Capítulo 35👯
—Señorita Foster —dice Mason, dedicándome una última mirada antes de girarse y verla a ella, pero Cili tiene sus ojos fijos en los míos. Detrás de ella entra Brenda seguida por su secuaz. Paso saliva.
—¿Estaban solos? —pregunta Cili como si no notara lo que implica esa pregunta. Paso saliva y me preparo para responder, pero Mason lo hace.
—¿Supone eso un problema para usted, señorita Foster? —replica. Cili arruga el rostro.
—Los profesores no se ven con estudiantes fuera de sus horas, profesor. Aunque, siendo honesta, no me sorprendería que Dulce se le haya insinuado. El zorra lo lleva tatuado en la frente —suelta la insufrible de Brenda.
—Y el frigida en la tuya, Brenda. Por eso Ryan prefiere cogerte fuera de su cama, porque ahí solo duerme esta zorra —me defiendo, caminando para quedar frente a Mason.
Esta pelea es mía, no suya. Me mira mal.
—¡Ryan ya no me importa! —chilla. Giro los ojos.
—Y lo que yo haga con mi vida tampoco —zanjo y veo a Cili—. El profesor estaba aquí con la señorita López, pero ella salió un momento y comenzamos a hablar sobre las pruebas. Aseguró que lo suyo nunca fue la gimnasia. ¿Cierto, profesor Mason? —pregunto, viéndolo por encima de mi hombro.
—Sí —responde.
—¿Y qué era lo suyo, profesor? —pregunta Cili, sonando menos acusante que cuando llegó. Mason ríe a mi espalda y lo escucho caminar.
—Ver a las chicas con uniforme de gimnasia —confiesa, siendo eso, al menos para mí, demasiado obvio porque yo tengo puedo ese uniforme y él estaba solo conmigo. Paso saliva ante la risita que sueltan todas. Incluida Cili—. ¿Y a ustedes? —se atreve a preguntar, pero no detiene su andar y sigue caminando hasta la salida. Respondo antes que todas:
—Ser deseada por los chicos mientras me ven el culo con el uniforme de gimnasia —declaro a posta.
—¿Ves? Eres una zorra —zanja Brenda y tira de su amiga para irse a los vestidores. Cili solo ríe y Mason sonríe, negando con la cabeza para después salir.
—Es tu tío, Dulce —me recuerda cuando nos quedamos solas. La veo mal.
—Tú fuiste quien insinuó que había estado haciendo algo con él —me defiendo de forma hipócrita. Me siento mal cuando sus ojos se llenan de culpa.
—Lo siento, en ese momento no pensé en eso, pero estaban tan cerca —explica. Evito morder mi labio inferior porque eso me delataría.
Si supieras lo cerca que hemos estado el uno del otro, Cili, de seguro te escandalizarías.
—Es mi tío —repito, negando con la cabeza.
—Lo siento —dice. Más mal me siento.
—Tranquila, vamos para que te cambies. Ya quiero que la semana termine. Tengo un closet que pide a gritos que lo ordene y lo estoy posponiendo desde el lunes por solo llegar, comer y abrir libros. ¡ME ESTOY QUEDANDO SIN NEURONAS! —dramatizo, alzando ambas manos. Cili ríe con ganas, pero deja de hacerlo con las palabras de Brenda:
—Aparte de zorra, bruta. Es un dos por uno, Dulce —suelta. Cili sujeta mi mano cuando doy un paso, queriendo estrellar su feo rostro en su maldito casillero para hacerle una reconstrucción de rostro gratis.
Así de buena soy.
—Ya deberías aceptar de una vez que la vida de Dulce no va a cambiar en nada porque tú así lo quieras, Brenda. Tu vida le resbala, ¿por qué es que necesitas tanto hablar de la suya para tu sentirte bien? —pregunta Cili, siendo demasiado tranquila para como yo quiero ser ahora. Brenda la mira.
—Deberías pensar si quieres rodearte de personas como ella, Ciliana. Dudo que aporte mucho a tu apellido —declara la muy imbécil. Juro que las pocas neuronas cuerdas se desorbitan, pero Cili vuelve a sujetarme.
—Prefiero rodearme de alguien que sabe lo que es y no de otras que necesitan hablar de los demás para esconder la clase de basura que son al ofrecer como premio de consolación a un despechado. Te quedó grande, Brenda, llenar el espacio que dejó Dulce en mi hermano, te quedó muy grande —zanja y tira de mi mano para irnos. Veo a la estúpida de Brenda que tiene la boca abierta y alzo una mano, mostrándole mi dedo medio. Cili ríe.
—¿Sabes que te amo, cierto? —pregunto al llegar a su casillero y coger su rostro con ambas manos. Cili sigue riendo—. Eres la mejor —continuo y dejo un sonoro beso en su frente.
—No voy a ordenar la ropa por ti —advierte. Rio con ganas.
—Me conoces muy bien —admito, sabiendo que iba a pedirle en algún momento del día, ayuda con eso. Cili ríe.
—Lo hago, así que, mi propuesta es esta, si me dejas ordenarla dentro de tu habitación y no en la mía, acepto —dice, viéndome de reojo, conociendo que no me gusta que entre a la casa de la señora Graciela.
Cojo aire y suelto la bomba:
—Travis durmió conmigo el domingo —digo, obteniendo su atención.
—Lo sé, llevas durmiendo con él varios domingos —me recalca. Vuelvo a tragar.
—En mi habitación, Cili —musito bajito. Eso la hace dejar de quitarse la camisa para verme con los ojos de par en par.
—¡¿Qué, qué?! ¡¿Dejaste que él entre a tu habitación con solo un mes?! ¡Eso es traición! —chilla, lanzando la camisa a la banqueta y viéndome mal.
—No fue planeado. Tuvimos una conversación y, pues, ¡él no es la clase de hombre que se queda afuera! —chillo yo ahora, queriendo poder contarle todo, pero no pudiendo hacerlo. Cili bufa.
—Tres años, Dulce, llevo siendo tu mejor amiga durante tres años y nunca me has dejado, ni siquiera, entrar a la sala de tu casa. ¿Y dejaste que él durmiera en tu habitación? Lo siento, pero creo que es hora de meterte en la tina con hielo —suelta. Río nerviosa.
—Le confesé estarme enamorando suyo —suelto, porque, bueno, ¿yo qué sé? Necesito ayuda. Cili vuelve a abrir los ojos de par en par.
—Ay, mi Dios, me va a dar un infarto y solo tengo 23 años para morir —dramatizar, sentándose en la banqueta y abanicándose con las manos. Río y me siento a su lado—. ¿Qué te dijo él? ¿También está enamorado de ti?
—No dijo eso, pero dijo que le importo y que no quiere estar con más nadie —reconozco. Cili bufa.
—Es un idiota. Eso se resume a: no te amo, pero quiero seguir cogiendote —dicta. Río con ganas, porque si fuese eso, sería genial, pero no, la realidad es que es más complicado.
—Pues, fíjate que eso es justo lo que yo siento, eh. No lo amo...
—Todavía —me corta Cili. La miro mal.
—Pero quiero seguir cogiendo con él —sigo como si no me hubiese interrumpido. Cili suspira.
—Solo quiero que me prometas que no vas a hacerte más esperanzas con él, Dulce. ¿Sigue siendo una negativa para enamorarte suyo? —pregunta y yo asiento—. Entonces esta noche nos vamos de farra —promete. Río con ganas, y estoy por recordarle que trabajo, pero luego pienso en que iré a trabajar y de ahí con Cili.
No con Mason, con Cili.
Una noche separados por haber dicho que le caigo bien. Me lo besé porque es irresistible, pero ya recordé lo que le dijo a la profesora y volvió a darme celos.
Disque no lo ama, dice, jajajaja. Oíla, jajajajaja.
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