23
Nada se comparaba a lo que estaba sintiendo en ese momento, por más que trataba de localizarlo, Taehyung lo ignoraba monumentalmente, estaba casado de seguir pensando en él, de revivir en su mente esa noche, quería olvidar. Se había ahogado en el trabajo, si no tuviera a Yeosang, posiblemente habría colapsado, era un buen asistente, lo mantenía ocupado, ambos hacían un buen equipo. Esas últimas semanas se había quedado hasta tarde en la empresa planeando su nuevo lanzamiento. Deseaba mantenerse ocupado, bebiendo y trabajando, no podía estar solo pensando.
Fue un día largo, el reloj marcaban las diez, no era tan tarde, pero, estaba hambriento, no había comido nada en todo el día, se levantó tomando sus cosas, moría por una buena pasta italiana, salió de la oficina mirando a Yeosang sentado en su escritorio tecleando con rapidez. Sabía que él tampoco había comido, porque lo había mantenido haciendo un informe del nuevo lanzamiento.
—Es momento de irnos—dijo acercándose—. Anda, mañana terminaremos eso.
Yeosang le miró con una ceja alzada, se quitó los lentes claros y sonrió.
—No es mucho lo que falta, puedo quedarme a terminarlo sin problemas.
—No, es tarde, vamos, mañana lo haces—insistió.
—Está bien señor—asintió Yeosang tomando sus cosas y guardando el archivo, para después apagar la computadora.
En todo momento Jungkook se quedó observando sus acciones, era torpe y trataba de ser rápido, porque sabía que lo estaba mirando, sonrió de lado, hace dos años que era su empleado, al principio pensó que no duraría ni un día por lo exigente que llegaba a ser, pero le sorprendió por completo, porque era inteligente, práctico y muy eficiente, tenía la solución para todo y era gratificante trabajar a su lado, era leal, cosa que llegaba a ser difícil en su mundo. Su silencio le había ayudado en mucho, sabía que podía confiar en él.
Ambos caminaron al ascensor, en donde entraron, estaban en un cómodo silencio.
—¿Ya comiste?
—No, lo haré llegando a casa señor Jeon, usted debe hacer lo mismo, hoy no quiso pedir nada.
Jungkook sonrió, le gustaba la amabilidad de Yeosang. —¿Quieres ir a cenar algo? —dijo al tiempo que las puertas del elevador se abrieron en el subterráneo—. Te llevo a tu casa después.
Yeosang le miró consternado. —No quiero incomodar.
—Claro que no—se encogió de hombros—. Ambos tenemos hambre, podemos hacernos compañía. Vamos.
No le dejó oportunidad para negarse, caminó a su auto, Yeosang le seguía de cerca, subió en el asiento del conductor y este hizo lo mismo en el asiento del copiloto.
—¿Te gusta la comida italiana?
—Sí—asintió abrochando su cinturón de seguridad.
—Perfecto.
No siguió esa conversación, en otras ocasiones tendría una sonrisa y haría bromas, pero su estado de ánimo había decaído casi por completo debido a Taehyung, se sentía perdido y adolorido, con un corazón roto.
—Señor Min...
—Ya te dije que no me llames así, dime Jungkook, me haces sentir viejo.
—Bien, Jungkook, quería preguntar si se encuentra bien.
—¿Bien?
—Lo siento, no quiero que sienta que me estoy entrometiendo, pero, estoy preocupado, desde su viaje a Paris ha estado más serio y triste.
Jungkook rio por lo bajo, por la ironía de la situación. —Eres el único que lo ha notado. No ha sido un viaje bueno, pero estaré bien, volveré a hacerte bromas por las mañanas.
Yeosang rodó los ojos. —Si austarme le trae felicidad, puede hacerlo.
Jungkook soltó una carcajada, habían llegado a su restaurante favorito, uno que estaba cerca de su edificio, estacionó y bajaron, Yeosang miró todo con ojos abiertos, él jamás podría costearse algo de ese lado de la ciudad, Jungkook estaba relajado, caminando al interior, intercambio palabras con la señorita de la entrada quien les guió a una mesa para dos en el fondo, demasiada discreta, se sentaron en silencio.
—Enseguida viene el mesero a tomar su orden—les tendió los menus—. Con permiso.
Jungkook asintió con la cabeza, ni siquiera abrió el menú, porque sabía lo que quería, se concentró en ver a Yeosang, este fruncia ligeramente el gesto, le pareció gracioso, era muy expresivo con su rostro.
—Pide lo que quieras, no te preocupes por nada.
Le vio mirarlo antes de asentir, nunca había cenado con él, pero, le parecía buena idea, porque lo menos que quería hacer en ese momento era estar solo, la buena compañía de su asistente le ayudaba a no pensar en lo desdichada que era su vida, porque a pesar de tenerlo todo, la vida parecía decirle que había cosas que el éxito y el dinero no podían comprar y eso era el amor.
El mesero llegó a la mesa para pedir su orden. Jungkook le miró con seriedad.
—Un bucatini y ossobuco, trae una botella de batasiolo barolo—dijo rápidamente—. ¿Yeosang?
El chico mordió ligeramente su labio inferior, gesto que no pasó desapercibido por Jungkook.
—Una lasaña y una limonada mineral—sonrió tímidamente.
El mesero asintió. —En un momento traemos su orden señor Min.
—Parece que lo conocen bien—dijo cuando el mesero tomó su camino.
—Es mi restaurante favorito, vengo aquí a menudo—de encogió de hombros—. Es bueno que abran hasta media noche, es un lugar elegante y la comida es deliciosa ¿Estás seguro que sólo quieres eso?
—Sí, no como mucho.
—Si quieres más no dudes en pedir, aunque hacen buenos postres.
—No soy fanático de los postres—rio por lo bajo.
—¿A no? Bien, entonces no recibirás postres—bufó—. El vino también es bueno, no tanto como el mío, pero, ya sabes.
—Su vino es delicioso, es bueno en eso. ¿Cómo supo que quería decidirse a ello?
—En mi familia siempre estuvo presente, cuando cumplí trece años mi padre me dejó probar un poco en una cena, era delicioso, una cosecha especial, supe que quería dedicarme a hacer el vino más delicioso, mi padre me ayudó, entonces lo hice, y no creía que sería tan bueno.
—En los negocios es excelente.
—Ya lo creo, no es por alardear, pero me gusta hacer un buen trabajo, sobre todo en una rama donde mi familia no tiene tanto peso, todo lo que he hecho ha sido mediante mi esfuerzo, sigo aprendiendo y creciendo, cometiendo errores y reindivicandome para llegar a los mejores mercados.
—Es admirable—susurró—. Con la apertura del viñedo en Francia, las cosas serán mucho mejores.
—Estoy apostando mucho a este proyecto, algunos concejales pensaban que era una locura, pero si nunca piensas en grande, te vas a quedar unido en la conformidad y eso no es lo que quiero, lo peor para mí es ser conformista.
Yeosang asintió. —Las personas como usted están destinadas al éxito, tiene una gran visión.
—¿Lo dices por qué soy tu jefe?
—No, lo digo porque es la realidad, he visto lo mucho que se esfuerza y las visiones que tiene sobre su marca, es alguien de admirar.
—Dime Yeosang ¿No has tenido un sueño de grandeza como el mío? Algo que quieras hacer.
—No realmente—bajó su mirada a sus manos—. En este momento lo único que estoy haciendo es disfrutar mi libertad.
—Hablas como si hubieses estado dentro de una cárcel—elevó una ceja.
—No estuve dentro de una prisión, bueno, no literalmente, pero durante dos años no fui libre de tomar mis propias decisiones, ahora trato de disfrutar mi vida.
—Eso es profundo—asintió—. En mi familia todos estamos atrapados en una jaula de oro, el poder no da la libertad.
Yeosang tomó más vino, su copa estaba medio vacía, por lo que Jungkook volvió a llenarsela.
—¿No es feliz con su vida?
—Eso es lo malo del ser humano, nunca está conforme, a pesar de tenerlo todo hay puntos vacíos. Cosas que el dinero no compra.
—¿Cómo qué?
—El amor—sonrió amargamente—. Puedo tener a la persona que quiera, pero no a la que amo.
—¿Está enamorado?
—Lo estoy—asintió.
—El amor no siempre es la respuesta—rodó los ojos—. No para mí.
—¿Por qué? —preguntó curioso—. Eres lindo, apuesto a que muchos quisieran estar contigo.
—Mi última relación fue un infierno—rio secamente—. Es peligroso, amar, se vuelve un arma de doble filo, uno quiere ser amado, y lo da todo, hasta quedarse sin nada, es fácil llegar a confundirse y comenzar a aceptar cosas que no están bien por el hecho de venir de la persona que amamos.
—Tienes mi edad y eres más sabio que yo.
—No soy sabio, soy un idiota, pero estoy aprendiendo a no serlo.
El mesero llegó con la comida interrumpiendo, ellos se concentraron en comer, dando uno que otro dato sin llegar a conversar profundo, Yeosang estaba enamorado de aquella comida, era deliciosa y más el vino, no se daba cuenta cuando Jungkook llenaba su copa, este parecía tranquilo.
—Se acabo, pediré otra—dijo sirviendo lo último de la botella.
A esas alturas sus mejillas ya estaban rojas y su mente un poco dispersa. —No controlo bien el alcohol.
—Entonces no lo hagas, disfruta un poco—se encogió de hombros.
—Pero...
—No estamos en horario laboral, además, me gusta tú compañía, sigue hablando ¿Qué te gusta hacer cuando no soportas al idiota de tu jefe?
—No mucho realmente, soy una persona demasiado aburrida. Sólo veo series.
—Hace mucho que no me siento a ver alguna buena serie o a jugar videojuegos, es cansado ser un adulto.
—Y estresante—rio por lo bajo, se tomó de una lo que quedaba en su copa y Jungkook volvió a servirle—. ¿Me quiere emborrachar?
—Tal vez—bufó—. No es divertido ser el único borracho.
—La verdadera pregunta es ¿Cuándo está sobrio?
—Nunca—le guiño el ojo.
—A estas alturas subiré las escaleras arrastrándome.
—No seas dramático, vamos a brindar.
—¿Por qué?
—Porque el próximo lanzamiento sea un éxito.
Yeosang asintió y levantó la copa, Jungkook chocó ligeramente y ambos bebieron hasta el fondo. Siguieron de esa manera, poco a poco, lo que era una cena normal se volvió en un momento lleno de risas y de vino, llevaban tres botellas cuando les avisaron que iban a cerrar. Yeosang estaba mareado debido al alcohol y Jungkook, quien tenía más resistencia, se burlaba de él. Pagó la cuenta y salieron.
—Ese vino era delicioso—suspiró caminando al auto.
—¿Te quedaste con ganas? —preguntó con una ceja alzada, sonriendo más de lo normal.
—Sí—rio de manera divertida.
—En mi departamento tengo mucho, ¿Quieres venir?
Yeosang le miró con una ceja alzada. —¿Me darás prórroga de media hora mañana?
—Hecho.
Su departamento no estaba lejos, entró al estacionamiento y ambos bajaron, tomando el ascensor que lo llevaría al penthouse, Yeosang lo conocía, había estado ahí un par de veces recogiendo algunas cosas de Jungkook, pero el asombro por lo lindo que era siempre resultaba siendo el mismo.
Dejaron las cosas en la entrada, Jungkook se deshizo de su saco y desbotonó tres se los botones de su camisa, dejando al descubierto parte de su pecho, Yeosang sólo se quitó la chaqueta, quedando en aquel suéter oscuro.
—Tengo vino, pero también vodka, whisky, ron y otras cosas.
—No sé mucho de alcohol.
—Creo que esto te gustará, un buen whisky en las rocas—sacó dos kanars, buscó hielo en el refrigerador de su bar y sirvió un whisky importado que sabía excelente.
Caminó a la sala, prendió las bocinas y puso algo de música, le dio el vaso a Yeosang que le sonrió. Jungkook se daba cuenta que con algo de alcohol en las venas este dejaba de ser tímido. Le gustaba esa personalidad vivaz.
—¿Algo que quieras escuchar?
—Rock—dijo bebiendo, sabía muy bien, con un sabor moderado que le hizo volver a probarlo.
Jungkook prendió un cigarrillo antes de poner una playlist especial de rock, se sentó a su lado y dio una calada.
—¿Fumas?
—Me gusta más beber que fumar, no lo hago.
—Bien—rio bebiendo casi de un trago su bebida, se sirvió más, ambos escuchaban música y trataban de cantar, riéndose del otro en el camino—. ¿Quién es tu ex?
Yeosang hizo una mueca. —Lo conocí en en instituto, éramos tan diferentes, pero eso no nos impidió estar juntos, aunque era una persona demasiado posesiva, y agresiva, me pidió que viviera con él y durante dos años no pude salir sin su permiso, no podía ver a mi familia y lo peor de todo es que pensaba que lo hacía porque me amaba, salí de ahí una noche porque descubrí que me engañaba.
Jungkook gruñó. —A esos hijos de puta deberían meterles un palo por el culo para que dejen de joder, apesta, mereces estar con alguien mejor.
—¿Y tú? —se acomodó para verlo de frente—. ¿Quién es tu amor imposible?
—Mi mejor amigo, que es el amante de mi primo, nos acostamos en Paris y ahora no responde mis mensajes ni llamadas, es una forma de rechazo ¿Verdad?
—Lo siento.
—No lo sientas, es mi culpa, sabía que no debía mostrar mis verdaderos sentimientos, pero lo hice, pensé que tenía un oportunidad.
—Es un idiota, eres una gran persona, busca a alguien que lo valore.
—¿Habrá alguien?
—Claro—negó—. Ven, bailemos, pon música cool para bailar.
Jungkook soltó una carcajada, pero se levantó para comenzar a brincar como idiota siguiendo a Yeosang que estaba más ebrio en cada momento. Se estaba divirtiendo, lo miraba con ojos diferentes, no era su asistente asustadizo y tímido, era un chico risueño, que bailaba muy bien, tan malditamente bien que comenzó a sentir un tirón en su entrepierna, se acercó a él, bailando y cantando este dio un paso atrás y casi cae, por lo que lo tomó de la cintura y lo acercó a su cuerpo.
—Que lindos ojos tienes—susurró sin aliento.
Yeosang sonrió antes de lanzarse a sus brazos, lo tomó de los muslos y lo besó, Jungkook cayó de espaldas en el sillón, con el chico a horcajadas sobre su regazo, sus labios eran suaves, demasiado dulces, sabían a whisky caro y a menta, le gustaba, suspiró tomando con fuerza su cadera, haciendo que se moviera sobre su regazo, en el fondo I was made for loving you empezó y fue lo que les dio la atmósfera para besarse con mayor pasión.
Jungkook tomó su feo suéter y lo sacó por su cabeza, dejándolo con el pecho al descubierto, era delgado, no desaprovechó la oportunidad para besar cada extensión de piel, mientras que este acariciaba su cabello.
Se levantó como pudo, para llevarlo a la habitación, al llegar a tientas prendió la luz y lo dejó caer en la cama, rio lascivo al verlo, alargó la mano a la mesa de noche de donde sacó un condón, sin saber que eso no sería suficiente, porque esa noche lo harían por lo menos tres veces antes de caer rendidos.
Su cuerpo era exquisito, que se erizaba con cada uno de sus toques y besos, estaba demasiado excitado para parar, tampoco Yeosang quería parar, porque Jungkook sobre él, restregandose y compartiendo el calor de su cuerpo desnudo era demasiado, entonces sólo se dejó llevar, dejó que lo elevara al cielo a pesar de saber que la caída sería dolorosa.
Su cabeza dolía, un dolor que era bien conocido, apretó los ojos no queriendo abrirlos, gruñó, tentando la cama, encontrandola completamente vacía, abrió los ojos de golpe, era de día, el reloj al lado de su cama marcaba las diez de la mañana, estaba atrasado, pero eso no fue lo que le preocupó, miró alrededor y se encontró solo.
—Te fuiste—bufó.
Sabía bien lo que había pasado la noche anterior, Jungkook no perdía por completo la consciencia, creyó que al despertar se encontraría abrazado a Yeosang, justo como habían terminado durmiendo, pero la realidad fue diferente y eso le molestaba. Estana enojado porque no podía creer que ellos pensaran que podían tener sexo con él y dejarlo a la deriva como si no tuviera sentimientos.
Se dio una ducha rápida, se cambió y bajó, necesitaba agua para hidratarse. El aroma peculiar le hizo detenerse, olía bien, a café recién hecho, se acercó a la cafetera, además del café había una nota que tomó con una ceja alzada.
Señor Min, me ha llamado uno de los planeadores, pidiendo el protocolo que estaba a punto de terminar. He ido a la empresa a acabarlo y entregarlo, recuerde que tiene una cita a las doce, espero que le guste el café.
Yeosang.
Rio por lo bajo, guardó la nota en la alacena y sacó una taza donde sirvió el café para calentarlo, lo bebió sin azúcar para que le ayudara a despertar. Estaba demasiado ansioso, no era la primera vez que tenía sexo casual, pero sí, la primera vez que lo hacia con alguien de su empresa, un trabajador y peor aún su asistente. Había caído en el prototipo de jefe que se lleva a la cama a sus asistentes, sólo esperaba que las cosas no se confundieran.
Salió de su departamento, y manejó hasta la oficina, pensando en la hora en la que había salido Yeosang, el café no estaba caliente, por lo que habían pasado horas. Al llegar a la oficina subió al elevador y sus entrañas se contrajeron, un poco nervioso por su actuar, ¿Qué debería hacer? ¿Qué debería decir?
Las puertas se abrieron, pudo ver entonces a Yeosang escribiendo en el computador, con los lentes puestos, su cabello lucía más desastroso de lo normal, pero le daba un aire angelical, lo que llamó su atención fue verlo con un suéter blanco que le quedaba grande, lo reconocería en cualquier parte, porque era suyo.
Se adentró con seriedad, Yeosang se levantó llevando la agenda, no lo miró, simplemente hizo una reverencia.
—Buenos días señor Min.
Contuvo el aliento. —¿Qué tenemos para hoy? —dijo caminando a su oficina.
Como todas las mañanas Yeosang le siguió de cerca, pero aquel día todo era diferente, al entrar cerró la puerta, Jungkook se volvió, lo tomó desprevenido, abrazando su cadera y juntandolo a su cuerpo, la libreta cayó al suelo, Yeosang le miró con los ojos muy abiertos, Jungkook rio antes de besarlo, por alguna extraña razón quería probar nuevamente sus labios sin el alcohol de por medio y estos sabían incluso mejor.
—No debiste irte—dijo al separarse.
—Tra...trabajo—susurró con las mejillas encendidas.
—Hagamos el trabajo entonces—relamió sus labios antes de volver a besarlo.
¿Qué estaba haciendo? Ni él mismo lo sabía, pero no se daba cuenta que no había pensando en Taehyung esa noche, ni esa mañana.
Yo creando ships inexistentes
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