
Antes | Decepción
Drake
Respiré hondo antes de tocar la puerta de la oficina de mi abuelo. Me cedió el paso con apenas un murmullo, como si en el fondo deseara que no lo escuchara y, por ende, evitar recibirme. Sin embargo, yo ya no podía seguir evitando la petición que estaba por hacerle. Vanessa ya no podía permanecer con nosotros. Conmigo.
—¿Qué quieres? —preguntó Arthur sin levantar la vista de los papeles frente a él. Su trato se volvió incluso más distante cuando Los Tres aceptaron mi retorno a la línea de sucesión.
Cerré la puerta tras de mí, pero permanecí cerca de ella. Yo tampoco quería estar allí.
—Tengo que pedirte un favor —empecé.
Mi abuelo suspiró y se echó para atrás en su silla. No fue sino hasta ese momento que noté cuán envejecido lucía su rostro.
—Hiciste bien en recuperar tu puesto, pero eso no borra las consecuencias de lo que hiciste, ni te da la posición de estar pidiendo favores. Me decepcionaste. Tanto en aquel entonces, como ahora. Jugar así está lejos de todo lo que te enseñé.
—No estoy aquí por mí, sino por Vanessa —aclaré.
Sus palabras dolían, al igual que cada una de sus miradas. Él había terminado de criarme y desde casi toda mi existencia me mantuve enfocado en ser lo que se esperaba de mí; y más, con tal de poder llegar a ser por lo menos una fracción aceptable de lo que mi abuelo era. Y, cuando me dejé llevar por mis sentimientos por Vanessa y me distraje del camino, también hice a un lado una parte importante de mí, la cual ahora entendía no podía ignorar.
Me esforcé por no mencionar cuánto me decepcionó que mi tío siguiera con vida; de cómo nos mintió para proteger al asesino de mis padres. Eso no era relevante. Así como yo tenía mis motivos para continuar interpretando el papel que siempre se quiso de mí.
—Veo que escuchaste lo que hizo en la práctica de hoy —indicó.
—Y de los otros episodios también. Está fuera de control.
—La rompiste y no sabe cómo lidiar con ello. El dolor físico la ayuda a dejar de sentir.
—Va a terminar muerta o asesinando a alguien. Ella no es así.
—En eso la convertiste, Drake. Así de fuerte es el vínculo que se rompió.
—Envíala lejos —pedí—. Es la única forma de que no se siga perdiendo.
—Perderíamos a muchos miembros si enviara lejos a cada impuro al que engañan. Las relaciones interpersonales no pueden interferir de esa manera con la normalidad de la manada.
Que usara «engaño» para referirse al desenlace de mi relación con Vanessa, fue un golpe más duro. Estuve por contradecirlo, señalar que no había dejado de amarla, compartir cuáles eran mis planes reales, pero en el último instante me contuve. Él tenía razón. Sin importar mis verdaderas intenciones, eso era lo que hacía. Utilizaba y mentía.
No fui capaz de dejarla ir cuando decidí que Corinne era quien debía estar a mi lado. A ella era a quien necesitaba en ese punto, para respaldarme, fortalecer lazos y regular mis demonios. De la forma en la que Vanessa no podía.
Me adentré más en la habitación. Ya no podía seguir siendo egoísta y pretender tenerla cerna; que me viera con Corinne. Era hora de soltarla, aunque fuera momentáneo.
Mi abuelo me siguió con la mirada hasta que me detuve frente a su escritorio. Esperó mi respuesta.
—Debí haberte escuchado cuando me pediste que me mantuviera alejado. Lo sé. Nunca quise que esto sucediera. —Estábamos en el mismo lugar donde me lo había dicho, con las mismas ganas de ella—. No te estoy pidiendo que la trates con privilegios, solo que debe haber algo en lo que puede ser útil lejos de aquí.
—¿Quieres que la envíe a misiones de campo?
—Lo que sea para que la saques de este calvario.
Y minimice el mío. No tenerla allí haría fingir más sencillo. Y las ganas de hablarle y tocarla más llevaderas.
Mi abuelo se puso de pie. Su mirada se mantenía igual de dura. Ya no había orgullo hacia mí en ella.
—Haré que vaya con Rinc, pero una vez que empiece, ya no habrá vuelta atrás, ni ella será la misma.
—Lo que sea para que deje de sufrir.
Pese a estar seguro de que eso era lo correcto, no pude evitar temer que ese paso me haría terminar de perderla para siempre.
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