Capítulo 13: El primer día de 365 restantes
Al día siguiente, las cosas comienzan de un modo muy diferente, ni siquiera puedo creer de lo que me enteré el día anterior. Hoy es el primer día de los trescientos sesenta y cinco que nos comunicó el médico.
Acaricio un lado en la cama pensando que estaría Balder, pero no es así, al parecer se ha levantado antes y me dejó durmiendo. No puedo creer que sabiendo que le queda un año, no me haya despertado.
Me pongo de pie y camino hacia el ropero, busco algo para ponerme, aunque no sé qué debo elegir para el día de hoy. Me pongo un jean azul oscuro y una remera blanca que combina muy bien con las zapatillas que me pongo siempre. Ato mi cabello en una colita alta y comienza la búsqueda de Balder.
Sé que él tiene que estar en alguno de estos lados, pero no se me ocurre en dónde. Me parece que todavía me falta mucho para poder conocerlo del todo bien, de igual modo, dudo mucho poder conocerlo del todo.
Comienzo con la búsqueda, pienso seriamente en dónde podría haberse metido, lo único que se me ocurre es que puede estar en su oficina. No dudo en caminar hacia ese sector de la casa, cuando llego me doy cuenta de que la puerta está cerrada, así que golpeo.
—Pasa, Cam —cometa él sabiendo que se trata de mí.
Abro la puerta con cuidado y luego de ingresar, decido cerrarla. Me quedo observando que detrás de la puerta hay un papel con lo que parece ser una lista, así que me acerco un poco y comienzo a leerla mentalmente.
—¿Cómo sabías que era yo? —Pregunto con un tono de diversión.
Él suelta una risita divertida de sus labios ante mi pregunta y me observa por el reflejo.
—Mi familia nunca entra en esta oficina, antes solo lo hacía Alec para ponerme de nervios, pero después lo entendió —responde con facilidad y sin darle miles de vueltas al asunto.
Hay un montón de pasos de aquella lista marcados, así que se me ocurre que lo mejor es no perder el tiempo y hacer los pocos que faltan marcar. Espero que cuando Balder muera, se vaya feliz a otro plano mejor.
—Hay que irnos, ¿verdad? —Alzo ambas cejas con una enorme sonrisa que se apodera de mis labios—. Vamos a navegar por ahí, ¿sí?
Él observa la lista y luego mi rostro lleno de felicidad, no hace nada, hasta que por fin reacciona y acepta con la cabeza.
—Bien, ¿me ayudarás a cumplir con los deseos de esta lista?
Asiento con la cabeza más de una vez.
Al cabo de una hora llegamos al puerto, no puedo negar que la vista que la imagen me brinda es más que perfecta. El sonido del mar y el olor del agua marina me regala tranquilidad y paz infinita; Balder se ve igual de calmado que yo.
El día es maravilloso para disfrutar de un tiempo de navegación, al parecer no somos los únicos que pensaron en hacer esta hermosa travesía, puesto que hay parejas, amigos, familias y gente que están aprovechando el momento para dar un paseo por el puerto.
—Bueno, andando. —Balder comienza a caminar sin soltar mi mano en el proceso.
Nos dirigimos a un enorme yate de acero y madera terciada, que posee una cabina gigantesca, un mástil largo domina sobre la cubierta de la nave, los cascos de madera barnizada relucen reflejándose en el agua.
Me quedo inmovilizada escudriñando la nave y Balder me sonríe de un modo único, puedo notar la felicidad grabada en sus iris de color esmeralda, que han logrado cautivarme desde el momento cero de todo este extraño juego.
—¿Sabés navegar o nos vamos a hundir como en el Titanic? —Cuestiono observándolo directamente a los ojos.
Frunzo el ceño y me llevo la mano hacia la frente para protegerme de los abrasadores rayos ultravioleta, pero no puedo parar de sonreír como una verdadera tonta, que está más que asombrada por lo que está visualizando.
—Seré sincero contigo, no sé navegar, pero me pienso aventurar en la idea de aprenderlo ahora mismo —dice lleno de sinceridad en su voz.
—Pero vos estás loco, Balder, yo... —Me quedo observando como sus ojos comienzan a perder esa felicidad que poseían hace unos segundos—. Está bien.
Él se hace cargo de hacer lo posible para navegar y si soy sincera lo está haciendo muy bien, ya puedo ver que estamos llegando nuevamente al puerto. Han pasado varias horas desde que estamos en el mar mirando la nada, pensando en todo, observando y sintiendo todo lo que este mundo nos tiene de regalo.
Cuando por fin nos detenemos para bajar, me quedo mirándolo fijo a los ojos, no puedo quitarle la mirada del encima. Me duele pensar que en un par de meses ya no tendré con quién pelear, ya que eso es lo que siempre hacemos.
—¿Por qué no te mueves? Vamos a llegar tarde —comenta con el ceño fruncido.
Alzo ambas cejas sin comprender nada de lo que él me está diciendo, puesto que yo creía que volveríamos a casa, pero resulta que estamos llegando tarde a Dios sabe dónde.
—¿A dónde vamos, Balder? —Pregunto con una pequeña sonrisa ladina.
No me gustan las sorpresas, así que espero que él no me haga uno de sus juegos extraños, no estoy para eso en estos momentos.
—A donde nos lleven los pies —responde con un tono de diversión en su voz—. No te preocupes, no es parte de mi lista, pero quiero pasar un buen rato contigo. —Hace una pequeña pausa y sonríe ladinamente—. Quiero conocerte mejor, Cam.
No sé qué decir ante la situación, pero asiento con la cabeza tan solo una vez.
—Está bien, pero... —Camino a su lado con seguridad—. Ya que nombraste la lista, me gustaría hablar sobre los ítems que te quedan por cumplir en estos pocos meses. Quiero que los cumplas todos, así que vamos a tratar de hacer todo lo posible.
Él suelta una carcajada negando ante mis palabras, no nos detenemos en ningún momento hasta que llegamos a un pequeño y bonito sector de la playa, donde hay una fiesta de las buenas. Hace mucho tiempo no veía una de esas, sin embargo, pasamos por al lado y seguimos caminando hacia los lugares más insólitos y solitarios de la costa.
En una parte alejada puedo distinguir lo que parece ser un picnic caribeño. Se ve recién planificado, no lo dudo, seguro que todo se le ocurrió al señor Smith antes de levantarse. Este hombre me sorprende todos los días, yo no sé qué pensar cuando estoy junto a él.
—Cam, yo no quiero seguir perdiendo el tiempo con la lista, siento que lo que hay ahí lo escribió otra parte de mí. —Me mira a los ojos y niega con la cabeza más de una vez al entender lo que sale de sus labios—. Una parte de mí que quiero dejar atrás.
Observo con detenimiento todo lo que nos rodea, no puedo creer que Balder haya preparado todo en un santiamén. Se las ingenió para preparar la cena y un lugar apartado de la multitud. Con cuidado, ambos nos sentamos en cada extremo de la sábana, él apoya la cesta de comida y saca dos copas y una botella de champagne.
Me sorprenden sus actitudes, no entiendo cómo es que él no tiene miedo de dejar esta vida, Balder se ve sereno y feliz, prefiero dejarlo así, aunque puedo creer que él sufre en silencio.
—¿Por qué no deseas seguir con esa lista? O sea, entiendo que no quieras porque estás tratando de ser mejor persona y esas cosas, pero... —Alzo ambas cejas agarrando un sándwich—. ¿Qué tan horrible era esa lista?
Él me mira haciendo una mueca con sus labios, esa mirada peculiar me hace dar cuenta de que las cosas que Balder escribió ahí en su momento son un asco.
—Esas cosas las pensé con mi hermano, pensamos en un momento caliente, cuando me enteré de esta mierda que me está consumiendo lentamente —me explica y luego bebe un poco de su bebida espumante.
Hago un momento de silencio para tragar un pedazo de mi comida y luego vuelvo a la plática.
—Entiendo, entonces, Balder, ¿qué te gustaría hacer hasta el próximo año?
Él sonríe amplio y responde:
—Por ahora solo quiero conocerte, no quiero pensar en nada más.
—Bueno, hablemos de los dos. —Agarro un nuevo sándwich.
—Nunca me hablaste del pasado y me parece que ocultas mucho dolor allí, así que dispara, Cam —comenta un Balder irreconocible, ya que se sienta cómodamente en la sábana y espera a que yo le responda—. Vamos, sin vergüenza, después de todo soy un moribundo y me llevaré tus secretos oscuros a la tumba —me explica con diversión.
Ruedo los ojos ante sus palabras y me quedo pensando seriamente en su comentario. Me duele que tenga razón en algo como eso, pero no se le puede hacer nada para cambiarlo.
—Está bien, mi nombre es Camila tengo veinte años y toda mi vida mi madrastra, Celine, me trató como a Cenicienta del presente —explico con el ceño fruncido—. Un día cualquiera conocí a un chico muy bonito, me trataba bien, pero luego me enteré que era el hermano de esa mujer. —Muerdo mi labio inferior con fuerza para evitar llorar y pensar en otro dolor—. La relación siguió adelante, pero Celine no era feliz con eso, así que un día... Enzo desapareció mágicamente... —Miro a Balder a los ojos y trago saliva sonoramente pensando si debo o no seguir con mi historia.
—¿Qué fue lo que le ocurrió a ese chico? —Intervine en la historia y espera que le siga contando la verdad.
—Balder, Enzo está trabajando en tu casa... —Suelto un suspiro de mis labios y observo como los nervios y la bronca lo carcomen internamente—. Él quiere verme este domingo para contarme su versión de la historia.
—¿Aceptaste verlo? —Pregunta alzando un poco su tono de voz—. Dime que no lo vas a ver, Camila.
—Sí, voy a verlo. Quiero saber la verdad de todo ese dolor, la razón por la que me lo causó.
—No, no lo hagas, Camila.
Abro la boca para responderle, pero no sé qué decirle, entonces solo niego encogiéndome de hombros. Él hace una mueca con sus labios, pero me observa con una pequeña sonrisa sobre sus labios y asiente con la cabeza tan solo una vez en respuesta.
—Entonces, sigamos planeando la lista —cambia de tema.
Me siento mejor a su lado y comenzamos a planear, las horas pasan y la noche sigue siendo nuestra acompañante. Al cabo de unas horas, abro los ojos dándome cuenta de que es un nuevo día. Estiro mi brazo para mover a Balder y él me observa con el ceño fruncido.
—¿Qué hora es? —Cuestiono observando el mar a unos cuantos centímetros de distancia.
Él observa su reloj y hace una mueca con sus labios, bosteza y responde:
—Las cinco de la mañana, no te preocupes, podemos ir a casa y seguir durmiendo allí.
Ruedo los ojos ante su comentario, pero asiento poniéndome de pie, con cuidado lo ayudo a levantarse y él sonríe amplio dejando un beso sobre la comisura de mis labios. Lo observo a los ojos y alzo una ceja para luego negar.
Lo ayudo a cargar las cosas y comenzamos a caminar hacia la casa, después de todo no es tan largo el camino. Casi en unos minutos llegamos y me lanzo a la cama como una bolsa de papas, él imita mi acción y nos dormimos en un santiamén.
Como me despierto antes de que Balder lo haga, me apresuro a sacarle la lista del bolsillo de su pantalón trasero, comienzo a leer los pocos puntos que habíamos escrito como los siguientes:
v Navegar en el océano con Camila.
v Aprender a ser mejor persona.
v Tratar de ayudar a la gente que trate mal en el pasado.
v Abrirme a nuevas experiencias.
v Enamórame de alguien en poco tiempo.
v Casarme con el amor de mi vida.
v Tener al menos un hijo.
v Dejar a mi familia feliz y en buenas manos.
Vuelvo a recostarme a su lado y cierro los ojos haciendo como si lo que leí no lo hubiera leído. No puedo creer todo lo que piensa hacer en un año, yo no puedo dejar que cumpla esa lista con cualquier persona, no lo puedo dejar, tampoco puedo dejar que alguien se aproveche de él por su situación.
Siento como me abraza y sonrío dejándolo, pensar que solo muestra su afecto cuando está dormido. Con cuidado me voy dando vuelta para verlo a los ojos y notar que él también tiene una hermosa sonrisa verdadera sobre sus labios.
El celular de Balder comienza a sonar, así que él se despierta y se pone de pie, me mira para avisarme que va a atender su llamada y asiento con la cabeza más de una vez.
Al cabo de los minutos, me siento aburrida sin él, creo que llevo más de treinta minutos observando el techo blanco del cuarto. No sentir su cuerpo a mi lado me ha dejado devastada, ya me había acostumbrado a dormir junto a Balder. Ya no puedo seguir negándolo, no puedo seguir negándome a mí misma lo que siento: Estoy enamorada de Balder Smith.
Todo esto definitivamente no es lo que había planeado, esto no es parte de mi plan, nunca lo fue. En mis planes nunca estaba presente la idea de enamorarme de Balder. No tengo idea de lo que me ha enamorado de él, quizás fueron sus ojos esmeralda tan bellos o su sonrisa ladina encantadora, tal vez fue el misterio que lo prevalece o la profunda oscuridad que nace de su interior en varias oportunidades, aunque... también pudo haber sido su lado tierno, ese lado que demuestra cuando se siente vulnerable.
La luz del sol comienza a adentrarse por los altos ventanales iluminando por completo nuestra habitación, las cuatro paredes son claras casi inmaculadas, lo único con color en este cuarto son siete cuadros y una plantita muy bonita.
Dos simples, pero costosas mesas de luz, adornan cada lado de la cama donde me encuentro. Me incorporo observando todo a mi alrededor en la espera de Balder, pero no pasa nada. Ato rápidamente mi cabello y comienzo a buscarlo por toda la mansión Smith.
Me detengo cuando lo visualizo a Balder vestido con su ropa de entrenamiento, dándole furiosamente a un saco de boxeo con sus manos desnudas. Contengo el aire acumulado, nunca había visto tanta agresividad acumulada en un ser humano. La vena que se encuentra en su frente parece que se va a reventar; tiene la piel de sus nudillos enrojecida a punto de explotar; el pelo oscuro de Balder bañado en sudor y sus músculos se tensan cada vez que le atiza al saco.
Él sigue golpeando sin cesar aquella pobre bolsa, mi presencia es completamente irrelevante que ni siquiera se ha dado cuenta de que estoy aquí viéndolo, parece que es así como Balder descarga todas sus furias contenidas.
—¡No! —Grita lastimosamente.
El hijo de Odín se aleja de aquel artefacto y le da un fuerte golpe a la pared de hormigón. De mis labios suelto un fuerte chillido y corro hacia él para poder detenerlo aferrándome a su cintura con fuerza.
—¡Basta, Balder, te vas a lastimar! —Espeto sobre su oído.
No me hace caso; él sigue golpeando con fuerza aquel objeto inanimado. Puedo sentir cada uno de los impactos sobre sus hombros, aprieto más mi agarre y finalmente Balder se detiene poniendo sus manos sobre las mías.
Aparta mis brazos de su cintura, niego contra su espalda ante su acto y dejo un beso tierno para brindarle mi apoyo, puedo escuchar el modo en que su corazón comienza a latir más rápido que nunca. No comprendo las razones por las que él cambia tan drásticamente de la noche a la mañana.
—Déjame solo. ¡Qué me dejes solo, Camila! —Grita con frialdad asustándome.
Asiento con la cabeza tan solo una vez, comienzo a caminar con cuidado, pero giro y lo miro directamente a los ojos para decirle:
—Yo quería cumplir su lista, señor Smith —susurro casi inaudible.
Él corre hacia mí, me toma del brazo y me obliga a detener mi paso. Yo simplemente trataba de ayudarlo, ¿por qué tuvo que tratarme de ese modo tan horrible? Pestañeo varias veces apartando las lágrimas de mis ojos, pensé que nuestra relación había avanzado, pero solo hemos dado dos pasos hacia adelante y retrocedimos diez. Bueno, nuestra relación no, lo que sea que somos ahora.
Balder me da la vuelta y me empuja hacia una de las blancas paredes dejándome acorralada. La situación del encierro me da pánico, así que mis latidos cardiacos comienzan a aumentar cada segundo que pasa.
—Camila, por favor, mírame a los ojos —suplica, levanto la mirada encontrándome con el torturado mar denso y verdemar de sus iris—. Dulce Camila, tú me das una oportunidad que ni siquiera la vida me dio. Debiste huir desde el primer día, pero eres demasiado terca como para dejar a un alma torturada en las sombras; sin embargo, aunque huyas lo más lejos de mí, cruzaría hasta la muerte por ti. —Una lágrima cae de su ojo derecho y niega más de una vez—. Dulce, yo no puedo seguir amándote sabiendo que me voy a morir.
Alzo ambas cejas ante esta conversación, ya la habíamos tenido y no sé por qué se repite.
—¿Por qué no puedes amarme? —Pregunto con una pequeña sonrisa sobre mis labios y luego tomo sus manos—. Prometo que no voy a hacerte más daño, Balder.
Él niega con la cabeza ante mis palabras, parece que no le agrada lo que le comenté, pero es la verdad, no puedo hacerle más daño.
—No puedes dañar a alguien que ya está lleno de dolor y oscuridad, Camila.
Bajo la mirada ante sus palabras, puesto que ya no puedo escuchar que diga esas tonterías. Estoy harta por el dolor y que él se haga la victima de todo lo que está ocurriendo. Todos aquí vamos a sufrir la pérdida de su vida, no solo él.
—¿En qué estás pensando, Camila?
Suelto una risita divertida ante la situación y lo empujo con fuerza contra la pared, ahora él es que está acorralado y no tiene salida. Su mirada esmeralda se posa sobre mis ojos oscuros y llenos de dolor; él no entiende lo que estoy sufriendo; Balder no sabe lo que yo siento en el fondo de mi alma.
—Pienso que sos un verdadero idiota que solo piensa en sí mismo. —Mi mano le cruza la cara con brusquedad—. Pienso que debes abrir tus malditos ojos y darte cuenta de lo que está pasando...
Balder no me deja continuar, ya que abre la boca para responder mi comentario.
—Camila, tú no eres la persona que se va a morir en un año. —Niega con la cabeza más de una vez—. Tú no sabes lo que yo siento.
—Tenés razón, yo no me voy a morir, pero yo seré una de las muchas personas que se quedarán —susurro con lágrimas deslizándose por mis mejillas—. Yo soy una de las personas que se quedará con el dolor de haber perdido al hombre que se va a morir.
Él me mira a los ojoscon el ceño fruncido, pero en vez de salir enojado y hacer de las suyas decideabrazarme como nunca antes lo había hecho. Cierro los ojos y apoyo mi cabezasobre su pecho y allá me quedo oyendo sus latidos cardiacos, los que meanuncian que él todavía sigue con vida.
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