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Capítulo 49 👯

—Creí que no vendrías —confiesa cuando abro la puerta sin tocar para no hacer ruido. Río y enciendo la luz, haciendo que su boca se abra hasta casi dar al suelo al deparar en mi atuendo—. ¡Mierda, bombón! —exclama.

—¿Listo para follar a tu dulce zorrita, tío Masón? —musito con la voz sensual, agitando la cola de zorro que cuelga de la parte trasera de la diminuta tanga que llevo puesta.

—Ven aquí —ordena y doy un paso, pero niega con la cabeza—. Sobre tus rodillas, bombón. Sé mi dulce zorrita y agita ese culo para mí —demanda, instalando un incesante ardor en mi interior por las ganas de que ya me folle.

Hago lo que pidió y me coloco en cuatro en el suelo, viéndolo desde abajo con una sonrisa cuando se levanta de la cama para quitarse el pantalón de pijama que lleva puesto y quedar completamente desnudo ante mí.

Se arrodilla fuera de la cama, dejando su polla apuntando en mi dirección. Sin que se me ordene, lo veo a los ojos mientras lamo la punta, ganándome un gruñido de su parte cuando finjo introducirla, pero no lo hago.

—Vamos, zorrita, chupale la polla a tu tío Masón —ordena. 

Gimo sin poder evitarlo cuando acaricia mis nalgas y mueve su polla, azotandola contra mis labios, instándome a tomarla.
Decido jugar un poco más con su desespero y lo lamo por completo, recorriendolo con mi lengua, pero sin tomarlo con mis manos porque sigo en cuatro. Sin dejar de ver sus ojos, tomo uno de sus testículos entre mi boca y chupo con suavidad. Coge aire con fuerza, cerrando los ojos y yo lo suelto, sonriendo.

—¿Del uno al diez, qué tanto quieres que tu dulce zorrita te chupe la polla, tío Masón? —susurro, jugando con su glande, chupando suave.

—Cien —confiesa. Río bajito y termino de embutírmelo completo, enroscando un gruñido de placer en su garganta. Atusa bien mi cabello con una de sus manos, la otra sigue en mi nalga, acariciandome de forma perezosa.

Pierdo todo el norte cuando baja esa mano y se empapa de mis fluidos, atormentandome. Gimo con su polla en mi boca y aumento mis movimientos, haciendo que él aumente los suyos también en mi clítoris.

—No voy a follarte con mis dedos, bombón. Te quiero sobre mi polla —advierte, tirando de mi cabello para sacarme la polla de la boca. Jadeo sin cerrarla, viéndolo con hambre—. Muchas mujeres han sido folladas en esta cama —advierte y yo cambio mi cara enseguida.

Eso no tenía que saberlo.

Ríe con ganas al notar mi nueva molestia, pero me levanta del todo, buscando mis labios. No tengo la fuerza de voluntad para rechazarlo, así que se lo devuelvo con la misma violencia suya. Terminamos jadeantes.

—Hoy tú serás la única a la que folle y haga el amor por partes iguales. Serás la única mujer que la ocupe toda la noche y a quien le diga con mi cuerpo lo mismo que saldrá de mi boca, que te amo, bombón —promete. Me coloco de pie y me acuesto de una vez en la cama a su espalda.

—¿Lo repetirías mientras me follas? —pregunto en un susurro.

Sonríe y sube en la cama, besando la parte interna de mis muslos, justo donde tenía los moretones anteriores. Cuando llega a mi sexo, mueve la tanga a un lado y tira con suavidad de mis pliegues, dejando un beso al final para devolver la tanga a su sitio y seguir su camino por mi estómago. Está haciendo lo mismo que yo hice con él, retrasando el darme lo que sabe que necesito.

Al ya estar prácticamente cernido sobre mí, entierra su rostro en mi cuello, besándolo mientras lo siento volver a mover mi tanga. Paso saliva porque estoy presintiendo lo que hará.

No se hunde con la misma fuerza de siempre, sino que entra despacio, haciendo que pueda acoplarme a su tamaño sin que me duela hasta que ya está todo dentro.

—Sí voy a follarte, no te desesperes, pero déjame hacerte primero el amor, por favor —suplica. Y el que lo pida de esa forma me encoge el corazón. Busco su mirada, tomando su rostro con mis manos y moviéndolo para que me vea. Sonrío.

—¿Serías mi novio, tío Masón? —suelto. Primero sonríe, luego ríe bajo, viendo mis labios.

—Me has quitado la oportunidad de darte mi regalo, bombón —se queja, comenzando a moverse suave. Muy suave. Río bajito.

—Es que, eso de hacer el amor con desconocidos no es lo mío —explico de forma burlesca. Ríe más fuerte, aumentando también un poco los movimientos con su polla. Muerdo mi labio para no gemir duro.

—Un polvo, bombón —me recuerda. Me empujo contra él, haciendo que gruña al hacerlo chocar fuerte su pelvis con la mía.

—El mejor de los polvos, tío Masón —recalco.

—Eres imposible —se queja, subiendo un poco para cogerme por la cintura y estrellarme duro contra él. Gimo con fuerza, haciendo puños la sábana debajo de mí.

—Ya me hiciste el amor, ahora follame con amor, tío —suplico desesperada, deseando que me folle como sabe que me gusta. Maldice y obedece, levantando mis piernas hasta dejarlas apoyadas en sus hombros y comenzar a bombear sin piedad alguna—. Dios, sí, así. justo así —jadeo, mordiendome los labios para no gritar porque seguimos en casa de mis abuelos.

La espalda comienza a dolerme por la posición, pero sus gruñidos y mis pequeños jadeos me tienen sin que más nada importe. Solo él y yo.

Sin verlo venir, sale de mi interior y con la misma rapidez, me gira y azota el culo, dejándome en cuatro.

—Me encanta esta cola, zorrita —confiesa, paseandola por mi abultado sexo, empapandola por mis fluidos—. No voy a quitarla para follarte así, pero te quiero inundando la habitación con sonidos más fuertes. No quiero que ocultes cuánto te gusta, ¿de acuerdo? —pregunta, tentándome con su miembro rozando al mismo tiempo que la cola en mi coño.

El contraste de ambas cosas son exquisitas. Asiento a lo loco.

—No te escucho, bombón. Quiero escucharte —demanda, volviendo a clavarse con rudeza hasta el fondo. Gimo fuerte.

Pierdo toda vergüenza, olvidándome que mis abuelos están en la habitación al fondo, que Cili está en la habitación de enfrente y hasta qué edad tengo. Me olvido de todo y comienzo a seguir el ritmo suyo, empujando cuando él se aleja para chocar con fuerza, jadeando a lo loco y ganándome gruñidos de placer de su parte.

—Otra —suplico entre jadeos, con la respiración entrecortada para que estampe de nuevo su mano en mi nalga. Me da lo que quiero, empujando su polla hasta el fondo mientras deja caer su mano, enviando un escozor delicioso desde mi nalga hasta mi coño—. Correte conmigo, por favor —suplico, porque sé que le gusta esperar que yo me corra para él hacerlo.

—¿Quieres que el tío Masón llene tu dulce coño de zorrita con su leche, bombón? —pregunta con esa voz ronca, sexual, siendo el detonante para gritar como desquiciada su nombre y correrme, quedando sin fuerzas.

Lo siento correrse también, maldiciendo por lo bajo. Aguantamos unos segundos en la misma posición mientras nos recuperamos y después él sale de mi interior, ofreciéndome de una vez una camisa suya para limpiarme en el medio de las piernas los fluidos de ambos y él camina hasta un closet. Estoy en eso cuando aparece de nuevo con una caja frente a mí. Veo la caja roja y luego sus ojos.

—Feliz navidad, bombón —susurra. Sonrío y acepto la caja, cruzando mis piernas y tirando la camisa fuera de la cama. No puedo explicar la emoción que me embarga al sacar del interior de la caja un juego de bufanda y gorro rosa palo, con mi nombre bordado en la parte de abajo de la bufanda y en toda la parte de adelante del gorro.

—Está hermoso, Masón —confieso.

—Ahora lee lo que dice del otro lado —pide. Le doy la vuelta al gorro y dentro se lee Bombón de tío. Río con ganas.

—Bueno, es mejor bombón que dulce zorrita —confieso. Ríe conmigo.

—Ese es el regalo de tu tío Masón, este es de Travis —avisa y me ofrece ahora una cajita pequeña. Mi corazón se acelera cuando lo abre y hay un anillo dorado con la parte de arriba llena de cristales azules.

—Masón —musito y no sé si como advertencia o no. Ríe y se sienta en la cama a mi lado, sacando el anillo y tomando mi mano.

—¿Quieres ser mía, bombón? Solo mía —pide, viéndome a los ojos, pero yo bajo la mirada a donde él comienza a poner el anillo en mi dedo.

—¿Eso es una propuesta de matrimonio? —pregunto solo para confirmar. Ríe con ganas.

—No creo que quieras casarte ahora —admite. Lo veo de nuevo a los ojos y sonríe—, pero es una propuesta de pertenencia. Quiero que seas mía, bombón. Quiero que tengas algo encima que te recuerde que soy tuyo, también. Que no solo somos el mejor polvo, sino el único que quiero por lo que me reste de vida —confiesa. Sonrío de oreja a oreja.

—No necesitaba un anillo para eso, Masón. Soy tuya, soy completamente tuya y acepto justo lo que quieras pedirme. No ahora, es cierto. No quiero casarme ahora, pero sí quiero dejar claro que lo haría contigo cuando fuese —confieso, viéndolo a los ojos. Sonríe.

—Eso está bien para mí —reconoce. Río bajito y me acerco más a él, sentándome a horcajadas encima suyo.

—Te amo.

—También te amo, bombón —admite, tomando mis labios.

Yo tengo tres anillos, uno de compromiso, uno de matrimonio y otro de primer año de matrimonio, pero ajá, YO QUIERO UN NUEVO ANILLOOOOOO. Luis, te veo lento, eh.

Feliz navidad, bellezas❤️

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