02|El té con la reina
El gran ventanal que adorna el dulce aposento relaja mi vista, una vez que abro las gruesas cortinas, mostrando la gran variedad de vegetación que yace en la entrada al castillo, sin tener en cuenta el frondoso y tan bien cuidado jardín en la parte trasera, que desde mi habitación no se hace visible. La ostentosa cama decorada por montones de cojines blancos y verdes a la que le sigue una pequeña estantería de libros, y un retrato de cuando era pequeña al otro extremo de la habitación, hacen que el aposento tenga esos detalles que le hacen ser mío.
Deslumbrada por la hermosa decoración, no dejé la habitación de la manera que está con exactitud pero representa mis gustos y mi comodidad. Observo cada rincón de la habitación sin perderme ni un minúsculo detalle, el suelo de madera, cómo la decoración que cubre las paredes de forma barroscosa, la alfombra tapizada en terciopelo carmín y verde, el juego de sillones acolchonados, la lámpara araña que cuelga del techo, además de algunas velas puestas sobre algunos muebles que brinda un ambiente más cálido y ayuda con la iluminación del lugar a pesar de la luz proveniente del Sol que se cuela por el gran ventanal. Prosigo a colocarme frente a la pequeña estantería y acaricio con mis delegados dedos el lomo de cada uno de los libros yacientes allí y detenengo el movimiento de mis manos al tocar el diario que solía escribir y sonrío al tomarlo en mis manos. Seguido de ello me siento a un lateral de la cama a hojearlo pacientemente.
«Mamá todas las noches me lee la bella historia de la Reina de la Naturaleza Verde; me dice que el amor se encuentra cuando eres joven, pero se debe hacer conforme a las reglas para no sufrir como la protagonista de la historia, que se quedó sola durante años por ser partícipe de un amor prohibido. Así que me encargaré de enamorarme del chico correcto, como lo hizo mamá con papá Hans», leo y de mis labios salen una risita nostálgica.
Tocan las puertas y me incorporo en mi lugar para atender a Thiana quien se ha adentrado a la habitación, Thiana camina hasta llegar a dónde estoy posicionada aún con el cuaderno en las manos, y lo hace con la misma calma con la que suelo hacerlo yo, solo que sus pisadas en el mismo apenas se sienten... Es como si estuviera volando, cosa que no hace porque sus halas están recogidas en su delicado vestido violeta.
-Su majestad, la Reina Esmeralda I ha renovado vuestros vestuarios, princesa; ¿ya lo ha notado?-me pregunta curiosa.
Al asegurarle que aún no he reparado en ello, se dirige hacia el gran closet y yo le sigo para encontrarme con hermosos conjuntos de diferentes tonos de verde y carmín.
«Realmente mi madre si sabe escoger mis vestuarios.»
El Hada Thiana se encarga de sacar del closet un vestido estilo imperio color verde esmeralda y prosigue a colocarlo encima de la cama con delicadeza.
-Este es perfecto para el té- exclama dirigiéndose a mí que claramente quedo confundida y Thiana se percata de ello.
«Apenas y hacía unos minutos que llegué al castillo y ya tengo la invitación a un té. »
- La Reina ha orientado que esta tarde compartirá un té con su hija en el patio trasero del castillo. -dice y el entusiasmo me corre por las venas.
Desde pequeña solía compartir varios té la mayoría de los días acompañada de mi madre. Constituían mi actividad favorita ya que mi apego con ella era inevitable y juntas curioseábamos sobre interesantes asuntos.
-He de prepararme para la ocasión, entonces- digo alegre, con un poco de fuego enciendo una de las velas sobre el inmueble que está a un costado de la bañera en la que me sumerjo.
Thiana se va hacia su pequeña casa en la tierra mágica a prepararse para un encuentro que tendrá en el bosque con las demás hadas, mientras yo disfruto de la bañera cubierta de aguas medicinales y pétalos de rosas que se me había sido preparada minutos antes de mi llegada al castillo según me indicó mi Nana.
Estar habitando de vuelta la que fue mi habitación desde mi nacimiento, me invade de lindos y tiernos recuerdos que me animan mucho más en mi camino a ser la reina. Siempre he contado con el apoyo incondicional de mis padres y eso es un aspecto que llevo siempre conmigo.
El intranquilo de Copito que salta de un lado a otro de la habitación, me hace compañía en los minutos que dura mi baño.
Pasados unos veinte minutos de suma relajación oyendo una dulce melodía producida por un tocadiscos, regalo de Marina en mi cumpleaños número diecisiete, salgo de la bañera para prepararme.
Mi Nana que se encuentra esperando desde fuera, se adentra en la recámara ante mi llamado para ayudarme a prepararme que luego de colocarme el sencillo pero hermoso vestido, me he sentado frente al ovalado espejo para que la nana me cepille el ondulado cabello castaño y luego de colocarme unos finos guantes de seda y el collar de perlas adornando mi cuello, me dirijo en compañía de la nana al patio trasero a encontrarme con mi madre la Reina Esmeralda I.
Al salir de la alcoba y encaminarme por el ancho y largo pasillo que vigilan los grandes retratos a cuerpo entero de los antecesores nuestros, prosigo a bajar por las escaleras que dan con la primera planta del castillo, y que luego de decidir pasar por el despacho de mi padre el Rey Hans, y ser detenida a pocos pasos de la entrada de este por uno de los guardias reales quienes me aseguran que el rey se encuentra en una reunión de suma importancia y no debe ser interrumpido, continuo con mi camino, encontrándome en el trayecto con mi madre que sale de uno de los salones de fiesta; y juntas nos dirigimos hacia el jardín.
Mi madre vestida con un vestido estilo imperio algo ostentoso pero que combina perfectamente con el verde de sus ojos y el rubio de su cabello halaga mi buen gusto al escoger las prendas que adornan mi cuerpo en esta ocasión, yo le aseguro que todo fue elección del hada Thiana y la Nana quienes sin duda se han esmerado en hacerme lucir fascinante en este vestuario.
-¿Te ha gustado tu alcoba?- pregunta mi madre tomando asiento a una pequeña mesa situada bajo la sombra del más grande árbol que posee el jardín.
-Ha sido toda una sorpresa, por supuesto que me ha gustado, madre- respondo satisfaciéndola con mi respuesta, reconforto mi vista con el hermoso verde que adorna el jardín y mi madre se refiere a una de las sirvientas para que sirva el té en las finas tazas de porcelana china, obsequio de la Reina de Lilac durante su visita a Greenworld las pasadas semanas.
-Cuéntame de tu estancia en la Academia Real, pequeña. ¿Hiciste amigos? ¿Te enamoraste?.
-Mamá, ¿no crees que soy muy joven para pensar en enamorarme?.-le reprocho indignada- Y sí, hice una linda amistad con el Príncipe Otoniel y la princesa Marina. Fueron buenos años. -termino diciendo y ella me mira con cierta reprimienda en su rostro.
-Lo sé lo sé, ahí fue donde me enamoré perdidamente de tu padre, era todo un caballero y excelente estudiante. Es por ello que deberías de saber que en unos meses será tu coronación y para ese entonces debes de estar casada, ¿lo sabes, cierto?
- Si, madre- respondo agobiada por el tema. Encontrar el amor y la conexión tan inigualable que se siente al ver a un chico es un sentimiento que yo aún no he experimentado.
Durante mi estancia en la Academia estuve muy cercana al príncipe Otoniel, siendo este el que más agradable me pareció entre los demás príncipes, pero no por ello logró despertarme sentimientos de amor.
Según mis lógicas, el matrimonio es algo que se lleva a cabo justo por el gran amor que sienten dos personas que deciden ser compañeros durante los años faltantes de sus vidas, y no porque dicha unión la creyeran conveniente y nada más.
Yo, espero poder encontrarlo en los pocos meses que me quedan, ya que una princesa soltera no puede estar a cargo del reino; ley algo estúpida pero inquebrantable. De lo contrario tendría que aceptar la unión que mi padre creyera conveniente para nuestro reino.
Mañana empezarán los preparativos para la coronación y por tanto el ciclo en el que debo de cumplir cada uno de los requisitos propuestos para llegar a ser la Reina de Greenworld.
Mis padres, ya han gobernado durante más de dieciocho años y el Consejo Real demanda mi lugar en el Consejo para gobernar durante largos dieciocho años más.
-Cuando me dirigía hasta acá, pasé a saludar a mi padre, pero supe que esta en una reunión y no quise molestar.- confieso y mi madre me observa con su rostro admirable y emocionado por tenerme de vuelta en el castillo.
- Tu no interrumpes, hija, además creo que esa reunión puede ser de tu interés, el rey de Otoño está allá arriba, planeando vuestros futuros.- dijo susurrando como si estuviera declarando algún secreto y mi confusión fue notable al escuchar la palabra vuestros, por lo que formulé la pregunta:
-¿Vuestros?
-Si hija, el tuyo y el de tu amigo, el príncipe Otoniel. Siendo así, que no encuentres el amor en otro príncipe, estaréis comprometidos.
***
Luego del té, y una vez que mi madre se ha dirigido hacia el interior del castillo acompañada por sus sirvientas, me tomo la libertad de pasear por el viejo pero cuidado invernadero en el que solía pasar horas observando las bellas plantas que Lord Roman creaba a través de experimentos con varias especies de plantas y en más de una ocasión, también experimenté con algunas de ellas.
El camino a seguir es todo pasto verde, vislumbro la hermosura del color que acompaña a mi vestido. La cápsula de cristal y madera que cubre el interior del invernadero se hace visible. Hay enrredaderas de plantas que han crecido alrededor, pero lejos de dar la impresión de un invernadero descuidado, le aportan una perspectiva veraniega.
-Buenas tardes, princesa, puedo ver que no pierde las viejas costumbres- me sorprende una voz detrás de mí que le pertenece a Lord Roman quien ha hecho presencia en el invernadero acompañado de uno de los sirvientes mientras se coloca sus diminutos lentes circulares para observar con más detalle una de las plantas.
-Buenas tardes, Lord Roman, hay algo diferente en sus plantas, están más relucientes, ¿un poco de magia quizá?- procedo a preguntar curiosa al notar el resplandor inusual que poseen algunas plantas, ya que en las clases de la historia de la magia en la Academia me enseñaron a identificar cuando había presencia de magia en algún objeto. Mientras, mi mirada se cruza con los azulados ojos del joven sirviente quien de inmediato baja la mirada en reverencia ante mí, y yo devuelvo mi atención a Lord Roman que procede a explicarme: - El hada Thiana ha estado un poco ansiosa durante la espera de su llegada y estas plantas le han tranquilizado- me responde algo sonriente y yo me despido cordialmente para subir a mi alcoba a prepararme para el siguiente día.
- Espero poder visitarle más seguido, me encantaría ayudar, como en los viejos tiempos -expreso alegre, esperando que los quehaceres de una futura reina no interfieran en mi pasión por las plantas.
-Es un verdadero placer, tenerla de vuelta en el castillo, princesa -musita Lord Roman una vez que les he dado la espalda. Me giro de nuevo hacia sus presencias
Ambos, Lord Roman y el sirviente que le acompaña me hacen una leve reverencia y me marcho no sin antes darle una mirada fugaz al sirviente por última vez y detallar algo en él: su penetrante mirada azul fija en mí.
Elevo una de mis cejas con interés en su dirección y salgo de allí, levantando un poco mi vestido al bajar las escaleras y cruzar nuevamente el camino de regreso al castillo real.
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