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Capítulo 25 👯‍♀️

Me remuevo como loca cuando Masón coge mis nalgas con fuerza, restregandome aún más contra su boca mientras que mi orgasmo no deja de salir ni él de estimularme más. Niego con la cabeza a los lados, no pudiendo creer lo que está haciendo.

—¡Masón! —grito con fuerza al correrme por segunda vez en solo unos minutos de diferencia. Tiene piedad de mí y reduce la velocidad de sus movimientos, limpiando de forma perezosa mi segundo orgasmo hasta que ya dejo de estremecerme.

Me acomodo para verlo salir de entre mis faldas y sonreír de forma descarada. Le sonrío de vuelta.

—Me voy —dicta y se levanta. Parpadeo a lo loco.

—¿Qué? ¿Por qué? —increpo, sentándose bien. Sonríe mientras se coloca su saco.

—Tengo exámenes que revisar —dice. Bufo.

—Y un coño que follar. El mío —específico. Ríe con ganas, negando con la cabeza.

—Te follaré mañana en el salón. Te quiero treinta minutos antes ahí —ordena y camina a la puerta. Me quedo procesando sus palabras como idiota hasta que asimilo lo que dijo y me levanto, saliendo también de la casa.

Baja el vidrio de su auto para que me asome.

—¿El rol de la alumna y el profe? —pregunto coqueta. Sonríe y me guiña un ojo.

—Tendrás que ganarte una calificacion buena, bombón. Y soy exigente —advierte, mirándome con una promesa sellada en su mirada.

La boca y el coño se me hacen agua mientras lo veo arrancar y salir de ahí.

Niego con la cabeza, riendo bajo para volver cojeando a la casa, sin apoyar del todo el pie lastimado.

Una vez me veo sola en la casa, suspiro y frunzo el ceño. Cojo mi muleta y camino a mi habitación, cogiendo el bolso para ver en qué entretenerme porque ahora estoy frustrada y aburrida. Quiero un orgasmo y dormir hasta que sea de día y Mason me coja sobre su escritorio. Eso suena tan jodidamente bien en mi mente.

Llego a mi habitación y lanzo la muleta y el bolso contra la cama para coger mi balita rosa de la mesa. Me deshago de mi ropa torpemente, desesperada por el ardor incesante en mi coño. Suspiro de alivio al ya verme desnuda y con el aparatito vibrando en mi mano.

Me acuesto, llevándolo directamente a mi coño, estremeciendo mi cuerpo por completo ante la vibración, arrancándome jadeos incontrolables.

Dejo mi imaginación volar como cada que me toco en su nombre, pero ahora teniendo el recuerdo tan nítido de lo que fue tener su boca en mi coño, su lengua estimulando todo a su paso, sus labios succionando con la presión exacta y sus dientes masacrando rítmicamente... Delicioso.

No sé en qué momento he cogido mi celular y lo he llamado, pero abro los ojos de golpe al escuchar su maldición. Noto cómo sigue en el auto y me mira brevemente, maldiciendo por lo bajo cuando debe regresar su mirada al frente, supongo que a la carretera.

—Joder, bombón, me harás chocar —advierte, viendome de reojo.

—Te necesito —musito entre jadeos, estremeciéndome completamente sin disminuir la velocidad de mi balita ni los movimientos de mis dedos.

—No puedo, bombón. Tengo clases en veinte minutos —explica y suena tan tormentoso como el jadeo que suelto, deseando que sean sus dedos y no los míos los que me toquen—. Joder, muéstrame bien tu coño, bombón. Déjame ver qué tanto chorreas mientras te tocas en mi nombre —pide y eso me hace jadear su nombre con fuerza.

Con el cuerpo temblando, apoyo el celular con la pared, en diagonal a mí y me abro de piernas de frente, mostrándole perfectamente mi coño, la balita y mis dedos masacrándome sin piedad. Maldice fuertemente.

—Voy a follarte el coño con mi lengua y torturar tus pezones con mis dedos cuando te vea, mi dulce zorrita. Vas a correrte llamándome tío Mason y te cogeré tan duro como solo tu tío Mason sabe hacerlo, bombón. ¿Te gusta eso? ¿Quieres eso? —pregunta. Asiento a lo loco, mordiendo mis labios para no gritar como loca—. No te escucho —recalca. Cojo aire.

—Quiero eso, tío. Te quiero cogiendome duro, fuerte, publicamente. Joder, te quiero follandome aquí, ahora mismo —confieso, acelerando mis movimientos. Cuando sus ojos vuelven a verme, lo que veo en ellos me electrifica el cuerpo por la promesa que oculta.

—Mete tres dedos, bombón. Piensa que soy yo, que es mi polla entrando y saliendo duramente de ti —ordena. Jadeo—. Sumale movimientos circulares, así como te vuelves loca cuando soy yo el que me muevo, estimulando todas tus paredes. ¿Lo sientes? ¿Me sientes, bombón? —pregunta, agravando su voz, volviéndola más sexual, más él, más tentadora.

—Sí, pero te quiero a ti —confieso con los ojos cerrados, dejándome llevar solo por su voz.

—Me tienes, mira cómo me tienes, zorrita —ordena. Abro los ojos, abriendo también la boca al verlo. Deduzco que ha aparcado en algún lugar porque ya no mira al frente, ahora tiene su mirada fija en su polla que es lo que me muestra con su cámara.

Está roja, firme y su mano sube y baja con violencia por todo el tallo, haciendo que de la punta brote un líquido que muero por limpiar con mi lengua antes de introducirla por completa en mi boca, acallando mis gemidos con ella y agravando los suyos para después de correrse, montarme sobre él, cabalgarlo como si no hubiese un mañana y mojar todo el asiento al corrernos.

Ay, joder, cómo lo deseo.

—Quiero rodearla con mi lengua, chuparla hasta que te vengas en mi boca —confieso, dejando de verla un segundo para verlo a los ojos. Gruñe con fuerza.

—También te quiero aquí. Te quiero comiendome la polla divinamente, deleitandome con tu lengua y tus jadeos fascinados. Te quiero bajo mis dedos, corriendote con fuerza para mí, bombón —admite roncamente.

—Necesito llegar —musito, desesperada.

—Hazlo, bombón, correte para tu tío Masón —ordena. Muevo mis dedos con mayor velocidad, subiéndole también a la vibración de mi balita para luego arquear la espalda, estirando del todo mis piernas y quedando sin fuerzas al correrme brutalmente gritando su nombre una y otra vez.

No duro mucho con los ojos cerrados porque su maldición me hace abrir los ojos y verlo para deleitarme con la vista de su corrida en su mano, sus brazos marcados con sus venas, su boca abierta, cogiendo aire y las venas de su cuello también palpitantes y notorias, signo de su excitación. Río bajito, alejando la mano de mi coño.

—Acabarás conmigo —promete. Río más fuerte y cojo el celular con la mano temblorosa.

—Acabaremos mutuamente con el otro —admito, viendo cómo busca con qué limpiarse, acomodando el celular en un soporte.

—Alístate, pasaré por ti en una hora cuando mi clase acabe. Ni creas que me quedaré con un orgasmo virtual, bombón. Quiero tu coño en mi boca mientras me comes la polla con la tuya —zanja. Contraigo el coño, ansiosa de eso.

—Te estaré esperando —respondo y cuelgo, temblando ligeramente por las ansias de que esa hora pase rápido.

¿Cómo volverte adicta a algo en tan poco tiempo?

Fácil, ese algo debe incluir a Mason, su boca, su polla y sus dedos.

Y me declaro adicta a él, a esto.

¿Todo bien, pecadoras? Jajajajajaja.

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