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04.

Las cosas habían cambiado drásticamente después de aquellas pequeñas vacaciones. El cambio más visible, sin duda, era que dormían juntos ahora. Jungkook lo había decidido luego de compartir cama en la casa de la montaña, y aunque Taehyung le explicó que las circunstancias allí eran especiales porque no había calefacción, estaban cansados y el menor se sentía un poco mal por todo lo de la cola, él sólo había sonreído y explicado también que era más lindo dormir así y que Tae era abrigadito. No había encontrado las fuerzas para decirle que no.

Ese era el asunto: el verdadero cambio entre ellos.

Taehyung había amanecido en la cabaña acariciando el cuello de Jungkook con su nariz y abrazado a su cintura. En su sueño, el azabache lo había besado con ojos abiertos y pestañas caídas, acariciando la línea de su mandíbula con sus delicadas manos. Se había sentido tan real que despertó sonriente y con la piel de gallina —aunque lo último podría ser a causa del frío—, y con una urgente erección bajo el boxer rogando por rozarse contra el trasero desnudo del menor. No había cedido, porque Taehyung era un caballero y Jungkook un jodido conejo, pero la idea no dejaba su cabeza cada vez que estaba en la casa.

Lo había vuelto hosco.

Él nunca era hosco.

—Taehyuuung... —Jungkook rodó sobre el sillón, asegurándose el suéter sobre los muslos para que no lo regañaran—. Me aburro.

—Estoy trabajando —respondió, y puso toda su concentración sobre la laptop para obligarse a no mirar.

Todavía lo hizo, de refilón. Jungkook se mordía el labio inferior y movía sus piernas en el aire. Sus orejas estaban altas y atentas, estaba tan concentrado en mirarlo que cuando notó su mirada también sonrió y movió la nariz velozmente.

—Vamos, juguemos —dijo, incorporándose casi en un brinco para sentarse en el sofá.

—No puedo, Kook.

—Sí puedes —respondió y caminó hasta él, tironeando de su hombro—. Sí puedes, sólo un ratito.

Negó con la cabeza. Realmente no podía. El último fin de semana de viaje había significado un retraso en el informe que estaba preparando para la Universidad, y tenía que entregarlo en dos semanas. Además, no quería realmente; había estado evitando el tiempo de juegos desde que notó lo difícil que era soltarlo cuando lo atrapaba ahora.

Jungkook tiro con mucha fuerza de su silla hasta correrla, alejándolo de la pantalla. Taehyung apretó los labios para no sonreír.

—Lo siento, bebé —dijo—, pero tengo que avanzar con esto.

Adelantó la silla sobre la mesa en un gesto brusco. Jungkook frunció el ceño, empujando los labios hacia afuera en un puchero, y él tuvo que esforzarse para no sonreír. Se encogió de hombros.

Jungkook resopló y dió un fuerte pisotón.

—Estoy aburrido-o —insisió—, ¿Hay algo para comer?

Taehyung suspiró mientras Jungkook daba media vuelta en dirección a la cocina. Eso explicaba por qué duraban tan poco las compras semanales. Aprovechando que no tenía que hacer el esfuerzo consciente de prestar atención a su pantalla por un segundo, hundió el rostro en sus manos y se refregó la sien. La imagen de Jungkook rodando en el sofá sosteniendo el suéter apenas sobre sus gruesos muslos se le repetía como pantallazos en el recuerdo.

Lo oyó trepar al mesón, probablemente en busca de los cereales arriba de la heladera. Luego el sonido de la caja y el crujiente mascar de sus dientes. Suspiró otra vez y se puso de pie, justo a tiempo para oírlo llamarlo.

—¡Tae!

—Ya voy —dijo, pero en lugar de ir directamente a ayudarlo a bajar, se paró en el marco de la puerta y lo observó.

Estaba sentado como un indiecito con la caja de cereal entre las piernas y llevándose un manojo a la boca. Al ver al mayor tan rápido se apresuró a tragar y extender una mano para llamarlo. Taehyung sonrió.

—No, tienes que bajar solo.

Jungkook frunció el ceño de un modo tan intenso que supo que hubiese dado un pisotón si pudiera.

—¡¿Por qué estás siendo tan malo hoy?!

—No estoy siendo malo —dijo él—, sólo no puedo estar toda la tarde ayudándote a bajar de distintos muebles.

Era una preocupación justa: Jungkook no soportaba no tener atención sobre él, y durante el último par de días no había hecho más que buscar excusas para acudir a Taehyung. El menor no parecía estar de acuerdo.

—Sí estás siendo malo —insistió—, no juegas conmigo ni me prestas atención. Estás todo el día mirando esa tonta luz cuadrada como si fuera interesante. He intentado mirarlo cuando fuiste al baño, es aburrido.

—¡Hey! —ofendido, frunció el ceño también. Era un estudio sobre programas educativos en contextos de encierro a lo largo de las últimas décadas, era jodidamente interesante—. Es mi trabajo.

—Pues tu trabajo es aburrido —atacó—. Y además, me dijiste que serías un dueño responsable y de buen...

Jungkook guardó silencio repentinamente y agachó la mirada. Lo tomó por sorpresa, pero fue apenas un instante, porque luego lo miró otra vez con ojos desafiantes y lengua filosa.

—No estás siendo un buen dueño. Dijiste que lo serías y no lo estás siendo.

Taehyung podría decirle que él no estaba cumpliendo con su parte del acuerdo de convivencia tampoco, pero se lo veía tan frágil en ese momento, que prefirió tragarse sus palabras. Caminó hacia el mesón y le extendió los brazos.

—Vas a tener que aprender a bajar por tu cuenta en algún momento —le explicó, con la voz tan suave como pudo. Jungkook no respondió más que abrazándose a su cuello y enredando las piernas en su cintura—. Y realmente no puedo jugar ahora, bebé. Tengo que trabajar.

Jungkook protestó insistentemente hasta que Taehyung lo dejo en el sillón. Todavía allí lo abrazó por el cuello por varios segundos después de que sus piernas lo hubieran soltado.

—No eres un mal dueño —murmuró suavemente—, sólo un poco aburrido.

Sonrió. Se soltó de su abrazo y desordenó su cabello con un brusco coscorrón. Las orejas, anteriormente echadas hacia atrás durante la discusión, volvieron a saltar arriba, acompañando su sonrisa.

—¿No puedes mirar televisión un rato, o algo? Si me dejas avanzar un poco con esto, quizás podamos jugar un rato antes de cenar.

[🐰]

Taehyung no avanzó siquiera un poco en su trabajo.

Jungkook había sido obediente: apenas le encendió el televisor y le explicó cómo cambiar de canal, se quedó horas maravillado mirando un documental sobre el cielo y las estrellas, y la teoría del Big Bang. Taehyung no pudo correr la mirada tampoco. No del documental, por supuesto, aunque por cierto sonaba interesante. Era la escena.

Jungkook boca abajo en el sofá, con el mentón en las manos y las orejas relajadas; la atención absolutamente absorta en la pantalla, un silencio tibio y dulzón envolviéndolo hasta relajarlo por completo. Estaba inquieto al principio, moviéndose en su lugar, rodando sobre el sofá; ahora llevaba minutos sin voltear la cabeza para verlo, ni decir palabra alguna.

Jungkook era bonito, era el asunto. Tenía bonito cabello y bonitos ojos oscuros, y unos bonitos labios abultados que a veces se le enrojecían de tanto morderlos. Eran bonitas las curvas de su cuerpo, las de sus muslos y de su trasero. Era bonito el hueco que se formaba en su cintura cuando estaba en esa posición y los pliegues que se dibujaban en el suéter, la energía azulada que desprendía y que envolvía cualquier habitación en la que estaba. Era tan bonito que Taehyung no podía quitar la mirada. No podía dejar de mirar lo quieto que estaba, ni de preguntarse por qué eso le hacía sentir cosquillas en la panza.

Cuando el documental terminó, Jungkook se movió. Se estiró con fuerza, con las manos en puños y los dedos de los pues apretados. Hasta su cola se tensó —pudo ver el movimiento inquieto y eléctrico bajo el suéter—. Durante aquella sucesión de segundos, no pudo siquiera respirar. Cuando terminó, apoyó la cabeza en el sofá y se giró con pereza; tenía las mejillas rojas y los párpados caídos.

Al ver que el mayor lo miraba, sonrió, y se giró un poco hasta quedar casi boca arriba. Levantó las piernas sobre el borde del sofá, y Taehyung sabía que podría ver su desnudez entera porque tenía el suéter enredado casi en la espalda y ni una gota de pudor, pero no podía dejar de mirarlo a los ojos.

—¿Podemos jugar ahora? —preguntó Jungkook suavemente.

Taehyung tragó saliva.

Negó ligeramente con la cabeza.

—Me voy a dormir —dijo, y se puso de pie. Esta vez pudo correr la mirada de Jungkook y procuró no volver a verlo siquiera de refilón—. Come lo que quieras, sólo déjame descansar.

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Capítulo dedicado a: DianaOrtiz173, una personita muy bonita que se tomó el tiempo de hacer estas dos portadas para la historia ❤️


En lo personal mi favorita fue la primera, quedaron súper lindas y me encantó la edición de las orejitas ^.^

¡Muchas gracias por el detalle y sobre todo por el apoyo! 🥰❤️

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