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Capítulo 8 👯‍♀️

Odio despertar mal, lo saben, sin embargo, despertar con los malditos gritos de Brenda es peor que despertar por mi alarma o celular. Abro los ojos para encontrar a la loca maniática, abriendo la puerta de par en par.

—¡Agh, sabías que estabas con la zorra esta! —chilla, señalándonos. Veo a un lado donde Ryan apenas está despertando.

Brenda entra a la habitación con el señor Rafael y Cili detrás de ella. Apenas Ryan se levanta que nota cómo está vestido y queda en evidencia la camisa suya que yo llevo puesta, los ojos de Brenda se desorbitan.

—¡Pero ¿cómo pudiste, joder?! —grita en un reclamo. Suspiro.

—¿Qué diablos haces aquí, Brenda? —pregunta Ryan con la voz ronca recién levantado. Me siento en la cama, sacando los pies por fuera de ella. Cili enseguida llega hasta mí.

—¡¿Qué hago aquí?! ¡Ver con qué zorra durmió mi novio! —chilla. Su voz ya me tiene harta, la verdad.

—Deja de gritar y deja de llamar zorra a Dulce, maldita sea —sisea Ryan con voz amenazante. Brenda hace un puchero en el que asiente, secando una lágrima. Suspiro.

—Venga, Brenda, tranquila, no me follé a tu novio. Eso sí, acostúmbrate a la idea de que siempre preferirá dormir con esta zorra sin sexo de por medio, que quedarse contigo después de follarte —aclaro y me levanto, cogiendo mi vestido del suelo. Cili me ayuda con los tacones.

—Eres una zorra, Dulce. Sabes que es mío y te metes en su cama. Apuesto a que también te has follado a su padre —escupe cuando paso por su lado, sonrío con prepotencia.

Disfrutaré esto con todo mi ser.

— Al señor Rafael no he tenido el gusto de follarlo, a su primo y tío sí, ¿verdad, amorcito? —pregunto. Ryan me mira mal, muy mal. Odia que le recalque que antes de estar con él, le comí la polla a su tío y primo la misma noche.

Luego conocí a Ryan y bueno, él se llevó más que una mamada. Se llevó mi primera vez...

—¡Eres una zorra descarada! —grita Brenda, indignada. Rio con ganas, caminando a la salida.

—¿Qué se siente ser la nena buena y que él prefiera a esta zorra descarada, Brenda? —reviro, viéndola por encima de mi hombro—. ¿Ves esa foto? —pregunto, señalando nuestra foto junto a su cama con la barbilla. Sigue el recorrido—. Es la que mira luego de follarte porque para poder follarte, debe pensar en que es una venganza contra mí.—zanjo y salgo sin mirar atrás.

Escucho su grito frustrado, pero solo sé sonreír.

—No aprendes —dice Cili, entrando a su habitación.

—No me lo follé, Cili, solo pasamos la noche juntos —aclaro. Suspira.

—Sé que fue más que eso, pero no importa si follaron o no, Dulce. ¿Te das cuenta que has retrocedido dos semanas de avance en una sola noche? —revira. Masacro mi labio inferior con mis dientes, pensando en sus palabras.

Tiene razón. Pasé toda una semana llorándolo, la siguiente semana me concentré en desear a otro hombre con tanta intensidad que no tenía espacio en mi mente para pensarlo. Pero todo se fue a la muerda con una botella de ron, una llorada y unas palabras lindas.

Maldita sea.

—No va a repetirse —prometo. Suspira, negando con la cabeza.

—Bien, ¿qué harás hoy? —pregunta, pero no suena emocionada. Suena decepcionada y sé que lo está.

Estar en medio no es fácil para ella. Es la única hermana de Ryan, y él puede ser un idiota la mayor parte del tiempo, pero da la vida por su hermana. Y ella igual. Y soy su mejor amiga, tampoco quiere verme sufrir por culpa de su hermano.

La cosa es que no sufro por culpa de Ryan, sufro por las cosas que no quiero que haga, aun sin estar conmigo.

—Voy a trabajar —le cuento. Asiente lentamente, viendo a los lados—. Nos vemos mañana para nuestro almuerzo, nena. Me voy —resuelvo, quitándome la camisa de Ryan para vestirme con mi vestido.

—Bien, yo te llevo —propone. Asiento y, sin calzarme los tacones, me presta unas chanclas para salir así de la casa.

Ya no escucho los gritos de la loca de Brenda, pero al llegar a la cochera, tampoco está ahí el auto de él, así que imagino que la fue a llevar a su casa. Paso saliva y subo al de Cili sin decir nada.

Odio el silencio entre ambas, odio decepcionarla. Odio decepcionarme a mí misma. Ni siquiera me siento cruda y recuerdo demasiado bien todo lo que pasó anoche, así que me siento el doble de mal.

—No va a repetirse, Cili —prometo cuando estaciona frente a mi casa.

—No es a mí a quien tienes que prometerle eso, Dulce. Es a ti misma, no me importa si duermes con él. Lo que me importa es que lo hagas para luego irte y seguir tu vida sin él. No quiero que le des esperanzas si de verdad estás decidida a no seguir con eso que tienen —explica. Suspiro.

—Lo sé. No va a repetirse —insisto. Asiente y se acerca para despedirse con un beso en mi mejilla. Le sonrío y bajo.

Encuentro a la señora Graciela sentada en el sofá viendo las noticias.

—Hola, Gra —saludo, sonriendo en su dirección.

—Hola, mi niña. En el refri hay un caldo para ti —dice. Sonrío más, besando su frente antes de dirigirme a la cocina.

Ella no tiene la obligación de cocinarme, pero siempre lo hace. Por eso le doy semanal dinero para que mantenga la despensa llena de comida. A cambio, siempre tengo deliciosa comida al alcance de una calentada en el microondas.

Mientras se calienta, sacó de la secadora lo que metí ayer antes de ir a la fiesta y camino hasta mi habitación con la ropa y la comida de una vez.

Lanzo todo a la cama, para después sentarme en ella y coger mi celular. Me encuentro con un mensaje de mi padre, dos de Ryan y otro de un número desconocido. Por mero masoquismo empiezo con los de Ryan.

Son notas de voz. La primera empieza con un suspiro. Muerdo mi labio inferior esperando a que hable.

—Yo, no lo sé, Dulce, no sé lo que quiero decir —dice y ahí acaba la nota. Suspiro cuando se empieza a reproducir la otra de una vez—. Vale, sí sé. Y es que, ¿hasta cuándo, dulzura? ¿Hasta cuándo vamos a torturarnos de esta forma? Por favor, solo escribe y dime que quieres verme e iré por ti a donde me pidas, preciosa. Pero sácanos de este infierno, por favor —súplica.

Parpadeo, alejando las lágrimas estúpidas de mis ojos. Las manos me tiemblan, pensando qué responder.

Solo logro atinar a escribir cuatro palabras...: Es lo mejor, Ryan.

Eso es una mierda.

Pulso enviar y salgo de su chat para entrar al de mi padre. Su nota de voz me hace sonreír apenas comienza:

—Sigue vivo, Dulce. Tu padre sigue vivo, solo para que sepas, claro. Un mensaje de vez en cuando no cae mal, joder. Recuerda que tu padre es policía, arriesga su vida diariamente. Un mensaje para saber si sigue vivo no estaría mal, eh —me riñe.

Río bajo, comenzando a grabar una nota para él con mi risa.

—Pero qué dramático eres, papá. La vejez te está pegando fuerte, eh. Ya sé que sigues vivo. Recuerda que las malas noticias son las primeras en saberse. Si te interesa, tu hija también sigue viva después de la borrachera que se metió anoche —le cuento, sabiendo que eso va a enfadarlo.

Odia que beba tanto porque él nunca ha sido de tomar licor.

Sin salir de su chat, veo cuando arriba se pone en línea y mi nota comienza a reproducirse. No quito mi sonrisa, pero esta se borra al entrar al otro chat del número desconocido.

+1 (971) 4983702
20:18 hrs: Hola, Dulce. Tu padre me pasó tu número por si necesitas algo.

Arriba se pone un nuevo mensaje de mi padre, así que salgo del chat de mi tío para entrar en el de mi padre sin responder aquello.

¿Qué voy a responderle?

El mensaje de mi padre comienza a reproducirse en el que me riñe primero y luego dice que espera que haya sido en una casa segura y no en cualquier bar. A lo último, suelta la bomba:

—... Por cierto, le he pasado tu numero a tu tío. Esperaba que puedan reunirse hoy. Según me contó, no hablan nada en clases por profesionalismo. Así que, no lo sé, pensé que podrían reunirse hoy y pasarme fotos. Hace mucho no tengo fotos tuyas, bebé —suelta.

¿Quiere que salga hoy con mi tío? ¿No querrá también que me pegué un tiro antes?

Imposible estar en un ambiente solos. Joder, es que, de solo pensarlo, ya me he vuelto un charco.

Soy una zorra.

Y sí que es zorra, jajajaja.

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