No lo voy a permitir
Miro la lluvia caer desde el balcón y una sonrisa se asoma por mi rostro. ¡Soy tan feliz!
Estos días junto a Legolas y Thranduil han sido muy divertidos. La verdad creo que no me he divertido tanto en mi vida y por lo poco que me ha contado Arien mi adorado tormento tenía mucho tiempo de no sonreír; así que en verdad me siento muy plena... muy feliz.
Las luces de los alrededores se empiezan a encender y desde aquí puedo ver como poco a poco las nubes grises ocultan al flamante sol. Un recuerdo de mi infancia viene a la mente y me quedo contemplando maravillada como el agua purifica y limpia todo su alrededor.
− ¿No deberías estar aquí sola Niniel?− inquiere mi nana colocándose a mi costado.
«Me han pillado»
−Me gusta el sonido del agua Nana− murmuro sin apartar la vista del hermoso riachuelo. ¿A ti no nana?
Esta esboza una sonrisa, mientras comienza a acariciar mi cabello.
−Claro que si Niniel− responde con esa voz angelical que solo mi madre poseía− Demasiada calma, eso ni dudarlo pequeña.
Asiento sin moverme. Pero es verdad. ¡Tanta paz!
Las nubes comienzan a emerger y las estrellas de Varda comienzan a hacer acto de presencia.
−Deberíamos volver pequeña, tú Ada se preocupara y no queremos que eso suceda... ¿verdad?
No, pobre mi Ada. No quiero que se preocupe.
−Vamos Nana− tomo de su suave mano y nos dirigimos a casa, cantando y bailando al compás del agua.
«Ada» susurro mientras una lagrima cae por mi mejilla. ¡Los extraño tanto!
−¿Piensas en ellos verdad?− una voz conocida me saca de mis recuerdos.
Suspiro.
−Demasiado− murmuro sin apartar la vista del cristal.
−Quizás estás pensando demasiado pequeña, eso no es bueno para ti.
¿Qué? ¡Es enserio!
−¿Por qué dices eso Irmo?− me giro hacia él, mirándolo interrogante.
−Porque si ellos aun estuvieran con vida, no estarías aquí Niniel− apoya su mano en mi hombro y da un ligero apretón− Y eso quiere decir que no sabrías quien eres en verdad− dice Irmo tomándome por sorpresa.
¡Eru! ¿Cambiaría algo si mis padres estuvieran con vida? Pero... Él no podría entenderme, pero es inútil. Mis padres ya no están y eso es algo que no se puede remediar. ¡Oh, sí!
−¿Puedes hacerte a la idea de que tal vez tu Ada este vivo? - parpadeo al escuchar esas palabras.
¿Qué?
¡Claro que no! Yo lo vi morir... Yo... no puedo evitar sobresaltarme al recordar ese maldito día. Mis padres murieron en manos de esos malditos orcos. Yo lo vi, claro que lo vi. Ellos están muertos. ¡Muertos! ¡Maldita sea!
− ¡Hablo de tu verdadero Ada Niniel!− susurra mirándome fijamente.
Permanezco quieta, intentando asimilar una vez más lo que ha dicho. ¿Qué este con...? ¡Vaya! Este pues...
Miro a Irmo, quien me mira atentamente. ¡Eru! Eso es imposible y si lo fuera pues... niego con la cabeza y vuelvo a la realidad. Sin darme cuenta he quedado sin palabras.
−Que este con vida, no significa que lo sea Irmo, y discúlpame pero esta conversación no deseo tocarla nunca más−murmuro negándome rotundamente.
−No te engañes pequeña− inquiere, dejándome sin habla.
¿Qué? ¿No es verdad? Yo....
Giro en dirección a la ventana y me pierdo en el cristal. ¿Qué ha sido todo esto? ¿El estará con vida? El....
La ventana se abre de golpe, sobresaltándome de mis pensamientos. ¡Eru!
¿Qué fue eso?
−¿Qué fue eso Irmo?− Giro en dirección a él, pero ya no está en la habitación. ¡Vaya! Se ha ido y sin despedirse. ¡Bien! Bastan tan solo unos cuantos segundas para volver mi desconcierto a la normalidad. En este momento no soy capaz de entender nada. Estoy inmóvil, sin habla, con miles de preguntas dando vueltas en mi mente. Pero definitivamente Irmo está equivocado en muchas cosas. ¿Verdad?
−Siempre hay que estar preparados Niniel, uno nunca sabe que pueden traer las agua− me susurran al oído, mientras siento como el viento acaricia mi mejilla.
«Irmo »
¿Cómo?
Aunque intente negarlo esas palabras de Irmo me han hecho pensar, ¿Qué mi Ada este con vida? Y si...
¿Vivo? ¡Será posible! Pero...Niego con la cabeza. ¡Deja de pensar en tonterías Niniel! El desconcierto invade mi corazón y no me deja pensar. Siento como poco a poco la sangre abandona mi rostro y me quedo en silencio.
¡¿Qué este con vida?!
La verdad eso no cambia nada. Pero que habrá querido decir con eso... será acaso que... "Uno nunca sabe que pueden traer las aguas" de que tratara todo...
Unas fuertes y musculosas manos rodean mi cintura. ¡Oh! ¿Quién será?
Dejo escapar una sonrisa. « Thranduil, eres un amor»
Mi cuerpo por inercia sucumbe ante su contacto. Cierro los ojos atrapando esta sensación, mientras siento como poco a poco va emergiendo desde mi interior ese calor devastador que arazá con mi razón y con mi cordura. Su aliento choca contra mi piel, mientras este comienza a inhalar y succionar mi olor.
−Thranduil− murmuro atrapando este momento. No lo sentí llegar−. Me giro rápidamente hasta quedar a solo unos centímetros de su boca. Y este frunce el ceño.
−¿Qué pasa Niniel?− pregunta analizando mi rostro.
¡Vaya! Lo ha notado.
−Hola− digo con cierta timidez.
−¿Qué pasa Niniel?− pregunta acariciando mi hombro.
−Nada mi rey− respondo pasando mis brazos por su cuello− ¿Por qué?− cuestiono intrigada.
−Porque te conozco y sé que algo estabas pensando− dice muy seguro.
¡Vaya! Sí que me conoce.
−La verdad estaba pensando en lo feliz que soy junto a ti pero...
−¿Pero?− sonríe besando mi nariz, mientras una de sus manos baja lentamente hasta mi trasero, provocando que mi torrente sanguíneo se dispare a toda máquina.
¡Oh!
Thranduil me sonríe con sus ojos llenos de deseo. Y dejo escapar una sonora carcajada.
−¿Qué?− pregunta algo intrigado mi querido elfo.
−Creo que esta platica podemos dejarla para después− susurro mientras desabotono lentamente su túnica. Este esboza una sonrisa maliciosa y mi yo interior aplaude mi osadía.
−Es eso lo que mi señora desea− sonríe tomándome de la caderas. Chillo a carcajadas por su maniobra y asiento con la cabeza. Se inclina y me besa con desespero. ¡Eru santísimo! Me encanta la intensidad de su mirada, la intensidad de sus besos, la intensidad de su deseo. ¡Lo deseo tanto! que respondo a sus besos con la misma intensidad. Nos besamos con tanta pasión, con tanto calor, con tanta necesidad que he perdido la noción del tiempo. No sé si han pasado, minutos, segundos o más.
−¡Oh por Eru! − estoy tan extasiada que no se en que momento me ha conducido hasta la cama. Sus brazos me rodean, manteniéndome pegada a él. Y mi corazón se desboca de alegría.
−Thranduil...
−Te amo, Niniel− susurra en mi oído. Sus palabras son mi perdición. Levanto mi mirada y ahí está el. ¡Lo amo!
Los rayos del sol se filtra por en medio de la habitación. Y el canto de las aves anuncia el inicio de un nuevo día. Trato de salir de la cama, consiente de mi desnudes pero algo me lo impide. Giro mi cabeza y esbozo una sonrisa. Los recuerdos de la noche anterior provocan un hormigueo en mi cuerpo, que me hacen perder el control.
¡Por Eru Niniel, compórtate! ¡Compórtate!
El brazo de Thranduil rodea mi cintura y caigo de cuenta una vez más de lo afortunada que soy al tenerlo aquí, junto a mí. Suspiro. ¡Es tan bello, cuando duerme! Me renuevo suavemente entre la cama para poder zafarme de su agarre, pero este en lugar de ceder se aferra más y más a mí cuerpo.
¡Rayos!
−¿Todo bien hermosa?− pregunta acariciando mi cintura.
¡Demonios, lo desperté!
−Si− contesto con timidez− no quería despertarte, pero siempre lo termine haciendo. Me muerdo el labio y este sonríe.
−¿Qué?− pregunto ante su sonrisa.
Este se gira haciéndome chillar y me coloca justo debajo de su cuerpo. ¡Eru! Sus manos cubren mis senos y de nuevo esta esa sensación electrizante que me hace sucumbir ante su caricias. Jadeo y enrosco las piernas a su cintura. ¡Oh, por Dios!
Tomo a Thranduil del cabello y lo empujó hacia mi boca de manera demandante. Su boca se acopla al mía y mis manos recorren su espalda permitiéndome fantasear. ¡Oh!
−Parece que alguien ha despertado de buen humor− susurra a mi oído, mientras frota su miembro lentamente.
¡Oh, sí! Espero que eso ponga fin a ese escrutinio francamente indiscreto.
−Sí −le digo sonriendo. Me muerdo el labio y se lanza de nuevo a mis labios. ¡Dios! un beso apasionado. Cuando me suelta, estoy sin aliento. Me mira con los ojos oscuros y llenos de deseo.
−Estoy para complacerla mi lady, te amo tanto Nin....
−Su majestad Thranduil− una voz al otro lado de la puerta nos saca de nuestra burbuja. ¡NO! Thranduil me mira con cara de pocos amigos y yo lo único que hago es echarme a reír. ¡Que gracioso!
−¿Qué ocurre?− inquiere mi amado a modo casi de grito, mientras yo sin poder evitarlo me cubro los labios para ocultar mi risa divertida.
¡Juro que hago lo mejor de mí por contenerme pero es casi como si nos hubieran pillado con las manos en la masa! Thranduil parece por fin entender lo gracioso de la situación y esboza una ligera sonrisa. ¡Madre mía! Se ve tan bello cuando sonríe.
−Mi señor− se aclara la garganta− Lord Elrond y su comitiva está a solo unos cuantos minutos de llegar a muestras fronteras− responde el elfo a modo de explicación.
¡Lord Elrond! Repito ese nombre en mi mente. ¿Quién será?
−¿Todo está listo para su llegada?− Thranduil no parece sorprendido.
−Si mi señor, Arien se ha encargado de las habitaciones y de la recepción de sus invitados− explica el elfo de manera eficiente.
−Bien− señala Thranduil con su tono de mando habitual.
¿Quiénes serán esas personas? ¿Comitiva?
−Bajare en seguida, ve a buscar a mi hijo para que esté listo para recibirlos− ordena con voz tajante y sin titubear.
−Si mi señor− responde el elfo de manera firme detrás de la puerta.
¡Oh!
−¿Qué pasa Thranduil?− pregunto algo intrigada e inquieta.
Thranduil me besa la frente de manera casta y se incorpora de la cama, dándome una vista perfecta de su bien trabajado cuerpo. Suspiro. ¡Puede existir comparación alguna! Niego y me vuelvo a concentrar en la pregunta.
−Lord Elrond es un viejo y querido amigo, el cual conocerás dentro de muy poco tiempo mi amada− explica con voz neutra.
¡Vaya!
Un ligero presentimiento se adueña de mi pecho y tengo esa extraña sensación de que no me ha mencionado lo más importante. ¿Qué es lo que ocurre aquí? Sea lo que sea tengo esa gran sensación de que algo se trae Thranduil. ¿Qué será?
−¿Tienes hambre?−pregunta Thranduil sacándome de mis pensamientos.
−No mucha− respondo analizando su rostro.
−Mandare a Arien en unos momentos con el desayuno mi lady y también para que te ayude a arreglaste− dice alejándose con facilidad hasta quedar frente a la puerta− Iré a tomar un baño rápido.
−¿No quieres compañía?− pregunto riendo nerviosamente− Es un baño rápido... ¿verdad?
−Me encantaría mi lady− sonríe maliciosamente− quiero tenerte todo el tiempo conmigo− murmura besándome con deseo. Un suspiro involuntario se escapa de boca.
¡Oh, sí! Esto será rápido. Sonrió
−Bien, vamos− lo tomo de la mano y nos perdemos en el camino.
Me miro al espejo y aun no me lo creo. Me vestido para la ocasión y aun no reconozco a la elfa que me mira. ¡Quién lo diría!
Llevo puesto un hermoso y elegante vestido de seda azul que contrasta perfectamente con el color de mi pelo. A juego llevo puesto un hermoso collar de perlas blancas que serían capaz de quitarle el aliento a cualquiera. ¡Vaya! ¡Aun no me acostumbro a todo esto! Thranduil y Legolas se han encargado de llenar la habitación de vestidos y joyas de todos los colores y formas. Pero esto a mí me parece demasiado. Nunca pensé que podría tener tantos vestidos para elegir. ¡Dios! Y ha sido una tortura, todos son tan bellos y elegantes que en verdad ha sido difícil la elección.
−Se ve alucínate mi señora− susurra Arien sacándome de mis pensamientos. Niego y sonrió.
−¡Gracias Arien pero es por efecto del vestido y las joyas Arien!− afirmo, pero no puedo evitar sentirme alagada.
Ella niega y sonríe.
−¿Arien, puedo preguntarte algo?
−Claro mi señora, lo que usted desee− responde al instante.
−¿Tu sabes que vienen a hacer Lord Elrond y su comitiva al reino?− la pregunta sale de mis labios sin pensarlo, Arien me mira con asombro y sonríe.
−La verdad no mi señora− contesta− pero he escuchado que en la comitiva viene su hija menor Lady Arwen, junto con uno de sus hijos.
−¿Cuántos hijos tiene ese señor?− la curiosidad me gana y no puedo dejar de preguntar.
−Cuatro mi señora, usted conoce a uno de ellos− responde mientras me mira fijamente.
¿Qué?
−¿Ensero Arien?− sus palabras me sorprenden y me toman desprevenida.
−Claro mi niña, yo hablo del joven Vladimir− inquiere mientras coloca uno de los cojines en su lugar.
¡Vladimir! Claro... y pensándolo bien, desde ese incidente en el baile solo lo he visto de largo y a duras penas me dedica una sonrisa. ¿Qué raro?
−Gracias Arien, creo que en unos cuantos minutos conoceré a la comitiva completa− digo a modo de asombro, esta frunce el ceño, pero sonríe.
La puerta de la habitación de abre de golpe sobresaltándonos a Arien y a mí de manera violenta. ¡Eru! ¿Qué fue eso?
Giro en dirección a ella y ahí está mi hermoso elfo de ojos azules mirándome de manera alarmada. ¡Oh, no! La ira de mi hijo es palpable. ¡Eru! ¿Qué pasa?
−¿Qué pasa Legolas?− pregunto analizando su rostro. Esta tan sorprendido, tan enojado, tan...
−Yo... No puedo nana, yo no me voy a casar con ella− niega rotundamente.
¿Qué? ¿Casar? ¿De qué está hablando Legolas? ¿Ella? ¿Cuál ella? ¿Tauriel? Son las preguntas que se formulan en mi mente...
−¿De qué hablas mi vida?− susurro mirándolo tan colérico− ¿Cómo que casar?
Legolas da un fuerte golpe a la puerta y de inmediato mi sexto sentido llega como rayo. «La comitiva, Lord Elrond»
¡Oh, no! ¡Demonios! Yo lo sabía... yo sabía que algo se traían entre manos. Arien sale de la habitación dejándome con un Legolas completamente fuera de sí. ¡Madre mía! La ira es palpable a miles de kilómetros y mi afligido corazón comienza a partirse en dos por la desesperación. ¡Dios! Thranduil no sería capaz. ¡No, no sería capaz! ¿Verdad?
−Legolas, ¿Qué pasa?
−Nana... yo... yo amo a Tauriel, yo....
¡Eru! Hasta que por fin lo confiesa. Y él creía que yo no lo sabía. ¡Por favor, soy su madre!
−Vaya, como que te has tomo tiempo de admitirlo mi vida no crees− digo mientras lo tomo de las manos y lo conduzco hacia la cama.
−Nana, yo...
−Shhh, tranquilo mi vida, yo lo sé, lo supe siempre. Desde ese día en el bosque lo supe− digo mientras veo como poco a poco su respiración se va tornando más tranquila y serena. ¡Bien! Parece que mis palabras lo tranquilizan un poco.
¡Pecadito!
−Nana... yo ...
−Mi vida, ¿Qué pasa?− digo sin apartar mi vista de su dulce carita.
−Nana yo.... Yo no sé si ella siente lo mismo por mí− suspira y niega con la cabeza − y si mis sentimientos son correspondidos.
¡Oh, mi vida! Eso es tan obvio, es que no la ha visto. «No la haz visto Legolas » Sonrió por lo adorable de la situación. ¡Eru!
« Mi pobre y valiente elfo de ojos azules, el vivo retrato e imagen de su padre pensando de manera tan nerviosa en una chica»
−¿De qué ríes Nana?, esto es algo serio− me riñe Legolas apretando mis manos con suavidad.
¡Oh!
−Mi cielo, es que es tan obvio− digo suspirando− claro que le gustas, es más; yo diría que siente exactamente lo mismo que tu hijo− confieso con tanta seguridad de mis palabras. Y Legolas esboza una ligera pero tímida sonrisa.
−¿Y qué piensas Nana?− pregunta analizando mis rostro.
¿Qué? ¿Cómo que pienso?
−¿Qué pienso?, ¿No te entiendo cariño?− pregunto intrigada. ¿Pensar en qué?
−De mis sentimientos hacia ella− agacha su cabeza y se mira tímidamente las manos. ¡Eru!
−¡Explícate bien Legolas, porque no comprendo lo que quieres decir!− exclamo ya algo desesperada. La intriga me mata. Yo....
−De que ella sea la capitana del ejército y no sea una dama de clase alta nana, eso es a lo que me refiero− murmura en un tono de voz tan bajo que apenas soy capaz de escucharle− Mi Ada no lo va a permitir, por eso viene Lord Elrond para sellar el compromiso son lady Arwen− suelta de golpe.
¿Qué? ¡Jamás! Sobre mi cadáver... yo no lo voy a permitir. Me levanto de golpe con la furia fluyendo dentro de mí. Esto es inaudito. No lo voy a permitir. Giro en dirección a la puerta sintiendo como la sangre me hierve de la ira. Esto no va a pasar... ¡No lo voy a permitir, tu madre no lo va a permitir!
−¿Ha dónde vas Nana?− se levanta de golpe y me mira detenidamente.
−A ponerle fin a todo esto Legolas− respondo con la ira dentro de mí.− antes no estaba yo, pero ahora me tienes a mí, yo no voy a permitir que Thranduil haga esto.
−Nana
−Tu eres mi hijo Legolas... y estas por encima de todos; incluso de tu padre.
Salgo de la habitación hecha una furia. ¡No lo puedo creer! Pero si Thranduil piensa que puede hacer esto está muy equivocado. ¡No lo voy a permitir! ¡No lo voy a permitir!
−THRANDUIL− Abro las puertas de par en par consiente que en este momento estoy a punto de erupción pero no me importa. Los presentes giran en dirección a mí pero en este momento no me tomo la molestia de mirarlos. ¡No me importan! Thranduil clava su mirada en mí y me mira algo sorprendido.
−Niniel− dice en un susurro− que alegría que hayas llegado, déjame presentarte a...
−THRANDUIL, en este momento lo único que me importa es hablar contigo seriamente, las presentaciones y el protocolo lo puede dejar para después− le tiro de golpe, mientras la ira se apodera de mí. ¡Irmo, ayúdame! Susurro para mí misma, mientras hago lo mejor de mí misma para contener mi ira.
¡Cálmate Niniel!
−Eso puede esperar Niniel− inquiere mientras analiza mi rostro.
¡No lo puedo creer! ¡Thranduil no sería capaz! Pienso para mí misma
−NO, VAMOS A HABLAR AHORA MISMO THRANDUIL.
Hola mi querida lectoras, primero que nada quiero darle las gracias a todas por leer, votar comentar, en verdad gracias no saben lo feliz que me hacen . En segundo lugar quiero pedirle mil disculpas por estar ausente por tanto tiempo, pero en verdad es que no he tenido tanta inspiración y eso pues mata a cualquiera. Espero que este capitulo les haya gustado y solo les puedo asegurar que las cosas se complican para Niniel y para Thranduil y en el próximo capitulo lo sabrán. Un beso a la distancia para todas mis lectoras.
Gracias por el apoyo.
Katy
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