21|Ante tí.
Tres siglos antes:
Arangorn:
Mi padre dando vueltas de un lado a otro de la caverna con pasos firmes alza el tono de su voz refiriéndose a mí:
— Fue un mandato de tu abuelo, las princesas de la naturaleza verde serían de nuestros príncipes, pero no, Arangorn, la princesa Isabella no será tuya.
Desobedecer no está en mis planes, es ya que el reino cae en sus manos, más sin embargo averiguaré las razones por las que todos actualmente se oponen a dicha unión, ya que el Concejo de Hadas de Greenworld ha demandado que es una maldición, una razón para nada válida y mucho menos concreta.
—Te casarás con Elentari, es una dama audaz, de tu misma etnia y una elfa pura. Mañana mismo te mudarás al castillo, Elentari te estará esperando. Hasta entonces, mantente en tu lugar y por favor, no te acerques y mucho menos busques a Isabella, ustedes no son correspondidos. — termina diciendo y a paso apresurado sale de la caverna que constituye mi habitación en dirección a la caverna real en la que descansa mi madre mientras yo me decido por ir hacia la caverna que resguarda el árbol mágico, salgo también de allí en busca de un caballo.
Mis pasos son interrumpidos por la voz de mi hermano menor que en su trayecto se ha cruzado con la corpulenta figura de mi padre, al llegar a donde me encuentro ubicado, expresa:
—No entiendo por qué tanta inconformidad con la unión entre Isabela y tú, hermano, es una joven hermosa y tiene buenos modales, aunque no me sienta cautivado por las humanas, admito que Isabella es una muchacha envidiable, tiene muy buenos atributos, y ni hablar de sus ojos verdes. —dice entusiasmado, mientras mi mente solo se dedica a divagar en algún plan que evite mi llegada al castillo mañana y mi casamiento con la dama Elentari.
—Es una humana, eso explica todo. Los humanos se han encargado de mantenernos avergonzados por ser lo que somos y nuestro padre solo se desborda de coraje ante la idea.
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Actualidad.
Calegorm:
Aparto mi mirada de los verdes ojos nerviosos de Esmeralda que recorren todo el salón en busca de ayuda. Está tardando mucho en decidir la sanción, y si desea mostrarse como una decidida heredera al trono, no debería mostrarse tan nerviosa y menos tan desorbitada.
Recorro con la vista a los miembros del Consejo encontrándome con la mirada de la hija de la mandataria de mayor jerarquía en el centro, con sus lentes cuadrados observando pacientemente a Esmeralda y sonriendo de lado.
Está disfrutando poner a Esmeralda en esta situación.
Sigo recorriendo en lugar con la mirada y observo como el puesto de varios mandatarios que no se encuentran presentes ocupados por conserjes haciendo el papel de mandatarios.
Curioso
Pero más curioso aún me resulta el hecho de que han nombrado Reina Esmeralda II, a la princesa. Devuelvo mi mirada al frente retando a Esmeralda para que exprese palabra alguna, su nerviosismo no está ayudando en nada a la situación y es cuando distingo como sus labios se entreabren para emitir sonido, que expresa:
—Creo que si se está acusando al Rey Calegorm, deberíamos permitir que declare o confiese algo en su defensa. Deberíamos escuchar su criterio también, no solo el vuestro. — dice en una carretilla de palabras evitando el tono nervioso en ellas, dato que no le resulta tan bien.
Asiento a su pedido ladeando mi cabeza hacia el lado en una débil sonrisa y me giro encarando a la señora de lentes cuadrados, que al parecer es la única capaz de hablar en esta reunión.
—Si bien el reino de los elfos ha estado distanciado del resto de las etnias, ha sido porque nosotros mismos lo hemos decidido así, y no por mandatos de las demás etnias. Desde la era en que Islandia era dominio del padre de mi bisabuelo, Arangorn; tanto el consejo de hadas mayores como el consejo real de Greenworld dictaminó que el príncipe elfo y la princesa de la naturaleza verde Isabella Greenpeace no podrían unirse en matrimonio. La causa: ¿una maldición?, ¿en serio son tan pocos creativos con una excusa no válida? —digo con elevado tono de voz y arrogante.
—Creo que se está saliendo del tema principales, Rey Calegorm— interrumpe la señora de lentes cuadrados mirándome con mirada acusatoria.
—Y yo creo que estoy yendo por el camino correcto, señora—digo causando un largo suspiro en la susodicha, y observo la mirada pasiva de Caranthir que me incentiva para que continúe.
—La prohibición de la entrada de la raza élfica fue un acuerdo patrocinado por mi antepasado. Lastimosamente para ustedes, miembros del Concejo, los reinos de Greenworld e Islandia han estado conectados desde siempre por dos finas pero inquebrantables líneas: el amor y el deber.
» Mismo deber que demandó la presencia de la princesa Esmeralda a renovar nuestro árbol mágico, —hago una pausa para mirar directamente al verde iris de Esmeralda, ya que las palabras que a continuación pronunciaré son especialmente para ella;
—Misma presencia que incentivó y fortaleció mi amor por ella.
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Esmeralda:
Con el latido desenfrenado de mi corazón es que empiezo a arrepentirme de haberle cedido la palabra a Calegorm. ¿Acaso no se da cuenta de que con cada palabra que expresa solo empeora más la situación? La mirada acusatoria de la señora de lentes cuadrados se encuentra posada sobre mí retandome a ponerle fin a los pensamientos de Calegorm, de aceptar la unión entre los reinos. Nuestra unión. Y el apretón de manos que me ha dado mi padre solo causa más nervios de los que ya poseo en mi sistema, por lo que me decido a hablar en dirección a Calegorm.
— Rey Calegorm, usted es un rey, —digo antes de una pausa en la que mi padre me pide que continúe y la mirada de la señora de lentes cuadrados lo hace también.
»Pronto yo seré reina por igual. Pero a pesar de ser semejantes en cuanto a dinastía y clase social, nuestro etnia no lo es. Somos especies, muy distintas, desiguales; las ventajas para usted son desventajas para mí y viceversa. Somos mundos diferentes, polos totalmente opuestos. — expreso calmada con la mirada gacha que por más que intento mantener la mirada fija en el azul de los suyos me resulta imposible, decir tales palabras mirando sus fracciones hermosas y su rostro gélido y dolido.
» Soy una humana, mientras que usted, es un elfo. De aceptar tal unión, la raza de princesas de naturaleza verde moriría conmigo, al no ser progenitora de una princesa totalmente humana. — continuo sorprendiéndome a mi por igual ante semejantes palabras, confundida observo al jurado que me observa paciente y pasivos, sus rostros ya no se encuentran serios ni firmes, sus expresiones se han suavizado, la de mi padre por igual.
— No es una maldición lo que impide la unión entre nuestros reino, más bien es la conciencia de mantener viva a mi raza. Las leyes implantadas por el Consejo demandan la existencia vigente de cada una de las especies existentes, mi deber como heredera al trono y actual princesa de la naturaleza verde es cumplir con ello y continuar con el legado.
» Ocurrió con la unión de Isabella y Arangorn la extinción de nuestra especie, en los pasados siglos, ante la necesidad de vuestra tierra nació una nueva renovadora, pero eso solo ocurrirá una vez, las leyes son las leyes, rey, y cada etnia debe cumplir con su propósito, aunque ello implique la pérdida del verdadero amor en el camino al trono. — termino diciendo para guardar silencio por el resto de la sección.
No le implantaré sanción, con mis palabras tuvo demasiado escarmiento .
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Calegorm:
Dando yo mismo por terminada la reunión, salgo de allí a paso apresurado perseguido por Caranthir, dejando a todos con las ganas de reprochar o emitir sonido alguno de sus bocas hacia mí. No me doblegaria ante ellos, pero...¡ante Esmeralda!. Con mucho dolor se me hace imposible contradecir sus palabras, sus decisiones, darle una esperanza. No tendría por qué morir la especie, el amor lo vale todo y lo soluciona todo, lástima que solamente sea yo el que piense de dicha manera.
—Está bien trazar tu propio camino, Calegorm, no era obligado la petición de tu padre. — expresa Caranthir desde atrás causando más moelstia en mi de la que ya cargo.
— Estaría bien que me dejaras solo por un tiempo. Enfócate en tus cosas.— expreso tanjante y desaparezco de la institución.
***
El ambiente frío de Islandia me recibe, mientras llego al castillo en busca de un caballo para recorrer las cavernas más tarde. Decido subir al alcoba para cambiar mi atuendo por uno más cómodo para cabalgar pasando en el camino por todo el pasillo que comunica las dos torres del castillo solitario y oscuro. Amarïe estuvo pasando unos días en el palacio del Consejo de Islandia y a su regreso le orienté dar un viaje por la aldea, por lo que soy el único de la realeza que se encuentra en el castillo y por tanto tal visita a las cavernas, no será impedimento. Cavernas que constituían los hogares de nuestros antepasados y ahora conservamos como un museo en su memoria y donde habita el más poderoso de nosotros: Arangorn.
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Esmeralda:
Calegorm ha salido con rapidez de esta habitación, dejando a todos los miembros del Concejo pasivos, no se han sorprendido por su repentino comportamiento, más mi padre ha soltado una pequeña risa irónica y yo levantándome de mi lugar en compañía de mi progenitor, soy interrumpida por una señora que ha entrado minutos después de que Calegorm partiera con un rostro muy parecido a la señora de lentes cuadrados, solo que un poco más aventajada.
—Espero que para la nueva fecha establecida, no se presente otro inconveniente. Deseo enormemente que la unión entre los reinos de Dry Leaves y Greenworld se ejecute lo antes posible.
» Será un verdadero placer evitar incómodas coincidencias. — dice en un tono amigable y con la más amplia de las sonrisas en el rostro.
Mi padre asiente ante sus palabras y notando mi cambio repentino de expresión me saca a paso apresurado del palacio.
Todavía hay una boda que enfrentar.
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