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Capítulo 13 👯‍♀️

No he llegado aún a la universidad, pero cuando ya falta solo cruzar la calle para hacerlo y noto desde aquí a Ryan, sus amigos, Cili, la plástica de Brenda y sus secuaces en toda la entrada, ya ni llegar quiero.

¿Qué tan mal me vería si rodeo la universidad y salto por la parte de atrás? ¿Muy mal o para nada mal?

Yo voto por la segunda, si me dejan opinar.

Mi fuga queda en el olvido cuando una mano se eleva, haciéndome señas para que me acerque. Suspiro.

—¡Hola! —chilla Cili, lanzándose a mis brazos. Arrugo el rostro, aceptando su extraña muestra de cariño—. Te extrañé horrores —dramatiza, dejando un pico en mis labios.

—Comimos ayer —le recuerdo. Gira los ojos.

—Y te extrañé luego de eso. La casa se sintió tan vacía sin ti —comenta y es el tono con el que lo hace, que sé que hay algo oculto en sus palabras. El gruñido de Brenda me lo recalca. Suspiro y finjo una sonrisa.

—Yo tuve un fin de semana bastante agitado —reconozco, sonriendo coqueta.

—Ah, ¿sí? ¿Qué te pareció la fiesta del viernes, Dulce? Te vimos muy animada bailando —comenta Christian. Me giro en su dirección, ignorando a las malditas perras falderas de Brenda.

—Me gocé la fiesta, Chris. ¿No fue así, Ryan? —pregunto, sacando mi lengua para saborear mis labios y mirarlo con chulería. Cae tan rápido que me hace sentir mal por usarlo para dejar a su nueva novia por el suelo.

—Eres una zorra —sisea Brenda, tirando del brazo de Ryan para que deje de verme. Río con ganas.

—Pero soy la zorra que tu novio prefiere, cariño —le recuerdo, cogiendo a Cili para irnos de ahí, dejándola chillando porque eso parece ser lo único que sabe hacer la idiota esa.

—Es que, ni sé qué decir, la verdad —reconoce Cili. Río en su dirección. Me mira mal—. Hablo en serio —insiste.

—Lo sé. Pero no me verás nunca ceder ante ella o ante cualquier otro, Cili. Soy mucho como para aceptar boberías —zanjo. Suspira y entramos juntas al salón. Nos encontramos con la sorpresa de que no está vacío como siempre.

—Profesor Erickson —saluda Cili con respeto, haciendo que deje de ver los papeles en su escritorio para alzar la mirada.

Contengo el aliento cuando noto cómo sus ojos me recorren el cuerpo entero, subiendo por el pantalón de jean que casi no puedo subir por lo ajustado que me queda, mi abdomen descubierto, dejando que resalte el piercing en mi ombligo para terminar con una blusa corta, pero suelta y con mangas largas de botones, color rosa palo.

—Señoritas —responde. Cili presiona mi mano... Sí, Cili, sí lo noté.

—Tío —saludo a posta. Alza una ceja, pero curva sus labios cuando cerramos la puerta y caminamos a nuestro puesto.

—¿Qué fue eso? —pregunta Cili en un susurro con pinta de chillido. Río.

—Nada, ¿por qué? —le resto importancia, disimulando mientras saco la libreta del bolso. Aún quedan diez minutos para que todos entren, no sé cómo diablos haré para librarme de su interrogatorio.

—¡Te comió con la mirada! —exclama bajo. Río más fuerte, pero presiono las piernas por debajo de la mesa.

—Exageras. Creo que solo se cercioraba de venir decente a clases. Me riñó por vestir como lo hice el lunes pasado —miento. Ni siquiera sé cómo he podido inventar eso si, siendo honesta, estoy segura que a Mason le encantaría verme vestida así de nuevo.

Es más, amaría desnudarme...

Joder, yo amaría que lo hiciera.

—Te dije que abusaste ese día. Venimos a estudiar no a... Bueno, ya sabes —resume, haciendo ademanes con las manos. Río. Mejor dicho, no he dejado de reír.

—Yo vengo para divertirme, y me divierte dar de qué hablar —reconozco. Gira los ojos, pero sé que ya superamos el tema de haber sido follado en diez posiciones diferente por mi tío y profesor.

Creo que ahora que ya he tenido un orgasmo por sus dedos y que tengo en el bolso lo que me pidió traer, con el que espero que me dé otro ogasmo más, ahora lo deseo más. Mucho más.

Casi respiro aliviada cuando el aula comienza a llenarse de personas porque Cili hace rato que se entretuvo con su celular y yo me dediqué a comerme las uñas mientras fingía escribir algo en la libreta, mirando de reojo a Mason, encontrándome con la imagen de sus ojos ya fijos en los míos. Y no en mis ojos, precisamente. Creo que le gusta mi pantalón, porque no deja de ver mis piernas.

¿Estará recordando lo que fue tenerlas rodeando las suyas mientras sus dedos hurgaron en mi interior, llevándome a la gloria?

Ay, yo sí lo recuerdo. Y muy nítido, a mi pesar.

Evito mirar a Ryan y a Brenda cuando entran, ella encima de la espalda de él. Es una básica, ni siquiera se le ocurren mejores cosas que hacer con él que no sea todo lo que nos ha visto hacer a los dos, durante los últimos años.

Podrá copiar nuestros juegos, actos o posiciones al follar, pero jamás igualará el sentimiento que sentíamos al hacer de cada cosa, nuestra.

La siguiente hora la divido en partes. El primer cuarto de hora se me fue pensar en Ryan y Brenda. No por voluntad propia, sino por las risas de la idiota a solo dos mesas de la mía. La siguiente media hora fue prestando verdadera atención a la clase porque el que quiera follarme al profesor no será suficiente para que a mi padre le sigan llegando mis calificaciones excelentes.

El último cuarto de hora no he podido concentrarme en otra cosa que no sea lo que pasará. Odio pensar en lo que va a pasar, pero no puedo no hacerlo. La balita rosa en mi bolso y yo, pedimos a gritos lo mismo: ser usadas.

Y no, no hablo de mi mano. Quiero ser usada por Mason, joder.

Tampoco quiero ser usada de mala forma, esa en la que me rompe el corazón y me abandona a la deriva, así no. Pero eso tampoco pasará porque ni él va a enamorarse de mí ni yo puedo enamorarme de él, pero sí podemos follar.

Y espero que follemos mucho, por favor.

Esto es sexo, será solo sexo. Un deseo que no va a extinguirse fácilmente, lo sé, pero que necesitamos consumir porque yo no puedo seguir así. Yo no puedo seguir durmiéndome con la imagen mental de su rostro frente al mío, llamándome bombón y diciendo cuanto le gusta que sea su dulce zorrita.

Es enfermo. Estoy enferma. Necesito follar, y necesito que sea él quien me folle.

—¡Dulce! —chilla Cili, moviendome con tal brusquedad que termino cayéndome de la silla. La veo desde el suelo.

—¿Qué pasó? —pregunto, viendo a los lados. No hay nadie, solo ella y Mason. Este último es quien se acerca para ofrecerme su mano. Me fijo en su rostro antes de aceptarla.

—Te quedaste viendo lejos. Lo siento, no quería empujarte —se disculpa Cili, haciendo que deba soltar la mano de Mason al ponerme de pie por el abrazo que me da. Lo veo a los ojos.

—No pasa nada. Me distraje. ¿Ya estás lista? —pregunto. Asiente y se gira para coger sus cosas. Me fijo de nuevo en él. Mueve sus labios, dándome una orden que me electrifica el cuerpo entero y me toca morder mis labios para no soltar un jadeo desde ya.

Es que estoy fatal. Fatal.

Pero de que salgo con otro orgasmo de la universidad hoy, salgo. Sonrío, tomando la mano de Cili para irnos a la cafetería, mientras pienso qué inventarle para ir a ver a Mason donde me ordenó estar.

¿Cómo es que todavía no he llegado y ya estoy disfrutando lo que pasará?

Mason Erickson, me estás matando.

A mí también, jajajaja.

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