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Cosas de dos

Aclaratoria: Aparición de Male!Vzla Ángel Páez ; USA Alfred Jones; mención de Colombia Catalina y  República Dominicana Gregorio.

Sumario: Caminar derecho. Barbilla en alto. No titubear a la hora de dar el paso. Hoy es el día donde dejaría de lado esa tonta zona de amigos. ¿Pero qué tan cierto era eso?

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― ¿Cómo?― La contrariedad del rubio llegó hasta sus oídos mientras escuchaba todo desde lejos ― ¿Es...enserio, Coco? Eres la primera chica que me rechaza― Dejar caer su rostro de forma dramática son puras idioteces de su parte.

― Alfred en verdad lamento no poder corresponderte, pero... Seguro encontraras alguien que sea para ti. ¡Parce, he escuchado de varias chicas que se muere por salir contigo!―La castaña le sonríe para levantar sus ánimos del piso. ― ¡Vamos Al! Seguro que hayaras a esa chica especial.

Desde un arbusto un poco lejano, el chico de cabellos azabaches que estaba espiando todo, surcó una sonrisa satisfecho ante el resultado dado en la cita de aquello dos, las cosas habían salido mejor de lo esperado, no hubo necesidad de romperle el rostro al carita de princesa. Catalina lo rechazo, asiendo papilla el corazón del tipo. ¿Sí estaba feliz por su rechazo? Pues claro. ¿Sí era un desgraciado por estarlo? Tómenselo como les plazca.

La balanza se giraba a su favor, él había conocido a Catalina por casualidad e inmediatamente le pareció una chica muy amable, graciosa y un poco mojigata en ocasiones. Llegando a la conclusión de que podría ser una persona, madura y reservada, hasta una pequeña niña. Primero como conocidos, luego ella le otorgó el título de amigo, hasta ser lo que en la actualidad eran: mejores amigos.

Ángel estaba orgulloso de ese título pero a la vez un tanto decepcionado, la mayoría de las chicas que conocía querían portar otro título con él. Por eso hacia lo posible para dejar esa tonta zona de amigos. Así tuviera que espantar a cada idiota que se le insinuara. Ó llegar al punto de ocultarse detrás de un arbusto y escuchar una estúpida confesión.

― Ángel, coño, esto es ridículo, perseguir una tipa cuando muchas te persiguen a ti. A dónde venimos a caer ― Gregorio a su lado parecía un tanto aburrido ― Catalina jamás saldría con un tipo como ese ―El otro suspiró ante su impaciencia―Sabes porque acepte hacer esto, así que ¿cuándo le daremos su merecido al rubiecito? Para eso venimos ¿no?― Tronó sus dedos.

― Espera chico, el catirito ese no merece un golpe aún― Una sonrisa traviesa surca en los labios del ojos esmeralda ―Pero, no quita el hecho de que le demos un pequeño regalo ― Dijo tronando los nudillos de sus manos.

A lo que Gregorio sonrió cómplice. Ángel había llegado al punto de golpear a quien se acercara con malas intenciones a Catalina, como manera de amenaza. Pero sin importar qué, tenía la leve sensación de que Catalina ya no le pertenecía.

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El sonido del cuerpo impactando contra la pared, era sin duda estupendo. ¿Cuánto que no hacia eso? Gregorio sostenía el cuerpo del chico rubio que horas antes hablaba con Catalina, quien forcejeaba tratando de liberarse, mientras, Ángel dio un golpe certero con el puño cerrado sobre el abdomen de Alfred que soltó el aire debido al repentino acto.

Jadeos de dolor salían con constancia de los labios del chico de lentes mientras los golpes continuaban, ya a esta altura tenía un labio roto y la nariz le empezaba a sangrar levemente.

― Ángel, déjalo creo que ya tuvo suficiente― Gregorio tan sólo rodo los ojos cuando presencio como Ángel hacia caso omiso a sus palabras― Ya basta. Mira como lo dejaste. Esta vez te lo tomaste muy personal, mano― Dijo para soltar al chico que cayó al suelo adolorido, con la respiración pausada por el cansancio debido al agotamiento en su adolorido cuerpo.

― Esta vez es personal, Gregorio― Sus orbes fueron a parar furiosos sobre el chico que hacia lo posible para sentarse. Gregorio tan sólo suspiró al ver como su amigo había dejado de lado su jocosa personalidad en este instante.

― Te doy cinco minutos. Tengo una cita dentro de poco y no quiero llegar tarde. Eso si, sí vas a matarlo no dejes el lugar lleno de sangre ― Se despidió, a lo que Ángel guardó silencio mientras la figura de Gregorio se alejaba. Tan sólo el respirar pesado de Jones rompía el espeso silencio que empezaba a nacer.

Alfred soltó un quejido cuando intentó ponerse de pie de manera brusca, apoyando su demacrado cuerpo sobre la pared a sus espaldas. Mínimo debía tener un fuerte moretón que demoraría un montón en desaparecer.

― Creo que no fui muy claro la última vez que hable contigo, Alfred ― La voz de Ángel llegó hasta sus oídos, como reflejo llevó su vista hacia él. El chico también se veía agotado a pesar de no haber recibido ningún golpe. Más lo que llamó su atención fue como sus orbes jades ocultaban algún mensaje en ellos que él pudiera descifrar. ― Te dije muy claramente que te quiero lejos de Catalina. Deja de ser tan iluso que ella no se fijaría en ti ― Se había acercado lo suficiente a Alfred para quedar frente a frente, con un empujón hacia abajo del hombro del rubio, obligó que su cuerpo se sentara de manera tosca sobre el piso. En esta posición, Ángel quedó con mayor altura respeto a Jones, por lo que se puso en cuclillas acercándose lo suficiente para susurra algo al oído del chico― La próxima no seré tan amable contigo, papi.― Resopló en su oreja para levantarse y salir de lugar de una vez.

Más la mano de Alfred sobre su muñeca interrumpió su salida. Perplejo dio la vuelta para encontrarse con las rubias hembras cubriendo de manera desordenada el rostro del joven que sostenía fuertemente su muñeca.

― ¿Me llamas iluso a mí? ― A pesar de todo su voz resonó con un toque de burla ― Sí tú eres un completo imbécil, honey. Te aferras a una simple ilusión que no pasara. Haciendo una y otra vez alguna estupidez para hacerla realidad― El agarre se volvió más fuerte, hasta que los dedos de Alfred se tornaba de un color níveo gracias a la presión ejercida― ¿No te preguntas porqué en ningún momento puse resistencia, en realidad? Quise hacerte el momento más fácil, a largar esa absurda felicidad que te da el golpear sin control. Crees que en tu sufrimiento, acabar responsabilizando a los demás de algo que tú hiciste es lo correcto, para luego con aires de falsa justicia hacerte cargo de las cosas.― El desconcierto en Ángel causo que sus labios se alinearan en una imprescindible sonrisa de satisfacción― Eres peor que yo, honey.― Susurró complacido soltado el agarre que su mano hacia.

A Alfred le tomó por sorpresa cuando el cuerpo de Ángel se incorporó sentándose a su costado, el chico tenía la vista al frente, sin decir alguna palabra.

― Tú no comprendes nada, Alfred. Nunca lo comprenderás, no eres yo para saber lo que en verdad pasa en mí. Podría decirte que por dentro estoy hecho mierda, más eso aumentaría la maldita cara de confort que tienes, mamagüebo ― Le sonrió de costado con cinismo― Al parecer, estas demasiado bien para haberme dicho todas esas cosas.

― Sólo soy sincero y digo lo que es más que evidente. Eres un idiota y para Catalina no serás más que un amigo. Por lo menos yo en algún momento tuve algo con ella, cosa que tú no ― Alzó sus hombro restándole importancia, pero escupiendo cada palabra a sabiendas del daño que haría.

― ¡Cállate! No sabes nada― Ángel acercó sus rostro al de Alfred con la mandíbula tensa tratando de controlar la ira que empezaba a tener, acción que complacía al rubio que no quitaba la sonrisa de su rostro.

― Já, Really? Dime, entonces porque haces todo esto si estás seguro de ti mismo y que ella en algún momento podría llamarte "novio"― Ante el silencio por parte del azabache, las risas se hicieron escuchar. En verdad se estaba divirtiendo ― Lo sabía, estas completamente aterrado, actúas como un niño que intenta ocultar su incompetencia ante la idea de perder algo, ¡A­­h! cierto, como perder algo que nunca fue tuyo.― Ángel frunció el ceño ante la altanería que rubio portaba, bufando molesto ― Deberías abrir los ojos, funcionas demasiado masoquista― Negó moviendo su cabeza―Pobre, pobre Ángel, ella seguro tiene a alguien, y ¿tú? Aquí actuado como un imbécil que trae a sus amigos para encargarse de aquello que considera "amenaza". Ángel date cuenta que esto también te hace daño. Admítelo― El aliento de los labios entre abierto de Jones chocaban de manera pausada sobre los labios sin expresión del moreno.

― Es demasiado amable de tu parte, pero, no ando buscando la lastima de nadie― Con sigilo recorrió el rostro de Alfred, pasando sus dedos sobre la tez del contrario de manera pausada― Tienes una cara muy linda, lástima que dentro de poco no quedara rastro de ella.― A pesar de alzar su puño con intención de golpearle, Alfred no parecía alterarse.

Pero antes de siquiera darle tiempo a reaccionar a Ángel, el joven de ojos celeste lo tomó con la guardia baja, para tan solo sentir como sus labios eran asaltados de manera feroz por Jones, la lengua de este se paseaba por completo sobre su cabina bucal a medida que el beso se profundizaba. Sin darse cuente ya lo correspondía con la misma intensidad con que se lo daban.

Cuando un rastro de juicio pasó por su mente, procesó lo que en verdad ocurría, en un intento desesperado de terminar el beso Ángel mordió con fuerza la lengua ajena fuertemente sacando un poco de sangre. El dolor producido obligó a Alfred alejarse.

Con la respiración acelerada y el sabor del óxido de la sangre en sus papilas, Ángel se levantó del piso sacudiendo su ropa. Alfred limpió con su mano los contornos de sus labios de manera tranquila.

― No vuelvas hacer eso, nunca más. ¿Escuchaste? ― Espetó Ángel molesto con el rostro reflejando cólera.

― Eres buen actor, darling . Hasta podrían darte un premio. Siempre dices eso, y mira terminamos haciéndolo igual. Te engañas a ti mismo, pero disfrutas tanto como yo esto― Alfred ya estaba de pie, muy cerca de él ― A veces utilizas cualquier escusas para hacerlo, como si en verdad no te preocupara Catalina en realidad, si no el hecho de que yo me acercara a ella o a cualquier chica en realidad― Lo tomó de su rostro obligando a mirarle a la cara, en verdad Alfred podía llegar a ser más alto que él, su semblante mostraba seriedad mientras los ojos detrás del cristal de los antojos estaban sobre él, Ángel no quitó la vista y haciéndole frente permaneció firme― Admite de una vez que sientes algo por mí, demos fin a este circo.

Ángel masculló por lo bajo apartando las manos sobre su rostro, ignorándolo por completo.

― Piensa lo que se te dé la gana, mamagüebo― Metió manos en sus bolsillos y se echó a andar, Alfred calló para cerrar sus ojos satisfecho en verdad. Ya próximamente sería él quien tomaría cartas en el asusto.

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Gregorio hizo a un lado el cigarrillo a medio fumar a penas ver la cara de Ángel, el chico estaba pensativo con la vista perdida pero aun así no quitaba esa expresión de enfado.

― Sí que tardaste ahí adentro, duraste demasiado― Dijo poniéndose a la par, empezando a caminar― ¿Qué hiciste allá adentro? Supongo que no estuviste jugando a las muñecas.

― Nada sin importancia― Suspiró pesadamente sobando su cuello― ¿No que tenías una cita?― Preguntó cambiando de tema.

― ¡Oh sí! Será algo fantástico. Esta noche para me robare a esa chica, habrá sexo....

Las palabras seguían, pero, Ángel ya no le prestaba atención. Su mente estaba sumergida en el recuerdo de Alfred y lo ocurrido. Tal vez el muy hijo de perra tenía razón, era un iluso. Ambos lo eran, porque seguir en ese ciclo de mierda, una pelea como excusa para termina sintiendo los labios del contrario.

Caminar erguido, mentón en alto, mirada al frente. Seguir avanzando.

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Me perdonan por esto ;-; Pero lo tenía que hacer. Mi primer chico x chico, esos dos son puro orgullo.

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