Capítulo 3 👯♀️
Intenté, juro que intenté retrasar lo más que pude el tiempo, pero el condenado no se detuvo, así que, ahora estoy bajando del taxi para entrar al bendito restaurante al que mi padre me citó cuando llegué a la casa y encontré todos sus mensajes quejándose de mi falta de respeto por no contestarle al segundo, me reí mucho.
Es un dramático.
Apenas entro, intento localizarlo con la mirada, sabiendo que no es de llegar tarde, pero no lo encuentro. Estoy por escribirle cuando mi celular comienza a vibrar en mis manos. Giro los ojos. Odio las llamadas.
Contesto.
—Vienes tarde —suelto. Escucho un bufido de su parte.
—No puedes reñir a tu padre, Dulce. Estaré en diez minutos. Este maldito tráfico me tiene estancado. ¿Cómo lo soportas? —se queja. Sonrío al mismo tiempo que giro los ojos porque siempre que viene se queja de lo mismo, sin embargo, nunca sale antes para evitarlo.
—Te acostumbras. ¿Y tu hermano qué? —pregunto ahora, haciéndole una seña al mozo que se acerca, para que me dé un momento.
—Tu tío, Dulce —me riñe. Giro los ojos—. Ya debe estar ahí, da mi nombre para que te guíen a nuestra mesa. Llegaré en unos minutos. Tratalo bien, ¿quieres? —pide, pero suena a súplica. Río bajo.
Sabe que los desconocidos no me gustan.
—Trataré —suelto y cuelgo ante su bufido. Sonrío. Extraño a mi papá, la verdad.
El mozo me hace dejar de sonreír como idiota y doy el apellido de mi padre. Enseguida me guían a una mesa. No hay nadie en ella, por lo que suspiro y me relajo. No quiero conocer a mi famoso tío antes de que mi padre esté aquí porque sigo creyendo que conocer a un vejestorio que nunca me interesó conocer o él se interesó en conocerme, es una pérdida de tiempo.
Apenas el mozo se va llega un camarero al que le pido una copa de vino tinto, dejándolo a su elección. Sonríe y se retira. Suspiro, estirando un poco el vestido estilo cóctel que me compré el lunes, siendo ese mi primer día de despechada, me gasté una buena cantidad de plata comprando ropa que, de seguro, no usaré en bastante tiempo, pero que me queda de puta madre.
Estoy aceptando la copa que me entrega el camarero para llevarla a mis labios cuando un carraspeo me hace girar la cabeza y ver a la izquierda, ahí, de pies, está un hombre de unos treinta y tantos años, con un traje de dos piezas y una camisa negra como mi vestido, con los botones de arriba desabrochados, dándole un aire relajado.
Subo a su rostro para encontrarme con una incipiente barba de unos días, unos labios curveados hacia un lado y sus ojos azules mirándome con diversión.
—Tú debes ser Dulce —suelta. Alzo tanto las cejas que las siento tocar mis cejas, pero es que, su voz ronca, la voz más ronca que he escuchado nunca, me ha puesto cada vello del cuerpo erizado.
—Y tú debes ser el hermano de mi padre —digo sin saber muy bien qué es lo que debo hacer ahora. Extiende su mano y yo me levanto para cogerla y presentarme como corresponde, pero por los nervios, los pies se me enredan uno con el otro.
Es rápido cogiendo mi cintura para evitar que caiga sobre la mesa. Su mano es grande y abarca bastante cantidad de mi pequeña cintura. Me enderezo, intentando recomponerme, pero siento mis mejillas rojísimas por mi casi caida pública.
Cuando lo veo de nuevo, su sonrisa se ha ampliado. No sé si se burla de mí o le gusta sonreír mucho, pero siento que no debería gustarme tanto una sonrisa. Menos de él.
—¿Empezamos de nuevo? —propone, extendiendo su mano de nuevo y soltando mi cintura. Paso saliva y acepto su mano.
—Dulce —digo bajo. Su sonrisa se ensancha.
—Mucho gusto, Dulce, yo soy...
—¡Hermano! —chilla mi padre, interrumpiendo la presentación de mi tío. Aprovecho que suelta mi mano para girarse y aceptar el abrazo de mi padre para recomponerme.
Me abanico mentalmente, intentando darme brisa con eso y que el bochorno pase. Sobre todo por el calor que tengo concentrado en mi coño.
¿Qué diablos, Dulce? Es tu tío.
Repito eso una y otra vez porque no es posible que esté deseando ser follada por él mientras pronuncia mi nombre con esa voz ronca, pero en gruñidos por lo bien que se siente estar en mi interior, taladrándome con fuerza.
Ay, joder, ¿dónde tengo que firmar para eso?
—Mi dulce niña, ven aquí y dale un beso a papá —pide mi padre, devolviéndome al presente. Sonrío, intentando que no se note mi estado mientras mi tío se hace a un lado para dejarme abrazar a mi padre.
Deposita un sonoro beso en mi frente que me hace sonreír.
—Te he extrañado día sí y día también, mi niña —admite, alejándose un poco, pero manteniendo mis hombros sujetos. No quito mi sonrisa.
—Yo también, papá —admito.
Ignoro ese pensamiento que me recalca que no quería venir a esta cena. Eso no es falso. Ver a mi padre es recordar cómo lo decepciono sin ser consciente de eso. No me avergüenza lo que hago, pero sé que a él sí le va a avergonzar si se entera.
Es un policía de Chicago. Ama la serie de Chicago PD por él ser un policía de Chicago. Porta con orgullo su placa y arma. ¿Cómo su hija va a ser bailarina exótica?
Imposible que lo acepte.
—Ya se conocieron, qué bueno. Quiero que antes de irme el miércoles puedan tener una relación estrecha para irme con la seguridad de que cuidarás de mi bebé, hermano —dice mi padre y mi cerebro trabaja a toda máquina para terminar atolondrándose.
¿Qué?
—Claro que así será, hermano mío —responde mi tío. Odio no conocer todavía su nombre porque decirlo tío en mi mente y desearlo al mismo tiempo, se siente feo.
Pero bien rico que debe sentirse que me coma, eh.
Ay, Dios, perdón, perdón. Sabes que tu hija es una pecadora nata, así que no me castigues por desearlo, porfis.
Culpa mía no es que Dios se esmere con unos más que con otros. Porque esa mirada que me dedica de reojo, esa mirada descarada me tiene mal. Me recuerda por momentos al hombre de anoche, pero claro que no es él. Tengo entendido que mi nuevo tío llegó hoy a la ciudad.
Me obligo a estar sentada, fingiendo que no odio que se llamen hermanos todo el rato y que mi padre solo sepa reír a carcajadas con sus anécdotas en las que me involucra de vez en cuando. Pero yo sonrío por compromiso porque, realmente, no he dejado de sentirme ansiosa y necesitada con la mirada de mi tío sin nombre.
Joder, esto es insoportable. Mi balita rosa no será suficiente para quitar esos ojos de mi mente esta noche. Eso sí, no me sentiré mal al correrme con la imagen mental de su rostro entre mi coño. Para nada...
Para nada.
Para nada mal, jajajaja. Amores, comenten, recuerden que este libro será exclusivo para Wattpad. Valorenlo, porfa.
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