Capítulo 20 👯♀️
—No soy nadie para negarle algo a mi dulce zorrita, pero para luego, bombón, porque te quiero directamente sobre mi polla. Luego podrás comerla cómo quieras, pero primero ven y monta a tu tío Mason como su dulce zorrita lo haría —ordena, haciendo que chorreé mucho, mucho más.
¿Quién soy yo para desobedecer semejante orden? Nadie.
Menos, siendo una orden que me prende tanto. Salto sobre él, quedando a horcajadas y buscando de una vez su boca. No duda en corresponder mi beso, estrujando mis nalgas, restregandome sobre su polla. Dejamos de besarnos al levantarse, sujetando bien mis nalgas y comienza a caminar, saliendo de la cocina y guiándonos por un pasillo con varias puertas, entra en la última, terminando de abrir con el pie porque ya estaba medio abierta.
No deparo mucho porque las luces están apagadas, siendo la habitación alumbrada solo por la luz que se cuela de la ventana que tiene la cortina corrida. Creí que me llevaría hasta su cama, pero no, camina directo a la ventana hasta que estrella mi espalda contra ella. Jadeo y lo veo cuando me baja.
—No te haces una idea de las veces que he fantaseado que te follo aquí, bombón. De espaldas, con tus tetas pegadas al vidrio y tu coño chorreando desde atrás, creyendo que alguien de los edificios a los lados, puede estar viéndonos y corriendose con nuestra visión follando —confiesa. Abro la boca, cogiendo aire.
—Hagamos de la fantasía una realidad, tío. Fóllame aquí —pido, y para enfatizar mis palabras, me giro y me deshago de mi ropa, quedando desnuda para él. Pego mis tetas al vidrio frío, que enseguida endurece mis pezones, y estiro mis manos por arriba de mi cabeza, arqueándome para darle una vista perfecta de mi coño y culo.
Gruñe y yo chillo cuando lanza una nalgada en toda mi nalga derecha.
Joder, eso fue delicioso.
—Más —ordeno sin pudor.
—Te daré más —promete, clavándose en mi interior sin mediar palabras y sin aviso previo, haciendo que mis pezones duelan al deslizarme un poco hacia arriba y lastimar los piercing que llevo en ellos.
Sin embargo, no me quejo porque respiro de forma entrecortada, acoplándome a su tamaño. A lo grande que es y lo rico que se siente en mi coño.
Joder, se siente delicioso, la verdad.
—Maldición, eres tan estrecha, tan jugosa, tan malditamente adictiva, bombón —confiesa, saliendo casi por completo de una manera tan lenta que es tortura. Eso debe considerarse tortura—. Y eres toda mía por hoy —añade, clavándose con fuerza de nuevo. Jadeo como loca cuando comienza un ritmo violento, agresivo, condenadamente delicioso y exquisito.
Pierdo la cuenta de la cantidad de golpes de su pelvis contra mi trasero, pero oficialmente me quedo sin aliento al palmearme la nalga con fuerza y seguir moviéndose contra mí.
Joder, nunca me habían nalgueado al mismo tiempo que me follan, normalmente Ryan me nalgueaba antes, no durante o después.
No me salen las palabras para pedir otra, pero necesitando aire y sabiendo que el exhibicionismo nos prende a ambos, guío mi mano al pasador de la ventana que da con el balcón y la abro, lanzando su cuerpo hacia atrás, pero sin sacarlo de mi interior.
Lo veo por encima de mi hombro al llegar a nuestros oídos el ruido del tráfico abajo y todo el ajetreo de la vida nocturna en la ciudad. Sonríe satisfecho y camina con su manos en mi cintura, sin salir de mi interior hasta que apoyo mis manos en el barandal, volviendo a arquearme para él. Gruñe con fuerza, volviendo a azotar mi nalga con firmeza.
El escozor delicioso que me recorre, lo es todo, créanme, lo es todo.
Podría correrme mil veces con eso.
Pasado unos minutos, ya no siento la brisa fría que mece mi cabello a cada lado, ya no escucho el bullicio de la ciudad, ya no siento pena alguna, solo puedo contraer el coño para no correrme, retrasarlo más porque no quiero correrme aún.
—Venga, zorrita, ¿no quieres correrte para tu tío Mason? —pregunta, inclinándose sobre mi espalda y llevando una mano a mi seno, pellizcando mientras besa mi cuello.
—Quiero correrme más de una vez para mi tío —admito entre jadeos. Casi gimo con dolor cuando sale de mi interior y me gira de golpe, subiéndome sobre él, no tiene que pedirlo, yo misma cojo su polla y la llevo a mi coño para enfalarmela de nuevo.
—¿Y quién dijo que no lo harías? Esta es la primera parada, bombón. Te quiero bañando mis sabanas con tus orgamos —declara para girarnos y pegar mi espalda, de nuevo contra la ventana, pero seguimos en el balcón. Me apoyo de sus hombros y busco su boca que no duda en entregarme para comenzar a moverme, subiendo y dejando caer fuerte.
Enseguida la corriente del orgasmo vuelve y, sin poder retrasarlo más, me corro, mordiendo su labio inferior para no gritar como loca.
Aleja su boca, deteniendo los movimientos solo un poco, cuando abro los ojos y lo veo, está sonriendo. Sonrío de regreso.
—¿Quieres comerle la polla a tu tío Mason, zorrita? —pregunta con la voz ronca y extremadamente sexy. Abro la boca y saboreo mis labios con la lengua mientras sonrío.
—Soy tu zorrita, tío. Claro que quiero —declaro y me suelto de su hombros para que me baje. Lo hace y enseguida me tiro en el suelo de rodillas, cogiendo su polla con mis manos.
No me importa lo resbaladiza que se encuentra por mi orgasmo, lo veo a los ojos con una sonrisa de oreja a oreja antes de embutírmela por completo hasta que la punta golpea mi garganta, pero no hago ningún gesto de ahogarme porque esta es mi especialidad.
Y sí, sí me enorgullece ser experta chupadora. Por supuesto que sí.
Sobre todo por la mirada que me dedica mi tío desde arriba, cogiendo mi cabello para formar una coleta en la cima de mi cabeza. Saco la lengua, arrastrandola por toda su polla hasta llegar a uno de los testículos y chupar sin mucha fuerza, haciendo que gruña con fuerza, poniéndome a mil.
—¿Quieres follarme la boca, tío Mason? —pregunto con tono inocente, limpiando con mi dedo la saliva que se me derrama por un lado de los labios. Su sonrisa se ensancha, volviéndose macabra, peligrosa...
—Abre grande esa boquita, bombón —ordena. Obedezco, tomando solo la punta de su polla entre mi boca, lista para que sea él quién me mueva. Pero no estaba preparada del todo para eso, joder.
Me atora su polla en toda la boca, metiéndola de golpe hasta que mis labios tocan su pelvis, para tirar de mi cabello de nuevo hacia atrás, después suelta mi cabello, con lo que aprovecho de respirar y verlo a los ojos. La sonrisa macabra sigue ahí, mi deseo sigue ahí, todo sigue aquí, joder.
Acomodando ambas manos alrededor de mi cabeza, comienza un maldito baile perfecto en el que aleja su cuerpo, pero lleva mi cabeza con él, para volver a empujar y enfundarme hasta las entrañas, pero por la boca.
Malditamente perfecto y adictivo.
Comienzo a jadear como loca cuando mi mano encuentra mi coño, y así, con su mirada fija en la mía, mis jadeos saliendo mientras me folla la boca y gruñe vulgaridades sobre lo rico que se siente mi boca caliente y mojada, y mis dedos dándolo todo en mi coño, me corro por tercera vez, obligándome a cerrar los ojos cuando saca su polla casi hasta el final para lanzar un chorro que me da en toda la garganta, pero que no podría excitarme más...
Mierda, quiero más.
—Te daré más —promete con la voz más oscurecida. Me hace estremecer por las promesas ocultas en esas palabras.
¿Ustedes también quieren más? Jajajajaja.
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