Capítulo 4 👯♀️
Gruño con fuerza porque es el segundo día consecutivo que despierto por obligación de un tercero. Hoy no es el celular, ese me encargué de ponerlo en silencio anoche, pero claro que no pensé en el maldito despertador.
Respiro hondo y lo apago, estrellándolo contra la pared de enfrente. La sonrisa victoriosa no me dura mucho cuando recuerdo porqué estaba programado el despertador y porqué, eso quiere decir que voy tarde.
El primer día y tarde.
Siempre triunfando, Dulce.
Suspiro y me levanto de mala gana para vestirme con la misma mala gana, omitiendo el baño porque luego de esa corrida anoche, me vi obligada a meterme en la ducha y poner a lavar las sábanas por mi derrame.
Vergüenza debería sentir por haberme corrido así de fuerte y duro mientras era mi tío quien estuvo en mi mente. En ella lo podía escuchar llamarme dulce zorrita. No me pregunten por qué demonios ser llamada zorra por él era tan excitante, pero lo fue.
Odié correrme llamándolo tío por no saber su nombre, pero amé el cómo quedó mi cuerpo luego de ese orgasmo tan intenso. Muerdo mis labios, sintiéndome mojada en el medio de mis piernas. Veo el celular sobra la mesa, encender su pantalla con una llamada entrante.
Paso de eso para no ganarme gritos de parte de Cili tan temprano. Más vale tarde que nunca, al menos llegaré.
Decido que iré lista para ser el centro de atención de las estúpidas que les encanta hablar tanto de mi vida, por lo que me pongo una falda corta con vuelo, unas medias pantis de huecos. Un top corto negro y la misma chaqueta de cuero que me puse ayer para salir con Cili. Solo para provocarlas más, me hago dos trenzas en el cabello, riéndome en el proceso por verme tan inocente y puta en partes iguales.
Cojo el celular, tirándolo dentro de la cartera, cerciorándome de tener al menos, una libreta y lapicero.
Venga, es el primer día, no es como que haremos mucho hoy.
Le he pedido al taxista detenerse antes de la universidad porque, realmente, estoy dispuesta a ser el foco de burlas hoy, por lo que, para completar mi atuendo, compro dos paletas. Destapo una y la llevo a mi boca, sacando la lengua y saboreándola cuando cuatro pares de ojos se posan en mí al ingresar al campus.
Intento ignorar los ojos de Ryan y el como su mirada me recorre el cuerpo entero, pero no soy tan rápida y ya puedo sentir mis piernas temblar mientras me acerco a ellos.
—¿De verdad, Dulce? —pregunta Cili, viéndome mal.
Río bajito, saludando a Lisandro y Christian, los mejores amigos de Ryan. Cuando es su turno, me mira intenso. Me le quedo viendo igual porque nunca sé cómo saludarlo cuando rompemos, sin embargo, tener la seguridad de que no volveremos, es lo que me limita más esta vez.
Paso saliva y suspiro, negando con la cabeza, luego me coloco de puntas y me acerco a su mejilla, depositando un beso en ella. Su mano no duda en encerrar mi cintura, pegándome a él.
—No le hagas caso, estás preciosa, dulzura —musita en mi oído, acercando sus labios a esa zona. Paso saliva y me separo.
—Deja de confundírmela y mejor cuéntanos porqué llegaste tan tarde. Ya perdiste una hora de clases —acota Cili. Suspiro, ajustando mi cartera en el hombro.
—Pues, me acosté tarde anoche —explico, evitando ver los ojos de algunos de los chicos, sobre todo de Ryan porque debe estar creyendo que fui al club y, posiblemente, me tiré a uno.
—¿Con qué? —replica Cili.
Muerdo mi labio inferior, recordando momentáneamente mis piernas abiertas de lado a lado, el vestido arremangado en mi cintura, con los senos por fuera de él, una mano estrujando el derecho con fuerza mientras que la otra mano estaba sosteniendo la balita rosa contra mi clítoris, enviando electricidad por todo mi cuerpo.
Mis dientes masacrando mis labios y mi mente, mi mente fantaseando con que, en vez de mi balita, era su lengua la que trazaba líneas sin sentido, moviéndose con destreza y con dos de sus grandes dedos, explorando mi coño a su antojo mientras que yo solo sabía gemir como loca, suplicando por más.
Ni siquiera tenía claro qué clase de más quería. No sabía si quería que aumentase la velocidad o lo que quería era que se cerniera sobre mí y me follase, llevándome a otra galaxia...
A una en la que él no fuese mi tío...
—¡Dulce! —chilla Cili, moviendo mi brazo. Niego con la cabeza, centrándome en ella.
—Lo siento, ¿dijiste algo? —pregunto.
—¿Te follaste a alguien? —interroga. arrugo el rostro.
—No, ¿por qué?
—Porque es mi hermano, maldición. Entiendo que ya no estén juntos, pero no le hagas esto, joder —pide. Arrugo aún más mi rostro.
—¿Hacer qué?
—Esto. Te quedaste pensando como si te hubiesen follado anoche y gemiste, maldición. Se fue hecho una furia —acota. Veo a los lados, dándome cuenta de que es cierto, estamos solas. Suspiro.
—No lo hice con esa intención. No me follé a nadie —admito.
Aunque sí que quería que me follaran...
Suspira y niega con la cabeza.
—Bien, vamos. Ya tenemos que entrar a clases —dice y enrolla su brazo con el mío.
En el camino dibujo una sonrisa en mis labios al notar como todos me miran y van cuchicheando. Río bajo cuando pasan dos chicos por nuestro lado llamándome hermosa.
—Tenías que venir así —musita Cili. Río con más ganas.
—¿Arrepentida de ser la amiga de la putita de la universidad? —pregunto, burlándome de algo que, en realidad, no me da risa, pero que sé que es así como me consideran. Me mira mal.
—No eres una puta —sisea de mala gana, abriendo la puerta con la misma mala gana y tirando de mi brazo para entrar, haciendo sonar sus pasos como si estuviese usando tacones. Me la paso riendo todo el camino hasta que llegamos a nuestros puestos de siempre. Justo al frente.
Las niñas lindas se sientan al frente.
Cili dice que son las niñas listas, pero como nosotras somo ambas, me da igual.
—No las escuches —pide Cili. Arrugo el rostro porque no estaba escuchando nada, pero ahora que ella lo dice, sí presto atención:
—Sí, quedó de llevarme a cenar esta noche —comenta con la voz demasiado chillona la estúpida de Brenda. Giro los ojos con la respuesta de su perra faldera:
—De seguro pasan la noche juntos. Por fin se cansó de andar recibiendo sobras y sabrá lo que es tener una mujer de verdad.
Veo a Cili con los ojos bien abiertos. Esto debe ser una jodida broma.
—¡Ahí viene! —chilla Brenda más fuerte, haciendolo al propósito para que gire la cabeza, pero no lo hago. Sé que es él porque su perfume soy yo la que lo elige, me lo sé de memoria.
Suspiro y giro los ojos, aún sin girarme, cuando lo escucho llamarla nena y ella chilla demasiado alto como para que eso le guste. Cili me coge la mano por encima de la mesa y noto cómo estoy masacrando mis nudillos al presionar con fuerza el borde, me relajo.
Sabe que haré algo porque comienza a negar con la cabeza de forma constante, pero ya es tarde. Sonrío como una maldita maniaca y giro la cabeza para verlos. Ryan está sentado en la mesa de ella, mientras que la ilusa lo mira embobada.
Idiota.
—Hey, Brenda —la llamo. Absolutamente todos en el aula callan al escucharme. Ella aleja un poco su cuerpo para verme por detrás de Ryan—. Espero que sepas usar la boca más que para chillar, porque le encanta que le chupe la verga. Dudo que puedas supe....
—Buenos días —suelta otra voz que me hace cerrar la boca de golpe junto con los ojos.
No, no, no, no y no.
Esto es imposible. Imposible.
Abro los ojos, guiandolos hasta la puerta del aula donde, la última persona que esperaba ver hoy, está parado con sus ojos fijos en los míos.
Maldita sea, ¿cómo es que él será mi profesor?
Bueno, ¿teorías? Jajajaja
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