Siento no haber actualizado antes. Pero la universidad me ha quitado el tiempo libre en Navidad y con él las horas para escribir. Os recompenso con este capítulo que es bastante largo y tiene bastante contenido.
Feliz Navidad y feliz Año Nuevo
Anna Chess
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"Hoy tienes el día libre, disfrútalo"
Releyó el mensaje de Pepper suspirando fuertemente, necesitaba una distracción hasta que volviera Steve pues, temía asustarse por lo que pudiera estar pasando allí donde él estuviera. Solo había tenido aquella tensión cuando María había estado dos días incomunicada durante una misión.
Se ató los cordones de las deportivas antes de salir a correr, aprovecharía ese día libre para darse una paliza deportiva. Todos los días sacaba dos horas para entrenar o correr, pero nunca conseguía tanto tiempo como los días de "vacaciones". No podía perder forma física, por lo que aquello era básico en su rutina diaria. A veces Anne se metía con ella diciendo que el tiempo que gastaba en aquello debía gastarlo en socializar con el resto de la empresa.
Tras dos horas de carrera (y haber comido) decidió ir al gimnasio para practicar pelea. Primero con los contrincantes que aceptaran lucha de artes marciales (a los que ganaba con bastante facilidad) y por último se quedó durante horas frente al saco de boxeo. Era divertido como algunos la piropeaban hasta que mordían el polvo. Nunca volvían a dirigirle la mirada.
—El saco no tiene la culpa de que te fuera mal en las reuniones — Steve miraba a la chica apoyado en la puerta del gimnasio. Tenía una sonrisa burlona que hizo a la chica dejar de lado lo que estaba haciendo. Corrió hacia él antes de abrazarlo.
—No me avisaste de que habías llegado — se quejó ella haciendo un puchero. Rebecca creía que acababa de llegar, pero el rubio se había deleitado mirando la figura de la chica. Además, pocas veces veía movimientos tan pulcros y medidos.
—Era una sorpresa. Creía que estarías trabajando, pero Stark me mandó un mensaje diciendo que hoy no estarías por allí — ella se sonrojó al darse cuenta de lo que aquello significaba. Stark les había emparejado desde el principio y, no solo eso, ¡había acertado! Y aquel comportamiento por parte de ambos lo reflejaba aún cuando no habían empezado.
—Hace mucho que no entreno con alguien que sepa luchar realmente... — la chica se mordió el labio con una sonrisa deseosa de un reto real. Nunca había peleado con él, estaba segura de que peleaba mejor que cualquiera de los socios de aquel club — ¿te apetece o te has llevado suficientes palos durante la misión?
—Nunca me llevo suficientes — negó con una sonrisa antes de ir hacia el cuadrilátero, levantó las cuerdas antes de mirar a la chica. A pesar del brillo de diversión y desafío también había cariño en su mirada — las damas primero
Ella pasó con una sonrisa chasqueándose los dedos y estirando el cuello, quería quedar bien delante del rubio. Además, tenía miedo de pasarlo mal al estar junto al chico tras el beso y la noche. Pasó todo lo contrario, lo que quería era volver a besarle y volver a dormir rodeada por los brazos y el calor del americano.
—¿Lista? — la sonrisa del rubio deslumbró a la chica. Su respuesta fue atacar la primera. Sabía que el reto era duro, más cuando él pesaba mucho más que ella. Pero no iba a quedarse atrás por ello. No la habían educado para ello.
Steve paró la patada antes de lanzar un puñetazo. Ella lo esquivó dándole un golpe en el costado que había dejado sin defensa. Se dio cuenta de que no podría ganarle sin alguna llave pues le ganaba en fuerza por bastante. Dejó algunos flancos indefensos a posta, evitaba el golpe y conseguía golpear al chico en respuesta.
—Hmm...— gruñó al recibir el tercer golpe en el mismo punto del costado. Fue a barrer las piernas de la chica. Ella saltó y aprovechó el movimiento para lanzar una patada a Steve — mala decisión — cogió de la pierna a la chica de tal manera que quedó colgada. En lugar de rendirse hizo fuerza con la otra pierna hasta que él la dejó libre y pudo alejarse gracias a una voltereta.
Cualquiera que les viera pelear pensaría que se llevaban a matar. Sus miradas ya eran completamente serias y sus movimientos medían lo justo de fuerza y lugar.
Después de haber recibido tres puñetazos duros la chica consiguió estar de espaldas a Steve. Aprovechó el poco tiempo que tardaría en girarse para saltar agarrando el cuello del chico con sus piernas y forzar en una llave extraña al hombre en el suelo. Él no se dio por vencido golpeando a la chica en los brazos, se levantó ágilmente para tirar a la chica al suelo sin dejar que se levantara.
—Merde — había retomado la lectura en francés y todo lo que conllevaba recuperar su lengua materna. Aquello hacía que de vez en cuando apareciesen en su vocabulario habitual. Decidió hacer un plan b.
Rebecca se mordió el labio alternando su mirada entre los labios del chico y sus ojos. Miradas lentas y sugerentes. En realidad no tenía que fingir las ganas de volver a probar aquellos labios carnosos. Por supuesto el supersoldado se distrajo mínimamente. Su distracción completa se dio cuando en lugar de ser una mirada fueron los labios de la morena fueron los que llevaron la acción. Se fundieron en un beso en el que ella agarró la cintura del chico con las piernas y dio la vuelta a la situación (porque la fuerza del rubio disminuyó considerablemente). Colocó su codo en el cuello del chico ocupándose de que estuviera bien inmovilizado.
—Jaque mate — susurró Rebecca con un deje de picardía y arrogancia que solo ella podía tener. El morado se veía como sombra de la personalidad de la mujer.
—Eso han sido trampas — se quejó él tratando de ocultar la diversión y el deseo de repetir el beso con un puchero.
—No pusimos reglas — se encogió de hombros antes de soltar al chico y levantarse. Le ofreció su mano para que se levantara con ella. Él la cogió y en vez de levantarse aprovechó para hacer una llave que dejara a la morena en el suelo. Juntó sus bocas con delicadeza. Steve se sonrojó por verse haciendo algo así, pues no estaba acostumbrado. Rebecca negó con una sonrisa cuando se separaron.
—A esto podemos jugar los dos
—¿Sí? Yo creo que mejor jugamos en otro sitio — respondió con el sarcasmo impregnado en la voz la mujer. Steve se sonrojó aún más al notar el significado de aquellas palabras. Luego esperó a que él se levantase para levantarse también. — iré a ducharme. Espérame en la puerta
—Claro — recogió sus cosas para esperar en la puerta a la mujer.
Cuando llegó él se paró a mirar embelesado como la naturalidad de la mujer le apabullaba. Era increíble conocer todas las facetas de la exagente. Incluso cuando se sentía un poco absorto por ella, incluso cuando se avergonzaba de ir a su lado por no tener su porte... Siempre se perdía en su figura, sobre todo en sus ojos. Lo había intentado evitar, hasta que la besó y durmió con ella. La acompañó en un momento bajo y le demostró lo que ni siquiera él sabía que sentía (era bastante inexperto en el amor, eso estaba claro). Desde ese momento se propuso aprovechar cada momento con ella al máximo.
—Tengo mi coche, ¿cómo has venido? — comentó negándose a aceptar que el rubio cogiese su bolsa de deporte. Rogers negó con una sonrisa conociendo demasiado a la mujer como para que le dejase hacer eso habitualmente.
—Iba a traer la moto, pero supuse que tendrías transporte — respondió con simpleza a la vez que entraban en el garaje. Amaba conducir, aunque sabía que no tanto como él adoraba escaparse en su motocicleta.
Al encender el coche la sinfonía nº 8 de Dvořák. Sonaba más alto de lo normal, aquello llamó la atención de Steve. Ella solía escuchar música clásica, casi siempre. Cuando no era música clásica era Jazz o Blues. Probablemente aquello la hacía más atractiva a sus ojos. Era música que él había escuchado y escuchaba. Algo a lo que no tenía que acostumbrarse.
—Una vez me contaste que escuchabas música para tranquilizarte, ¿por eso está más alta? — Rebecca maldijo los sentidos de Steve. Lo que parecía una pregunta inocente llegaba a lo más íntimo de la morena. Escucharon el diálogo entre los vientos madera mientras ella pensaba qué decir y cómo.
—Sí, llevo unos días más nerviosa de lo habitual — asintió la mujer a la vez que maniobraba para sacar el vehículo del establecimiento en el que se entrenaba — ¿dónde vamos?
—¿Te parece mi piso? — ella asintió ilusionada poniendo el intermitente hacia la derecha. Deseó que aquella intervención acabase ahí, pero él se había dado cuenta del intento de cambiar de tema — ¿qué ha pasado para ello?
—Aparte de lo que ya te conté en su momento...— los violines distrajeron un microsegundo a la mujer antes de que dignase a responder aquella pregunta — llevo unos días preocupada por ti y tu misión. Siempre me pongo nerviosa cuando te vas, pero desde aquel día... Me preocupas aún más.
—Una vez me dijiste que siempre usabas la misma obra para tranquilizarte antes de las misiones, ¿era esta? — comentó con curiosidad mirando el perfil de la chica. No sabía que responder a aquello, se sentía agradecido. Pero no sabía qué responder.
—Sí, aunque si era difícil y tenía miedo escuchaba la 5ª sinfonía de Tchaikovsky. Dicen que hay una parte dedicada a la fuerza del destino. Y parece bastante obvio a mis ojos — añadió Rebecca como si no le hubiese dolido que el hombre hubiese ignorado la declaración implícita en sus palabras.
Por mucho que el del anterior siglo fuese él, la cabeza de la mujer era un caos. Tras la haber dejado a Rumlow atrás y los años de juegos que había vivido con él...Necesitaba que aquello tuviese no un nombre, pero sí que lo hablasen. Por su propia salud mental. Sin embargo, no estaba segura de estar preparada. Él no respondió, por lo menos no al momento.
—Estás tensa, ¿estás bien? — comentó al rato Steve. Parecía mentira que fuese tan bueno para darse cuenta de algunas cosas y tan lento para otras. No tuvo que responder porque una llamada resonó en el coche.
Anne Lancoste
—Lo siento, pero tengo que contestar — activó la llamada a la vez que conducía. Steve no podía quejarse, aunque no sabía si quería estar presente en las conversaciones de trabajo de la chica. — Hola Anne, ¿qué tal el día?
—Bien, aunque te he echado de menos. Como hoy no me he quedado pululando a tu alrededor para convencerte de tener un descanso Paul me ha convencido para salir a tomar café juntos
—¡Oh! Eso no me lo esperaba — comentó Rebecca con una gran sonrisa impresionada por aquella acción de otro de los chicos que había en Stark Industries. Sabía que Rogers podía estar incómodo, pero necesitaba aquella llamada. La situación era más cómoda que responder la pregunta de Steve.
—¿Y sabes lo mejor?
—Sorpréndeme
—¡Quería que le hablase de ti! — palideció al momento. No miró a Steve porque iba conduciendo. Pero aquello ya había sido incómodo, esperaba que su amiga (y secretaria) relajasen el ambiente. En su lugar, la primera vez que alguno de sus compañeros se interesaba por ella en los temas amorosos tenía que ser el momento en el que estaba con Steve en el coche...— Le tuve que decir que casi siempre viene a recogerte Steve. Obviamente, aunque no me hayas dicho que haya pasado nada, me he recreado en lo cariñosos que parecéis el uno con el otro y lo tremendísimo que está. Porque no puedes negarme que tiene unos ojos increíbles y cul...
—Está conmigo en el coche Anne. No hace falta que desarrolles más la apariencia de Steve — ahora quien estaba incómodo era Steve. Rebecca lo estaba, pero una sonrisa socarrona por la situación en la que se encontraba el tímido de Steve había mejorado su semblante.
—Dios mío, no podré mirarle a la cara. ¿Por qué no me has avisado antes? — supuso que Anne estaría tratando de esconderse bajo la mesa de su salón tras aquel suceso tan poco adecuado para su día a día. — Por cierto, buenas tardes, Steve
—Buenas tardes — su voz sonó normal, aunque su expresión era para enmarcar. De hecho Rebecca aprovechó uno de los giros en el camino para mirarle de reojo a la vez que dirigía su vista al retrovisor. Increíble.
—No pensé que acabaríamos hablando de mi vida amorosa. ¡Creía que Paul se te lanzaría! — después decidió hacer sufrir un poco más al hombre sentado junto a ella. No le iba a responder a la pregunta de manera directa, pero con aquella llamada se declararía. Se negaba a que él siguiese ciego, sin darse cuenta — de todas formas. El otro día nos liamos y durmió en mi casa, como de costumbre. Así que Paul se ha quedado sin terreno...Si fuese otro caso no me importaría hasta que fuese algo serio y oficial, pero me importa mucho ¿sabes? — no miró al chico, pero sintió su mirada clavada como un clavo ardiente. No se arrepentía por mucho que fuese una manera cobarde de decir lo que sentía. Su amiga parecía haber notado la maniobra de la chica, por lo que calló y escuchó.
» Llevaba unos días fuera de la ciudad y solo me he dedicado a echarle de menos y preocuparme por él. Supongo que es que le quiero, pero no quiero asustarle diciéndoselo a la primera de cambio. Además, que solo he tenido un novio real en la vida...Que mucho de amor, pues no sé. — buscó aparcamiento con calma sin dejar de hablar. Puede que hubiese dejado más de un sitio pasar por poder terminar su discursito, una vez había empezado necesitaba terminarlo o, por lo menos, dejarlo en un punto bastante avanzado— Sabes lo que me cuesta todo esto, bueno; tardé casi dos semanas en aceptar ir a tomar un café contigo. Solo porque me cuesta confiar en la gente. Y en él confío, muchísimo. Casi desde el primer momento. Nunca te conté como nos conocimos, pero él estaba perdidísimo y yo...Yo me puse como misión ayudarle con sus problemas — solo él entendía que su ayuda para que él se adaptase era aquello de lo que la chica hablaba. Pero no iba a decirlo, no iba a arruinar lo más bonito que le habían dicho de manera indirecta en la vida — Pero bueno, que he terminado de aparcar y tal. Cuando sepa como se desarrolla todo te iré contando. Gracias Anne — colgó sin esperar una respuesta de la mujer. Quitó las llaves del coche y cuando fue a salir la mano de Steve le paró.
—Espera, todo eso que has dicho...¿es cierto? — la mirada de Rebecca a Steve en aquel momento era un poema. No se creía que él fuese así de poco espabilado en la vida. De verdad que le sorprendía cada día más.
—Sí, ¿por qué iba a mentir? — la respuesta de él fue besarla sin dejar que ella replicase con alguna palabra más. Se dejó llevar unos segundos o minutos, no lo tenía claro. El caso es que acabó por separarse con calma. Él habló antes de que ella pudiese decir nada.
—Se me olvida que esto es otra época...—suspiró él jugando con sus dedos de manera ansiosa — por supuesto que quiero algo serio y oficial. Claro que lo quiero
—¿Eso significa que somos novios?
—Sí, princesa — negó con una sonrisa ante aquella broma por parte del hombre frente a ella.
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Steve pensaba en las miradas que Rumlow le lanzaba de manera indiscriminada mientras ambos subían al piso. No se lo explicaba porqué, ya qué él nunca había mencionado a Rebecca frente a él. Bueno, puede que alguna vez lo hiciese cuando hablaba con Natasha; pero nunca con una connotación que pudiese implicar todo lo que las miradas del hombre decían (por lo menos hasta aquel mismo día). Por otro lado, ella pensaba cómo habían llegado a aquel punto. Cada día que había estado compartiendo tiempo con el chico de Brooklyn y como, poco a poco, había comenzado a sentir cosas por él. Steven Grant Rogers era todo lo que había necesitado para desahogarse y salir hacia adelante a pesar de los errores pasados y su despido. No mediaron palabras. No las necesitaban. Ambos pensaban con las manos entrelazadas.
—Steve— él se giró ante la llamada de la chica cuando llegaron al pasillo de su casa.
—¿Qué? — ella hizo que se separara de la puerta para dejar un cálido beso en sus labios. No sabía cuándo sería su siguiente misión y debía aprovechar todo lo posible antes de volver a quedarse sola en DC. Cada palabra que había recitado era verdad. Eso implicaba aprovechar al máximo el tiempo con él porque ya tendría tiempo de echarle de menos. Cada vez que él estaba cerca su corazón latía más rápido, besarlo hacía que para ella todo desapareciera. Cuando él rodeó su cintura para pegarle aún más a él ella posó sus manos en la nuca del chico para jugar con su cuero cabelludo de manera despreocupada. Habrían seguido así durante más tiempo de no ser por un carraspeo procedente de una vecina del rubio.
—Lo sentimos— ella habló antes de girarse, al ver a la chica se contuvo de soltar una maldición. Era Sharon Carter, una agente que había sido entrenada con ella en algunos momentos de su carrera, al ver que hacía como si no la conociera comprendió que estaba allí de misión, encubierta. Y supo que Steve estaba siendo vigilado y protegido por Nick Fury. Aquello la tranquilizó mínimamente.
—No os preocupéis, solo quería avisaros de que os habéis dejado la música encendida— la rubia sonrió cortésmente antes de entrar a su apartamento. Steve y Rebecca se miraron seriamente, la tensión inundó el ambiente. Él fue el primero en reaccionar.
—Espera aquí — habló de manera seria y segura, hablaba el Capitán Rogers, no Steve el amante del dibujo.
—Pero...— ella quería decir que no le dejaría solo, pero él volvió a hablar haciéndola callar
—No te preocupes, es mi casa y aún vivo haciendo misiones. No quiero que corras peligro, miraré lo que pasa y te abriré la puerta ¿sí? — dejó un beso en su frente antes de andar hacia el exterior del edificio. Entró por una de las ventanas que daba a las escaleras de emergencia. Ella suspiró frustrada nerviosa por lo que pudiera pasar en el interior del apartamento.
Steve entró cogiendo el escudo que había dejado allí tras la misión. Con sumo cuidado y silencio fue hacia el salón, cogiendo el escudo por el camino. Su mente solo quería mantener segura a la chica que esperaba al otro lado de la puerta, Rebecca se había convertido en alguien tan importante en tan poco tiempo... Incluso había hablado de ella con Peggy.
Steve entró a la sala parándose al momento. El intruso de su apartamento no era otro que Nick Fury herido en su sillón. Luchaba por parecer fuerte cuando parecía estar realmente derrotado.
—No recuerdo haberte dado una llave— Steve habló sobre el tema de jazz que sonaba en todo el apartamento. Era de un disco que la propia Rebecca le había regalado.
—¿A caso crees que necesito una? — preguntó de manera burlona después de soltar un quejido ocasionado por el dolor—Mi esposa me ha echado
—No sabía que estabas casado
—Hay muchas cosas que no conoces de mí
—Lo sé, ese es el problema — él fue a encender la luz, pero Nick lo negó para que el rubio no pudiera ver su estado. Lo vio antes de quedarse sin habla, estaba hecho un desastre.
"Hay oídos en todas partes" Nick escribió en su móvil para mostrárselo al rubio de manera pausada. Él entendió todo lo que pasaba a su alrededor en ese momento. Necesitaban un tema de conversación para poder hablar, ellos habían escuchado cada conversación en su piso... Rebecca... Por eso Rumlow le miraba mal, era el primero en saber que había estado viéndose con la chica muy asiduamente (aunque no habían llegado a algo romántico hasta hacía tres días).
—Siento haber hecho esto, pero no tenía otro sitio en el que quedarme— el director de SHIELD volvió a hablar a la vez que escribía "SHIELD está comprometida, ¿ella está aquí? Confía en ella" Él asintió, no necesitaba nadie que le dijera que confiara en la morena, le había salvado la vida en New York y ahora era una de las pocas personas de la actualidad con la que tenía una relación real (incluso antes de ser novios).
—¿Quién más sabe lo de tu esposa? — peguntó Steve sin soltar el escudo. Por mucho que conociese al espía se negaba a bajar aquello en frente de cualquiera que no fuese traslúcido a sus ojos.
—Solo mis amigos— "ella, tú y yo" En ese momento todo cobró sentido para el chico. Fury se imaginaba que había algo raro y echó a la chica para que SHIELD no la tuviera en cuenta. La sacó de su vida para tener un contacto no relacionado con SHIELD. Sin embargo, él la había mantenido atada a la organización de manera indirecta. Esperaba que eso no fuese un peligro para la mujer.
—¿Es eso lo que somos? — arqueó una ceja
—Depende de ti — antes de poder decir algo más varias balas atravesaron al hombre. Él puso el cuerpo del hombre en un lugar seguro mientras él luchaba por mantener la conciencia. Dejó un pen-drive en la mano del rubio antes de hablar con dificultad — sólo ella
La puerta fue abierta en ese preciso momento por la morena que llevaba una pistola donada por Sharon, quien entraba tras ella.
—Capitán, soy la agente 13 de SHIELD, mi misión era protegerle — Rebecca ignoró a la rubia mientras avanzaba por el piso hasta encontrar a Steve junto al herido Nick Fury. Sharon entró siendo vista por Steve.
—¿Kate? — preguntó alarmado
—Su nombre es Sharon — susurró ella antes de ver como corría hacia Fury
—Foxtrot ha caído, necesito una unidad de UCI — habló por un comunicador mientras trataba de parar la sangre de las heridas
—¿Algo del tirador? — preguntaron por el comunicador. Steve y Rebecca se miraron antes de salir corriendo. Primero fue él, saltando por la ventana ella esperó unos segundos antes de seguirlo. Aterrizaron en una sala de oficinas, ella seguía el rastro que dejaba el escudo del rubio con la mayor rapidez posible. Por último, saltó hacia un techo donde estaba el rubio tirando el escudo al tirador. No le hizo nada.
Sin embargo, no se asustó antes de correr hacia él. Llegó gracias a que él se molestó en lanzar el escudo de vuelta. Lo evitó antes de darle una patada en el pecho. Esquivó su intento de puñetazo para tratar de hacer una llave al hombre. El problema fue tratar de doblar un brazo de metal. Trató de rectificar su último movimiento cuando ya era demasiado tarde. Cayó hacia atrás por culpa de un puñetazo sintiendo como su nariz sangraba desmesuradamente. El tirador huyó mientras el rubio corría hacia Rebecca
—¿Estás bien? — ella asintió levantándose con pesadez. Su vista estaba medianamente nublada. Sus sentidos volvían a dispararse. La reina de los espectros volvía a la vida después de meses dormida.
—No me la ha roto, solo duele mucho — respondió refiriéndose a la nariz. Él la abrazó con fuerza antes de responder serio. No se podía creer que les pasase aquello a los minutos de comenzar con su relación.
—Vete a casa antes de venir al hospital — no quería que ella se viera comprometida con todo lo que había pasado en el apartamento pues ya no sabía si fiarse de SHIELD. Si Fury la había alejado por su bien no quería ser quien lo cambiase.
—No, sé que había micrófonos y la agente Carter nos ha visto — ella cogió la mano del rubio con pena. Sabía que aquella noticia sería difícil. Ambas, en realidad —SHIELD ya lo sabe todo, Steve.
—¿Dijiste Carter? — ella asintió a la cara del supersoldado. Supuso que él no sabía que aquella mujer era pariente del gran amor de su vida.
—Sí, es su sobrina — él se perdió en sus recuerdos tratando de pensar claramente a la vez que ella entendía que era el momento de separarse. Por mucho que él quisiera algo con ella siempre estaría por debajo que aquella mujer con la que había compartido sus primeras batallas. No sabía por qué, pero estaba dispuesta a aceptarlo. Por mucho que le doliera saber que el amor del rubio nunca sería para ella completamente.
Cada uno perdido en sus pensamientos fueron al hospital. Él salió de su ensueño al ver a la chica llorando mientras veía la operación de urgencia de Fury. Estaba acurrucada en una esquina de la habitación con la cabeza entre las piernas. Ver allí a su mentor había sido un golpe muy duro, creía que podía lograrlo hasta que vio como los médicos trataban de ganar la batalla perdida. Sentía como la energía vital del cuerpo de Fury se consumía.
—Hey, Becca, shh— el rubio se sentó a su lado pasando un brazo por los hombros de la chica, ella se negó a cambiar su posición pues sentía como después de muchos meses sus poderes se estaban descontrolando — dame tus manos, no tengo miedo, dámelas
Ella levantó la cabeza mostrando sus ojos de un violeta intenso al chico. Negó seria antes de hablar. Él se separó para ponerse frente a ella, una posición más cómoda para tratar de tranquilizarla
—Te haré daño, me niego — susurró con la voz rota
—No me harás daño, confío en ti— por terquedad y esperanza ella acabó aceptando. Cedió poniendo sus manos a la vista del chico, él las cogió con delicadeza. Sintió un cosquilleo, pero nunca llegó a más. Al ver que lo había controlado él la abrazó dejando que la chica escondiera su cabeza en el cuello del rubio
—No lo va a conseguir, lo presiento — en ese momento alguien entró en la sala a hacerles compañía
—¿Lo va a conseguir? — Natasha Romanoff hizo que ambos se separaran y se levantaran. Ella hablaba hacia Rebecca, a pesar de llevar casi un año sin verla había hablado con Barton de sus poderes tras New York, sabía que era la más indicada para hablar.
—No lo sé— respondió Steve sabiendo que era una mejor respuesta que la que sentía su novia
—Espero que mis instintos se equivoquen — añadió tratando de mantenerse tranquila. Steve agarró su mano en respuesta, tratando de ayudarla, mantener la calma era lo más importante.
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