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23|La poderosa aceptación de un amor inquebrantable [Final]

Caranthir:

— ¡Aguarda! — expreso en un tono que sale más elevado de lo que planifiqué en su dirección deteniendo sus pasos.

»¿Qué has querido decir? — le pregunto confuso.

»¿Dejarás a tu hija, y a su padre?.

— No dejaré a mi hija, —expresa Esmeralda llegando a donde me encuentro. —pero sobre Hans, yo también provengo de los elfos lunares, has expresado que la profecía fue absuelta por lo que ya nada me une a su padre.

» Hans fue un príncipe de la naturaleza verde y mis antepasados elfos lunares, eso significa que el amor que llevó a Hans a elegirme como su reina no fue más que la profecía.

» No es real, usted lo ha dicho — expresa y sale a paso apresurado de aquí.

Cuando visualizo que entró al castillo sana y salva, me marcho de allí, con sus palabras en el pensamiento.

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Esmeralda II:

La noche se hace interminable ante mis pensamientos. Liderar una guerra protegiendo a Greenworld contra el reino de Otoniel, mi mejor amigo, no es una idea fácil de digerir. Mañana mismo empiezan los preparativos y entrenamientos, que aunque poseo habilidades con la espada, mejorar nunca está de más. Pero ojalá se pudiera cambiar el curso de esta historia.

¡Una guerra!

No lo pienso dos veces cuando me dirijo hacia el jardín trasero del castillo a sembrar los girasoles. Sin duda alguna necesito realizar una labor que me aleje por un momento de los inconvenientes sucedidos. Pero antes escribo una carta.

"Príncipe Otoniel, antes que nada expreso mis más sinceras disculpas por el inconveniente que impidió nuestro casamiento. La verdad es que no lo deseaba, casarme con usted fue un hecho que ante mis ojos era totalmente absurdo porque somos amigos y en el fondo de mí, sé que siempre será así. Se me comunicó sobre las intenciones de sus padres con respecto a mi reino y mi mandato, lastimosamente las consecuencias serán devastadoras, porque habrá guerra, guerra que desease que no se realizara. Una guerra es una verdadera pesadilla para cualquier reino. Pero debo proteger Greenworld, ya que en pocos meses seré la reina y no permitiré que sea dominado por tierras extranjeras, así sea la suya" — escribo para Otoniel en las primeras líneas de la carta que entrego al cartero antes de salir al jardín.

Los guardias de ojos azules, volviendo a ser mis guardias después de haber tomado su descanso de unas horas, me persiguen resguardándome, aunque les he pedido que se alejen un poco, de una manera u otra me siento extraña al tener a dos guardias encima de mí todo el día, es como si hubiese hecho algo malo y sea su prisionera.

Y no es así, soy su reina.

— Lord Roman, creo que este lugar de aquí es el indicado, el Sol se posa perfectamente — le indico a mi acompañante el lugar en que sembraremos algunos girasoles y seguido de ellos nos arrodillamos para abrir la tierra y dejar allí la semilla.

— ¡Tiene talento para ello, ya lo ve! — expresa sonriente Lord Roman al ver plantado tres semillas.

— Siempre lo supe, sólo deseo que sobrevivan a la guerra — expreso con lástima en mi voz y nos reincorporamos en nuestros sitios ante la llegada de Thiana a nuestra ubicación.

— Princesa Esmeralda, —exclama y yo arreglando mi postura le pido a Lord Roman que cuide muy bien de mis girasoles debido a lo ocupada que estaré a partir de este momento.

El señor se marcha después de despedirse, hacia el invernadero y Thiana prosigue a expresar:

— Ya he conversado con el Rey, y ha aprobado tu presencia en la tierra mágica. Las hadas mayores realizarán una reunión, en tu honor. — confiesa y supongo que las despedidas ya empezarán a manifestarse.

Al subir a mi habitación a darme un baño y sacarme la tierra de las manos y rodillas, me encuentro con la gélida sonrisa de mi madre esperándome dentro. El coraje viene a mi cuerpo, pero lo rechazo, en poco tiempo partiré a una guerra y es mi madre, la mujer que me dió vida. Le dejo realizarme el baño, y mientras la esponja contenida en sus manos, recorre mi espalda, empieza a decir en un susurro.

— Te gusta mucho la historia de Isabella Greenpeace ¿no? —formula a lo que asiento débilmente con la cabeza, y siento como respira profundamente.

» La princesa Isabella se unió a escondidas de toda la realeza con el príncipe elfo lunar, Arangorn — continúa diciendo lo que ya sé.

— ¿A dónde deseas llegar, madre? — le pregunto calmada girándome en la bañera para quedar frente a sus ojos.

— ¿Notas esto?— me pregunta acercando sus manos un poco arrugadas a mi rostro.

— ¿Las arrugas? — formulo confusa... aún no se ha donde me está llevando está conversación.

— Eso mismo, son arrugas, lo que significa que algún día dejaré de existir, Esmeralda, pero no siempre fue así.

» De alguna extraña manera sabes que tu padre estaba prohibido para mí pero, ¿sabes la razón? — formula causando condición en mí, que había deducido que fue por que sus clases sociales no eras las mismas.

¿No siempre fue humana?

— Esmeralda, la razón es que Isabella Greenpeace, fue mi madre. Arangorn fue mi padre, pero tu padre nunca reparó en mis orejas puntiagudas cuando me pidió ser su concubina, porque siempre las oculté. A pesar de no haber nacido como elfa lunar, era una elfa y no quería arriesgarme. Así que Marian, la anciana de la aldea, preparó un brebaje para mí, que me convirtió en humana y meses después fui coronada reina. — confiesa y miro directo a sus ojos verdes con los míos más abiertos que los suyos ahora mismo.

—¿Dices que eres hija de Isabella, del bisabuelo de Calegorm, que eres una elfa? — pregunto rápidamente reuniendo toda la información en mi mente.

Me cuesta creerlo

Dirijo mi mirada hacia mi cama donde se encuentra Copito tan pasmado de expresión como yo y mi madre asiente levemente con la cabeza.

— Mi madre es una elfa —expreso en voz alta y mi mirada la mira a ella que se apresura en corregir mis palabras.

—Ya no lo soy, hija, lo fui, y no volveré a serlo.

— ¿Eres familia de Calegorm? — pregunto confusa causando un vuelco en mi corazón al haber pronunciado su nombre nuevamente.

— Soy hermana de su abuelo. — expresa causando un colapso de ideas en mi mente.

No puede ser.

— ¿Por qué dejaste Islandia? — me atrevo a preguntar, —¿y por qué tus cabellos no son plateados ni tus ojos azules?

— Nunca viví en Islandia, fui desterrada de allí por el Concejo de Greenworld que nunca aceptó la unión de mis padres, les hicieron creer que había muerto y viví forandera en Greenworld hasta que Caranthir, el tío de Calegorm y hermano de su madre me encontró y me llevo ante Marian.

» Tu abuela era una renovadora de la naturaleza, tu abuelo un elfo lunar, yo nací siendo elfa del bosque, por eso no me asemejo a las características de los elfos de Islandia. — confiesa

Mis abuelos

— ¿Mi padre lo sabe? — pregunto seguido de su confesión en un susurro.

— No lo sabe, y no debería saberlo.— termina diciendo.

Tanto tiempo desafiando la entrada de elfos al castillo de Greenworld, el Concejo Real y mi padre, y justo la descendiente directa de Isabella y Arangorn es la actual reina de Greenworld, es mi madre.

— ¿Princesa? —pregunta Thiana desde fuera de la habitación, recupero mi compostura y con la ayuda de mi madre seco mi cuerpo para proseguir a vestirme.

» Deberíamos partir ya. —confiesa y mi madre le responde que pronto saldré mientras que yo aún me dedico a comprender toda la información que he recopilado en tan solo tres minutos.

Una vez que tengo puesto mi mejor vestido verde con los guantes cortos de seda y una pequeña tiara con perlas de esmeralda, me decido por salir de la alcoba pero antes, me sitúo frente a mi madre que empieza a albergar algunas lágrimas en sus ojos y le miro mientras ella mantiene la cabeza gacha. Dejo mis delgados dedos en su quijada y levanto su cabeza encontrándome con sus bellos ojos verdes y enseguida le abrazo tan fuerte como me es posible.

—Gracias por confiar en mí -—le digo en un susurro acercando mis labios a su oído.

» Gracias por sacar un poco de eso que llevas años cargando dentro de tí, ni idea de cómo pudiste con todo esto sola. Puedes contar conmigo. ¿si?

» Siempre seré tu hija, y tú elfa o humana, siempre serás mi madre y mi mejor amiga —termino expresando cuando las lágrimas caen por mis mejillas.

Vuelvo a abrazarle y secando nuestras lágrimas nos decidimos por salir de la alcoba encontrándonos con una hermosa Thiana, que entrelaza su brazo izquierdo con el mío derecho y juntas nos dirigimos hacia el árbol que comunica de cierta manera la tierra mágica con el castillo de Greenworld, mientras mi madre en compañía de Copito se encamina hacia el comedor.

***

Las hadas mayores me reciben con un delicioso banquete en mi honor, el cual posee comida humana para mí, y pequeños hongos para ellas. Además de las hadas mayores y yo, también se encuentra presente Thiana quien pronto será una de ellas, ya que pronto yo seré reina. A pesar de no poder batallar junto a el ejército de Greenworld debido a que son seres mágicos y por todos los medios deben encontrarse alejados de alguna guerra, crean un ritual junto a mis poderes renovadores para la victoria en los campos de batalla.

— Serás una asombrosa reina. — expresan todas al unísono una vez que terminamos con el ritual en el que pierdo un poco de mi energía pero no tanta como para caer en un sueño. Dado que en la tarde entrenaré junto a mi padre y algunos de los guardias debo conservar energía y fuerzas para no mostrarme débil.

Lila acercándose a mí, que me encuentro sentada en un pequeño tronco de un árbol caído, une nuestras manos dejando en ella un hermoso collar de oro con una piedra de esmeralda de dije con forma ovalada.

— Te protegerá — me confiesa y apenas lo coloca en mi cuello, de este sale un ligero resplandor que después desaparece con el paso de los segundos. Le agradezco el gesto y junto a Thiana que se encuentra creando el portal que nos dejara de nuevo en el castillo decidimos marcharnos antes de que caiga el sol de mediodía.

— ¡Princesa! —expresa Lila antes de cruzar el portal.

» No olvide seguir el legado de princesas renovadoras — expresa cuando giro mi rostro hacia ella y asintiendo débilmente con la cabeza cruzo junto a Thiana el portal.

Al llegar al castillo me encuentro con mi padre que esta en el jardín trasero intercambiando palabras con los guardias reales encargados de mi custodia, y al percatarse de que he vuelto se dirige hacia mí con sonrisa dulce para expresar:

— Empezaremos en una hora, si deseas puedes ir cambiandote ya de atuendo. Y prepárate moralmente para ello. — me sugiere y asiento con la cabeza. Subo a mi alcoba dejando a Thiana conversando con él.

—Nana, ¿sabes dónde se encuentra mi madre? —le pregunto cuando ya hemos acabado con la vestimenta que comprende unos pantalones color carmín y un camisón de los que habitualmente usa mi padre junto con mi pelo recogido en una coleta alta y unas botas de cuero.

— Si, Princesa, la última vez que la asistí se dirigía a su alcoba —me expresa amable y le dejo organizando el vestido que me había retirado. Me dirijo al alcoba de mi madre para comunicarle que ya he vuelto.

Al salir de la habitación me detengo en la vestimenta de los guardias que me acompañan, la cual va en conjunto con la mía, parece que serán mis contrincantes en el entrenamiento.

Me gusta la idea.

— ¿Madre?, ¡he vuelto! ¿deseas compartir un té antes de que me marche al entrenamiento? —pregunto desde fuera pero no hay respuesta.

Doy leves toques en las puertas, pero no atiende a ellas por lo que me dirijo al pomo que se encuentra abierto, así que me adentro despacio en la alcoba para encontrar a mi mad...

— ¿Mamá?, ¿Mamá? — pregunto repetidas veces en aumentado tono de voz sarandeando a la figura de mi madre que yace en suelo de la alcoba.

— ¡Llamen a mi padre! —les grito a los guardias que salen apresuradamente mientras mis ojos ya llorosos, estudian su cuerpo.

—¡Madre, por favor, despierte! — repito una y otra vez en un jadeo de dolor, pero está inmóvil y tan fría ante mi tacto.

— ¿Esmeralda?— pregunta mi padre entrando a la habitación y cuando se encuentra con el cuerpo de mi madre enseguida se lanza al suelo posicionándose a mi lado de rodillas.

—¡ No puede ser, Esmeralda! — grita en dirección a mi madre como loco.

—¡Llevensela de aquí! — grita mi padre enfurecido en dirección a los guardias expectantes, y cuando noto que se dirigen hacia mí, empiezo a gritar sin control.

— ¡No madre, por favor! — grito antes de que me saquen de la alcoba de mi madre y se dirigen conmigo hacia mi alcoba encerrándome dentro.

—¡Madre ! — digo ya en un susurro mientras mis rodillas tocan el suelo, el llanto se apodera de mí por todo lo que resto de día.

« — La hemos perdido—son las palabras del doctor cerca de mi puerta. »

La he perdido.

...a mi madre, la he perdido.

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