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CAPÍTULO 10

CONOCIENDO A MI ANFITRIONA

AIMEE

Iban a dar las 6 de la mañana.

No había podido dormir mucho, estaba jodidamente cansada y un poco estresada.

Cada que cerraba los malditos ojos, los recuerdos me empezaban a atacar, no sabía por qué, pero estaba harta, quería sentirme segura y fui al único lugar dónde sabía que me iba sentir así. Necesitaba a mi hermano, necesitaba sentirme segura y sus abrazos me hacían sentir eso. Seguridad.

Fui directo a la puerta de la habitación de Jamie y toqué. Durante unos minutos no respondió, eso fue raro, Jamie siempre se despertaba temprano. Volví a tocar con más insistencia.

Hasta que, por fin abrió la puerta de golpe.

—¿Qué pasó? –preguntó mientras bostezaba.

Se veía cansado y como si un auto lo hubiera arrollado, o sea, que se veía muy jodido.

—Hola, hermanito –le sonreí con inocencia–. Tu hermana necesita un abrazo –alcé mis brazos y le hice un puchero.

—¡Por el amor de Dios! No, ahora no puedo, ranita –expresó mientras se daba la vuelta y volvía a su habitación.

Bajé mis brazos, lo seguí y cerré la puerta.

—¿Estás bien, Jamie?

Él se tiró en su cama y se mantuvo boca bajo.

—Sí, solo que desperté con un terrible dolor de cabeza y solo quiero dormir.

Lo observé detenidamente, realmente se veía muy jodido, aún llevaba puesta la ropa que usó el día anterior, eso era raro. Normalmente Jamie siempre era muy limpio, se preocupa mucho por su aspecto.

Verlo todo jodido como si hubiese salido de fiesta –cosa que era imposible– me hizo pensar que algo malo le pasó. Mi instinto curioso, me hizo acercarme a él, para poder investigar sobre lo que pasó en su salida y me acosté a su lado en la cama.

Jamie aún tenía los ojos cerrados.

—¿Cómo te fue ayer con Sterling?

Él no dijo nada, solamente se quedó acostado con los ojos cerrados, me subí a su espalda y soltó una queja.

—¡Jamie! –susurré en oído.

—Mmm.

—¡Jamie! –volví a decir en un susurro.

Nada, no hizo nada y grité con todas mis fuerzas para que me hiciera caso.

—¡Despierta, Jamie!

Se dio la vuelta y me tiró de la cama.

—¡Por todos los cielos! ¡Aimee, casi me rompes el tímpano! Déjame dormir, te prometo que cuando no tenga sueño te cuento todo, ahora no puedo.

Me quedé con la boca abierta, mientras veía como se volvía a acomodar en la cama y se tapaba con las sábanas, me puse de pie. Esa caída me dolió demasiado que comencé a sobarme el culo para aliviar el dolor.

Me encaminé hacia la puerta, pero el sonido de un celular me detuvo, di la vuelta y vi el celular de mi hermano en la mesita de noche. Quizás debía irme a desayunar, eso sería lo mejor, pero mi maldita curiosidad me ganó y me dirigí a la mesita de noche y tomé el celular.

—Una miradita no le hace daño a nadie jiji.

Cuando estuvo en mi mano volvió a sonar, avisando que llegó un nuevo mensaje, me sobresalté y volteé hacia la cama. Jamie estaba profundamente dormido, eso me relajó.

Desbloqueé su celular, inmediatamente me tensé al ver de quién eran los mensajes que le habían llegado.

«¡Maldita...!»

Cami: Jay-Jay, amor, contéstame, sabes que no me puedes ignorar.

Cami: Realmente estoy intentando tener paciencia, no puedes ignorarme.

Cami: No me hagas recurrir a medidas drásticas, Jamie.

Apreté el celular con fuerza, podía sentir como la ira empezaba a brotar por todo mi cuerpo. Eso no podía estar pasando, tragué en seco e inmediatamente borré el chat de Camila, mi hermano no podía ver esos mensajes, no podía dejar que esa maldita arruinara todo, no, otra vez.

Dejé el celular de mi hermano en donde estaba, salí de su habitación y me dirigí a la mía. Cuando llegué a ella, me encerré y traté de que mi respiración volviera a la normalidad, cuando lo conseguí, intenté pensar con claridad.

Nadie de New York sabía dónde estábamos –a excepción de mis padres– básicamente desaparecimos del mapa, y gracias a eso, todo estaría bien, Camila no podía ir a Cooperstown, si no sabía dónde estábamos y realmente esperaba que siguiera sin conocer nuestro paradero, la conocía muy bien y sabía que era capaz de todo para conseguir sus objetivos, hasta hacerle un maldito berrinche a su estúpido padre para que la ayudara para localizarnos.

No podía dejar que eso pasara, no cuando por fin me había librado de ella, era parte del pasado y ahí se tenía que quedar. Ella no podía volver a nuestras vidas, a la vida de Jamie, no podía permitir que volviera a arruinar su vida y a manipularlo.

Cuando estuve más calmada, decidí ir a desayunar, vi la hora, aún era muy temprano, intuí que no habría nadie, comería sola y eso hice, salí de mi cuarto y fui a la cocina.

✝️✝️✝️✝️✝️✝️✝️

Estar sola en la cocina me hizo sentir paz y tranquilidad, no había nadie, busqué algo para comer y como era un poco floja, decidí que lo mejor era comer cereal con leche.

El cereal sabía un poco extraño conforme lo iba comiendo, solo había podido comer un par de cucharadas, no tenía buen sabor. «Sabe de la chingada» pensé en la segunda cucharada. Realmente era un asco.

Después de unos minutos, seguía sin comer el dichoso cereal, pero no me atrevía a tirarlo, aunque quería hacerlo, en mi casa, me habían enseñado que la comida no se desperdiciaba o iría al infierno y no quería irme ahí solo por tirar un poco de comida, me quedé viendo el plato, mientras pensaba que hacer con él, sin desperdiciarlo.

Escuché un ruido el cual me hizo voltear hacia atrás. Eve estaba entrando a la cocina mientras se amarraba un delantal atrás de su falda, aún no me notaba. Fue entonces que decidí hacer acto de presencia para llamar su atención.

—¡Buen día, Eve!

Se sobresaltó y alzó sus increíbles ojos rojos hacia mí, su mirada por un momento me dio escalofríos.

«¡Santa mierda!»

—¡Señorita! ¡Buenos días! –exclamó mientras se acercaba a la cocina.

Notó lo que estaba comiendo y frunció en el ceño.

—¿Usted se preparó eso?

Vi mi plato de cereal y luego volví alzar la vista hacia ella.

—Sí, pensé que no habría problema.

Se puso un poco nerviosa, no dejaba de ver mi plato, parecía asustada de lo que estaba comiendo, volví a ver mi plato, no le veía algo malo, era solo cereal con leche; aunque sabía asqueroso.

—¿Sucede algo? –pregunté.

—¿No quiere que le prepare otra cosa? ¿Un sándwich? –ella jugaba con sus manos nerviosamente.

—No, yo...

El sonido de alguien entrando a la cocina me interrumpió, ambas volteamos a ver a quién había entrado. Era Alec, él tenía una bolsa de hielo en la cara, Eve dio un pequeño grito al verlo y salió de la cocina hacia lo que supuse era una bodega.

Alec se acercó al mesón donde me encontraba y se puso delante de mí.

—Buen día –saludé.

Él ladeó una sonrisa, se quitó la bolsa de hielo de la cara, jadeé al ver su rostro.

«¡Mierda! ¡Su cara está jodida!»

—¡Dios mío! ¿Estás bien? ¿Qué te pasó?

Su cara estaba llena de lo que parecían picaduras de algo, eran horribles, estaba demasiado hinchado y rojo, también tenía picaduras en el cuello y en sus manos.

¿Qué mierda le habría pasado? Sin pensarlo demasiado, me puse de pie y fui directo junto a él. Tomé su cara entre mis manos y empecé a examinar su rostro, él solo me observó con sorpresa.

—¿Qué te pasó? –exclamé mientras veía esos bonitos ojos verdes.

Él sonrió y de una manera muy amable quitó mis manos de su cara.

—Solo me encontré con la sorpresa de DSlee –él me sonrió de lado.

—¿Sorpresa? –lo vi con extrañeza–. Pero ¿Qué clase de sorpresa pudo haberte causado esas picaduras?

—¡Tranquila, manzanita! Estoy bien, esto –apuntó a las picaduras–, pronto desaparecerán.

Estaba tan conmocionada que no había caído en cuenta que él aún sostenía mis manos.

«¡Carajo!». Tragué en seco, el contacto de sus manos con las mías, era algo que me causó un extraño hormigueo en todo el cuerpo.

—Estaré bien, no te preocupes –me volvió asegurar y me sonrió.

Admito que aún con esas picaduras horribles en su rostro, Alec no dejaba de verse atractivo. Sus ojos me evaluaron por completo, no podía separar mi vista de él, una de sus manos soltó la mía, alzó su mano libre y metió un mechón de mi cabello atrás de mi oreja rozando un poco mi mejilla, el contacto fue mínimo, pero no impidió que se me escapara un suspiro.

—Te ves tierna preocupada.

—Yo...

Estábamos muy cerca, él aun sostenía mi rostro y una de mis manos, una sensación muy poco conocida me embriagó, una rara necesidad de ser besada por él, surgió, tragué un poco de saliva y él se lamió el labio inferior.

Necesitaba besarlo. Alec se acercó más a mí y ladeó su rostro, mi corazón empezó acelerarse por la cercanía, él rozó su nariz con la mía, su pulgar acarició mi mejilla, cerré los ojos ante el contacto, realmente quería que me besara, abrí mis ojos, él estaba sonriendo, se acercó más a mí y...

—¡Por Satán! ¿Qué tenemos aquí?

Me separé de golpe de Alec y me giré hacia la voz que nos había interrumpido, DSlee se apoyó en el marco de la puerta, tenía una sonrisa traviesa y sus ojos dorados tenían cierto brillo juguetón.

—Te lucen bien esas picaduras, Alec, aunque no te hacen ver menos imbécil de lo que ya eres –sonrió de una manera traviesa.

—¡Maldito, Enano! –no me di cuenta en qué momento Alec se acercó a DSlee, lo agarró del cuello, lo puso contra la pared y me sobresalté–. Eres un maldito idiota, pequeño demonio, mira lo que me has hecho.

DSlee sonrió, la situación le divertía, a pesar de que Alec lo tenía agarrado del cuello.

—Yo no te hice nada, tú más que nadie sabe que mis amenazas no son en vano –DSlee agarró la muñeca de Alec–. Ahora suéltame si no quieres que te pase algo mucho peor que unas simples picadas de alacrán.

Jadeé al escuchar eso.

«¡¿Qué mierda?! ¿Picaduras de alacrán?»

Me acerqué a ellos y de un jalón hice que Alec soltara a DSlee para que me volteara a ver, su mirada había cambiado, ya no era esa mirada coqueta de siempre.

—¿Picaduras de alacrán?

—Estoy bien –gruñó mientras se liberaba de mi agarre de manera brusca.

Alec salió de la cocina dejándome con la duda, esas picaduras no se veían bien.

DSlee se arregló la camisa y luego se acercó al refrigerador para abrirlo y sacar un jugo, me quedé viéndolo con los ojos entrecerrados, se volteó y me enarcó una ceja.

—¿Qué? ¿Por qué me ves así, niña? Se que estoy hermoso, pero no es para que me estes viendo de esa manera.

«Hijo de puta»

—¿De dónde sacaste alacranes?

Me miró muy seriamente.

—¿Por qué te interesa? ¿Acaso estás preocupada por el imbécil de Alec?

Me sorprendí ante sus preguntas, no sabía qué contestar, lo cual parecía darle gracia.

—Estás preocupada –se llevó el vaso de jugo a la boca y dio un sorbo sin apartar la mirada de mí–. Eso es... lindo, de una forma asquerosa, pero te preocupas por ese imbécil ¿Quieres mi consejo?

—Yo...

—No me importa si no lo quieres, te lo daré de todas formas –le restó importancia con la mano–. Ten cuidado, pequeña niña.

—¿En qué debo tener cuidado?

DSlee sonrió, pero luego vio hacia el plato de cereal.

—¿Qué mierda es eso?

—Mmm ¿Cereal con leche?

Él hizo una mueca de asco.

—Mmm, no ¿Quién lo sirvió?

—Yo ¿Por qué?

Entrecerró los ojos.

—Déjame hacerte otra cosa de comer, bueno, no, yo no, porque no sé cocinar, pero Eve sí –agarró mi plato y me miró–. Esto no es cereal, no vuelvas a hacerte de comer tú sola. No sabes lo que puedes estar ingiriendo ¿ok?

Eso fue extraño, iba a decir algo, pero ya se había ido por la misma puerta en la que salió Eve. No me quedó más remedio que sentarme otra vez en el mesón de la cocina a esperar su regreso.

Mi celular sonó y lo saqué de mi pantalón de pijama.

Era un mensaje de Jeca.

Jeca: ¡Oye! ¿Quieres almorzar conmigo hoy?

Entrecerré mis ojos, era extraño que Jeca me mandara algún mensaje, sí, ella era con la única que hablaba en la escuela desde que llegué al pueblo, pero no había tenido la necesidad de mandarle un mensaje.

Decidí contestarle y aceptar su invitación y solo por dos simples razones:

1. No tenía nada que hacer, era sábado y estaba libre.

2. No me venía mal socializar un poco.

Su respuesta no tardó en llegar.

Jeca: ¡Genial! Te veo en la cafetería que está frente a la plaza del pueblo😊.

No estaba entusiasmada, pero era bueno socializar un poco. Aunque el socializar fue lo que me llevó a tener muchos problemas en New York, me tensé al recordar todo lo que pasé, traté de alejar esos pensamientos mientras esperaba que DSlee o Eve regresaran.

Me sentí observada, alcé mi vista, me topé con unos ojos azules claros, su mirada era muy intensa. Él estaba apoyado en el marco de la puerta que daba al jardín trasero con sus brazos cruzados en su pecho, era intimidante y su mirada no abandonaba la mía, sabía que era uno de los chicos, pero no me acoraba de su nombre.

Me empecé a incomodar, el silencio se volvió un poco tenso.

—¡Hola! –saludé en un extraño intento de alivianar el ambiente.

Él no me respondió, siguió viéndome de una manera intensa.

—¿No te enseñaron modales?

No dijo nada, solo entrecerró sus ojos.

«¡¿QUÉ MIERDA ME VES MALDITO IMBÉCIL?!», quería gritarle, estaba harta, realmente estaba a punto de hacerlo para que dejara de verme, pero la voz de DSlee me interrumpió.

—¡YA REGRESÓ POR QUIEN LLORABAS! –gritó en un tono muy alegre mientras entraba a la cocina, tenía un par de sándwiches agarrados–. Un rico y delicioso sándwich cortesía de Eve y...

DSlee se quedó callado al ver al extraño tipo en la puerta, la sonrisa de DSlee se borró.

—¿Qué haces parado ahí viéndola como un maldito acosador?

—No es asunto tuyo –comentó el de ojos azules sin apartar la vista de mí.

—¡Vaya! Así que si tiene voz –susurré.

Pero ambos chicos lo escucharon, DSlee me volteó a ver y sonrió, él otro solo entrecerró sus ojos.

«¡Mierda!»

—Sabía que eras extraño, pero no tan extraño, Mikael.

Jamás iba a adivinar cómo se llamaba. ¡Carajo! Con tantos nombres esperaba no equivocarme al decir uno. A veces eran muy confusos, esos chicos no tenían nombres comunes. Todo sería más sencillo si tuvieran nombres más simples como; Juanito, Panchito o Pablito, pero no, la maldita vida era muy injusta que hacía que me aprendiera nombres que hasta eran difíciles de pronunciar.

—Cómo sea –soltó DSlee–. No pensé que regresarías tan temprano, te hacia lejos.

Por fin Mikael –alias el de intensa mirada– dejó de verme y se concentró en DSlee.

—Tuve que regresar por algo –él se acercó al mesón y se puso a un lado de DSlee–. ¿Qué es eso?

—Eve lo hizo –DSlee se encogió de hombros–. Sándwich ¿Quieres?

Mikael miró él sándwich de una forma extraña, estaba evaluándolo, parecía que era la primera vez que veía uno, era extraño.

—Tengo noticias –comentó el de intensa mirada.

—Huelo chisme, cuéntame ¿De qué noticias estamos hablando?

Mikael me echó un vistazo, luego volvió su vista a DSlee y se cercó más a él para hablarle al oído. La cara de DSlee cambió sorpresivamente, fuera lo que fuera que Mikael le estaba diciendo, se veía interesante.

—¡No me jodas! ¿En serio? –Mikael asintió–. ¡Vaya! Ya era hora.

Ambos se enfrascaron en una conversación, me habían dejado fuera de cuadro.

«Genial, otra vez era una puta espectadora». Decidí actuar normal, fuera lo que fuera de lo que hablaban, no me incumbía, me dediqué a comer el sándwich.

«¡Puta mierda! Estaba más rico que el cereal»

✝️✝️✝️✝️✝️✝️✝️

Al terminar de comer el sándwich y de ser ignorada por los chicos con los que estaba, había decidido que no me vendría mal dar un paseo por el pueblo sola, y lo hice.

Cuando dio la hora para ver a Jeca en la cafetería no me imaginé que me quedaría sentada escuchándola hablar sobre las virtudes de cada chico que vivía conmigo. Llevaba casi media hora escuchando sus delirios sobre como amaría vivir con los siete terribles.

Era un poco agotador.

—Es en serio Aimee, ellos son tan...

«Que alguien me mate» tenía ganas de aporrearme la cabeza en la maldita mesa, ya no aguantaba más.

Las ventajas de haber pasado casi toda mi vida en una iglesia y en una comunidad religiosa en donde las mujeres solo servíamos para ayudar al prójimo, era que aprendías como parecer que estabas centrada y concentrada en alguna conversación, cuando en realidad tu mente estaba ausente mientras imaginabas mil maneras de cómo pegarte un tiro en la cabeza o a la otra persona, al menos en mi caso.

Por años, mi padre siempre nos obligaba a Jamie y a mí a participar en cosas de la iglesia, nos hacía escuchar a las personas sobre sus problemas, ahí aprendí a cómo parecer presente en cada conversación que las personas querían mantener conmigo, mientras que mi mente estaba en otro lugar o imaginando formas de deshacerme de la persona que hablaba conmigo y justamente eso era lo que estaba pasando con Jeca.

Mientras Jeca hablaba y hablaba, fingía escucharla y parecer interesada en lo que decía, comentaba cosas que le daban a creer que la estaba escuchando, decía palabras y frases como; «¿En serio?» «Mmm» «No lo creo» «¡Oh, guau! ¡Qué interesante!» «Ajá» «No puede ser» esas y muchas otras más.

Fingía escuchar y parecer interesada, mientras tomaba de mi malteada de fresa con oreo.

—Te juro que, si fuera tú, intentaría enamorar a uno de ellos, son como los hombres perfectos.

—Sí, claro, estoy de acuerdo –sorbí mi malteada.

Ella continuaba hablando, me preguntaba ¿Cómo era qué no se cansaba de hablar? Ya ni las monjas de las Iglesias hablaban tanto con sus sermones.

Mi mirada empezó a recorrer todo el lugar, estábamos en la terraza de la cafetería, tenía una increíble vista de la plaza del pueblo y el parque principal, era una hermosa vista. Algo bueno de Cooperstown era que no había tanto ruido como en New York.

Recorrí todo con mi mirada, al ver a ciertas personas me tensé. Desde hace algunos años había podido notar ciertas cosas extrañas en las personas, a veces podía ver cierto tipo de aura alrededor de ellas, eso me hizo pensar que eran alucinaciones mías debido a las drogas, porque sí, antes me drogaba –cosa que nadie sabía, ni siquiera mi hermano–. Fueron tiempos difíciles para mí, que de solo pensarlo me tensaba.

Recuerdo que una vez llegué a ver una extraña luz alrededor de una persona, pero lo extraño fue que igual podía verle un par de alas atrás de ella, era alucinante, si alguien lo veía diría que era un ángel, pero sabía que no lo era, sus alas eran diferentes a como solían describir las alas de los ángeles. No presté mucha atención esa vez, pues deduje que era algún efecto de la yerba que había fumado.

Desde mi posición, podía ver de lejos a Sterling, me había dado cuenta que ella era la única mujer del pueblo que vestía de forma exótica, estaba muy lejos de mí, pero podía saber que era ella por su vestimenta, llevaba puesto unas botas de tacón negras que le llegaban arriba de la rodilla, una falda negra que si mi madre la hubiese visto, le daría un infarto por lo corta que era, llevaba un top blanco y una chaqueta de cuero, se veía sexy y empoderada, que era difícil pasarla por alto, llevaba puestos sus lentes de sol.

En ese momento, que la detallaba, me di cuenta de algo que no había notado antes, alrededor de ella había una extraña luz que me hizo tragar en seco.

«¡Mierda, mierda, mierda!»

Aparté mi vista de ella y me concentré en la chica parlanchina que estaba frente a mí. Solo deseaba que Jeca no se fijara en ella, alcé mi vista y vi que Jeca se había callado.

«¡Me lleva la puta madre!»

—¿Sucede algo? –pregunté con un poco de preocupación en mi voz.

Los ojos verdes de Jeca estaban clavados en algún lugar del parque.

—¿Esa no es Sterling?

Giré discretamente mi cabeza para ver dónde se suponía que estaba viendo ella y me hice la tonta fingiendo que no estaba viendo a mi anfitriona.

—No, creo que no.

—No, sí es Sterling, ella es la única del pueblo que se viste tan a la moda.

Se puso de pie y me tensé.

«¡Puta madre! ¡Me lleva el carajo!»

—¿Qué estás haciendo? –solté con un poco de temor.

«¡Por favor, Dios! Si existes que no haga lo que creo que va hacer»

—La voy a invitar a comer con nosotras.

—No...

Pero era tarde, ella gritó.

—¡Sterling! ¡Ster! –comenzó hacer señas mientras gritaba.

Todos los que estaban afuera se nos quedaron viendo, me encogí en mi silla, sentí un poco de pena por todo eso.

«Por favor, trágame tierra y escúpeme en marte». Deseaba que Sterling la ignorara, si la ignoraba podía estar un poco tranquila, pero mis ruegos fueron ignorados, Sterling ya estaba a un lado de nosotras.

Alcé mi vista, ella se quitó los lentes y me dio una deslumbrante sonrisa, la examiné con la mirada, no había nada extraño en ella, ya no veía lo que anteriormente había notado.

No había nada.

Le devolví la sonrisa.

—¡Hola, Aimee, Jeca! –le sonrió a mi compañera.

—Hola –contesté.

—Hola, te vi y pensé que te gustaría comer con nosotras –Jeca le dio una gran sonrisa que denotaba entusiasmo y anhelo.

«Por favor, que diga que no»

No era que Sterling me cayera mal o algo, no la conocía para poder tener alguna opinión de ella, se veía como una gran chica, pero había algo que sentía que no estaba bien, llamémoslo un sexto sentido o como a Jamie le gustaba decir «Intuición de una loca».

—Oh, eso sería genial, gracias –se sentó a mi lado y se volteó hacia mí, me tensé en mi silla–. Me hubieras dicho que vendrías y veníamos juntas, estaba haciendo unos encargos, te puedo llevar luego a la mansión, si es que no piensas hacer algo más en el pueblo.

Pensé en declinar su oferta, no me sentía cómoda con ella, pero traté de no ser tan obvia, tal vez mi desconfianza hacia la gente era la que no me permitía poder interactuar bien con ella para conocerla.

Además, suficiente tenía con siempre rechazar las ofertas de Alec para llevarme a la mansión después de la escuela, haría mi mejor intento de ser un poco más sociable, solo esperaba que mi sociabilidad no me pateara el culo luego.

Le sonreí.

—Claro, podemos irnos juntas.

Ella sonrió y luego se volteó hacia Jeca.

Las observé a ambas platicar, Jeca era muy sociable y amigable con las personas que se le acercaban, jamás dejaba de sonreír.

—¿Puedo hacerte una pregunta un poco indiscreta? –soltó Jeca.

Sterling enarcó una ceja.

—Claro, dime.

—¿Qué se siente vivir entre tantos hombres guapos?

Mi vena chismosa quería saber lo que pasaba por la mente de Sterling, tomé un poco de mi malteada y observé a la pelinegra que parecía divertida ante tal pregunta.

—¿Hombres guapos? –preguntó con una sonrisa.

—Sí, ya sabes, los seis chicos con los que viven, todos muy atractivos –alargó la u–. Si viviera con ellos, no sabría qué hacer, son tan sexys, que me provocan hacer cualquier tipo de pecado.

Sterling frunció el ceño, parecía como si la idea le diera asco.

—He estado toda mi vida con ellos, son como mis hermanos, que verlos de otra manera me sería imposible.

«Pobre Saías». A mi mente llegó la imagen del chico de cabello largo y ojos verdes que desde lejos se veía que estaba enamorado de Sterling.

—¿Desde cuándo los conoces? –no puede evitar preguntar.

Ella volteó a verme.

—Desde siempre, desde que nacimos podría decirse, hemos estado juntos en cada momento de nuestras vidas, los siete somos inseparables.

—Aww, por eso siempre están a tu lado –comentó Jeca con una mirada soñadora–, y te protegen ¿no?

—Sí.

—Son como tus mejores amigos.

Sterling hizo una mueca.

—Podría decir que, sí. Sí, claro, aunque unos más que otros.

—Eso es genial.

Un mesero se acercó a nuestra mesa con una linda sonrisa.

Era lindo, ojos miel, cabello castaño y encima de su nariz y pómulos tenía un rastro de pecas.

—Pero miren lo que trajo el viento, si es mi linda Jeca –soltó el mesero al acercarse.

Jeca se sobresaltó, alzó la vista hacia el chico frente a ella, sonrió y se levantó de la silla.

—¡Derek! –gritó y se lanzó a abrazarlo–. ¿Cuándo volviste?

Ellos se separaron un poco del abrazo, Jeca se veía contenta, el chico; que al parecer se llamaba Derek, le sonrió y le metió un mechón de cabello en su oreja.

Parecía qué había mucha confianza entre ellos.

—Ayer.

—¿Y no me avisaste?

Él se encogió de hombros.

—Quería darte una sorpresa el lunes, pero la vida te trajo aquí hoy.

Ella sonrió y volvió a abrazarlo, se notaba que le tenía mucho cariño.

Ambos se separaron y nos voltearon a ver.

—Veo que hiciste amigas en mi ausencia.

Jeca se sonrojó y él la abrazó por los hombros, al notar a mi anfitriona se asombró.

–¡Pero si es Sterling! –él se volteó hacia Jeca y sonrió–. Te superaste –volvió su vista a Ster–. Hola, Sterling.

—Hola, Derek –le sonrió y él se sonrojó, luego me miró.

—A ti no te conozco.

—Oh, ella es Aimee –explicó Jeca.

—Hola –saludé y me sonrió.

—Aimee y su hermano son nuevos en el pueblo, llegaron hace una semana, viven en la mansión Gehenna con Sterling y los chicos.

—¿En serio? Nadie había entrado en esa mansión jamás.

De reojo noté como Sterling se tensó, pero no perdió la sonrisa.

—Un día me gustaría visitar la mansión.

—Sí, a mi igual.

«Bah, si supieran que no tenía nada interesante». Esa casa era monocromática, mucho negro, aunque tenía un excelente estilo moderno combinado con lo antiguo de la estructura de la casa.

—Eso sería difícil –declaró Sterling, estaba tensa.

Derek estaba a punto de hablar, pero una mujer salió de la cafetería y le expresó que lo necesitaban adentro, al parecer era su madre.

—Bueno, fue un gusto verlas, chicas.

—Antes de que te vayas ¿Puedes traerme un café helado, por favor? –solicitó Sterling.

—Bien, enseguida vuelvo con el café.

Antes de irse, él abrazó otra vez a Jeca y le murmuró algo que hizo que ella asintiera y la apretó más hacia él.

Derek se fue y Jeca tomó asiento otra vez.

—Bueno, eso fue extraño... ¿Es tu novio?

Ambas chicas me miraron.

—Él es Derek Johnson –explicó Sterling–. Su familia es dueña de esta cafetería y estudia en la misma escuela que nosotras. Solo que sé había ido o algo así.

—Se fue de intercambio a un campamento de ciencias hace 4 meses –soltó Jeca.

Derek no solo era lindo, también era muy inteligente.

A mi cabeza, llegó la imagen de un chico de ojos grises y cabello blanco que me había estado ayudando mucho en la escuela desde que llegué, sonreí ante su recuerdo. Él no era lindo, era atractivo, sexy, ardiente e inteligente, pero de repente su imagen se transformó en la imagen de un chico tatuado, con piercings, de ojos de un color verde claro y cabello negro, tragué en seco con su imagen y me removí incomoda en mi silla.

—Sí, también es el novio de Jeca –comentó Sterling con una sonrisa, ocasionando que Jeca se sonrojara.

—No... no es mi novio. Él y yo nos conocemos desde siempre.

—Son vecinos –me explicó Sterling.

—Oh ya veo, entonces es el típico cliché de vecinos desde siempre que son mejores amigos los cuales se enamoran, pero ninguno se atreve a decir nada para no arruinar la amistad, al final sucede algo entre ambos, uno se declara, el otro se asusta ante tal declaración, se separan, dejan de ser mejores amigos, pero al final vuelven a hablarse, ambos se sinceran, se vuelven pareja y viven felices para siempre con un romance épico. –manifesté con una sonrisa traviesa.

Jeca se sonrojó por completo, pero no dijo nada y me reí.

—Vaya, eso sí fue un gran resumen de algún libro y de la vida de Jeca –exclamó Sterling con una sonrisa y luego me volteó a ver–. O tienes una gran imaginación o te gusta leer mucho.

—Veo muchas películas, los libros no son lo mío –me encogí de hombros.

Ambas reímos, Jeca aún se veía apenada por todo.

Me di cuenta que poco a poco me iba relajando, ya no me sentía tan tensa como al principio. Jamie diría algo como «Mi ranita está agarrando confianza.»

Sonreí, porque era verdad, me sentía bien, hasta llegué a participar en las conversaciones. Me di cuenta que Sterling era una chica linda y risueña.

Estaba conociendo a mi anfitriona.

Me puse más cómoda y seguí bebiendo mi malteada mientras reía y escuchaba a ambas mujeres hablar y reír.

✝️✝️✝️✝️✝️✝️✝️

—Entonces...

Hablé para llamar la atención de Sterling que estaba conduciendo su lindo y costoso auto deportivo –no sabía si era deportivo, porque no sabía de carros, pero si parecía muy costoso– ella me miró de reojo por un segundo para luego volver su vista a la carretera.

Después de casi dos horas en la cafetería; en donde nos sumergimos en un montón de temas de conversación junto a Jeca, estábamos yendo de regreso a la mansión y ya no me sentía tan tensa junto a Sterling que, decidí hacer plática.

—¿Entonces...? –preguntó esperando a que continúe.

—¿Puedo preguntar cómo te fue con mi hermano?

—Ya lo hiciste –sonrió, me miró de reojo y volvió la vista a la carretera–. ¿Por qué no le preguntaste a él como le fue?

—Oh, fue lo primero que hice –me reí mientras veía la ventana del auto–. Pero él estaba muy cansado, no podía mantenerse despierto.

Volteé a verla, tenía los labios apretados y sus manos sostenían con fuerza el volante. Extraño.

—¿Él... está bien?

—Pues me dijo que estaba muy cansado y que tenía un fuerte dolor de cabeza –me encogí de hombros y noté como ella frunció el ceño–. Dijo que solo necesitaba descasar y que lo dejara en paz.

» Yo quería ser una buena hermana, que estaba en busca de información sobre su hermano saliendo con la chica que le gusta.

Sterling sonrió.

Interesante. Al parecer, a ella no le era indiferente mi hermano, me dije a mí misma que tomaría nota de eso para luego hacérselo saber a Jamie y tal vez, solo tal vez, molestarlo un poco.

«Jiji, como amaba joder a ese idiota»

—Y veo que, tú te estás volviendo muy unida a Sathiel.

«Oh, mi sexy y ardiente Sathiel»

«¡Mierda, no!». No podía pensar así de ojos fríos, porque sí, Sathiel tenía unos ojos grises muy bonitos, pero que de igual forma eran fríos e intimidantes.

—No, solo me está ayudando a no estar tan perdida en las clases, es un buen tutor –me encogí de hombros.

—¿Y Alec?

—Hombre que se cree que con una sonrisa radiante puede tener a la que quiera en su mano –susurré.

Puse los ojos en blanco, porque, aunque no lo admitiera jamás, Alec era atractivo y provocó algo en mí, desde la primera vez que lo vi.

Sterling rio y la miré extrañada, ella me había escuchado.

«¡Mierda!»

—¡Lo siento! No quise decir eso –me llevé una mano a la boca apenada–. Solamente se me salió sin pensar.

—Tranquila, no dijiste nada malo, es verdad, Alec es alguien muy... ¿Sociable? No sé cómo explicarlo, pero siempre consigue derretir a cualquiera –no dije nada, y como no hablé, ella volvió a hablar–. ¿Qué hay de los demás? ¿Te llevas bien con ellos? No he visto que hables con los demás.

—De los demás no tengo mucho que comentar, solo he cruzado un par de palabras con ellos, pero puedo decir que DSlee es un poco extraño.

—Sí, no lo niego, DSlee tiene una actitud muy peculiar que puede sorprender, a pesar de ser un perezoso, puede sorprenderte.

—Adriel no dice mucho, pero parece que siempre tiene hambre.

Ella sonrió y asintió.

—Él tiene un apetito insaciable.

—No tengo nada que decir de los otros dos, el de cabello negro y largo.

—Saías.

«Parece ser un imbécil enamorado de ti»

—Ese, es callado, solo habla contigo y parece estar siempre enojado.

—Es reservado.

—Y el otro...

—Mikael.

«Un idiota con una mirada muy intensa»

—Hasta hoy en la mañana es que me lo topé, no dijo nada, solo me vio con una mirada intensa, no me habló ni nada, así que, no puedo opinar nada.

—Interesante.

Murmuró, no dijo nada más, se quedó pensativa y decidí preguntar algo.

—¿Te gusta mi hermano?

—¿A qué viene esa pregunta?

—A que soy una hermana protectora, obviamente sabes que a Jamie le gustas, él no es discreto y bueno, quiero saber qué opinas de él y asegurarme que no le harás daño.

Ella me vio de reojo, parecía que iba a hablar, pero noté que habíamos llegado.

Sterling colocó un código en el panel de la entrada y los portones se abrieron. Ella manejó hasta llegar a la entrada de la mansión.

—¿Contestarias mi pregunta? –pregunté antes de bajar del auto.

—Yo...

—¡Ster!

El grito de uno de los chicos; Alec, nos sobresaltó.

Alec bajó corriendo las escaleras de la entrada, se acercó al auto, abrió mi puerta y me ayudó a bajar.

—¡Hola, manzanita! ¡Adiós, manzanita! –soltó antes de subir al asiento del copiloto donde me encontraba.

—¿Qué sucede? –preguntó Sterling.

—Te digo en el camino, vamos.

Ella no dijo nada, arrancó.

—Nos vemos, Aimee –ella se despidió antes de avanzar.

«Pero ¿Qué mierda acababa de pasar?»

—¿Pensativa, niña?

«¡Carajo!». Me sobresalté al ver a DSlee a mi lado.

—¡Dios! ¡Me asustaste! –solté mientras llevaba una mano a mi pecho.

Él hizo una mueca.

—No digas eso.

—¿Qué cosa?

—Esa expresión, no la digas, al menos no aquí.

—Pero...

No pude decir nada más, porque él se dio la vuelta y se fue, dejándome con la palabra en la boca. Decidí entrar a la mansión, antes de que me viera como una estúpida plantada ahí, cuando entré, lo primero que hice, fue ir a ver a mi hermano en su habitación.

Toqué varias veces, pero no me respondió, deduje que a lo mejor aún estaba durmiendo, pero eso sería extraño, ya que era tarde para que siguiera acostado, abrí la puerta, no había nadie, su habitación estaba vacía, saqué mi celular y le mandé un mensaje.

Aimee: ¿Dónde estás?

Después de un raro, él me contestó.

Sapo: Estoy ocupado, luego hablamos, no te preocupes por mí.

Entrecerré los ojos, eso era muy extraño, quise preguntar si todo iba bien, pero el mensaje de «No te preocupes por mí» me detuvo.

Suspiré y decidí ir ami habitación un rato, cuando llegué a ella, noté por la ventana que el cielose veía hermoso, tanto que, me picaron las ganas de dibujar, agarré mis cosasde dibujo, bajé para ir al jardín y despejar mi mente un rato.

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¿Qué les pareció este capítulo? 

Yo quería besito entre Alec y Aimee pero no se pudo, lástima.

Espero les haya gustado este capitulo , no olviden votar y comentar.

Besos demoniacos ❤️

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