20
Yoongi nunca había elegido un regalo que no fuera para sí mismo, a sus padres y conquistas les regalaba lo que el asesor de la joyería o de la tienda departamental le sugería, pero esa vez, la culpa le estaba haciendo tomar otro rumbo. Había tomado y lastimado a Jimin en un arrebato, este no le había dicho o reclamado nada, se dio cuenta que Jimin era peligrosamente inocente, aunque eso para él era una ventaja significativa. Podía hacer con él lo que quisiera y con algunas palabras Jimin pensaría que estaba bien, era como tener un cachorro listo para adiestrar. Si las cosas seguían de esa manera, entonces, obtener su firma en la renuncia de la herencia serían un juego de niños. Algo tan sencillo.
Pero, tenía que hacerlo caer, si lo enamoraba al punto de volverlo dependiente, entonces, las cosas serían más sencillas. Por eso, había ido a la joyería esa mañana, al siguiente día sería su cumpleaño, al menos tenía que darle un lindo regalo. Pero, nada parecía ser suficiente, hasta que vio un collar con un diamante que formaba una flor, con una piedra amarilla en medio y pequeños diamantes blancos simulando las hojas. Era infantil, pero lo único de ahí que se veía con más alegría.
—Quiero ese—dijo a la dependienta quien asintió con una sonrisa—. Y ese—señaló un anillo, de compromiso, una piedra cuadrada grande, en el aro había dos hileras de diamantes, era lindo.
—Muy bien señor Min.
No estaba satisfecho con lo que hacía, era complicarse la vida, sin embargo, sabía que su familia dependía de él y no podía fallarles. Suspiró saliendo de la tienda, con el regalo de Jimin y el de Jennie. Entre ellos dos había mucha diferencia, era una forma graciosa Jimin estaba enamorado de él y él de Jennie quien a su vez no amaba a nadie. Dos corazones estaban sufriendo en esa ecuación, y no se podía hacer nada para detenerlo. Estaba jodido.
Jimin estaba inmerso en una depresión que le carcomía desde dentro, era el primer cumpleaños que no pasaba al lado de su padre y eso le dolía en el alma, lo necesitaba, hace mucho que no había intentado recordar cómo era la vida cuando era niño y vagaba por las calles, no recordaba mucho, sin embargo, estaba seguro de que el vacío que sentía en esos momentos era peor, su padre le dio el cariño, la comprensió y la protección que necesitaba, siempre estuvo a su lado, enseñándole, tal vez lo sobreprotegio de muchas cosas, pero sabía que lo había hecho porque lo amaba, ahora estaba solo por su cuenta en un lugar que no conocía, con personas que realmente nunca antes había tratado.
—Jimin, te estoy hablando—dijo Yoongi pasando la mano frente a sus ojos—. ¿Me escuchas? ¿Te sientes mal?
—Oh, lo siento, estaba soñando despierto—le sonrió apenado.
—Te preguntaba si querías algo de cenar—dijo levantándose.
—No tengo hambre—dijo con un puchero.
—Al menos come de ese cereal de colores que te gusta, no es bueno que duermas sin nada en el estómago.
—Bien—asintió.
—Te lo serviré—caminó a la cocina.
Jimin se quedó en la mesa esperando, las cosas entre él y Yoongi parecían estar normales, eso le hizo pensar que todo lo que englobaba su relación con Yoongi era normal, no sabía nada sobre el amor, sobre las cosas que estaban bien o mal dentro de el, por lo que intentó decirse a sí mismo que todo estaba bien y que Yoongi lo quería y no podría hacerle daño.
—Toma—dijo poniendo el plato frente a él.
Jimin le sonrió. —Gracias—dijo con un suspiro antes de comenzar a comer.
Yoongi le miraba de reojo mientras tomaba una copa de vino, Jimin parecía un niño pequeño en ese pijama, no podía entender cómo es que existía una persona tan inocente y sin malicia. Era extraño viniendo de un lugar lleno de egoísmo.
—Estás muy serio ¿Pasa algo?
Jimin negó. —No es nada.
—Jimin, sobre el otro día, yo, lo lamento, estaba muy ebrio, no quise hacerte daño.
—No lo hiciste, está bien.
Afirmó con una ceja alzada. —No quiero que esto cambie algo entre nosotros, recuerda que soy tu amigo, quien se preocupa por ti y le interesa tu bienestar, no dejes de confiar en mí, por ahora soy lo que tiene y cuidaré de ti.
Los ojos de Jimin eran cálidos, Yoongi podía reflejarse en estos y le incomodaba, suspiró para acercarse y acariciar su mejilla. Si quería que todo marchara bien, tenía que convencer a Jimin de que era la única persona en la que podía confiar.
Recargó la cabeza en la palma de su mano y cerró los ojo, suspiró de forma pesada.
—Extraño a mi parte. Demasiado—una pequeña lágrima cayó por su mejilla.
Yoongi tragó en seco, él no era bueno consolando a nadie, ni siquiera consigo mismo. Simplemente le abrazó, dejó que Jimin llorara en su pecho pensando que era patético, las emociones no llevaban a nada bueno, la debilidad radicaba en las lágrimas de dolor e inocencia, creía que en un mundo lleno de lobos, Jimin era el pequeño cordero que se perdía, que confiaba hasta ser devorado, pero no era su culpa, sino de su abuelo, este sólo le mostro que había bondad, pero nunca supo de la maldad.
—Debe ser difícil, lo lamento.
—Me siento tan solo.
—No estás solo, ahora somos tu familia. Debes confiar en nosotros, no haremos nada para lastimarte Jimin.
Hubo silencio por unos momentos, uno que le preocupó, pero Jimin terminó suspirando. —Lo sé, gracias Yoongi, todos se han portado muy amables conmigo.
—Sé que es imprudente decirlo, pero me preguntaba si mañana querías salir conmigo, es tu cumpleaños y quiero festejarlo, pero si dices que no, está bien, lo entiendo.
Jimin se separó de su pecho y le miró con ojos brillantes por las lágrimas, sonrió de forma aniñada y dulce, una sonrisa tierna y asintió. Yoongi se alejó para tomar nuevamente su copa, a veces, estar cerca de Jimin era complicado.
—Sí, me gustaría.
—Entonges vendré por ti en la tarde, iremos a un lindo lugar.
Jimin asintió, Yoongi sacó un cigarrillo y comenzó a fumar bajo la intensa mirada del menor.
—Eso puede hacerte daño.
—Hay pocos placeres que puedo disfrutar en la vida, el fumar es uno de ellos, así que, aunque haga daño, lo voy a disfrutar.
—Jungkook dijo algo parecido en el funeral de mi padre—suspiró—. Pero, disfrutan la vida con algo que puede arrebatar la vida, es irónico.
—Soy el rey de las ironías—le guiño un ojo—. Jamás había conocido a alguien como tú, demasiado inocente y puro.
—No soy de esa manera—bufó.
—Eres un bebé, eso es lo que eres—dijo con burla—. Pero, ahora tengo curiosidad, Jimin ¿Cuales son tus placeres peligrosos?
Jimin le miró ladeando la cabeza, pensativo, relamió sus labios y suspiró. —No lo sé, jamás me he puesto a pensar en eso.
Yoongi asintió tomando lo que quedaba de su copa, sin saber que en la mente de Jimin sólo una frase estaba vigente. Eres tú, mi placer peligroso.
Jimin dejó las flores blancas sobre la tumba de su padre, miró la lápida con los ojos inyectados de dolor, no dejaba de llorar, esa mañana se había despertado con ganas de visitarlo, así que llamó al secretario Lee y le pidió que lo llevara. No le dijo nada a Yoongi, quería hacerlo solo, lo necesitaba.
—No sabes cuánto te extraño, desearía que estuvieras aquí, cantando feliz cumpleaños al despertar como todos los años. Jamás me había puesto a pensar en la falta que me haces, ahora estoy solo, hay personas, pero no las conozco, te necesito—sollozo—. No estoy listo para vivir sin ti, papá, donde quiera que estés quiero decirte que te amo.
Se quedó unos minutos donde su llanto era lo único que se escuchaba, no mentía, la ausencia de su padre le había demostrado que lo necesitaba más de lo que imaginó, la soledad estaba acechando su mente, porque aunque tuviese a Yoongi, quien se había portado amable y comprensivo con él, no era lo mismo, su padre fue su todo y ahora tendría que aprender a vivir sin él.
—Voy a ser lo que siempre quisiste que fuera, nada va a cambiarme padre, te lo prometo.
Limpió sus lágrimas, a su lado Leeteuk le tendió un pañuelo que tomó sin mirarlo, limpió su rostro y suspiró, ese era un frío y gris cumpleaños, uno que quería que pasara desapercibido. Se levantó y miró con una sonrisa tenue al secretario.
—Gracias.
—No tiene nada qué aparecer joven Jimin. Hay una cafetería por aquí ¿Quiere tomar algo caliente?
Jimin asintió, estar solo en el departamento sería peor, caminaron tranquilos hasta el auto, el chófer ya los esperaba, subieron en silencio y el rápido viaje fue de esa manera, bajo un silencio incomodo, Jimin estaba seguro de que al secretario Lee también le dolía la muerte de su padre, ellos lo habían conocido lo suficiente para llegar a amarlo.
Llegaron a la pequeña cafetería, por fuera se veía acogedora y entraron, eligiendo una mesa cercana a la ventana, el día era frío, por lo que el calor del interior les vino bien.
—Esté será un frío invierno.
—Lo será—asintió Jimin—. Me pregunto cómo será en la cuidad, siempre lo pasábamos en el campo, ahora el panorama ha cambiado.
—Joven Jimin ¿Piensa quedarse aquí por un tiempo largo?
—No lo sé—se encogió de hombros—. Probaré la universidad un tiempo, si eso no es para mí, regresaré a mi casa y trabajaré, como siempre lo he sido.
—Tiene el dinero suficiente para no volver a preocuparse por trabajar.
Jimin suspiró. Ni siquiera podía comprender lo que se decía de la herencia y con sinceridad pensaba que eso realmente no le importaba mucho.
—Si no termino la carrera no puedo acceder a ella. Tampoco es como si la quisiera.
—No debería decirle esto, pero sé que está información la llevará con prudencia. Hay una cláusula, donde dice que el dinero puede estar a su disposición si enferma o si tiene un hijo. Pero ambos escenarios son demasiado prontos, yo creo que si se esfuerza, le irá bien en la universidad.
—Eso espero. Es difícil adaptarse a una vida de cuidad.
—Puede que lo sea, pero no tiene que pasar por esto solo, si necesita ayuda no dude en acudir a mí, le prometí a su padre que cuidaría de usted y lo cumpliré.
—Gracias, es bueno conocer a alguien en quien mi padre confiaba.
Leeteuk le miró con una ceja alzada. —¿Ha sucedido algo que le haya hecho pensar en la confianza de su padre?
—No, no me mal entienda, todos se han portado muy bien conmigo, sobre todo Yoongi y su familia, pero, aún los desconozco, y no puedo dejar de pensar en las palabras de mi padre.
—Le daré un consejo, uno que le ayudará mucho si planea quedarse en Seoul. A veces, los lobos se ponen piel de oveja, aquí, sobre todo en está clase social, las verdaderas intenciones se pueden ver con el tiempo, nadie da algo sin querer recibir algo a cambio. Tenga cuidado, es inocente, alguien puede llegar a aprovecharse de su amabilidad.
Jimin asintió pensativo, recordaba que su padre había dicho lo mismo cuando llegaron a Seoul, sin embargo, seguía sin entenderlo, porque para él, las personas que estaban alrededor le habían llenado de atenciones y cariño.
—Esto tiene que ver con la familia Min ¿Verdad? ¿Usted piensa que debo cuidarme de ellos?
—HongJae siempre dijo que su familia estaba enferma de poder, los conozco bien, son egocéntricos, sólo piensan en sí mismos, no he visto más, tampoco he sabido sobre algo que hayan hecho en contra de alguna persona, pero, el poder enferma, por eso tiene que tener cuidado, joven Jimin, no confié demasiado, al final del día usted tiene algo que ellos habían estado esperando por años.
—¿Qué es eso? —preguntó cauteloso.
—La herencia del imperio Min—suspiró—. Tenga cuidado, no hable de más y manténgase cauteloso. Yo le ayudaré en todo lo que usted requiera, HongJae, nunca lo dejaría desprotegido, antes de morir, quiso comprar un regalo para usted. Lo tengo aquí.
Tomó su maletín y de este sacó una caja colorida con un moño rojo, se la tendió con una sonrisa, Jimin no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas, tomó la caja, acarició con sus dedos sintiendo una opresión atroz en su pecho, las lágrimas recorrían sus mejillas, en su mente sólo había espacio para el rostro de su padre, ese sería el último regalo que recibiría de él. Abrió la caja, dentro, había otra caja rectangular de madera blanca, con detalles de flores en colores pasteles azul, púrpura y amarillo, con cuidado la extrajo, mirándola de cerca, era una caja de música.
Cuando era niño, le había contado a su padre que lo único que recordaba de su verdadera madre era una melodía dulce que venía desde una caja, entendía el significado de ese regalo, por lo que su llanto se intensificó, la abrió, reproduciendo una melodía dulce y encantadora, tenía un espejo decorado con flores en los bordes, en medio había una pequeña figurilla de bailarina que daba vueltas, era hermosa. La dejó sonando en la mesa, con una sonrisa melancólica. Ese era el mejor regalo que había recibido en toda su vida y venía de la persona más importante. Su padre.
Cuando llegó al departamento entró sin esperar aquellos ramos de flores, cada uno con una tarjeta, podía ver que la mayoría era de la familia Min, eso le confundió demasiado, sólo esperaba que lo que el secretario Lee le había dicho no aplicara en él, quería pensar que en ellos había bondad y que estaban teniendo esas atenciones porque se preocupaban por él.
Eran flores hermosas y caras, así que las disfruto, tomando fotos para guardar en sus recuerdos. Llegó a una caja delgada pero grande, tenía una tarjeta.
"Para un lindo chico que cumple años, llévalo esta noche, con cariño Taehyung".
Abrió la caja con una sonrisa. Dejó de lado el papel blanco y suave, para ver un traje perfectamente acomodado color azul petróleo, era un color hermoso, suave al tacto. Eso era lo que usaría esa noche.
Uso lo que quedaba de la tarde para arreglarse, no era bueno en ello, nunca había tenido la ansiedad de verse bien, por lo que no pudo hacer mucho, su belleza era simple y él creía que no es suficiente, pero era esa misma simpleza que le daba un aire inocente y dulce.
Espero en la sala la llegada de Yoongi, estaba nervioso, hace mucho había terminado por aceptar que le gustaba, que estaba enamorado de él y cada una de sus atenciones no hacia más que acrecentar ese cariño. No quería llamarlo amor, porque no deseaba caer por completo, aunque muy dentro sabia que había caído hace mucho tiempo.
La puerta se abrió, Yoongi entraba con un traje que le quedaba a la perfección, no era el mismo con el que se había ido aquella mañana, le miró de pies a cabeza y esbozó una tenue sonrisa.
—Te ves precioso—dijo acercándose a él, acarició su mejilla antes de dar un beso en su sien—. Encantador y dulce. ¿Estás listo?
—Sí—asintió sin dejar de ver sus ojos, perdiéndose en ellos.
—Entonces vamos, muero de hambre.
Jimin asintió tomando la mano que este le ofrecía, así ambos salieron del departamento, era diferente, se sentía en las nubes, su mano era cálida sobre la suya, bajaron por el ascensor, directo al estacionamiento, en donde subieron al auto negro.
—¿Qué tal tú tarde? —preguntó Yoongi con una sonrisa.
—Fue tranquila. ¿Y la tuya? No llevabas ese traje por la mañana—observó, se veía muy bien en traje.
—Lo cambié—le sonrió—. Era una noche especial, iremos a un sitio que me gusta, sé que te gustará.
El camino fue ameno, Yoongi le hablaba de la empresa, de algunas reuniones que había tenido y de algunas preocupaciones, lo escuchaba atento, se sentía bien que le hablara de esas cosas, podía sentir la escena más hogareña, como si fueran una pareja de verdad.
Aparcaron frente a un gran edificio, parecía ser un hotel, Jimin bajó y le miró confundido, Yoongi se acercó y lo tomó de la mano para entrar.
—Sé lo que estás pensando, pero el restaurante está dentro del hotel, es delicioso, el Mugunghwa. Me gusta venir aquí, reservé una mesa con la mejor de las vistas.
Y no mintió cuando dijo eso, el restaurante al que llegaron era hermoso, demasiado lujoso, los condujeron a una mesa que daba la vista a los ventanales, desde ahí podía verse la cuidad, era de noche, las luces daban un panorama especial.
—Es hermoso—dijo mirándolo con una enorme sonrisa.
—Lo es—asintió—. La comida también es excelente, y el vino lo es más.
J
imin le miró con ojos brillantes, cada cosa que Yoongi hacía, acrecentada su admiración, al mayor le gustaba ser admirado de esa manera por alguien, así que Jimin, elevaba su ego sin siquiera saberlo.
—Debemos disfrutar, en unos días entras a la universidad, te va a gustar, es un nuevo mundo por explorar.
—Tengo más miedo que entusiasmo.
—El miedo es normal—sonrió ladino—. Sobre todo cuando comienzas algo nuevo, pero no te preocupes, estarás bien.
—Siento que en estás semanas he vivido más de los que viví en toda mi vida.
—Así se siente la libertad—suspiró—. En estos momentos eres un niño que aprende a explorar el mundo, un mundo que está lleno de cosas, algunas más increíbles que otras y de personas, algunas más buenas que otras.
Jimin asintió.—Creo que muchas personas se han encargado de decirme eso, sobre todo lo de las personas, me han advertido que tenga cuidado de quienes tienen dobles intenciones. Soy demasiado estupido para saber eso.
—¿De verdad? Que interesante, dime ¿Quien te ha dado esos útiles consejos?
—Mi padre y... amigos—dijo sin saber si era adecuado decir el nombre del secretario Lee o de Taemin.
—Ellos tienen razón, este mundo está lleno de personas sin corazón, oportunistas, pero, tienes la suerte de tenernos a nosotros para comprenderte y protegerte.
Jimin le miró con una ligera sonrisa. —Esas palabras me gustan.
—¿De qué hablas?
—Mi padre decía que había una regla, sobre cómo querer y la forma en que debes relacionarte con los demás. Él decía que en el amor hay tres cosas importantes, el cariño, la comprensión y la protección.
Yoongi le observó fijamente. —La abuela tenía un libro que hablaba de eso—asintió serio—. Es una buena regla, pero no todas las relaciones cumplen con eso, puedes querer proteger a alguien, cuidarlo y comprenderlo, sin sentir cariño, o puedes sentir cariño por alguien, pero poca comprensión y protección, las relaciones no pueden tenerlo todo.
—¿Por qué no? ¿Por qué si quieres alguien, no puedes tener cuidado con su corazón, cariño por su persona, comprensión por sus incertidumbres y porqué no puedes protegerla? No sé necesita mucho, sólo querer de verdad.
—Piensas como todos deberíamos de pensar, pero lamentablemente este mundo está lleno de personas que se dejan llevar por sus peores instintos, no existe en el mundo alguien que ame de verdad, ni quien quiera comprometerse. Esa es la triste realidad.
—Si tú encontrarás a alguien a quien pudieras amar de verdad ¿No estarías dispuesto a comprometerte?
—Lo estaría, pero esa persona no ha llegado, a menos que este frente a mí—le dijo con una sonrisa tan encantadora que sonrojo sus mejillas—. Hoy es tu cumpleaños y tengo algo para ti.
Se levantó y se posicionó detrás de él, Jimin guardó el aliento, espero hasta que sintió sus manos frías sobre su cuello, ahí dejó algo después se alejó, miró entonces la cadena con el dije de flor.
—Es hermoso, no tenías por qué molestarte, me encanta, gracias.
—Los regalos no son molestia—suspiró—. Me alegro que te guste, pensé en algo que fuera igual de especial que tu, no me equivoque.
La cena fue tranquila, Yoongi no dejaba de hacerle cumplidos, se sentía lindo y adorado, él mismo comenzaba a sentirse especial, cada una de las palabras de Yoongi se metían en su pecho, haciéndole sentir amado, quería tener la posibilidad de amarlo, de mostrarle que el amor era dulce y hermoso.
—Dean Martín—susurró escuchando la música.
Yoongi elevó una ceja. —Todos amamos a alguien alguna vez—asintió—. Me sorprende tu excelente gusto musical.
Mirando a Jimin pudo darse cuenta de que este brillaba, con una sonrisa sincera y dulce, lo que no existía en su mundo, ambos tenían mucho en común, pensaba que de haberlo encontrado en otras circunstancias se habría enamorado de él, pero la realidad era otra, él no lo amaba, sólo lo usaba. El amor sincero no estaba hecho para ellos.
Ya se que me tarde mucho, espero no volver a hacerlo, peri para eso no dejen de votar y comentar.
Gracias por esperar, los amo, nos leemos pronto.
🖤
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