Estaríamos en problemas
Horus estaba impaciente. No estaba acostumbrado a esperar y menos por lo que conocía por transporte a pesar de que nunca había usado alguno. Confiaba más en sus alas que no podía usar gracias a cierta persona. Solo de recordarlo le hizo fruncir el ceño. Por suerte la ropa que llevaba estaba extrañamente acorde a su fibroso cuerpo.
Se conformaba de un ajustado pantalón de mezclilla negra acompañado de una camiseta de cuello alto y mangas cortas del mismo color que dejaba una idea del desarrollo de sus músculos. Todo aquello hacía que resaltara aún más su cabello claro que recogió en un media coleta dejando mechones que enmarcaban su sexy rostro.
Se había dado cuenta que era el centro de atención desde que habían salido de la casa de Tobias. Tanto hombres como mujeres se lo devoraban con el disimulo y más de una sonrisa les había regalado, provocándolos aún más. No necesitaba de su poder para saber que los humanos eran débiles a su encanto. Lástima que cierto joven en el Imperio y el que caminaba delante de él no se percataran de ese hecho. Si no tuviera otros planes en mente habría agarrado al primer humano que le pareciera agraciado y se lo estuviera cogiendo en cualquier rincón.
Pero esos pensamientos se esfumaban cada vez que su mirada se encontraba con el trasero de Tobias que se balanceaba delante de él. Maldecía al niñato y a su estrés. El chico estaba lindo, bueno, si solo fuera más sumiso sería un buen bocado. Tal vez la abstinencia ya comenzaba a hacer estragos. Necesitaba un culo pronto.
Oyó como las alarmas sonaban y no se movió. Las personas a si alrededor se pusieron dentro de la fila frente y detrás de él. El metro se detuvo delante de ellos y después que las puertas se abrieron comenzaron a avanzar. Horus siguió a Tobias sin decir nada a pesar de la curiosidad de saber a dónde se dirigían. El chico se dirigió a la parte trasera del vagón y se recostó cerca de una de las ventanas manteniendo una leve distancia de las demás personas.
Horus se preguntaba cómo era posible que a pesar de ser ciego se moviera como si ese no fuera el caso. Se puso a su lado y cruzó los brazos.
-¿A dónde vamos Toby?-
No recibió respuestas de primera. Tobias tenía los ojos cerrados dejando que el aire acondicionado refrescara su rostro.
-Vamos a una zona donde podrás obtener trabajo-
-¿Y tiene que ser tan lejos?- protestó el dios.
-Vivo en una zona residencial, no hay muchas ofertas de trabajo por los alrededores- lo decía pero quería que conociera como era tomar un medio de transporte para ir a trabajar como una persona normal. Ra le había dicho que le pusiera la mayor cantidad de obstáculos y él se estaba esmerando.
El metro hizo una parada y al abrirse las puertas, demasiadas personas entraron arremolinando el interior. Horus no acostumbrado a esa escena no reaccionó a tiempo siendo empujado precisamente hacia la esquina. El cuerpo de Tobias quedó dándole la espalda entre él y la ventana. En cuanto sintió el contacto del gran cuerpo detrás de él al punto de parecer indecente se tensó.
-Aléjate- le dijo por sobre el hombro.
Horus temió que una descarga eléctrica lo atreverá pero no ocurrió nada, después de todo él no tenía intenciones de estar en aquella situación a pesar de que comenzaba a gustarle. Su miembro había quedado precisamente entre los glúteos del chico y se relamió gustoso.
Las personas detrás de ellos apretaron más y el cuerpo de Horus lo atrapó aún más recibiendo un quejido por parte del menor que se sintió sofocado en muchos sentidos. El dios sonrió de lado y sus pupilas se dilataron. Una suave fragancia se filtraba entre sus fosas nasales provenientes por parte de él. Bajó la cabeza y enterró su rostro inconscientemente entre los cabellos de Tobias y aspiró el olor a lavanda que provenía de ellos.
-Oye, apártate de mí- protestó el humano pero no sirvió para nada, el espacio en que estaban ellos era limitado y él se sentía incómodo. No quería eso. Esperaba que la manilla reaccionara pero no ocurrió.
Horus por su parte estaba enfrascado en esa fragancia. Varios recuerdos surcaron su mente, la mayoría muy buenos y otros de cuando era muy joven. Recordó una suave voz que le decía palabras que no podía definir pero que hacía que su estómago se apretara por la emoción. Sus brazos rodearon el cuerpo de Tobias y lo atrajo más hacia él intentando que aquel olor se fundiera con él hasta que abrió los ojos por un inmenso dolor en sus partes bajas.
Al dirigir su mirada allí encontró los delgados dedos de Toby sobre su pantalón específicamente apretando su miembro.
-Si no pones distancia te los arranco- le gruñó avergonzado. No estaba acostumbrado a ese contacto tan vulgar sobre todo aquello que se había rosado entre sus nalgas y él había respondido inconscientemente, algo que no reconocería. Su piel hormigueaba extrañamente.
¿Así se sentía ser tocado por alguien? Su cabeza era un lio completo.
-Sé un poco más delicado Toby- le dijo bajando su cabeza hacia su oído- Esos son mi mejor herramienta y no lo puedo restaurar ahora si les pasa algo-
Los dedos se apretaron aún más y Horus soltó un quejido contra la nuca del chico. El dios no lo tocaba porque quería y no tenía intenciones de hacerle nada, al revés, el humano era que lo agredía.
-Vamos Toby, esto se puede poner peligroso para ambos- Jadeó Horus contra la piel para lamerla, la manilla en su muñeca chispeó y el apretó los labios. No ahora
Y efectivamente, como decía el halcón los dedos del chico fueron llenados con la erección de este. La mano fue retirada con la misma velocidad.
-Eh, eso no es divertido- se burló el dios queriendo seguir con el juego pero como resultado una descarga le hizo apretar los dientes maldiciendo contra el oído del chico- es serio no es divertido que solo tú disfrutes y yo reciba el dolor cuando te convenga- aun no entendía el sistema de descargas.
El metro se detuvo y en cuanto las personas hicieron espacio Tobias se escabulló por el costado y salió por la puerta tropezando. Estaba tan alterado que sus sentidos se habían nublado. Casi cae pero su brazo fue rodeado, y arrastrado hacia algún lado. Siendo soltado sin ningún cuidado.
-Todavía me pregunto por qué te ayudo- Horus pasó por su lado sacudiendo sus hombros quitándose el entumecimiento en su cuerpo, esta vez no había sido tan fuerte la descarga pero si notable- Vamos, muévete no tengo todo el día-
-Esas serían mis palabras- gruñó Tobia enderezándose y sobándose el brazo –Maldito dios, Maldito Ra, por qué tengo yo que pasar por esto cuando mi vida era tan tranquila- murmuró entre dientes y cerró sus ojos para poner sus sentidos y enfocar el camino.
En el Imperio Ra sonreía mirando el tablero y frente a él Anubis tenía una mueca desagradable en el rostro.
-Sabes que él no se merece esto- el chacal comentó arrodillado.
-Lo sé pero quería que tuviera un poco de diversión en su aburrida vida-
-Si Horus le pone sus manos encima…-
-No me preocupa que lo haga, Tobias no es tan idiota para dejarse devorar por él- Ra movió otra de las piezas.
-¿Y si lo hiciera?- presionó Anubis.
-Darien te espera allá afuera- concluyó Ra y el dios no tuvo más remedio que obedecer su orden indirecta.
Se levantó y caminó hacia la entrada del templo encontrando a su pareja en la entrada recostada con expresión aburrida. Llevaba un shenti largo de lino blanco y pocos adornos haciendo que resaltara su belleza natural. En cuanto notó su presencia el chico le sonrió y corrió a sus brazos.
Al estar Anubis en su aspecto real el chico necesito que este se inclinara para poder llegar y rodear su cintura con las piernas.
-Pareces molesto mi chacal- Anubis asintió con un movimiento de la cabeza.
-No creo que sea buena idea que Horus esté con Tobias-
-Ese Horus- Darien frunció el ceño- si le hace algo a mi amigo lo castro-
Anubis se carcajeó, su cachorro siempre hacía que se sintiera mejor. Dentro Ra movía otra pieza y recordaba la última pregunta que le había hecho el dios ¿Y si lo hiciera? Su rostro se endureció.
-Pues estarías en problemas-
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