Trato exitoso
Uno de los empleados de la discoteca se acercó al cuarto de descanso para echarse un pequeño sueñito cuando notó que la puerta estaba cerrada por dentro. Tocó varias veces pero no recibió respuesta, aunque si escuchó sonidos viniendo desde adentro. Chasqueando los dientes se alejó.
Lo que no sabía era que las personas, que estaban allí, estaban muy ocupados. El cuerpo grande de Horus mantenía apresado contra la pared el más pequeño de Toby mientras devoraba su boca dejando un reguero de saliva sobre sus labios. Las manos del humano se apretaban en puños arrugando la tela de la camisa de trabajo del halcón pero con alguna razón su cuerpo no reaccionaba, más bien ansiaba más.
Su corazón latía desbocado y era como si no tuviera defensas para resistir el violento ataque sexual del dios. ¿Era porque estaba muy sensible por la visión? La sensación cálida así como las palabras de este dentro de aquel lugar aún resonaban en su mente. Estaba aún más confundido con su petición de que lo tomara y le quitara la virginidad, algo que había guardado por tantos miles de años que podía considerarse sagrada si alguien se enteraba.
Sintió la mano de Horus apretar su nalga con fuerza y presionar su cadera contra la erección grande que se frotaba contra la suya. La lengua que invadía su boca no le dejaba apenas responder. Era como una enorme serpiente que podía llegar hasta su garganta privándolo de toda voluntad. Sin sus ojos las sensaciones eran aún más fuertes, más vividas…más deliciosas.
Gimió y se revolvió para quitarse de arriba a Horus pero fue inútil. El dios no cedía. Estaba inmerso en recorrer su cuerpo con sus dedos dejando las marcas sobre su piel y Tobias tembló como nunca antes en su vida. Solo cuando su boca fue liberada para que su cuello pasara a ser atendido se oyó soltar unos gemidos que lo avergonzaron.
-Horus suéltame- jadeó ondeando sus pies que colgaban en el aire. La cadera de Horus entre sus muslos lo mantenía a una altura considerable del suelo. Maldita su diferencia de tamaño.
-No quiero- mordió la piel de su cuello moviendo su cadera creando más fricción sobre su miembro- Paga tu castigo por hacer que me preocupe Toby. Te dejaré considerarte importante por lograr eso-
El humano frunció el ceño y agitó más las piernas para soltarse pero solo logro que Horus se separara un poco. Al notar que perdía la estabilidad que lo mantenía sujeto, agarró con más fuerza la tela de la camisa ajena y enrolló sus piernas alrededor de la estrecha cintura.
Tuvo miedo.
-¿Me ibas a dejar caer?- soltó apretando la cabeza contra su pecho jadeando.
Horus se encontró sonriendo y acomodó más al chico contra él impulsándolo por las nalgas donde dejó sus manos.
-No te iba dejar caer Toby, este era mi objetivo- se rio divertido.
Definitivamente, este humano era interesante después de todo, así como impredecible. Eso sin quitar que ahora se veía realmente tierno todo asustado de que lo soltara y se golpeara, debido que no sabía dónde estaba y sus sentidos estaban aturdidos.
-Maldito, suéltame de una vez- gruñó Tobias.
Horus encontró la escena entretenida y soltó ligeramente sus manos para que el chico se volviera a apretar hacia él. No pudo evitar carcajearse.
-No te burles de mi- Tobias refunfuñó con una mueca en sus labios. Necesitaba salir de allí. No estaba en buenas condiciones y no le gustaba no tener el control de todo lo que ocurría a su alrededor- Tengo que volver a la casa-
-Lo siento Toby, pero hay un problema- ondeó la cadera para que el otro se diera cuenta de ese problema- No creo que sea recomendable que yo me vaya así simplemente, en estas condiciones- sonrió de lado sabiendo lo que venía.
-¿Y qué intenciones son las que tienes en mente? A mí no me metas- Tobias separó la cabeza de su pecho y la alzó aunque solo había negro a su alrededor.
Horus se giró y caminó con él en dirección al sofá.
-Lo siento Toby pero si te tengo que meter- bajó su cabeza hasta que sus labios rozaron una de sus orejas- Mi pene está así de duro por tu culpa, responsabilízate-
Tobias abrió sus ojos de la impresión y se revolvió pero solo sintió algo duro contra su espalda cuando fue arrojado contra el sofá.
-No quiero tener nada que ver con eso. Estoy seguro de que tienes miles de culos disponibles allá afuera para que te atiendas-
Horus se aflojó la ropa sobre todo el cinturón.
-Tienes razón Toby- se inclinó hacia adelante sin tocarlo poniendo las manos a cada lado de su cabeza, en el respaldo del mueble. Notaba el ceño fruncido de Tobias y si no jugaba sus cartas adecuadamente lo más seguro era que terminara con otra maldita descarga eléctrica.
Pero ahora no era como antes. O ese marcado sonrojo no estaría en el rostro del humano.
Se relamió los labios, ansioso. Su miembro palpitaba dentro de su ropa interior. El sexo era demasiado importante en su vida, incluso más que para otros dioses, pero había encontrado que con Tobias alrededor era aún más emocionante. Había partes de su cuerpo que se activaban solo con el chico, como por ejemplo, aquel órgano en su pecho que comenzaba a palpitar más rápido y de forma dolorosa.
-Toby, solo será un momento. Después te llevaré a casa- soltó arrastrando las palabras para convencerlo y lograr su objetivo.
-Déjame de una maldita vez- Tobias giró el rostro hacia un lado. Su cabello rubio era un total desastre peor lo hacía parecer más joven que su aspecto actual.
Horus jadeó demasiado excitado. No creía que fuera a decir esto pero por primera vez se encontró ¿rogando? No, más bien, haciendo un acuerdo. Eso sonaba mejor. EL no rogaba. Le rogaban a él.
-No te molestaré más, te doy mi palabra, pero necesito que me prestes tu cuerpo unos minutos- su voz era ronca.
Tobias se estremeció sin poder evitarlo. Esa misma voz dejaba en evidencia toda la excitación de hombre que estaba casi sobre él pero inesperadamente no lo tocaba. Los recuerdos de aquella primera visión del cuerpo grande de él sobre el suyo en un vaivén constante hicieron acto de presencia y se mordió el labio con fuerza.
¿Por qué demonios estaba tan sensible si él nunca estuvo interesado en esos aspectos?
Acaso estaba excitado por culpa de este dios.
Quería burlarse de sí mismo pero no tenía energía para hacerlo. Tenía demasiadas cosas en la mente que esta estaba en blanco. No siquiera se dio cuenta cuando su mano fue agarrada y llevaba hacia algo duro que palpitaba.
-Unos minutos Toby y después no te fastidio más. No es mal trato- le murmuró contra la mejilla. Tobias sintió su aliento contra su piel mientras apenas podía mover sus dedos apretados contra la erección sobre la tela.
-Si me vuelves a poner los dedos encima después de esto te cortare tu amigo y te lo haré comer- le gruñó.
Horus se separó jadeando y terminando de abrir su pantalón.
-Eso se lo puedes decir a cualquier pero no con ese rostro- lo agarró por la mejilla- Si vez tu expresión y ese sonrojo, solo hace que quiera jugar más contigo-
Al notar que la corriente eléctrica no lo atacaba tomó el brazo a Tobias y lo giró boca abajo acostándolo en el sofá.
-¿Horus que haces?- se alarmó Tobias.
-Tranquilo Toby- el dios se subió sentándose sobre sus muslos y pasó su mano por encima de una de sus nalgas- No te lo meteré. Si lo hiciera no serías tú el que me matara- se inclinó y besó la nuca descubierta después de correr el cabello hacia un lado- Así que cállate y disfruta. Esto se sentirá bien-
-No quiero sentirme Ah- dejó salir una gemido cuando las manos de Horus le bajaron con demasiada habilidad el pantalón hasta dejar sus nalgas completamente al aire.
-Definitivamente, tu trasero es el más lindo que he visto en mi vida- se burló para delinearlo con un dedo. Todavía no me creo que sea virgen-
-Pues creerlo porque será así por mucho, mucho tiempo- giró su cabeza por encima del hombro. Sus ojos casi blancos chispeaban. Ese carácter rebelde era el que calentaba aún más a Horus.
Buscó a su alrededor y cogió uno de los cojines y se lo puso por debajo de la cadera al humano para que esta se alzara. Sonrió ante la vista. Buscó un pequeño paquete que siempre llevaba en su bolsillo y lo abrió con los dientes. El líquido trasparente y frio se desplazó por la blanca piel y se escurrió por el interior de las nalgas delante de él. Las apretó entre sus palmas y las separó.
Allí lo encontró. El rosado agujero totalmente cerrado y sin estrenar. Era una total lástima. Pero conociéndose, y sabiendo que su castigo lo más probable sería largo podía intentar algunos métodos para convencer a Toby de que se lo entregara. Y él con gusto lo recibiría.
Y fue entonces que cayó en lo que acababa de pensar.
Acaso él no deseaba ascender de nuevo. En qué momento le había dejado de importar lo larga de su condena.
Miró a Tobias que enterraba su rostro contra el sofá.
¿Este chico lo estaba cambiando?
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