... Yo no diría eso, siento que soy buena persona, pero cuando pienso en el amor o perder a la gente, solo obligó a los que amo que salgan de mi vida... —Me confieso ante él—. El chico malo fue divertido, jamás lo quise, pero el chico bueno. —me detengo y pienso en él—. El bueno fue diferente, lo quería. Le mentí en la cara más de una vez. Él me decía que me amaba y que quería ser algo más que mi amigo, mientras que yo solo pensaba en que tenía un nuevo juguete. Lo uní a la manada de mis mejores amigas, ellas se encariñaron, yo también... Pero después ya no pude alejarme de él. —Hago un segundo de silencio y sonrío amplia—. Cuando terminamos la secundaria, pensé que esa historia de amistad entre él y nosotras ya no existía, pero... No, no me liberé de él. El sujeto intentó acercarse más a mi vida, claramente, intenté de todo para dejarlo ir. Al final, lo dejé en su cumpleaños, le rompí el corazón besándome con su mejor amigo.
Rasco mi mejilla con nervios en mi interior, ya que nadie sabía esa historia hasta hoy. No entiendo cómo es que él lo supo.
—Bueno, tenía razón después de todo, no me equivoqué contigo, Cam.
Hago una mueca con mis labios y lo miro a los ojos con una pequeña sonrisa sobre mis labios.
—Y tenías razón con respecto al primer beso, también lo di antes que mis amigas. Tenía un vecino, me gustaba su hermano mayor, pero el menor gustaba de mí y me aproveché de eso... —Suelto una risita divertida—. Esto no lo sabe ni Dios, pero antes de mudarme, en unos de esos juegos estúpidos de niños solo lo hice. Me dije a mí misma: ¿Qué podés perder por besar a un chico a los nueve años?
Él suelta una carcajada sonora de sus labios y niega con la cabeza más de una vez.
—Eres un monstruo, eso me gusta.
—Ya cállate, Balder, ¿vamos a la fiesta o qué? —Pregunto con preocupación.
—Espera, espera... Una duda más, ¿el chico bueno te bloqueó?
Tomo su mano y corro hacia la salida de la casa.
—Sí, él me bloqueó, ¿feliz? Vamos a divertirnos, Balder.
—Muchísimo feliz—responde corriendo junto a mí.
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