40*. Yo la mataré por ti
Bueno, aquí vamos otra vez después de que mis poquitas pero fieles lectoras hayáis pedido conocer el final menos amargo de esta historia. Para entender dónde nos situamos, debéis releer el capítulo 39 ("Es una trampa") y a continuación saltar a este. A partir de aquí, leed los siguientes capítulos de la historia con normalidad hasta su desenlace.
Espero que os guste este final alternativo y que cada uno se quede con el que más le satisfaga. Admito que los dos tienen un huequecito especial en mi kokoro, fue imposible escoger solo uno.
Todo sucedió en milésimas de segundo: Deathmask empujó abruptamente a Enzo y elevó su cosmos, en un intento de enviar a Kyrene fuera de allí, pero el tercer caballero le atacó, arrojándole contra el suelo y evitando que consumara su acción.
- ¡Marasmo de desesperación! -gritó, al tiempo que de sus manos comenzaban a emanar ondas que intentaban envolver las extremidades de Deathmask.
- ¡Ja! ¿Esa es tu técnica más poderosa? -con el índice derecho extendido, gritó- ¡Ondas infernales!
Kyrene, tan aterrorizada que le resultaba imposible proferir sonido alguno, observó el cuerpo del individuo caer al suelo como una envoltura inerte, al tiempo que Deathmask desaparecía ante sus ojos sin más.
- ¿Qué es ese poder tan...? -inquirió Keelan, sobrecogido, acercándose a tomarle el pulso - ¿Está muerto?
- Todavía no, de momento ha separado su alma del cuerpo y la ha enviado a Yomotsu. Pero solo los más poderosos pueden volver de allí por sus propios medios... -empezó a explicar Enzo.
La chica, consciente de que no volvería a tener una ocasión como aquella, aprovechó la distracción de Keelan, que escuchaba la disertación del italiano sobre la puerta de entrada al mundo de los muertos, para hacerse con la navaja, forzando al máximo sus brazos atados. Sigilosa y reprimiendo un sollozo de dolor por el brusco estiramiento, adoptó de nuevo su posición anterior, buscando el modo de cortar la cuerda sin perder un dedo en el proceso.
- ¿Crees que no sé que Yomotsu es tu elemento, "Máscara"? -preguntó el hombre, al aparecer al pie de la colina frente a su adversario- Traerme aquí no me hará bajar la guardia...
- Puede que sí, o puede que no... -respondió él, con desgana, haciendo crujir sus nudillos- ¿Quién eres? Hay muy pocas personas que me conozcan simplemente como "Máscara"...
- Hace muchos años que no coincidíamos... Quizá verme la cara te refresque la memoria -dijo, al tiempo que se deshacía del casco para mostrarle su rostro.
No podía ser. El paso del tiempo había convertido a aquel chiquillo en un adulto de gesto amargo, pero las facciones seguían siendo similares: por mucho que le costase creerlo, ese hombre era Salvatore, el niño que había desertado del entrenamiento en Sicilia veinte años antes.
- ¿Qué haces aquí?
- Digamos que la vida de un desertor no es fácil; me reencontré con Enzo después de que te marchases a Grecia y me enseñó cómo desarrollar mis facultades. Luego ganamos algo de dinero colaborando con ciertos colectivos y decidimos librarnos de ti en cuanto se presentase la ocasión. Le ayudé a llamar tu atención y la del Santuario, preparando unas preciosas torturas para los objetivos de esas bandas... Y ahora Keelan nos dará un pastón por entregarle a la chica y matarte a ti...
- Ya veo: o sea, que sois dos fracasados resentidos que me culpan a mí de no haber tenido las pelotas necesarias para conseguir esto -señaló el rutilante peto que le cubría el torso- y habéis cometido el error de tocar a Kyrene. ¡Ahora lo pagaréis! ¡Tortura del averno!
Salvatore, que había comenzado a acercarse al caballero con rapidez, quedó paralizado de repente al recibir de lleno su ataque: de la tierra sobre la que se hallaba, surgió un haz de frías llamas azuladas que se enroscó en sus piernas, impidiéndole el avance y subiendo hasta alcanzar su pecho.
- ¿Qué...? ¿Qué me has hecho, condenado?
Deathmask se echó a reír:
- ¿Sorprendido? Es el fuego infernal: frío al tacto, pero te abrasa por dentro, poco a poco. Cuanto más te resistas, más violentamente te devorará... ¡Perecerás a menos que te rindas!
- ¡No pienso hacer tal cosa!
- En ese caso, no me dejas más opción -repuso, dándole la espalda con indiferencia.
A un gesto suyo, las llamas se intensificaron, lamiendo los brazos y el cuello de su oponente, que comenzó a proferir unos alaridos tan horribles que habrían podido helar la sangre a cualquiera menos habituado a tratar con la muerte.
- Perdona que no me quede para verte sufrir, quiero regresar a tiempo para cenar con mi preciosa novia... amigo Salvatore. Te diría que ha sido un placer volver a verte, pero no es verdad.
Las tres figuras que había dejado en el claro del bosque le observaron de arriba abajo cuando se materializó junto a ellas envuelto en un destello violáceo. Enzo tenía a Kyrene sujeta por los hombros, en un gesto que en otra situación habría podido parecer incluso amigable, pero que la dejaba a su merced, susceptible de ser rematada con un simple movimiento de la mano. No había forma de sacarla de allí sin vencerle a él primero. Y no había forma de atacarle si no dejaba de utilizarla como escudo humano. Debía conseguir que la soltase.
- ¿Me habéis echado de menos? Porque vengo dispuesto a acabar ya con este sainete. Matar a Salvatore me ha dado hambre... -miró de reojo a la chica, cuya brevísima sonrisa le indicó sin lugar a duda que guardaba un as en la manga, y se giró hacia Keelan, hurgando con el pie el costado del cadáver envuelto en metal oscuro- ¿Has visto qué manera tan limpia de acabar con él, abuelo? Estos renegados no pueden compararse conmigo, ni siquiera terminaron su entrenamiento... Y respecto a ti, la única razón por la que no fulmino a toda tu banda de una sentada es porque tengo órdenes de llevaros ante la justicia para que purguéis vuestra mierda. Pero créeme que a mí me divertiría mucho más enviaros al infierno por mi cuenta...
Keelan retrocedió, intimidado por la fiera actitud de Deathmask y el belicoso tono de su voz. Tenía razón: su poder era abrumador y excedía con mucho tanto el de Enzo como, desde luego, el de Salvatore, a quien había liquidado en un tiempo récord. No era alguien a quien conviniese tener como enemigo.
- Ya sabes lo que dicen... Siempre habrá otro para tomar mi lugar si yo caigo...
- La verdad es que me dan ganas de liquidarte ahora mismo. Es más, debería hacerlo, a pesar de las instrucciones. Tú, yo, tu cabecita espachurrada entre mis manos como una sandía... No sé, piénsalo... -dio otro paso hacia él, con una llama de agresividad bailando en la mirada.
- ¡Eh, tú! ¡Keelan aún me debe mi pago: hazle daño y verás a tu chica morir con dolor!
La amenaza de Enzo hizo que Deathmask se detuviese, consciente de lo delicado de la situación.
- Espera un momento, Deathmask...
El criminal esbozó una repulsiva sonrisa, dispuesto a jugar la carta que no le había fallado nunca: la avaricia. El caballero le dio la oportunidad de hablar, fingiendo escucharle, a la vez que su cerebro valoraba las opciones disponibles para salvar a Kyrene con el menor daño posible.
- ¿Qué quieres, hombrecillo?
- ¿Y si hablamos de negocios? Podrías colaborar conmigo, incluso funcionando como un agente doble... Podrías seguir viviendo en el Santuario fingiendo honrar tu culto. Sería muy fructífero para ambos -se aventuró, calculando en su mente las opciones que se abrirían ante él si conseguía corromper a un miembro de la Orden Dorada, mientras Enzo y Kyrene les miraban de hito en hito:
- ¿A qué te refieres?
- Bueno, tus capacidades me serían de gran utilidad y yo sabría recompensarte adecuadamente si decidieses trabajar para mí.
- ¡Keelan! -intervino Enzo, dejando entrever un ligero nerviosismo que no pasó inadvertido al de Cáncer- ¡Tenemos un acuerdo! ¡Voy a acabar con Deathmask hoy! ¡Y contigo también, si te interpones!
- ¡Cállate, fracaso ambulante! -le provocó el caballero, dirigiéndose de nuevo al viejo- ¿Y dices que me remunerarías bien?
- Oh, eso tenlo por seguro: dinero a montones, diversión, pocos encargos, todos los vicios que se te ocurran... Nada que ver con tu austera vida de entrega en el Santuario... -explicó Keelan, pasándose la mano por la barbilla mientras enumeraba las tentaciones que podía ofrecerle.
- Conozco tu acuerdo con Enzo, pero su poder no puede hacer sombra al mío. ¿Imaginas todo lo que yo puedo ayudarte a conseguir? -concordó Deathmask, consciente del codicioso brillo que asomaba en los ojos de Keelan- Dame a mí su recompensa y haré de ti el hombre más poderoso de Europa.
- Pero ¿qué dices, Death? ¡Tú nunca estarás de tu parte! -gritó Kyrene, aún sujeta por Enzo, llamando la atención de ambos hombres- ¿Verdad, Death? ¡Díselo!
Keelan se echó a reír y se aproximó con aire intimidante hasta casi juntar su frente con la de ella:
- ¡Las putas callan cuando hablan los señores! ¡Apréndetelo o tendré que soltarte un buen guantazo!
Kyrene le devolvió la carcajada sin miedo y, todavía sujeta por Enzo, estiró los ensangrentados brazos, que había mantenido a la espalda hasta el momento, en un gesto que recordaba en cierta forma a los cuadros clásicos de santos martirizados, exhibiendo en la mano izquierda la navaja gracias a la cual había conseguido deshacerse de las ataduras. Desconcertado, Keelan dio un paso atrás.
- ¡No puedes ser poderoso si estás muerto! ¡Que te jodan! ¡Por Martha y por Bull! -en un gesto audaz, hundió hasta el fondo la corta hoja en el vientre del viejo, trazando un zigzag tan rápido e inesperado que Enzo no consiguió evitarlo.
- ¡Maldita niñata! ¡Voy a matarte ahora mismo!
Con el rostro desfigurado por el dolor, Keelan se llevó la mano al bolsillo interior de la americana y extrajo un revólver con el que apuntó a la chica, mientras Enzo, sin soltarla, reunía su cosmos en torno a su palma para atacarla, riendo:
- ¡Me encanta el temperamento de tu chica, "Máscara"! ¡Seréis los reyes del baile en el inframundo!
Gracias a sus entrenados reflejos, el caballero reaccionó con agilidad para bloquear con su cuerpo el golpe de Enzo y la trayectoria que la bala seguiría hacia Kyrene, haciéndola rebotar en su armadura. Neutralizados ambos peligros, se irguió en toda su imponente estatura, con aire de superioridad, y miró a cada uno de los presentes antes de hablar, en un tono tan cortante que nadie se atrevió a replicarle:
- ¡Basta! ¡Keelan y yo estábamos charlando y no me gustan las interrupciones! ¡Que nadie nos moleste!
El mencionado recogió la navaja, que había caído al suelo, y se la guardó, agachándose con dificultad a causa de la herida y sacando un pañuelo con sus iniciales bordadas para taponar la ligera hemorragia. Gracias a que la hoja del arma era breve y a que el abrigo se había interpuesto, ningún órgano vital había sido alcanzado de gravedad, pero aun así dolía. Enzo mejoró su agarre sobre Kyrene, situándose tras ella con un brazo cruzado contra su pecho y las muñecas bien sujetas por su mano libre.
- El caso es que yo no trabajo bien en equipo, así que tendrás que elegir entre Enzo y yo, Keelan -continuó Deathmask, observando de reojo el semblante indignado de su compatriota. Podía notar cómo la ira iba creciendo en su interior; ya faltaba menos para sacarle de sus casillas.
- ¿Qué más da eso? No tendríais por qué colaborar directamente... -el mafioso buscaba la opción más beneficiosa, deslumbrado por el poder del caballero- Piensa en todas las prebendas que te ofrezco...
- No quiero tenerle cerca. No sé si te has dado cuenta de que el odio entre nosotros viene de antiguo. O él, o yo -exigió Deathmask, con una mano en la cadera y una tranquilidad tan glacial que Kyrene comenzó a dudar de que aquello fuese solo una impostura-. Decide: un caballero de oro, considerado por derecho uno de los doce hombres más poderosos del mundo, o un renegado que fue incapaz de conseguir la armadura por la cual había entrenado durante años. ¿El original, o la copia barata? Piensa rápido: solo estaré a la venta por tiempo limitado.
- ¡Eh, tú! ¿A quién llamas copia barata?
- Vaya, Enzo, parece que te he tocado la fibra sensible... Pero no te preocupes: no tengo ningún inconveniente en enfrentarme a ti y matarte, si es lo que quieres... ¡Déjala y lucha conmigo!
- ¡Hablando de matar, quizá te gustaría ver cómo le rompo el cuello a tu noviecita aquí y ahora...! Keelan, ¿no ves que es un farol? ¡Su lealtad está con el Santuario! ¡Solo intenta ganar tiempo!
Enzo rodeó la garganta de Kyrene con su mano izquierda, arrancándole un gemido de dolor y de sorpresa y sustrayéndole parte de su energía hasta que la dejó caer contra un tronco, debilitada y con la piel cada vez más pálida. Acto seguido, se enderezó y adoptó una postura de combate, dispuesto a resolver sus cuentas con Deathmask, que sonrió, aunque no del todo satisfecho: había logrado que la soltase, pero no podía descuidarla para luchar con su antiguo compañero, como había pretendido en un principio, puesto que el viejo estaba armado y no tendría escrúpulos en matarla. ¡Malditas órdenes de Shion! Con lo fácil que sería acabar con él sin más... Aunque se arriesgaba a que Enzo rematase a Kyrene mientras él liquidaba al mafioso...
- Está bien, señores, tranquilicémonos -les apaciguó Keelan, sentándose con aire fatigado y oprimiendo la herida con su pañuelo-. Deathmask, suscribí un trato con Enzo al que no puedo faltar, dado que soy un hombre de palabra... Y quizá él tenga razón en sus acusaciones, después de todo. Una demostración de lealtad por tu parte me ayudaría a convencerme de que tu interés en mi empresa es sincero...
Deathmask dejó escapar una de sus clásicas carcajadas y se quedó en silencio durante unos segundos, pensativo. Solo había una salida a aquella situación.
- De acuerdo, Keelan. Tendrás tu prueba.
Con paso decidido, se acercó a Kyrene, que apenas conseguía mantenerse en pie, y la sostuvo por la cintura, pero Enzo le asió firmemente del brazo, en un intento de impedirle cualquier vía de escape.
- ¿Qué vas a hacer? -preguntó el viejo, sin entender.
- Es muy sencillo -respondió Deathmask en voz baja, mirándola a ella-: yo mismo la mataré por ti.
¿Creías que esta vez nos libraríamos del drama? Averigua qué sucede a continuación en el siguiente capítulo: "Y después no habrá más dolor".
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