18|Un muerto olvidado.
Marian:
Debo de decir que la presencia del príncipe elfo en el castillo no fue un hecho que previamente había planificado, aun así le aportó mucho a mi plan, más de lo que podria haber imaginado.
¡Pobres corazoncitos!
Me dirijo hacia los muros del frente del castillo y salgo del cuerpo del rey. Tan exhausto y cansado, su cuerpo tan angustiado. Sí que fue fácil adueñarse de él. Observo cómo vuelve a su aspecto desaliñado y me marcho a paso apresurado de allí.
— Siento que te has divertido anoche — exclama Caranthir en cuanto entro a la cabaña lo que causa que las carcajadas escapen de mi cuerpo.
Qué patético
—¿En qué momento se volvieron tan constantes tus visitas? — le encuesto cínica. Su rostro tan joven sólo me recuerda todo lo que ha podido disfrutar a costa mía.
— Tal vez en el momento en que Calegorm entro en tu campo de vista.
— Calegorm, Calegorm.
»Si que le tienes muy cuidado. ¡Qué lástima que nació en el reino maldito! ¡ Qué lástima que se ha enamorado de la persona incorrecta! .
»Caranthir, no hay solución. Acéptalo.
— Es el rey de Islandia, Marian. No puedes dañarlo.
— No es mi culpa que ustedes no respeten sus propias leyes. Mírate. Estás en Greenworld un reino en el que está prohibida vuestra entrada.
—Calegorm está fuera de sí, todo por esa princesa, haz algo.
—Es la profecía, Caranthir.
— ¡Es tu profecía! —que exclame eso, sólo me hace volver al tiempo en que tuve que salvar el pellejo de la reina por petición suya.
Cuán enredados están ambos reinos y lo estarán siempre, por más que pasen los años y hagan de todo lo que se les ocurra para evitar el encuentro de los dos reinos.
—Alguien tiene que pagar lo que hicieron tú y la reina, ¿no crees?—le digo y por su expresión seria doy por terminada la discusión.
Hora de volver a los quehaceres de una anciana.
*
Transcurrían los primeros meses del reinado del Rey Hans, cuando Caranthir me visitó por primera vez. En ese entonces tan inexperto, pero siempre firme acompañado de una joven de pelo rubio y ojos verdes. Tan parecida a la fallecida Isabella que causó enorme curiosidad en mí.
Tan, pero tan idéntica .Con una única diferencia: sus orejas puntiagudas. Esmeralda, se hizo llamar.
—Es la elegida del rey — confesó Caranthir.
Aquella joven, Esmeralda, había sido elegida por el rey para ser su reina. Pero ¿Cómo era posible? Los elfos desde los tiempos en que el rey Faustino gobernaba Greenworld han tenido prohibida la entrada en el castillo. Los elfos lunares, y esta joven por sus características, no lo era. Me quedé observándola durante varios minutos, y ella solo fue capaz de agachar su cabeza, avergonzada tal vez.
—El rey no sabe mi verdadera identidad — confesó susurrando.
Fui ahí cuando entendí todo. Los elfos lunares nunca dejarían en paz al reino de Greenworld. Durante dos generaciones, mantuvieron gran distancia. Había paz y no preocupación. Esmeralda: hija de Isabella y ¿quién?.
No podría ser hija del amor prohibido de Isabella, no habría razón para que naciera una elfa del bosque de una princesa de la naturaleza verde y el rey de los elfos lunares.
—Si es hija de él. —dijo Caranthir quien le sostenía fuerte, la protegía.
—No es posible. — exclamé.
Y si lo era.
Después de tanta búsqueda encontré los archivos de su nacimiento. Ocultos estaban, pero no hay escondite perfecto para una " bruja ", así me llamaron desde lo sucedido con Isabella.
La maldad de las hadas mayores y el Consejo Real de Greenworld era tan grande, que condenaron a la primera hija de dicha unión a ser forastera toda su vida. A ser rechazada. Su meta : que muriera de pena.
Pero al encontrarse con Caranthir, hermano de la reina actual de Islandia, su suerte cambió.
Sería la reina de Greenworld, pero todo tiene un costo. Por lo que el amor prohibido volvería a tocar las puertas de Greenworld, las puertas de la heredera.
*
—"Ella era como primavera, era luz, calor y alegría; mientras él era invierno. Él era tranquilidad, frío y seriedad acompañado de soledad. "
» "Ambos se cruzaron y notaron sus diferencias. Tan distintos y tan distantes..."
» "Tan extraños el uno para el otro; pero entre el miedo lograron acercarse, poco a poco. Ella le dió calor y él, le dió paz."
» "Inesperadamente entre los dos lograron complementarse, lograron encontrar sus faltantes en el otro; y en contra de otro pronóstico, se encontrarán... para no separarse."— terminé diciendo al tiempo que la luz en el caldero resplandeció intensamente.
Qué vuelva el caos.
***
//
Esmeralda I (madre de Esmeralda II):
Mirándome al espejo solo veo a la chica débil, triste, desaliñada, de orejas puntiagudas. La chica que ha condenado a su hija a ser poseedora de la maldición de amor prohibido. Las lágrimas recorren mi rostro, rostro que con el paso del tiempo envejece. Mi mente pensando si no hubiese sido mejor vivir la vida de forastera eterna que condenar a mi hija a una maldición.
—Marian estuvo en el castillo — me expresa Caranthir causando un sobresalto en mí.
— ¡No puedes estar aquí, Caranthir! — le expreso temiendo que Hans entre en cualquier momento al alcoba y nos encuentre. Sus duras fracciones se suavizan en lo que se acerca a donde estoy ubicada. Nota el dolor en mí, lo sé. No hay nada que le oculte.
— Ya no podemos hacer nada, Esmeralda. — dice y al tiempo desaparece cuando tocan a la puerta.
Pero para una madre siempre hay esperanza, yo no quiero que Esmeralda sufra por mi causa, algo debe haber. Algo que me implique solo a mí, que no afecte a nadie más.
—Está mejorando— anuncia el doctor desde fuera, habla de Esmeralda —ha sido solo nervios, no hay motivo por el cual debamos preocuparnos.
//
Thiana:
—¿Otra vez en el Castillo Calegorm?— le expreso con suma molestia.
» ¿No te das cuenta que solo traes más problemas,?¿qué le has hecho ahora que ha impedido que se case? — espeto.
— Auxiliarla cuando ha caído en el desmayo, es lo único que he hecho. Le he ayudado a que no se diera un grave golpe en la cabeza con uno de los escalones. No iba a hacer nada para impedir su casamiento. — me responde casi sin respirar.
Todos los invitados se han preocupado enormemente por el inconveniente de la princesa y por petición de la reina a se han marchado, pero Calegom como siempre va en contra de las reglas.
Voy a expresar algo pero ambos quedamos quietos y pensativa al sentir una energía pasar de nuestro lado. Calegom se adelanta y extiende su mano de la que reluce un rayo plateado lo que hace que la energía sea detenida y aparezca justo al lado de nosotros el mandatario del Concejo de Elfos de Islandia, Caranthir.
Ya estoy si que es demasiado.
—¿Qué haces aquí, Caranthir? —espeta el rey elfo confuso.
—Te hago la misma pregunta —le responde el otro arrogante.
Ruedo los ojos y decido salir de entre los árboles a acompañar a Esmeralda, dejando de lado la enorme falta de respeto que han cometido los elfos presentes en el jardín del castillo y dejándoles solos con su discusión.
Ya tendrán su merecido.
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