Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17.

Capítulo originalmente escrito por layn_lz. Yo sólo me encargué de editarlo y adaptarlo.

━━━━━━━ ✧❃✧ ━━━━━━━

Las cosas con Jungkook, desde su punto de vista, siempre habían sido hermosas. Él era tan absolutamente bonito ante los ojos de Taehyung, tan sublime y etéreo... Podía jurar que sus besos tenían un sabor dulce que le recordaba a un hogar, a todo eso que siempre había buscado y que deseaba tener; que sus caricias suaves eran tan sutiles como efímeras, y provocaban una extraña calidez que fluía a través de la piel que tocara sus dedos, haciendo que todo a su alrededor se detuviera y que el suelo inestable bajo sus pies lo sintiera desaparecer.

Taehyung amaba infinitamente a Jungkook. Amaba la forma en que se veía al despertar aún somnoliento cada mañana, amaba lo tibio que se sentía su cuerpo acurrucado junto a él y la forma en que lograba acelerar los latidos de su pobre corazón con algo tan simple pero a la vez tan hermoso como lo era su sonrisa; amaba acariciar la tierna carne de su pequeña cintura y guiar sus manos hasta posarlas en sus frondosas caderas; amaba posar la nariz sobre su cabeza cuando reposaba en su pecho, aspirando suavemente el olor que desprendían sus negruzcos cabellos, ese aroma que lo tenía adherido a toda su piel y que le recordaba a él, a ellos, acompañado de un toque que podía describir como a sol y lavanda, tal vez un poco de durazno, y todas esas cosas dulces porque para él, Jungkook era una mezcla de olores y sabores maravillosos.

Recordaba vagamente cuando él mismo le había hecho el comentario, hace mucho tiempo atrás, en uno de los tantos días en que amanecieron con las piernas entrelazadas y un deseo infinito por permanecer allí para siempre.

—¿Mi cuerpo sabe a todas esas cosas? —preguntó Jungkook. Taehyung asintió, cautivado por la imagen que tenía frente a él—. Debo ser muy delicioso entonces —dijo con una sonrisa traviesa tirando de sus labios, pero que fue rápidamente reemplazada por una mueca de concentración—. Siento decirte esto, Tae, pero tú no sabes tan bien como yo, tú sabes como a sal y vinagre.

Su misión era fingir molestarse con el azabache al menos durante un par de horas, pero al final desistió de su pequeño capricho cuando lo vio removerse inquieto entre las sábanas, mirándolo con una expresión indescifrable en su rostro y las orejas echadas ligeramente hacia atrás. Taehyung rió ante lo tierno que se veía y procedió a explicarle que lo que había dicho era algo metafórico, concepto que también tuvo que explicarle al ver su confusión disfrazada en un ceño fruncido. Al final, Jungkook sólo sonrió suavemente, y volviendo a recostarse a su lado en la cama, le dijo:

—Sólo estaba jugando contigo, Tae. En realidad, debes oler mucho mejor que yo, porque amo percibir el aroma de tu perfume en mi ropa aún después de tanto tiempo de haberte ido.

⠀⠀
⠀⠀
⠀⠀
[ 🐰 ]
⠀⠀
⠀⠀
⠀⠀

Taehyung se encontraba en medio de una encrucijada. Había estado teniendo una lucha interna consigo mismo durante todo ese tiempo, pensando seriamente en si lo correcto sería volver a verle o no. El resto de la semana no pudo concentrarse del todo, pues lo único que invadía su mente a todas horas era la posibilidad de encontrarse con él nuevamente para recibir las respuestas que tanto había estado buscando, pero por muy tentadora que sonara la idea, él no quería hacerse más daño. Debía aceptar el hecho de que Jungkook se había ido por cuenta propia, sin ningún tipo de explicación a excepción de una carta en la que prácticamente no decía nada.

Aunque, si debía ser honesto, la verdad es que se moría de ganas por oír las razones que tuvo para haberse ido así sin más. Le había dicho aquella vez en la cafetería que en parte era porque lo trataba como a un niño, lo cual tenía algo de sentido, pero que aun así no le parecía ser una razón real o suficiente para ello.

No sabía con exactitud si durante aquellos tres largos meses, la soledad había sido su mejor amiga o su peor enemiga, aunque se inclinaba más por esta última. Fueron tantas las veces en que imaginó diversos escenarios, cada uno peor que otro, como en el que Jungkook conocía a alguien más, después de todo él siempre se quedaba solo cuando tenía que salir del departamento; otras veces, pensaba en que tal vez lo suyo sólo había sido una tensión sexual que creció entre ellos con el paso del tiempo, y ese pensamiento lo hizo sentir aún peor.

Era imposible que Jungkook estuviera con él sólo por el sexo, de todas maneras. Recordaba que el menor le dijo aquella vez que nunca había estado con alguien antes, a pesar de que ya tenía ciertos conocimientos previos que él nunca quiso cuestionar o pensar en cómo los había adquirido, pero no importaba porque Taehyung lo amaba infinitamente. Amaba verlo mover su naricita, su esponjosa cola, las suaves orejas que lo delataban y lo ayudaban a comprenderlo; amaba el suave movimiento del batir de sus gruesas pestañas, enmarcando sus profundos ojos oscuros que siempre se hallaban brillantes, curiosos y atentos, y en definitiva amaba sus rellenos labios en forma de corazón que usualmente se mostraban pintados de un llamativo color cerezo. Había llegado a la conclusión de que Jungkook era una persona absolutamente hermosa, inocente, y con una personalidad única e inigualable; un poco caprichosa, demandante, atrevida y juguetona, pero que podía llegar a ser de lo más dulce cuando se lo proponía. Muchas veces bastó de un solo comentario para derretirlo por completo.

El resto de la semana pasó sin prisa, no sabía si es que estaba atrapado viviendo el mismo día o el reloj no avanzaba, o quizás que lo hacía irremediablemente lento. Tal vez el tiempo estaba de su lado, brindándole la oportunidad de pensar a fondo la situación, siendo totalmente sincero consigo mismo. Y la verdad es que no sabía qué hacer, porque por un lado finalmente había podido terminar con su trabajo y el nivel de estrés estaba regulado por primera vez en su vida después de tanto tiempo, y pensaba que en parte era porque Jungkook se había ido en el momento justo, pues entre los juegos, el desorden de la casa y las exigencias del conejo, sus pendientes se habían prolongado lo suficiente como para que el Director de la facultad le llamase la atención. Taehyung siempre había sido alguien ejemplar con su trabajo y, sin embargo, el ritmo que llevó durante las últimas semanas antes de su partida dejó mucho qué desear.

Los días continuaron avanzando y, para cuando estuvo a punto de perder la razón, llegó el viernes. Había estado durmiendo mal por mucho tiempo, pues hubo días en los que juraba quedar atrapado en un ciclo interminable, uno en el cual perdía el sentido del gusto debido a que cada bocado de comida sabía exactamente igual al anterior, sin importar lo que estuviera comiendo ya que no podía distinguirlo. Ni siquiera podía diferenciar entre un sabor y el otro, y mucho menos en qué día estaba viviendo y cual no.

Ese día se la pasó pensando toda la mañana. Caminó en círculos, miró la televisión, jurando una y mil veces que no iría a buscarlo. ¿Valdría siquiera la pena? La última vez no pudo hablar apropiadamente con él, ¿Qué le hacía pensar que lo haría ahora? ¿Y si se había ido? Lo hizo una vez, y nadie le garantizaba que seguiría ahí para esperarlo.

Al final, harto de estar envuelto en sus pensamientos, decidió ir a buscarlo. Tomó su chaqueta y salió del departamento, comenzando a formular en su mente qué le diría apenas lo tuviera al frente.

Caminó sin prisa, con el gélido aire de Nueva York rozando sus mejillas y tornándolas de un suave color carmesí, resintiendo la crueldad del clima. Hacía mucho tiempo que no salía a caminar, las calles se encontraban prácticamente vacías en comparación a la última vez que lo había hecho, y fue cuestión de minutos para que pudiera visualizar a lo lejos el cartel que rezaba el nombre de la cafetería, y apresuró el paso.

⠀⠀
⠀⠀
⠀⠀
[ 🐰 ]
⠀⠀
⠀⠀
⠀⠀

Jungkook había pasado una larga y tortuosa semana. Principalmente porque luego del fin de semana pasado, había perdido toda la esperanza de que Taehyung realmente volviera. Trató constantemente de convencerse de que tal vez el mayor estaba mejor sin él, haciendo desorden por todas partes, metiéndolo en problemas o dejándolo sin dinero y sin comida, tal como lo hizo cuando llegó a su vida y ni hablar del papel higiénico.

Toda su semana se resumía en trabajar de aquí a allá atendiendo mesas, llevando pedidos e incluso aguantando comentarios de algunos clientes malhumorados. Cada vez que escuchaba el sonido de la campanilla anunciando la llegada de alguien nuevo al establecimiento, le era imposible el no mirar, esperanzado de ver el rostro de la persona que amaba atravesando el umbral de la puerta, pero esto nunca sucedía. Cuando finalmente llegaba a su departamento, cansado después de una larga jornada de trabajo, corría a su cama para echarse a llorar durante horas; lloraba sintiendo el profundo e interminable vacío que le hundía el pecho desde que decidió irse, pensando que no sería capaz de volver a verle. Fue así que, durante meses, aquello se volvió parte de su pequeña rutina diaria, hasta que por fin creyó haberlo superado y luego todo se vino abajo cuando éste se presentó aquel día en la cafetería.

Desde aquel suceso, a Jungkook se le hacía imposible dejar de pensar en Taehyung, preguntándose qué estaría haciendo, si era feliz, si ya lo había olvidado o si aún pensaba en él durante las más solitarias noches. Había pasado ya una semana desde su inesperado encuentro y a menudo el pensamiento lo atormentaba, y era entonces cuando corría al baño para encerrarse en un cubículo y secarse las lágrimas mudas que anegaban sus cristalizados ojos oscuros. Una vez que salía le preguntaba a sus compañeros si lo habían visto en algún momento mientras él se encontraba ocupado, pero la respuesta siempre era la misma: una negación con la cabeza y una expresión de disculpa tatuada en sus rostros.

Con el pasar de los días, Jungkook iba perdiendo todo rastro de esperanza, pero una pequeña parte de él confiaba ciegamente en que volvería por una explicación. Tal vez ya no la necesitaba, pero él realmente deseaba contarle sus razones para irse.

El café normalmente cerraba sus puertas a las nueve de la noche, y faltaban tan sólo diez minutos para eso. Sintió su corazón acelerarse y la repentina presión en su garganta, mirando a su compañera quien comenzaba a limpiar y acomodar todo para finalizar su turno. Su pecho se apretó listo para soltar el primer sollozo que antecede el llanto, pero cuando de pronto la campanilla de la entrada sonó anunciando la llegada del último cliente del día, Jungkook no tuvo fuerzas para mirar. Estaba seguro de que no soportaría una desilusión más, así que apartó la mirada de la puerta y corrió pasillo adentro, dirigiéndose al pequeño espacio en la parte trasera de la cafetería el cual estaba designado específicamente para los empleados.

Momentos más tarde, Lisa —su compañera de turno— ingresó a la habitación, encontrándolo sentado en uno de los banquillos con el rostro hundido entre las palmas de sus manos.

—Jungkook, el chico lindo de la otra vez te está buscando, ¿Quieres que le pida que se vaya?

La sorpresa lo sacudió en cuanto escuchó esas palabras. Levantó la cabeza rápidamente, sintiendo su corazón comenzando a bombear a una mayor velocidad y las palmas de sus manos se encontraron sudorosas. Juraba que después de haber oído aquello, sintió un repentino toque frío que escalaba recorriendo la piel de su espalda.

—Voy enseguida —respondió nervioso. La emoción de hace unos días había vuelto, lo sabía por la forma en que sus orejas se movían inquietas bajo el gorro, el cual se encargó acomodar al igual que su cola, meneándose con efusividad contra la tela de su pantalón.

Se permitió disfrutar un poco más del aire fresco que le ofrecía la pequeña ventana, y respiró profundamente una y otra vez antes de salir.

⠀⠀
⠀⠀
⠀⠀
[ 🐰 ]
⠀⠀
⠀⠀
⠀⠀

Taehyung subió la mirada en cuanto escuchó el ruido proveniente de la puerta, sintiéndose tranquilo por primera vez en días en cuanto visualizó su cuerpo caminando hacia él. No tenía esas ganas de llorar o el repentino enfado que venía cada vez que pensaba en Jungkook, recordando la forma en que lo había dejado solo en el departamento.

—Hola —fue todo lo que consiguió decir. Mentiría si dijera que no sintió cierta calidez en el pecho cuando el menor le rozó la mano antes de tomar asiento justo frente a él.

—Ho-Hola, Tae —murmuró, torpe. Por primera no era capaz de descifrar la actitud del castaño: tenía una expresión neutra decorando su rostro como si estuviera a la espera de que iniciara su discurso; sin embargo, las palabras parecían no querer salir de su boca, quedándose atascadas en su garganta—. Tae...

—Realmente me debatí mucho toda la semana en si debía volver o no —interrumpió suavemente, como si supiera el conflicto interno que estaba teniendo en ese momento—. Incluso vine caminando. Podría decirse que estoy preparado con todo lo que quiero decirte, tuve bastante tiempo para asimilar las cosas, ya sabes... Tres meses son suficientes como para hacerte de una buena opinión —rió un poco luego de decir lo último. Le había parecido gracioso hasta que miró de nuevo a Jungkook, quien agachó la mirada en cuanto sus ojos se encontraron con los suyos. Su chiste parecía haberlo herido realmente; sus orejas cayeron un poco luego de eso, pese a que llevaba el característico gorro de lana pudo notarlo con facilidad—. Hey, Kookie —buscó su mano sobre la mesa para unirlas con la suya, dejando una leve caricia sobre ésta. Estaba tratando de romper la atmósfera de tensión que recaía en ambos, pero no salió como esperaba—. Jungkook, bebé, mírame. Sólo fue una broma, ¿Está bien? Lo siento.

—No te preocupes, Taehyung, entiendo que estés molesto conmigo. Soy un conejo adulto, ¿Recuerdas? —respondió con cierto tinte de molestia en su voz, pero no alejó su mano.

—Sí, está bien, yo solo... —tragó grueso—. Quisiera entender qué fue lo que pasó, ¿Vale? Nunca me dijiste que odiabas la forma en la que te trataba, y realmente lo siento si en algún momento te hice sentir ofendido, porque no era mi intención.

Esperó pacientemente a que Jungkook respondiera y, al ver que no lo hizo, se aclaró la garganta para seguir hablando.

—La cuestión es... Que aunque tenga suficientes razones para estar molesto, no lo estoy. No podría enfadarme contigo ni aunque quisiera, Jungkookie —admitió, viendo como el menor relajaba un poco su expresión molesta—. Yo ya había perdido la esperanza de volver a verte. Durante todo este tiempo, lo único que hice fue intentar alejarme de cualquier cosa que me hiciera recordar a ti. Estar en casa se volvió doloroso y permanecer en silencio también lo era. Por eso salí ese día, estaba intentando despejarme. Encontré una cafetería lo suficientemente lejos de todos los lugares que visitamos y me pareció perfecto porque estaba abarrotada de gente y había mucho ruido. Pero yo nunca esperé encontrarte aquí —dijo, sintiéndose vulnerable. Estaba haciendo su mayor esfuerzo para evitar romperse frente a él—. El día que te fuiste, yo... Te llamé como loco. Intenté buscarte por todos los rincones posibles de la casa, pero no te encontré. Debí haberlo previsto. Estuviste actuando tan extraño, distante e incómodo en esas últimas semanas y no supe cómo actuar. Quise darte tu espacio, trabajé más sin darme cuenta de que estaba empeorándolo todo —hizo una pausa. Su voz estaba saliendo un poco inestable, así que carraspeó—. Tarde un par de días en encontrar tu carta, ¿Sabes? Lo hice en el momento en que me resigné a que te habías ido para siempre.

Jungkook se quedó en silencio, sin saber qué decir. Ni siquiera sabía cómo reaccionar ante aquella confesión. Se sintió mal por haber asumido que estaba haciendo lo mejor para él, había llegado a la conclusión de que estaba haciendo lo correcto. Después de todo, Taehyung eventualmente encontraría a alguien más, buscaría formar una familia, tendría hijos y luego estaría él: el conejo raro al que todos rechazaban al verlo de pie frente a la puerta, porque definitivamente así no es como luce un conejo real; con todos los posibles aspirantes a dueños dando portazos en sus narices, creyendo que se trataba de una especie de broma.

—No voy a ser egoísta y pedirte que te quedes conmigo si así no lo deseas, pero... —soltó un largo suspiro, intentando que la valentía llenara sus pulmones—. Yo en serio, en serio quisiera compartir mi vida contigo, amor, y que tú también quieras compartir la tuya conmigo. Quisiera poder comprarte ramos y ramos de amargas amapolas saliendo del trabajo sólo para verte sonreír mientras las comes —ambos rieron ante aquello, recordando la salida al parque, unos meses atrás—. Quisiera llevarte a Daegu y que conozcas a mi familia, quisiera tener el honor de hacerte el amor todas las noches y hacerte feliz siempre. Quisiera verte haciendo todo a tu manera, sin importar lo que pueda decir la gente, porque he encontrado la belleza misma en cada una de tus acciones, por más extrañas que éstas me parecieran en un principio.

»Quisiera poder entenderte mejor, saber las cosas que naturalmente haces y que no haya necesidad de decirme todo el tiempo "soy un conejo". Quisiera poder hacer que veas lo hermoso que eres, Jungkook, y poder abrazarte cuando estés triste porque aprendí que es lo único que tengo que hacer para que te sientas mejor; me encantaría poder hacerte saber siempre lo especial que eres, lo especial que te has vuelto en mi vida y lo mucho que anhelo que decidas quedarte.

»Yo... Me fui encariñando con cada una de tus actitudes poco a poco. Me encantaría poder ser capaz de enseñarte algunas cosas y que tú me enseñes otras. No sabía lo mucho que amaba tus niditos en los rincones de la casa, hasta que ya no pude verlos más; me di cuenta de cuánto te amaba en el momento en que llegué a casa y no te encontré por ningún lado. Me pesó tu ausencia, perdí toda la noción del tiempo desde que te fuiste y, ahora que estoy aquí, estando frente a ti, lo pienso una y otra vez y sigo sin comprender la verdadera razón por la que fuiste —terminó de decir. No tenía nada que perder ahora que estaban allí, uno frente al otro, expresando todo lo que sentían desde el principio.

A veces olvidaba que Jungkook era sólo un conejo. Un conejo adulto que parecía comportarse como un caprichoso niño, feliz de aprender cosas nuevas mientras que a su vez no podía comprender otras.

Esta vez fue el turno de Jungkook para hablar.

—Yo... He aprendido muchas cosas desde que me fui, ¿Sabes? Lisa se ofreció a ayudarme para aprender cosas nuevas, ¿Recuerdas cuando hablamos sobre cómo no podíamos escribir el sonido que nos gusta? —Taehyung asintió, sin entender realmente—. Pues ella me enseñó la forma para describir la sensación que provocas en mis orejas, en mi nariz o incluso en mi cola. Me haces sentir feliz y calentito, mi nidito, y no sabía lo que era estar enamorado hasta entonces.

»Cuando empezaste a trabajar más dejaste de cumplir las reglas, ya no jugabas conmigo y casi siempre llegabas tarde. Poco a poco te fuiste convirtiendo en mis antiguos dueños, sentí que a medida que dejabas de cumplir las reglas estabas preparándote para encontrarme un nuevo dueño o echarme en cualquier momento de nuestro hogar. Tenía miedo de encariñarme con mi nidito y que me dejaras al momento en que quisieras formar una familia. Al final, me botarías a la calle cuando esto sucediera, porque nadie quiere un jodido conejo raro —no se permitió derramar ni una sola lágrima. Ya lo había hecho suficiente—. Sentí que estaba arruinando tu vida cada día que pasaba. Eres un buen Taehyung, nunca me trataste como a una mascota, me hiciste sentir especial, me diste la oportunidad de tener un hogar y una familia. Me hiciste saber que yo era tu hogar y tú eras mi nidito.

»Cuando eres un conejo, te das cuenta de muchas cosas. Sabes cuándo alguien no te quiere, pero aun así decide ayudarte. Puedes darte cuenta cuando en un hogar simplemente no eres querido. Cuando estaba contigo, me tratabas como a un niño, como a un bebé, y era lindo al principio pero no me gustaba que me ocultaras cosas. Hace una semana, te dije que quería poder tener algo que fuera mío y... Y es algo difícil de explicar, pero lo intentaré. Pero antes quiero que sepas, Taehyung, que no me fui porque no te amara.

Taehyung abrió los ojos sorprendido, definitivamente no esperaba aquello. Y se sintió nervioso al saber que aún había mucho más detrás de eso.

—Siempre estuve de casa en casa, con el miedo de que en cualquier momento volvería a la calle, porque sé lo que es estar ahí. Sé lo que es vivir sin nada, sin ser alguien, sin tener a nadie que te espere o sin saber siquiera lo que es un verdadero hogar. A medida que fui creciendo entendí qué era lo que quería, viviendo contigo me di cuenta de ello. Quería poder tener algo propio, ser mi propio dueño, tener un nido para poder dormir con la tranquilidad de saber que no me echarían en cualquier instante y saber que nunca más dependería de un dueño. El tiempo a tu lado fue increíble, en serio, pero ya no soy el mismo de hace tres meses y siento que lo he arruinado todo. Lo que voy a contarte es bastante difícil, y... Si después de esto decides irte, lo entenderé completamente.

Taehyung realmente no sabía a qué se refería con lo último.

—¿Qué quieres decir? —preguntó confundido.

Jungkook sintió la bochornosa necesidad de mover la nariz con algo de frustración e incomodidad. Bajo la mesa, su pierna se movía impaciente de arriba abajo con nerviosismo, hacía rato que el mayor había retirado su propia pierna que yacía recostada contra la suya y lo agradeció internamente.

—Como te dije, no me fui porque no te amara o porque ya no quisiera estar contigo. En realidad, yo... Me di cuenta de que algo había cambiado, que yo, de alguna forma, lo había hecho. A veces me sentía tan enojado contigo sin razón alguna, otras veces sólo quería que estuvieras dentro de mí, pero siempre te quería cerca sin importar qué. No sé mucho de estas cosas, pero sé que es una cosa de conejos que sólo yo puedo entender y no sé cómo explicarlo —se llevó las manos al rostro, soltando un suspiro y tratando de calmar su desenfrenado corazón—. Espero que puedas perdonarme, Tae.

Jungkook sentía el nerviosismo pellizcándole las entrañas, un nudo grueso apretando su estómago y podría jurar que estaba haciendo más calor de lo habitual. Ya no importaba guardar el secreto, Taehyung tenía derecho a saberlo de todas formas, aún si no quería ser partícipe.

—Yo, uhm... C-Creo que voy a ser madre —balbuceó, sus ojos comenzando a cristalizarse—. B-Bueno, que seremos padres, en realidad. Lo puedo sentir. Decidí irme porque sabía que lo había arruinado todo, sabía que mantenerme a mí ya era bastante difícil y no podía darte la carga de mantener a un conejito más —la primera lágrima cayó, rodando por sus rosadas mejillas—. Por eso decidí irme, Taehyung, para evitar más problemas. Decidí irme porque quería que fueras feliz.

Taehyung se quedó petrificado en ese instante. Juraría que el bullicio de la ciudad había desaparecido, que se había reducido hasta convertirse en suaves susurros que se iban con el viento. Hacía un buen rato que dejó de oír las sillas chirriando contras los azulejos, por lo que supuso que Lisa debió haberse ido. Las palabras de Jungkook se repetían una y otra vez en su cabeza, y aun así no podía creerlo.

«Seremos padres...»

Joder.

El azabache se dedicó a mirarlo en silencio, luego de decir aquellas palabras las lágrimas ya eran incontrolables. Se sentían como ríos inundando sus ojos, como gotas saladas cargadas de frustración que desaparecían al caer por su barbilla. Estaba esperando una respuesta de su parte, sin embargo, ésta parecía no llegar nunca. Taehyung sentía su garganta cada vez más seca y un repentino nudo que se apretó en su estómago. Esperaba cualquier otra justificación para su partida, pero jamás esperó aquello. No lo había creído posible, después de todo Jungkook era un hombre, pero una vocecilla en su cabeza le repitió que todo lo que lo involucraba a él siempre parecía ser imposible, irreal, nuevo y sobre todo mágico.

—Eso es... Dios mío —ni siquiera sabía qué decir. Su cabeza era un torbellino de emociones borrosas y pensamientos confusos, pero podía distinguir el enojo que burbujeaba hiriente en su pecho. Si antes no estaba molesto, ahora sí y no era para menos; Jungkook se había ido sin dar explicaciones, en estado, y él imaginaba todas las cosas malas que pudieron haber pasado mientras estaba solo.

Cuando lo había visto la semana pasada, luego de tres meses, se sintió feliz. Lo seguía estando, de alguna forma, pero para él era complicado. En parte se alegraba de que estuviera bien y a salvo, pues eso quería decir todas sus pesadillas habían sido solamente eso: pesadillas. Que ninguna había podido traspasar la barrera que las separaba de la realidad y aquello le dio un poco de tranquilidad en medio de su tormento. Sin embargo, ahora se sentía herido; le hería el darse cuenta de que Jungkook no lo había tomado en cuenta, que no había confiado lo suficiente en él; que había asumido cosas que en realidad nunca tuvo por qué hacerlo y, sobre todo, que había tenido que pasar por toda esta situación él sólo.

—Tienes razón con que las cosas son algo difíciles, pero me duele el simple hecho de que pensaras que sería capaz de dejarte, a ti y a nuestro hijo. Te amo, Jungkook, y me parece increíble que aun sabiéndolo hayas sido capaz de dudar de mí.

—N-No es eso, yo sólo...

—Entiendo que quisieras darme, según tú, una vida feliz sin ti en ella, pero no la quiero. No me sirve, no la necesito si no estás tú. Yo jamás te dejaría atrás, Kookie, estoy perdidamente enamorado de ti, lo que menos quisiera alguna vez es tenerte lejos de mi vida, es lo último que pensaría. Sé que dije que no iba a ser egoísta, pero lo seré porque ahora que sé sobre esto, no puedo dejarte ir. No porque quiera seguir siendo tu dueño, no necesitas uno porque eres capaz de salir adelante tu solo, sino porque en serio, en serio quiero tenerte en mi vida, mi amor. A ti y a nuestro hijo, en nuestro hogar.

Hasta ese momento, Jungkook había permanecido atento a cada una de sus palabras, con sus ojitos chispeantes y sus mejillas sonrojadas, luchando por contener la risilla de felicidad que tanto lo caracterizaba. Se sentía cálido y querido, se sentía en casa. Lucía demasiado tierno, con las orejas inquietas por la sorpresa de descubrir las verdaderas intenciones y deseos de Taehyung; con el beanie ahora en el suelo, cuando sus orejas se liberaron de él al permanecer tan inquietas bajo la tela de lana.

Se permitió llorar abiertamente cuando Taehyung se levantó de la silla, invitándolo a hacer lo mismo con sus brazos extendidos para atraerlo en un fuerte abrazo. Llenó sus pulmones del fuerte aroma del castaño, ese que tanto había extrañado al igual que a él y sus chistes absurdos, el olor dulce de su perfume, sus labios rosados y su ceño fruncido mientras tecleaba en el computador, a sus estúpidas reglas.

Se sentía feliz, pleno.

El conejo por fin había vuelto a casa, y no lo había hecho solo.

━━━━━━━ ✧❃✧ ━━━━━━━

Último capítulo ❤️

Los que faltan (final + epílogo) los subiré tan pronto pueda, éstos caps son más largos y por ende me tardo más en editar.

Besitos 💋

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro