
El olvido tiene sus consecuencias
Tobias entró por la puerta de la discoteca y si pensaba que el escándalo de fuera era mucho estaba equivocado. Allí era casi imposible para alguien como él que tenía el sentido del oído muy desarrollado. Al punto que casi no podía ubicarse.
Apretó los dientes. Esta se la cobraría grande a Ra en cuanto pudiera tener comunicación con él. Supervisar a Horus era más trabajo del que se imaginaba. Sobre todo por lo impredecible que era el maldito dios y lo mano suelta que era.
Avanzó cuidando sus pasos. Sentía que había muchas personas alrededor de él, pasando de un lado hacia otro y de paso chocando con sus hombros. ¿O era él? No lo sabía. Sus sentidos estaban bien desorientados. Esos eran los momentos que maldecía ser ciego. Además nunca había entrado como tal a ese lugar por lo que no conocía como era el interior.
Siguió caminando entre las personas. Si al menos pudiera oír al dios hablar, a pesar del bullicio podría saber su ubicación. Vaya lugar que se había buscado para trabajar aunque le pegaba.
Sintió que alguien lo empujaba desde atrás y se tambaleó. Alzó sus manos hacia adelante buscando sus soporte pensando que caería y por suerte encontró uno.
-¿Estás bien?- una voz agradable se escuchó por encima de todo. Tobías no la reconoció por lo que no era alguien conocido.
-Sí, estoy bien- se incorporó más estable con la ayuda de aquella persona que lo aguantaba de sus antebrazos.
-No creo que alguien como tú deba estar en este tipo de lugares, es un poco peligros- se notaba que era agradable y bajo el tacto de las manos de Tobías percibió la textura del material duro de lo que podría ser un uniforme. Y por supuesto esta persona se había dado cuenta de su pequeño detalle. Después de todo, sus ojos eran bastante reveladores al no tener el iris definido.
-¿Usted trabaja aquí?- le preguntó Tobías sin darle vueltas.
-Si, por qué- le respondió este divertido. Quizás pensaba que estaba coqueteando con él.
-Busco a alguien. Se llama Horus. Se supone que debe estar aquí-
-¿Horus? Oh, si ese Horus, el chico nuevo que nos ha traído nuevos clientes. Claro cómo olvidarlo- este se emocionó.
Tobías comprendió que en ese trabajo, al menos estaba haciendo algo productivo. Se esperaba que al decir el nombre dirían cualquier cosa sobre él, sobre todo por la forma altanera en que se comportaba. Pero al parecer lo había subestimado.
-¿Dónde puedo encontrarlo?- sonó lo más interesado posible para garantizar resultados.
La respuesta se demoró bastante en llegar.
-Lo siento chico pero no puedo decirte. Muchas personas suelen venir a coquetear con él y como que a veces pueden ser un poco tediosos los clientes. No estoy diciendo que seas uno de esos pero ya que no puedes encontrarlo por tus propios medios al menos no causes problemas.
El rostro de Tobías que hasta hace unos segundos estaba relajado se congeló en una mueca fría. Agarró el cuello del hombre y lo atrajo hacia él. No podía verle el rostro que había dejado frente al suyo pero estaba seguro de que su expresión era contrariada.
-Dile que la persona con la que vive vino a verlo, menciona el nombre de Tobías. Puedo asegurarte que dejará lo que está haciendo. No soy una simple pareja coqueta ni pretendo serlo- sonó lo más serio posible.
El hombre se sacudió un poco nervioso soltándose de su agarre y se apartó.
-Sí, si como quieras, solo espera en el área de espera vale- y desapareció.
Tobías hizo una mueca y maldijo. ¿Cuál era el área de espera? Suspiró. Estaba agotado y apenas si había comenzado. Alguien pasó por su lado y aprovechó para tomarlo el brazo con cuidado.
-Disculpe, me puede decir dónde está el área de espera-
La persona a su lado sonrió.
-Por supuesto.
Horus repartía tragos detrás del bar que estaba repleto. Sobre todo había bastantes chicas intentando ligárselo esa noche, pero Horus tenía un plan en mente. Ganaría la suficiente propina esa noche y se compraría el televisor para entretenerse durante el día. Tobias era un total tacaño así que con él no contaba. De paso se lo restregaría en el rostro y quizás de esa forma estaría un paso más de volver.
La vida en ese mundo era difícil y extrañaba los placeres de dar órdenes y ser servido. Pronto vio que entre toda la gente uno de los trabajadores más jóvenes se hacía camino hacia la barra.
-¿Qué ocurre? Parece que viste algo sorprendente-
-Bueno, se puede decir que sí. Es realmente impresionante que alguien como esa persona haya venido a este tipo de lugar-
-Aquí viene gente de todo tipo de lugar- el dios agarró las dos nuevas copas que el barténder preparó y las puso coquetamente delante de dos mujeres que ya habían perdido la cuenta de las copas de ese día y que de paso les había sacado ya buen dinero.
-pero no alguien como él- el hombre se recostó en la barra.
Horus entonces pareció interesado.
-¿Quién es?-
-Era un chico rubio, estaba algo despistado- lástima que él tuviera muy mala memoria- pero era lindo a su forma aunque tenía mal carácter.
Horus ya lo descartó. Para una enredada de una noche no le gustaba que fuera tan terco.
-Oye me voy que yo todavía estoy trabajando- y simplemente retornó a lo suyo.
Horus se quedó en el lugar un momento. Algo en su interior estaba intranquilo pero no le prestó atención. ¿Se estaría poniendo paranoico? Esperaba que no. Ya tenía suficiente con dormir con la puerta de su habitación cerrada y abriendo los ojos a cada sonido, solo por si Tobias con lo que tenía dentro aparecía de nuevo.
Su pecho dolió un momento y se lo apretó con la palma de su mano. ¿Qué había sido aquello? Preocupación. Él no se preocupaba por nadie. Más bien, la preocupación era por su propia seguridad. Si, era eso. Aun así siguió trabajando con la incomodidad en su cuerpo.
Tobias estuvo sentado por largo rato, muy largo rato en una de los largos sofás del área de espera. A cada segundo sentía que su conciencia podía flaquear por la música extremadamente alta y retumbante, así como ahogante olor a alcohol. Lo odiaba. Se pasó la mano por su rostro quitando algunas gotas de sudor de su frente.
Debían haber pasado cerca de una hora desde que estaba allí esperando como un estúpido. Definitivamente esa noche dejaría a Horus en la calle para que supiera lo que era esperar pro alguien. Se recostó en el sofá cerrando los ojos y respirando profundo. Quería irse. Su hora de acostarse estaba cerca y era religioso con eso. Si no podía alterárseles sus horarios y desorientarse.
-Oye Horus todavía no ha vuelto- la voz de alguien lo sacó de sus pensamiento. Con lo atareado que estaba Tobias no podía reconocer la voz, no le sonaba familiar pero debía ser alguien que trabajara allí. El nombre del dios no era muy común entre los mortales.
-No, él parece que está enfocado en otras cosas más importantes- soltó con sarcasmo apretando sus dientes.
-Hmmm- puedo llevarte hasta él- Se encuentra en la parte de atrás cargando alguna cosas que se necesita en la discoteca-
Tobias frunció un poco el ceño. Era un poco extraño que el halcón estuviera haciendo algo como eso pero no quiso sacar conclusiones-
-Puede llamarlo?- preguntó con su voz casi en un murmullo.
-Es más fácil si usted viene conmigo a verlo. Está en horario de trabajo, no puede venir personalmente-
-Estña bien, iré- Tobias sonrió fríamente.
Acompañó al extraño mientras este lo tomaba de a mano y lo guiaba por entre las personas que se empujaban unas tras otras dado su alto estado etílico. La música poco a poco se fue difuminando cuando e aire fresco de la noche goleó el rostro de Tobias. La sonrisa no desaparecía de su rostro.
El hombre lo guió para hasta doblar la esquina desolada y con olor rancio. La oscuridad consumió a las dos personas.
-ya estamos llegando joven- la voz del hombre se hizo más grave jalando con más fuerza a Tobias detrás de él. Sus dedos se aferraban con fuerza a su mano. Para sorpresa de este el rubio iba muy tranquilo, sin protestar siquiera.
De entre las sombras dos siluetas comenzaron a moverse detrás de ellos acercándose con cautela. LE extraño se detuvo y con eso Tobias.
-¿Dónde está Horus?- preguntó el chico con la cabeza baja, su cabello se había soltado de detrás de sus orejas y caía como una cascada platinada sobre su rostro.
-¿Horus? ¿Quién mierda es ese?- se burló alguien de los dos nuevos recién llegados.
-Vaya, una víctima tan fácil no se encuentra en cualquier lugar, y menos tan indefensa- el otro se burló- No podía creer que un ciego estuviera en un lugar así-
El hombre que le sostenía la mano a Tobias lo hizo con mayor fuerza. Los huesos de sus dedos crujieron.
-Ahora muchacho, sé obediente, solos tres contra uno, primero nos darás tu dinero y después tu cuerpo. Si lo haces obedientemente y sin gritar te prometo dejarte en una sola pieza- pasó el borde de una navaja por la mejilla de Tobias sonriendo victorioso. Esa noche había ganado en premio gordo.
-Acaso simples humanos se atreven a desafiarme- los blancos dientes de Tobias se hicieron más visibles.
Con un rápido movimiento agarró la muñeca con la navaja y se arrebató de la mano con un simple clack donde los huesos debajo de los dedos que la sostenían se hicieron casi polvo. Un grito desgarrador rompió el silencio de aquel callejón.
Horus estaba sirviendo otra copa de vino y un escalofrío recorrió su cuerpo. La copa se estrelló en el suelo haciéndose añicos. El barténder miró al hombre.
-¿Ocurre algo?- se acercó a él. Horus era alguien bastante meticuloso con el trabajo y desde el primer día.
Horus se pasó la mano por el cabello algo nervioso. La presión conocida volvió a recorrerlo.
-No, nada- agitó la mano quitándole importancia.
-En serio, te has puesto pálido- el hombre mostró una expresión un poco preocupado.
-Oye Horus- su compañero de trabajo se abrió paso hacia el mostrador. Tanto el barténder como el dios lo miraron, el chico estaba agitado- Horus discúlpame, tengo muy mala memoria. Alguien vino a verte-
El halcón entrecerró los ojos. Para que le fuera dicho algo como eso debía ser alguien importante y ese alguien importante no podía ser alguien más que él.
-¿Quién?- preguntó solo para cerciorarse.
-te acuerdas del chico del que te hablé, el rubio ciego-
Horus abrió los ojos molesto.
-No me dijiste que era ciego. Ese es Tobias- casi le gruño. Las personas de la barra hasta se estremecieron ante el brillo en su ojos- ¿Dónde demonios está?- sus preocupaciones ahora tenían basamentos. ¿Cuánto tiempo había pasado? Casi una hora. Eso no era bueno.
-Le dije que fuera al área de espera. Debe estar allí-
Horus chasqueó la lengua y agarrando el borde de la barra se alzó y la pasó de un salto elegante cayendo del otro lado. Su rostro del dijo a los demás que no se acercaran a él. Casi corrió hacia el área de espera chocando sin cuidado con aquellas personas que querían pegársele y a él no le importó empujarlas.
Pero cuando llegó al área y repasó a todos lo que estaban allí buscando a Tobías se dio cuenta que este no estaba.
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