Caminos y decisiones
Parte 2.

Óscar.

Golpe tras golpe.

Golpe tras golpe.

Esto parece ser un ciclo de nunca acabar. Nadie me dijo que lo tendría tan difícil.

Sus movimientos son fluidos, pero engañosos, y por alguna razón todos sus ataques hacia mí protegen de forma ingeniosa su... estómago. Sospecho que está haciendo uso de su magia negra, ya que, normalmente un clon hecho con magia blanca se deshace tan pronto lo tocas.

Pero estos clones... hasta sangran. Lo comprobé al rajar los cuerpos dos de ellos desde la entre ceja hasta el estómago. No habían órganos, pero sí mucha sangre, quedé empapado.

Lo hacen como humanos normales, lo cual me hace más difícil la tarea de derrotarlo. Y más porque le soy más fiel a mis principios que a mis habilidades.

Yo PODRÍA utilizar magia negra, pero eso PODRÍA convertirme en un monstruo, un hombre sin corazón, despiadado; malo.

Como... como mi padre.

Claren me lanza una bola de fuego enorme, pero no me da a mi; cae más atrás, dándole a un árbol. El fuego lo consume por completo, pero lo que me pareció bastante extraño fue el hecho de que el fuego no se detuvo ahí; siguió avanzando hasta crear una especie de círculo a mi alrededor...

—Señorito Planor.

Volteo rápidamente.

Claren también quedó atrapado en el círculo, o mejor dijo, yo quedé atrapado con él.

Su irritable sonrisa de maniático me lo confirma.

—¿Cuál es tu propósito con esto? —aprieto los puños con rabia.

Empieza a estirarse y moverse como si estuviera calentando.

—Es obvio, ¿no?

Casi ni lo conozco, pero ya lo odio.

—Empecemos con los preliminares, azulito.

—¿Qu-?

Se mueve tan rápido que no logro enfocarlo bien, en un parpadeo su puño impacta mi rostro con violencia y vuelo por los aires hasta caer a pocos centímetros del fuego.

Si fuera una persona común, me abría destrozado todos los huesos que componen mi cabeza.

Esto va enserio.

Pero no me está gustando el camino a lo que eso conduce.

Claramente esta pelea tiene un solo fin: o muere él o muero yo.

Pero, ¿por qué?

Si esto fue organizado por mi padre quiere decir que él lo sabe, sabe que hay una alta probabilidad de que yo muera.

Literalmente está arriesgando la vida de su único hijo. ¿Por qué? Ojalá lo supiera.

¿Con qué fin? Pues... no creo que quiera saberlo.

—Espabila, muchacho. Aún quedan muchos huesos que romperte. —levanto la cabeza del suelo, mareado, y lo primero que veo es esa asquerosa sonrisa.

Lo odio. 

El brillo de su mirada cambia a una un poco más analítica.

—Vaya, ¿me odias, azulito?

En ese mismo instante él hace que un árbol enorme caiga sobre mí, pero antes de que me toque lo evaporo con mi Aliento de Magma.

Me levanto a duras penas y me posiciono para pelear.

—Esta no es una lucha limpia, no te recomiendo que esperes a que yo te ataque.

Aprovecho esos cinco segundos de baja guardia para elaborar un plan rápido en mi mente y hacer uso de mis habilidades intuitivas.

Bingo.

Me acerco rápidamente hacia él y le golpeo la boca del estómago lo más fuerte que puedo.

Necesito destrozarlo.

Confirmo que mi plan funcionó cuando veo esa figura frente a mí desvanecerse. El fuego se apaga, ya no hay ningún círculo candente rodeándome y caigo al suelo de rodillas. Estoy cansado, esos golpes de seguro me dolerán mañana.

Pero lo que más me preocupa es: si eso con lo que estaba pelando era un clon, entonces ¿cómo pudo ese clon hacer otros clones? Y lo más escalofriante aún: los clones salidos de otro clon, te lo acepto, pero ¿qué tengan la misma resistencia? Esto ya se está poniendo sospechoso.

No pude darle más vueltas al asunto, porque mis ojos empezaron a pesarme. Caí por completo en el suelo. Lo último que oí fue la voz de Marit diciendo:

—Lo hiciste, amigo. Lo lograste.

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El sonido del viento haciendo que las hojas se rocen y el olor a naturaleza que se cuela por la ventana sirven como tranquilizante para mi cerebro y pulmones. Sin embargo, hay una inquietud en mí.

—Me siento como un inútil.

—¿Por qué lo dices?

—¿Tú crees que mi padre quiera deshacerse de mí?

Marit se queda en silencio. Creo que ya sé lo que piensa al respecto.

—No es bueno que pienses eso...

—Pero ¿y si es cierto?

Él respira profundo y procede a acostarse a mi lado, dándome la espalda.

—Esto me trae recuerdos.

Si, a mí también. La sala de enfermería en la que estoy es mucho más lujosa que la del castillo Veridiano, pero cada vez que entre a una sala como esta, pensaré en el día en el que por idiota me incautaron.

Miro por la ventana del frente; el cielo se ve hermoso, tiene un tono de azul que me recuerda mucho a los ojos de Márgot.

—Marit, ¿no tienes cosas que hacer?

Se remueve, perezoso.

—Ahora resulta que te estorbo.

—Cállate, solo quiero que me dejes solo.

Se levanta sin ganas y me mira con desagrado.

—Eres un asco de amigo.

Le sonrío con suficiencia.

—Fíngelo hasta que te lo creas, banano verde.

—Cabrón mal agradecido.

Y se va.

Me quedo pensando.

Los médicos dijeron que me recuperé más rápido de lo normal, sin haber utilizado ni una pizca de magia. Parece que las heridas que me causó también fueron de a mentiras.

Odio que no haya tenido los testículos de enfrentarme en persona, aunque si hubiera sido así seguramente me habría matado enserio. Además, un clon, por más poderoso que uno lo vea, siempre, pero siempre será solo el 25% de tu verdadero poder.

Por lo que, puede que yo haya utilizado hasta el 50% del mío, pero él pudo volverme nada solo con el 25% del suyo.

Esto es serio de verdad.

Necesito entrenar mucho más.

No puedo evitar sentirme inútil, fue en serio que se le confesé a Marit. Soy un inútil porque estoy casi en la edad adulta y no sé cuál es el límite de mi poder ni tampoco sé cómo controlarlo.

Mi padre un día dijo: "El hombre que no conoce su límite no se conoce a si mismo. Pero no te confundas, conocer tu límite no significa que debas respetarlo, a veces, hay que sobrepasarlo, doblegarlo y torturarlo para hacerlo más fuerte, más poderoso".

En ese entonces no comprendí el significado de aquellas palabras, pero ahora... creo que esa pelea fue una cachetada de la realidad para hacerme entrar en razón.

La realidad es que yo le temo a mi límite.

Mi límite me controla.

Yo podría optar por invertir los papeles, pero en mi defensa; ese límite tiene voz, tiene poder y tiene su propio juicio.

¿Como doblegar algo así?

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