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Capítulo 22 👯‍♀️

—Bien, es suficiente. Foster, a su puesto —ordena Mason, colocándose de pie. Ryan obedece, alejándose—. Señorita Davis, de pie, por favor —pide ahora, caminando en mi dirección. No sé porqué una ola de nerviosismo me embarga, creyendo, no lo sé, ¿qué va a besarme frente a todos?

Venga, no es como que me importe que lo haga, por mí, bienvenido sea. Pero hablamos de su carrera y la mía misma. Si es tan inteligente como sé que lo es, no hará eso, así que obedezco y me coloco de pies cuando llega a mi mesa.

Sin quitar su mirada de la mía, se retira el saco para luego extenderlo en mi dirección. Paso saliva, viajando mi mirada de sus ojos al saco y viceversa.

—Cójalo, puede traerlo mañana —propone, sonando tan natural que me atonta. Con la mano temblorosa, tomo el saco y él sonríe. Le devuelvo la sonrisa, pero la mía es más débil—. Bien, espero que estén listos para su primer examen —dice, girándose para volver a su puesto.

Siento un tirón en mi otro brazo que me hace volver a la realidad y sentarme, viendo a Cili. Me coloco el saco de Mason ante las quejas de algunos de no recordar que hoy tocaba un examen.

Evito oler su perfume que está impregnado en la tela, solo para no parecer una chiquilla tonta y enamoradiza, por lo que me fijo en el pizarrón para ignorar la mirada que tengo fija en la nuca y que sé que se trata de Cili y Ryan.

—¿Ninguno estudió? —pregunta Mason y suena, no lo sé, ¿molesto? Sí, creo que molesto. Todos corean un fuerte no y seguido de eso, comienzan a dar explicaciones tontas, pero él no mira a nadie, solo a mí—. ¿Ni siquiera usted, señorita Davis? —pregunta. No sé porqué lo hace, pero odio negar con la cabeza, por la forma en la que él niega con la suya y suspira.

Ay.

Veo a Cili a mi lado, ella me dedica una sonrisa forzada que no entiendo a qué va, pero le devuelvo una igual.

—Muy bien, solo porque ninguno estudió, debería realizar el examen, para que reprueben, pero como no tengo ganas de estropear mi día por impuntualidad de ustedes, tendrán una oportunidad de hacer el examen otro día —dice y todos comienzan a gritar eufóricos, las siguientes palabras de Mason los calla—, pero tendrán solo una noche para estudiar porque mañana sí realizaré el examen. E irá todo lo visto hasta la fecha —advierte.

Calla todos los reclamos y quejas de mis compañeros, elevando una mano y viéndonos con seriedad.

—Ya hablé. Quien no se sienta capacitado de aprobar un examen con clases que han visto durante las últimas dos semanas, entonces debería cambiar la carrera, porque no sirven para esto —zanja, haciendo que algo que creí imposible, suceda: todos en el salón callan. No se escucha ningún ruido.

Es más, ¿estamos respirando acaso?

Lo dudo.

—Ahora, saquen sus libretas y presten atención. Esto también irá en el examen de mañana —advierte y se gira para tomar el plumón y comenzar a escribir en la pizarra. Veo a Cili cuando me toca el hombro.

—¿Y tu bolso? —pregunta. Suspiro.

—Larga historia —explico, sonriendo de lado. Ya sabe que no dormí en mi casa, por la forma en la que alza las cejas y niega, pero sonríe.

Se dobla un poco en su silla y saca otra libreta que me ofrece.

—Pero quiero toda la historia, eh —advierte. Río entre dientes y asiento, sabiendo que tendré que mentir sobre la identidad de mi polvo.

Cuando Mason gira en un determinado momento, luego de haber llenado toda la pizarra con datos a los que todavía no les doy sentido, ya yo me siento más mal que antes por cómo luce. No está contento, se nota, pero más que contento, creo que está decepcionado. Y odio haber sido parte de su decepción, lo reconozco.

Después de una larga hora de clases que se sintió como un reclamo constante, todos suspiramos al mismo tiempo cuando Mason anuncia que podemos irnos. Es más, creo que hasta hacemos las cosas de forma sincronizada porque nos escucho haciendo lo mismo: guardando lo que sacamos. En mi caso solo debo extenderle la libreta a Cili que guarda en su bolso y me levanto junto con ella, ajustando el saco de Mason a mi cuerpo para salir, tomada de su mano sin ver atrás en ningún momento.

Una vez salimos, respiramos hondo juntas y reímos al darnos cuenta.

—Qué fuerte, ¿no? —pregunta mientras caminamos a la cafetería. Asiento e ignoro las miradas y la forma en la que cuchichean sobre mí—. Entonces, ¿por qué así? —pregunta apenas entramos y ubicamos nuestra mesa de siempre.

—Nos despertamos tarde. No daba tiempo de ir a mi casa y venir a clases. Habría perdido la hora que ya vimos. Que, claro, no es como que prefiera haber estado ahí. Estaba muy molesto, ¿cierto? —musito, bajando la voz al verlo entrar con la profesora de gimnasia. Giro los ojos al ver que algo que él dijo la ha hecho reír con fuerza.

—Sí. No es para menos, tuvimos una semana para estudiar —recalca Cili. Asiento.

—Yo me acordé hoy —admito y ella ríe.

—Yo me acordé cuando él lo ha dicho —reconoce. Ambas reímos con ganas. Desvío la mirada de Mason cuando mira en nuestra dirección—. Pero bueno, cuéntame qué tal te fue anoche. ¿Fue como esperabas? ¿Repetirán? ¿Te gustó? ¿Valió la pena? ¿Está dotado? ¿Del uno al diez, qué calificación obtiene? —pregunta todo sin respirar, creo. Río con ganas.

—Fue mejor de lo que esperaba, ¿sabes? Creo que el estar deseándolo por tanto tiempo hizo que el haberlo probado fuese tan explosivo. Joder, Cili, si hubieses estado ahí, es que, todo fue perfecto. Me encanta que pueda ser yo y que no me limite. ¿Entiendes eso? —pregunto, emocionada. Cili asiente, sonriendo ampliamente—. Todo, Cili. Hicimos de todo y nada se sintió mal. Nunca. Creo que nada nunca se sintió tan bien como todo lo que hicimos anoche —reconozco, mirando todo el comedor para poder verlo a él en una mesa, sonriendole a la profesora de gimnasia, pero mirando también en mi dirección.

Vuelvo a ver a Cili cuando me coge las manos.

—Estoy muy feliz por ti, nena. Solo dime si debo cachetearte cuando ya te vea enamorada o si está bien que te enamores de él —pide y su pregunta me hace estremecer por completa.

Obviamente enamorarme de Mason no es opción, así que sonrío para disimular que no estoy odiando la idea de no poder enamorarme de él, porque eso sería tan fácil de hacer que es peligroso creer que es imposible.

—No, no puedo enamorarme de él. Así que, tu deber es hasta meterme la cabeza en agua si ves que ya me estoy emocionando mucho con todo esto, ¿vale? —cuestiono. Ríe y asiente a lo loco. Río con ella.

—Por la garrita. Sexo sin amor, solo por amor al sexo —declara, elevando su dedo para prometerlo. Río con ganas, lanzando mi cuerpo hacia atrás mientras río. Hace mucho no prometíamos con eso y las últimas veces que lo prometimos terminamos metiéndonos ambas en una tina con hielo por casi incumplirlo.

—Sexo sin amor, solo por amor al sexo —acepto, recomponiéndome y uniendo mi dedo con el de ella.

Solo sexo, tío Mason...

Solo sexo, Mason...

Solo sexo...

¿Solo sexo? Jajajaa.

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