Grave error
Tan familiar, demasiado para su gusto y aun así no podía recordarlo. Horus se mordía el labio inferior rompiéndose el cráneo pero en sus miles de recuerdos no acababa de encontrar lo que necesitaba.
-Horus, Horus- una voz, seguida del bullicio y del alto volumen de la música le hizo volver a la Tierra.
Miró hacia adelante al cantinero que le ponía una pequeña nota de papel delante.
-Oye, eres nuevo, lo sé, pero hoy esto está hasta el cuello de gente, baja de las nubes y trabaja, el jefe se pone muy molesto cuando las ganancias nunca pasan sus expectativas- lo recorrió de arriba abajo- que digo, con ese físico con razón te está llevando tan bien-
-¿Insinúas que me lo tiro?- el dios sonrió de medio lado pícaramente leyendo la nota y revisando las botellas- no tengo necesidad- señaló con la cabeza el trio de mujeres sentadas al costado de la tarima que comentaban entre ellas y ya con bastantes copas-
El hombre chasqueó la lengua y le sonrió.
-Algunos nacen para ser bendecidos- se burló- Mueve el culo, estos son clientes exigentes-
-Eh, eh, no me sofoques, todo a mi ritmo-
Horus llevaba trabajando ya tres días en aquel lugar y tenía que reconocer que no le iba nada mal. La paga era buena, solo tenía que preparar algunos tragos, algo que había aprendido hacía mucho, y al final podía recibir algún premio en el baño de atrás con algún cliente pidiendo un servicio extra. No se podía quejar realmente. Si su castigo coincidía solo en eso no tenía quejas. Bueno si, que estuviera sirviendo a otras personas, normalmente los papeles eran investidos, pero por el momento mantendría la boca cerrada. Ya después se encargaría de que todos ellos se arrastraran a sus pies.
Miró la hora, ya eren las 3: 30 de la mañana, solo faltaba media para que se terminara su turno y pudiera volver a casa de Tobias. El chico había estado tranquilo desde aquella vez, tampoco era que lo estuviera provocando. Horus necesitaba tiempo para pensar.
-Guapo- una voz sonó a su espalda mientras él preparaba una ronda de tragos.
Se giró y se encontró con el rostro de un chico joven con unos hermosos hoyuelos en sus mejillas. Era pequeño, de cabello rubio y muy lacio, recogido en una coleta.
-Desea algo- le respondió coqueto, eso siempre funcionaba para tener una propina y la cantidad de esta específicamente de esa noche superaba al pago que normalmente recibía por día.
-Si, a ti- murmuró moviendo sus labios.
Horus alzó una ceja. Se había ganado la lotería. No le era difícil encontrar una pareja nocturna pero que fuera tan evidente era la gloria. Sonrió de lado y se le acercó hasta que sus labios estuvieran milímetros del oído del chico.
-Espérame afuera a las 4:00, vamos a un lugar más íntimo- se separó para notar el brillo de los ojos del joven humano. Le daría la mejor noche de su vida, eso lo podía asegurar.
Horus tiró del chico escaleras arriba y le hizo seña con el dedo de que no hiciera ruido. Abrió la puerta del apartamento haciéndolo pasar primero.
-Wao, no me imaginaba que alguien que trabaja de cantinero tuviera una casa así- el chico atrajo a Horus agarrándolo de la camisa y besándolo- Me crucé con un chico rico, que buena suerte tengo-
-Sí, muy rico- mintió el halcón, mientras más expectativas, más sumiso sería el chico y eso era la que quería- pero no hagas ruido, tengo un invitado en casa y tiene el sueño ligero, no quiero que se levante a interrumpirnos-
EL chico sonrió y se puso en puntillas de pie siguiendo a su nueva pesca hasta el cuarto. La noche no podría haberle ido mejor. Horus arremetió otra vez contra la cadera del chico sacándole un sonoro gemido. Se inclinó y le puso una mano sobre la boca. Si Tobías se enteraba de lo que estaba haciendo de seguro peleaba pero no le importaba la verdad. Ahora se sentía bastante bien con el chico que le hacía bastante gala a la palabra sumiso. Había hecho de su cuerpo lo que quería.
La lengua del chico lamió los dedos del dios mientras apretaba su cadera entre sus muslos. Horus se movió con más intensidad con su orgasmo rayando y de pronto la imagen del chico se fue distorsionando. Su cabello seguía siendo el mismo, su piel igual de blanca pero aquel rostro sonrojado, aquellos labios, sus ojos blancos sin iris.
-Dios- exclamó derramándose dentro del humano con tanta intensidad que se desplomó sobre el humano. Jadeaba con fuerza y su cuerpo aún se estremecía. Qué demonios. Venirse con la imagen precisamente del humano del otro lado de la pared no era un buen indicio. Más bien, era el peor.
Tobias se levantó en la mañana y se restregó los ojos. Un sonido en la sala le llamó la atención, sobre todo porque no era el de las típicas pisadas de su supuesto invitado. Frunció el ceño ¿Alguien había entrado a su casa a robar? No creía, debía ser plena luz del día pues su reloj biológico nunca fallaba. Además el edificio tenía mucha seguridad.
No podía imaginar que Horus hubiera traído a alguien. Puso los pies sobre el suelo y caminó hacia la puerta. La abrió lentamente y enfocó su oído.
-Oye, duermes mucho, por qué no preparas el desayuno y lo comemos en la ca…-el humano notó al presencia del que estaba en la puerta y que había confundido con su cita nocturna- Tú, debes ser el invitado de él- sonrió el chico- Hola-
-¿Invitado?- Tobias cerró la puerta detrás de su espalda y avanzó hasta ponerse delante de él- Esta es mi casa-
Una carcajada siguió sus palabras.
-¿Qué es tan chistoso?- Tobias nunca tenía buen humor en la mañanas y menos cuando alguien invadía su espacio por lo que no le importaba ser desagradable.
-Vamos, vamos, fue buena esa broma, dejémoslo entre nosotros, así él no se molestará- el chico puso las manos en su cintura y se fijó en un detalle cuando la luz se filtró por la ventana iluminando el rostro de Tobias- Oh, eres ciego-
-Será mejor que te vayas ahora- le espetó.
-Vamos chico serio, quien te crees que eres para sacarme. Estoy seguro que estás celoso de que yo fui el que me tiré al buenazo del hombre durmiendo en la cama. Oh, espera, estoy seguro que eres una de sus putas. Eso hace que todo sea más claro. Debes ser pésimo para que busque una pareja diferente todas las noches-
Tobias apretó sus puños antes de que se pusieron blancos.
-Sino te vas por las buenas, no me culpes si soy violento-
El intruso alzó una ceja.
-Violento. Si, tienes razón, mejor resolvamos esto- alzó sus manos y empujó con fuerza a Tobias hacia atrás.
Horus estaba rendido, agotado de una candente noche cuando el estruendo de cristales rompiéndose en el suelo lo sacaron del sueño sentándose sobresaltado en la cama. Quitando el cabello alborotado del rostro se percató que el chico no estaba a su lado y maldijo. Afuera ya era de día. No debía haberse quedado dormido, debía haber sacado al chico y por la hora en su reloj estaba seguro que Tobias estaba de pie. Corrió la sábana y se puso el bóxer corriendo hacia la puerta esperando que su casero no se le hubiera ido la mano.
Pero al abrir no se esperó que el que estuviera en el suelo fue precisamente Tobias rodeado de cristales de la mesa hecha añicos, debajo de él. De su cuerpo comenzaba a brotar sangre y parado delante de él, la persona que había acompañado su noche.
De que se había metido en problemas, si, y muy graves.
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