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Capítulo 43 👯

Despertamos por el constante sonido del timbre. Parpadeo, notando que el sol de afuera está casi oculto del todo.

—Iré a ver quién es —dice Masón y sale de la cama, cogiendo su camisa para colocársela en el camino. Me levanto y lo sigo de cerca.

—¿Profesor? —Escucho que pregunta Ryan. Abro los ojos de par en par y me asomo por el pasillo para ver a Ryan, el señor Rafael y Cili en la puerta, viendo a Masón con confusión.

—Es su tío —explica Cili y entra sin ser invitada, al verme, corre hacia mí, lanzándose a mis brazos.

Me toca balancearme para no caernos.

—¿Cómo diste conmigo? —pregunto cuando me suelta, viendo que ya Ryan y el señor Rafael están dentro del apartamento, viéndolo todo. Menos mal ya recogí el desastre que hizo mi padre.

—El GPS de mi celular. Me cansé de llamarte y decidimos venir. Tenía dos teorías, o aquí vivía tu tío Masón o aquí vivía Travis —confiesa. Me entra una risa nerviosa y ella me mira mal.

—Lo siento, perdí mi celular —admito. Coge aire con fuerza.

—Acabamos de ver el video —musita. Arrugo el rostro.

—¿Qué video? —pregunta Masón por mí, acercándose a nosotras. Cili muerde su labio con desespero y sé que eso no es nada bueno.

—¿No lo has visto? —musita Cili, viéndome aterrada. Niego con la cabeza y Ryan es quien me ofrece su celular. Cili lo coge antes de que se caiga al suelo cuando noto lo que es.

—No puede ser cierto —susurro, negando con la cabeza repetidas veces, intentando ahuyentar las lágrimas, pero no lo logro, porque aunque no vea el vídeo, lo escucho:

—La zorra de la Universidad de Columbia no es tan buena como muchos aseguran. ¿Qué pasa, zorrita, no te gusta? —pregunta uno de los del video.

—Quítalo, por favor —suplico, enterrando mi rostro en el pecho de Masón cuando me gira y me abraza. Lo rodeo con mis manos, temblando.

—Lo siento mucho, nena. Nos volvimos locos cuando lo vimos —confiesa Cili, acariciando mi espalda.

—Todos deben haberlo visto ya —musito, alejando mi rostro del pecho de Masón, pero sin soltarlo del todo. Cili asiente—. Pueden expulsarme si llega a manos del rector —les recuerdo a todos y Cili vuelve a asentir.

—No fue tu culpa, joder. Tú no querías —sentencia Masón junto a mí. Cojo aire y me separo para poder verlo de frente.

—Eso no les importa. No soy la victima aquí, ellos lo son. La universidad buscará cuidar su espalda en todo momento y sacar al problema. Ese soy yo —explico y él gruñe.

—No dejaré que pase —sentencia y se acerca de nuevo, cogiendo mi rostro.

—Profesor —advierte Ryan a solo unos pasos. Cojo aire y él baja sus manos de mi rostro. Veo a Cili, solo a Cili.

—Necesito estar sola —susurro.

—¡Pues no te dejo sola, joder! ¡Por dejarte sola te lastimaron, así que no volveré a dejarte sola nunca más! —chilla Cili, comenzando a llorar. Cierro los ojos, contorsionándome con mi propio llanto y la abrazo.

—Voy a estar bien, Cili. No es tu culpa. No fue tu culpa —prometo en su oído.

—No fue culpa de ninguna de las dos. Tienes que poner la denuncia y todo va a aclararse, Dulce. La universidad no te va a expulsar —asegura el señor Rafael. Cojo aire de nuevo, separándome de Cili de apoco. Sonreímos mientras ambas secamos las lágrimas de la otra.

—Te amo demasiado. Muchas gracias por ser mi amiga y por creerme, Cili. Gracias por estar aquí —susurro, viéndola a los ojos—. A todos —digo ahora, viendo al señor Rafael y luego a Ryan.

—Jamás dudaríamos de ti —asegura Ryan con firmeza. Asiento.

—Y en ese video es demasiado obvio. Tú no estabas consiente, Dulce —acota Cili. La veo de nuevo. Suspiro.

—No recuerdo nada, solo sus voces —confieso—. Pero no quiero colocar una denuncia. Creo que es mejor olvidarlo y ya está —sentencio, sabiendo que eso será imposible gracias a mi fama en la universidad.

—¿Y eso es todo? —pregunta Ryan, sonando molesto—. ¿Vas a quedarte tranquila después de haber sido violada por cuatro malditos? ¡¿No vas a luchar, maldición?! —espeta, señalándome y viéndome mal. Muerdo mi labio inferior, aguantando las lágrimas.

—¿De qué serviría, Ryan? Soy la zorra de la Universidad de Columbia. Así me llaman todos, ¿lo olvidas? ¿Crees que el jurado va a creerme cuando toda la universidad se presente y dé fe de que estaba bailando, bebiendo y que, pues, bueno, bailo en un tubo para hombres? —cuestiono, no pudiendo aguantar más las lágrimas.

—Dulzura —musita e intenta acercarse, pero niego con la cabeza y doy un paso atrás.

—No quiero tu lastima, Ryan. No quiero la lastima de nadie. La reputa-ción de Dulce, ¿recuerdas? Lo inventaron como un juego de palabras para resaltar que soy reputa y esa es mi reputación. Todos lo creen así —zanjo.

—Pues, yo no —determina Masón.

—Yo tampoco —lo acompaña el señor Rafael.

—Ni yo —aclara Cili, tomando mi mano.

—Sé que no eres nada de lo que esos estúpidos creen, Dulce. Siempre han hablado, ¿qué importa ahora? —replica Ryan, abriendo sus manos a los lados.

—Que ahora me violaron y nadie va a creerme —reconozco, contorsionándome con el llanto. Siento de nuevo unos brazos rodearme y sé que es Cili. Le correspondo enseguida—. Solo necesito superar esto sin que sea tan público. Puedo resistir lo de la universidad. Es medio semestre, podré hacerlo. Solo necesito que el rector no me eché y entonces, podré graduarme —declaro, separándome de nuevo y limpiando mis lágrimas solas. Todos me miran atento.

—Sigo creyendo que es una mierda —espeta Ryan y camina a la salida—. Solo —dice, pero calla, negando con la cabeza para regresarse hasta mí y tomarme por el rostro, viéndome a los ojos—. Prométeme que estarás bien —suplica—. Prométeme que no vas a alejarme de esto, Dulce. Necesito escuchar que no vas a hacerme a un lado porque te amo y sabes que te amo. Sabes que aunque ya tú no me ames, siempre voy a querer que estés bien, ¿de acuerdo? —pide y yo asiento, tomando sus manos con las mías. Coge aire, dejando un beso en mi frente.

Se aleja de nuevo y llega hasta la salida, viendo a su padre.

—¿Te quedas? —pregunta en dirección a Cili y ella me mira.

—Puedes quedarte —aseguro. Sonríe y con eso Ryan y su padre salen del apartamento. Veo a Masón.

—¿Quieren comida china? —pregunta. Sonrío de oreja a oreja y asiento. Pasa por nuestro lado, dejando un beso en mi frente para seguir su camino hasta la habitación, supongo que irá a ordenar la comida. Cojo la mano de Cili para sentarnos en el sofá.

—¿Cómo te fuiste anoche? —pregunto—. Me quedé con tu dinero —acoto. Sonríe.

—Cuando regresé, supuse que el Uber había llegado y te habías ido, así que busqué a Ryan y nos fuimos juntos a casa. No entiendo cómo es que puede ir de fiesta y no beber para poder manejar —confiesa. Río con eso.

—Es responsable, supongo —digo y me encojo de hombros.

—Volveré en un rato, ¿sí? Si necesitan algo más, me avisas —dice Masón, apareciendo de nuevo, vestido listo para salir con una pantalón de jean y un abrigo negro.

—Creí que lo pedirías a domicilio —suelto.

—Necesitan tiempo entre amigas —declara. Cojo aire y asiento, pero regresa al sofá y se acerca a mi oído—. ¿Te he dicho en la última media hora lo mucho que te amo, bombón? —pregunta en un susurro, instalando una sonrisa en mis labios de oreja a oreja.

No mido lo que hago, simplemente cojo su rostro y busco sus labios ante el chillido de sorpresa de Cili a mi lado.

—También te amo, tío Masón —declaro solo para escuchar otro gritito más de Cili. Masón ríe y se endereza, saliendo de la casa.

Bueno, ¿teorías de lo del vídeo?

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