36. Órdenes directas
El Patriarca paseaba de un lado a otro de la regia sala de paredes recubiertas de mármol, sumido en sus reflexiones, cuando los tres caballeros hicieron acto de presencia, despojándose de sus cascos y arrodillándose respetuosamente a la espera de que se dirigiese a ellos. Transcurrieron un par de minutos hasta que el hombre más cercano a la diosa Atenea se giró e hizo oír su voz:
- Afrodita de Piscis, Aldebarán de Tauro, Deathmask de Cáncer, gracias por venir tan rápido. Levantaos, por favor. Sé que acabáis de llegar de Rodorio, ¿qué es lo que habéis averiguado?
Afrodita dio un paso adelante, tomando la palabra:
- Patriarca, tal como nos dijo, han asesinado a Ioannis Xanthopoulos, un joven huérfano, de un modo horrible. Han abandonado su cadáver tendido a las afueras del pueblo y han dejado un mensaje: "traidora".
Shion cruzó sus antebrazos de modo que las amplias mangas de su túnica cuajada de exquisitos bordados le cubriesen las manos y los miró de uno en uno, sin dejar que su rostro reflejase emoción alguna.
- ¿"Traidora"? -los caballeros asintieron en silencio- Nuestro enlace gubernamental me ha notificado que la policía iba a interrogar a un sospechoso. ¿Qué sabéis de ello?
- Es una chica del pueblo, la propietaria de la taberna... Se llama Kyrene.
- Entiendo. ¿Cuál es tu opinión, Piscis? Si ella lo hizo, debemos entregarla enseguida a las autoridades, antes de que cunda el pánico entre los vecinos.
- Señor, Kyrene y yo somos amigos. Ella nunca haría algo así, estoy seguro.
- Además... -intervino Deathmask- ella no pudo asesinarle, porque estaba conmigo cuando Ioannis murió.
Shion detuvo en seco su enésimo paseo y se volvió hacia el caballero de Cáncer, que se mantenía con la vista al frente y sin inmutarse.
- Deathmask, ¿me estás diciendo que la sospechosa es tu pareja?
- Sí, Patriarca, y también sé por qué dejaron ese mensaje. La muerte de Ioannis es una advertencia contra ella. Todo está relacionado con la misión que he venido desarrollando estos meses.
- ¿Estás seguro de eso?
- Completamente, Patriarca.
Shion cerró los ojos durante un instante, tratando de componer aquel rompecabezas que se presentaba ante él.
- Pero ¿por qué una advertencia para ella? ¿Forma parte de alguna banda, acaso?
- En absoluto, señor; Kyrene es una fugitiva que llegó a Rodorio en busca de protección. La banda de Keelan la acecha desde hace tiempo, porque asesinó al heredero de ese bastardo.
- ¿Debo entender que hemos dado refugio a una asesina, Cáncer?
- No, Patriarca: a una víctima. Ese malnacido la violó y la hirió hasta casi matarla cuando ella tenía catorce años; su único crimen fue vengarse y huir.
Afrodita y Aldebarán rompieron su, hasta el momento, inalterable disciplina para girarse hacia Deathmask, sorprendidos ante la revelación que acababa de hacer.
- Keelan ha enviado a su gente a buscarla varias veces, pero ella ha repelido sus ataques, Patriarca. De algún modo, averiguó que entre nosotros había algo y utilizó nuestro vínculo para chantajearla con la intención de que les librase de mí. Le amenazaron con matar a la gente de su entorno, pero ella no cedió y por eso asesinaron a Ioannis... Y continuarán si no lo impedimos.
- A ver si logro entenderlo... Estás implicado a nivel personal con una mujer a la que Keelan quiere ver muerta. Y también quiere eliminarte a ti, lógicamente, por el trabajo que has estado realizando... Por la cantidad de miembros de su grupo que has llevado ante la justicia.
Deathmask asintió. Shion se frotó el puente de la nariz y se dirigió a los tres caballeros.
- No es el único problema que debemos resolver: sabemos que hay al menos un renegado más actuando como mercenario para diversos criminales de esta ralea. Su seña de identidad es una crueldad absolutamente desmesurada a la hora de matar que ya está llamando la atención de la Interpol, pero es un experto a la hora de disimular su cosmos para no ser localizado. Necesitamos librarnos de él. Imaginad la cantidad de asesinatos que podría cometer sin que nadie pueda evitarlo: es un arma de destrucción masiva para este tipo de gentuza.
Todos se mantuvieron firmes en sus posiciones, esperando con atención las órdenes del Patriarca, que respiró hondo una vez más antes de darles instrucciones, sin perder su actitud majestuosa y serena.
- Deathmask de Cáncer, tienes que terminar tu misión. Partirás mañana mismo para reunir toda la información posible acerca de este asunto, neutralizarás a Enzo y me mantendrás informado. Recuerda nuestra consigna: ni una víctima civil, en ningún caso, y los criminales deberán ser puestos a disposición de la policía. Solo nos interesa el renegado, a ser posible, vivo; no queremos llamar la atención ni dar motivos al gobierno para interferir en nuestros asuntos. Confío en ti. Dentro de esos parámetros, tienes plena libertad para actuar como consideres oportuno.
- Sí, Patriarca.
- Piscis y Tauro, vosotros os quedaréis en el Santuario y os encargaréis de velar por la seguridad de los vecinos de Rodorio. Organizad y reforzad las rondas de los soldados. No podemos permitir que nadie sospechoso entre en el pueblo. No consentiremos un incidente más.
- Sí, Patriarca.
- Podéis retiraros.
Aldebarán y Afrodita se dirigieron con porte marcial a la salida, pero Deathmask se mantuvo en su lugar, sujetando en su mano derecha el casco.
- ¿Puedo ayudarte en algo, Cáncer?
- A decir verdad, sí, Patriarca. Necesito que me garantice que Kyrene tendrá protección durante mi ausencia.
- Cáncer, acabo de encomendar a tus compañeros la tarea de vigilar a los habitantes...
- Lo he oído, Patriarca, pero quiero estar seguro de que alguien estará pendiente de ella. Está sola y la buscan. Como le he explicado, han entrado en el pueblo para agredirla.
- Varios de tus compañeros están de misión fuera de Grecia. Nuestros recursos son limitados en estos momentos, no puedo destinar efectivos del Santuario a cuidar de una sola persona basándome en tu relación personal con ella. Estoy seguro de que lo comprendes.
- En ese caso, Patriarca, me niego a salir de Rodorio -declaró el caballero, con voz firme y la mirada al frente-. Yo mismo me encargaré de protegerla.
- ¿Te estás oponiendo a acatar una orden directa?
- Así es. No la dejaré expuesta. No en estas circunstancias.
- Deathmask de Cáncer, ¿eres consciente de las implicaciones de tu negativa?
- Plenamente, Patriarca -el tono del italiano rebosaba desafío, pero también serenidad.
Shion recorrió al caballero de la cabeza a los pies con la mirada, debatiéndose entre castigarle por su insolencia o felicitarle por ser capaz, por primera vez, de sentir por otra persona algo tan profundo como para arriesgar su carrera e invertir sus prioridades. Finalmente, ganó la segunda opción y sonrió con calidez:
- De acuerdo, Deathmask, me encargaré de que Kyrene esté vigilada. Incrementaré la protección en el perímetro de la taberna. Te prometo que, cuando vuelvas, la encontrarás sana y salva, ¿de acuerdo?
El italiano le devolvió la sonrisa y olvidó todo el protocolo, acercándose para abrazar a Shion:
- ¡Gracias, amigo mío! Es justo lo que necesitaba escuchar. Ahora sí, puedo marcharme tranquilo. Iré a preparar todo para salir mañana a primera hora.
Aún faltaba al menos una hora para el amanecer cuando Deathmask, vestido con un pantalón caqui y una camiseta negra, cargó a la espalda su pandora box y abandonó el Santuario en dirección a Rodorio, dispuesto a poner fin a la situación en la que Kyrene y él se habían visto envueltos. Previsoramente, había salido con tiempo suficiente para hacerle una breve visita que le permitiría explicarle los motivos de su ausencia y tranquilizarla, así que caminó con paso rápido hacia su casa, se elevó hasta el balcón y aporreó la contraventana, fiel a su estilo:
- ¡Eh, Angelopoulos! ¡Abre aquí, que hace frío! ¡An-ge-lo-pou-looooos!
La chica tardó apenas unos segundos en hacerse visible tras el cristal, frotándose los ojos con aire malhumorado. Su melena revuelta y su expresión desubicada mostraban a las claras que el caballero la había sacado de la cama con su efusivo saludo.
- ¿Qué quieres? ¿No ves que es de noche? -interrogó, sin abrirle.
- ¡Déjame entrar, que me congelo!
- ¡Que te den!
Deathmask, con la cara pegada al vidrio, la vio alejarse y volver a la cama, ignorándole como si fuese una simple mosca.
- ¡Angelopoulos! ¡Ven ahora mismo o entraré ahí y te daré unos azotes!
La única respuesta que recibió fue el dedo medio de Kyrene, levantado en dirección al techo.
- ¡Mierda! ¿Vas a explicarme qué coño te pasa? -con un golpe seco forzó la hoja de madera y entró en el dormitorio, mientras ella se giraba hasta darle la espalda y se cubría la cabeza con la almohada.
Con cuidado, Deathmask dejó la pandora box en el suelo y se sentó en la cama, acariciando suavemente lo que calculaba que sería el hombro de la chica. Ella se limitó a resoplar bajo las sábanas.
- Oye... Sé que te dije que vendría esta noche, pero me ha resultado imposible. Salgo para una misión ahora mismo y tenía que preparar todo -el bulto se apartó con un gesto hostil-. Gatita... No estés enfadada conmigo, no depende de mí. Es necesario que acabe con esto antes de que haya una masacre, ¿no lo comprendes?
De debajo del edredón surgió una cara enfurruñada.
- Te echaba de menos. Me jode admitirlo, pero... sí he pasado un poco de miedo, la verdad. Y ahora me dices que te marchas...
- No tengo opción, gatita: es mi trabajo, hay vidas en juego y además quiero poner fin a esta situación. No volverás a dormirte con miedo nunca más.
- ¿Y si te ocurre algo?
- No me pasará nada, tranquila. Y a ti tampoco, ¿de acuerdo? No vas a estar sola.
Kyrene se incorporó y apoyó la cara en su pecho, sintiendo cómo su enojo se diluía poco a poco.
- Lo siento. Estoy preocupada y nerviosa. Me aterra la posibilidad de que mueras.
Deathmask la abrazó, pasando los dedos por su nuca y la otra mano en torno a su cintura.
- Por cierto, tengo que preguntarte una cosa, Kyrene. Es importante para los dos y necesito que me respondas con sinceridad...
- Claro, dime -elevó los ojos hacia él, intrigada.
- No sé muy bien cómo decir esto... sin reírme, pero lo intentaré... ¿Angelopoulos, gatita? -Deathmask estalló en una risotada tan grande que se dobló sobre sí mismo, palmeándose el muslo con fuerza- ¿Te apellidas Angelopoulos, en serio? ¿Y tú te permitías el lujo de burlarte de mí?
Ella le observó, perpleja, y por fin desvió la cara, incapaz de aguantarse la risa:
- ¡Es completamente diferente! ¡Escogí este apellido porque es de los más comunes en el país!
- ¡Te mofabas de mí por llamarme Angelo y resulta que tú te apellidas "de Ángel"! -intentaba dejar de reír, sin conseguirlo- ¡Kyrene Angelopoulos de Angelo...!
- ¿De Angelo? ¡Ni en tus sueños más salvajes dejaría que me llamases así...!
- Pues mala suerte para ti, porque es tu nuevo apodo, gatita -la abrazó con fuerza mientras ella se retorcía para escapar, fingiendo enfado-. Princesa bruja gatita Angelopoulos de Angelo de todos los santos...
- ¡Suéltame, cangrejo anormal! -exclamó ella, pugnando por liberarse entre carcajadas.
- No forcejees, tienes las de perder... -volcando su peso corporal, la reclinó sobre las sábanas, sujetándole ambas muñecas a ambos lados de la cabeza.
- Te aprovechas de eso... -suspiró ella, vencida por aquella mirada del color azul más intenso que había visto jamás, al quedar atrapada bajo su cuerpo.
- Aprovecharme de ti, hacerte enfadar y darte buen sexo son los tres placeres que me mantienen vivo, gatita... -susurró él, inclinándose para besarla.
- Eres el mayor capullo del planeta, Angelo... -las piernas de ella se enroscaron en torno a la cintura del hombre.
- Pero me adoras...
Deathmask sonrió, contento de haber desactivado aquella discusión incipiente, y continuó besando a Kyrene, dejando un rastro de piel húmeda a su paso conforme descendía desde sus labios hasta sus pechos. Ella suspiró: aquel hombre era inaguantable, pero también resultaba imposible estar más de tres minutos enfadada con él, así que se resignó a ser el centro de sus atenciones y arqueó la espalda, ofreciéndole el torso con una expresión que había pasado de la molestia a la entrega.
- ¿No tenías... que irte de misión?
- Ahora mismo, mi misión prioritaria es follarte bien, para que duermas a gusto...
- Pues yo también te follaré bien a ti, para que te marches sin estrés...
Aprovechando que él le había soltado las muñecas para poder acariciarle los pezones, le deslizó la mano entre las piernas, presionando la erección incipiente que comenzaba a marcársele bajo los pantalones. Joder, aunque tenía que salirse siempre con la suya, no podía enfadarse, pensó mientras él le lamía los pechos con desquiciante lentitud.
- He estado esperando esto toda la noche... -confesó al desabrocharle el pantalón para introducir la mano bajo su ropa interior y masturbarle con firmeza, conocedora del ritmo que más le excitaba.
Él se arrodilló en la cama para deshacerse de la camiseta, pero ella se adelantó, se incorporó y tiró de la prenda con la otra mano hasta dejar al descubierto su torso, recorriendo con los dedos cada músculo sin detener las caricias en su miembro.
- Vuelve pronto, voy a echar de menos este montón de perfección... -ronroneó sensualmente a la vez que él intentaba quitarse las botas.
- Ya está, gatita, soy todo tuyo -celebró, dejándose caer sobre la cama con ella entre sus brazos una vez más para deslizarle un dedo bajo los shorts, buscando la hendidura entre los labios y asintiendo con una sonrisa perversa al percibir la humedad que comenzaba a surgir gracias a sus caricias-. Me vuelve loco tocarte así, Kyrene... -apoyó la palma entera contra su sexo, frotándolo unos segundos antes de situar el corazón sobre la protuberancia suave y rosada que lo coronaba.
Sin responder, ella le rodeó el cuello con un brazo, besándole de manera demandante para reprimir los gemidos que escapaban de su boca y atrayéndole hacia su cuerpo.
- No te hagas desear, maldito, te quiero dentro ya... -exigió, guiando la erección hacia su interior con la respiración agitada.
- Hágase como se ordena... -accedió él, penetrándola hasta el fondo y enredando la lengua con la de ella en un beso interminable.
Deathmask deja Rodorio por un tiempo, dispuesto a acabar con Enzo, mientras Aldebarán y Afrodita organizan la protección de los vecinos. ¿Será suficiente para mantener a salvo a Kyrene? Parece que alguien tiene otros planes para ambos:
"Está bien. Te entregaré un millón de euros y tú me traerás a la chica viva y acabarás con Deathmask. Y, ¿quién sabe? Quizá podamos hacer otros tratos..."
Próximo capítulo: "La puta del cuchillo".
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