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Capítulo 7 👯‍♀️

—¿Duermes con ella? —pregunto entre hipos que me hacen sentir más patética aún.

—Hey, dulzura, no. Jamás lo haría —promete, pero no le creo porque, a diferencia de él, Cili jamás me mentiría.

—La metes en tu cama, la cama que elegimos juntos. La acuestas sobre las mismas cobijas que elegimos. Le haces lo que a mí, Ryan. Sin embargo, mírame aquí, soy patética por estar llorándote borracha —reconozco.

Puede que esté borracha y me sienta una estúpida, pero sigo teniendo cerebro.

Uno alcoholizado, pero ahí va. Trabajando a medio tiempo.

—No, jamás haría tal cosa. Ven a la cama, preciosa. Mañana podremos hablar todo lo que quieras, pero no ahora con tu estado —dice. Niego con la cabeza. Entrar en esa cama con él es iniciar todo de nuevo, por más que tengo la completa certeza de que no intentará hacerme el amor o algo porque siempre me ha respetado.

—No quiero. No debo. No debe importarme lo que le hagas, lo sé, pero me has roto el corazón, Ryan. Me ha roto el corazón saber que despierta contigo y no sé cómo demonios repararlo. Lo estoy intentando ahogar en licor, pero las partes flotan —confieso entre hipos y sollozos.

Me gira de golpe para estrellar mi cabeza contra su pecho y envolver mi cintura con sus brazos. Me quedo ahí, con mis manos extendidas, una sujetando la botella, la otra solo temblando con la misma violencia con la que se sacude mi cuerpo por mi llanto.

—No duermo con ella. No ha entrado aquí nunca tampoco. Podía meter mujeres antes de decorarlo contigo y no lo hice nunca, ¿por qué crees que lo haría ahora? Soy un idiota, lo sé, pero soy un idiota que te ama con locura, Dulce. No preferiría a nadie más que a ti para dormir. Nunca —promete contra mi cabeza.

Las palabras se atoran en mi pecho, y al no poder pronunciarlas, solo lloro con mayor intensidad.

—Duerme esta noche conmigo, dulzura. Solo esta noche y si mañana sigues deseando no saber nada de mí, voy a respetarlo, pero duerme conmigo para estar seguro de que estás bien —súplica. Comienzo a controlar mi llanto.

Poco a poco lo logro y me separo para verlo.

—No suenas borracho —suelto. Consigo que ría, sujetando mis antebrazos.

—No he bebido —reconoce. Muerdo mi labio inferior, viendo la botella en mi mano.

—Yo sí, mucho —digo, y a medida que más hablo, más idiota me siento.

Emborracharse nos vuelve idiotas, eso es seguro.

Ryan sonríe.

—Lo sé, te he visto hacerlo toda la noche, por eso no he bebido. Quería estar sobrio para llevarte a casa. Creí que no querrías quedarte aquí, así como has evitado estas dos semanas venir —tantea, bajando la voz y sonando inseguro.

Muerdo mi labio inferior.

¿Por qué el amor duele tanto?

¿Por qué lo amo de esta forma que nos hace daño?

—Te amo —suelto. Sus ojos se iluminan, sonriendo de oreja a oreja.

—Y yo a ti, dulzura. Mucho. Sin embargo, mañana vas a arrepentirte de esto, lo sé —admite. De nuevo el vencimiento tiñen sus palabras. Paso saliva.

También sé que voy a arrepentirme. Ni siquiera el estar ebria puede aniquilar el pensamiento de que esto está mal.

Mientras más nos amamos, más nos lastimamos. Es estúpido, lo sé, pero nuestro amor no tiene futuro desde hace rato, simplemente sabemos jugar a estar bien mientras todo va mal.

No quiero eso.

Pero tampoco lo quiero con ella...

Soy una maldita zorra egoísta. Llevo toda la semana deseando cogerme a mí tío, pero una simple afirmación de Cili de que duermen juntos, puede con todo eso y me hace, de nuevo, querer ser solo de él.

Porque, la verdad es que ser de Ryan se siente bien.

Pertenecerle a alguien debe ser algo voluntario, y yo he deseado pertenecerle a él desde antes de tenerlo. ¿Cómo es que se puede soltar eso?

—Ven, te llevo con mi hermana —dice, cogiendo mi mano. Niego con la cabeza—. No, Dulce, por favor, no. No me lo pidas porque no lo haré, no así, no mientras no me lo pidas estando sobria. Porque sé que sobria no me lo pedirías. Por eso no puedo hacerlo. Sí, está bien, me estoy cogiendo a Brenda, lo reconozco. Pero jamás le haría lo que a ti porque a ella la estoy cogiendo por joderte, a ti te hacía más que cogerte. A ti te hacía el amor, joder. Y juro ante Dios que solo a ti quiero hacértelo. No duerme aquí, no duermo con ella. No entra aquí. La cojo en la habitación de huéspedes, la dejo durmiendo ahí y yo vengo aquí, a torturarme con las paredes que gritan tu nombre, con mis sábanas que desprenden tu aroma, con tu foto ahí, junto a mi cama, recordando que lo que hago es una mierda porque no importa cuando coja con otra, sigo deseando que seas tú —zanja.

—No voy a pedírtelo, Ryan. Pero quiero dormir una noche más contigo, por favor —suplico, estremeciéndome ligeramente por sus palabras. Lo veo coger aire y luego sonreír.

Me suelta para coger la ropa con ambas manos y tirarla sobre el mueble que tiene a un lado de la habitación. Regresa, trayendo de una vez una cubeta, sonríe cómplice mientras la coloca de mi lado, sabiendo que vomitaré en cualquier momento.

Me conoce demasiado bien.

Sin entrar a la cama, pasa por su cabeza la camisa que tiene puesta y se afloja el pantalón, quedando con una bermuda. Nunca está sin una bermuda debajo del pantalón.

Se acuesta de su lado de la cama y me mira. Suspiro y me siento, desabrochando mis tacones. Espera que me quité el vestido para, cuando me giro, ofrecerme la camisa que él tenía puesta. No se fija nunca en mis senos al aire o la diminuta tanga que tengo puesta, mantiene sus ojos en los míos, con una sonrisa adornando su preciosa cara. Le devuelvo la sonrisa y, por mero masoquismo, aspiro hondo su olor al pasar la camisa por mi cabeza.

Me acuesto bien, cubriendo nuestros cuerpos con la cobija y me aferro a su cuerpo, dejando mi cabeza en su pecho.

—Te seguiré amando al amanecer, Ryan, pero seguiremos sin estar juntos —musito. Siento su pecho subir y bajar.

—Lo sé, dulzura, lo sé —reconoce.

—Pero no olvides que solo a ti te he amado. No olvides que solo a ti amo chuparle la polla —pido, haciéndolo reír. Sonrío mientras lo escucho.

—Y yo amo que seas la única que yo he amado, Dulce. También amo que me chupes la polla, claro —reconoce. Sonrío.

Cierro los ojos, sabiendo que mañana me sentiré mal por esto, por haber llorado, por haberle sacado lo que yo quería escuchar, por estar aquí, a su lado, con mi corazón latiendo frenético, por sentirme victoriosa de que duerma conmigo y no con otra.

Soy una zorra egoísta, lo sé.

Pero también sé que no me interesa dejar de serlo.

Por hoy, paso de la balita rosa porque hoy, no deseo estar con más nadie que no sea quien tengo a mi lado.

Creo que no hay nada más difícil de soltar que aquello que no debemos tener. No importa cuánto sepamos que está mal, solemos aferrarnos a eso...

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