33. La historia de Kyrene: Venganza
Kyrene se puso un jersey y se sentó en la cama, con las piernas cruzadas bajo el cuerpo, dio un sorbo al vaso que Deathmask le tendía y respiró ruidosamente. Después de un breve silencio, explicó en un murmullo:
- Nunca he querido hablarte demasiado de mi pasado porque tengo miedo de que me abandones cuando lo conozcas. Vine a Rodorio en busca de seguridad y enamorarme de ti no entraba en mis planes, ni tampoco que me encontrasen. He pasado casi toda mi vida sola, sin nadie en quien confiar, y cuando las cosas comenzaban a encajar y a ser normales, de repente me ha estallado en la cara. Siento mucho que te hayas visto implicado en esto, Death...
- Ya está, gatita -murmuró él, acariciándole el cabello y sentándose frente a ella-; nada de lo que me cuentes podrá alejarme de ti. Además, no olvides que te has liado con el más golfo e indigno de todos los caballeros de Atenea... Necesito una compañera a mi altura. Impresióname.
Kyrene, exhalando un suspiro, fijó la vista en la ventana y empezó a contarle su historia, jugando con el colgante de su humilde pulsera entre los dedos:
- Después de la muerte de mi padre, me quedé sola y sin familiares, así que me enviaron a un orfanato estatal de Tesalónica, mi ciudad natal, cuyo personal hacía cuanto podía por nosotros, a pesar de que éramos muchos más niños de los que podían atender, y allí conocí a mi primera amiga. Se llamaba Lía y en aquel entonces todavía era un bebé. Su familia la había abandonado y nadie la adoptaba, porque había nacido con malformaciones faciales, pero eso no le impedía ser la niña más alegre del hogar. Me gustaba pasar tiempo con ella y cuidarla como a una hermana pequeña. A nuestra manera, éramos felices.
<<Nuestras vidas, pese a estar allí, eran bastante corrientes hasta que un incendio destruyó el orfanato a mis ocho años. Esa misma noche, durante aquel caos, unas personas que se identificaron como asistentes sociales nos llevaron a algunos con ellos, incluidas Lía y yo. Dijeron a la directora que nos asignarían plazas en otros centros, pero en realidad eran parte de una banda de delincuentes que nos trasladó a Larissa, donde nos pusieron a cometer pequeños hurtos. Ahí fue cuando mi vida terminó de torcerse. Mi padre y mis profesores me habían enseñado que robar era malo, pero pronto dejó de suponerme un conflicto moral: si no conseguía cada día la cantidad de dinero que me indicaban, me pegaban mucho más que si lo hacía, era una cuestión de pura supervivencia.
<< Sin embargo, conforme íbamos creciendo, el líder de la banda consideraba que seríamos más rentables prostituyéndonos que robando, o sea que llegar a la adolescencia me parecía el comienzo de una nueva película de terror. Había oído hablar a algunos chicos y chicas de lo que aquello implicaba y no lograba asumirlo, así que cuando me ordenaron salir a hacer la calle me negué en redondo y me ofrecí a menudear con droga, como otros compañeros, pero no quisieron. Incrementaron la suma de dinero que debía aportar, para doblegarme, y la dureza de las palizas cuando no cumplía.
<< Siempre nos habían pegado, creía estar acostumbrada, pero aquello era horrible: me dolía todo el cuerpo y casi no podía caminar. Llegaron a romperme dos costillas a patadas... Por suerte, conocían un médico que se encargaba de nosotros de manera clandestina cuando pasaban cosas así, pero al final, mis jefes se cansaron de esperar a que me rindiese y, cuando cumplí los catorce, simplemente subastaron mi virginidad.
<< Organizaron una gran cena en Atenas, a la que invitaron a lo mejor de cada casa: mafiosos, políticos, asesinos, aristócratas pervertidos, yo qué sé. Cuando terminaron de comer, me expusieron ante ellos, junto a otros compañeros. Nos habían lavado y arreglado, con ropa y zapatos bastante bonitos. Algunos lloraban, pero yo me mantuve en mi sitio, porque no quería darles la satisfacción de verme sufrir. Ya comenzaba a tener mi orgullo, supongo. El anfitrión anunció nuestros nombres y edades mientras aquellos indeseables bebían, nos desnudaban y nos manoseaban. A pesar de estar recién bañada y perfumada por primera vez en años, jamás me había sentido tan sucia.
Rodeándose ambas rodillas con los brazos, bajó la cabeza por un instante, como si necesitase reunir fuerzas para continuar con su relato. Deathmask se inclinó hacia ella y le acarició los antebrazos con delicadeza, reconfortándola en silencio. Después de unos segundos, ella tomó aire y volvió a mirar hacia la ventana.
<< Mi virginidad fue comprada por Keelan, el jefe de una importante banda del crimen organizado, como regalo para su único hijo y heredero del negocio familiar. Fijaron para la noche siguiente la entrega, tras la cual me convertiría sin remedio en prostituta para mi banda, y volvieron a ponerme presentable, con mucho más esmero. Recuerdo que una de las chicas mayores intentó incluso enseñarme a caminar con zapatos altos, pero yo era demasiado torpe y me permitieron ir en sandalias.
<< Me llevaron en coche a una lujosa mansión en El Pireo y me hicieron pasar a la habitación donde el hijo de aquel desgraciado me estaba esperando. Era un chico muy atractivo, de cabello largo y negro, y no tendría más de veintitrés o veinticuatro años. Llevaba una bata de seda y olía muy bien. Ingenua de mí, pensé que al ser ambos tan jóvenes me trataría con algo de consideración. Él estaba reclinado en la gran cama, comiendo uvas de una fuente de porcelana en la que había varios tipos de fruta y queso, y mi estómago rugió de hambre. Me miró de arriba abajo y sonrió: "acércate, toma algo", me dijo. Yo obedecí, intentando disimular el temblor de mis manos. Sobre la mesa en la que estaba la fuente había también un plato con los restos de su cena, cubiertos y un par de vasos. Me pidió que le sirviera vino y que me sentase junto a él. Me dio de comer y me preguntó si era virgen, a pesar de que lo sabía de sobra.
<< Después, me besó y me dijo que era una pena que una chica tan guapa tuviera que terminar así. Aquello me preocupó, pero no podía hacer nada: sabía que me matarían a golpes si él presentaba una queja sobre mí, así que me limité a esperar su acercamiento. Me habían explicado algunas de las cosas que podría pedirme y tenía instrucciones claras de obedecer todas sus órdenes y esforzarme al máximo para satisfacer sus caprichos, aunque sintiese dolor o asco. Sin embargo, aquello no iba a parecerse en nada a lo que me habían contado...
<< El primer bofetón me pilló por sorpresa; el segundo me rompió el labio. Comprendí que no iba a ser suave ni agradable, y me asusté aún más cuando me ató y cogió el cuchillo. Era un tarado... era un puto tarado... Empezó a hacerme toda una serie de cortes en los brazos y en las piernas y a lamer la sangre...
La respiración de Kyrene se volvió irregular: era evidente que rememorar aquello era demasiado doloroso para ella, pero aun así consiguió recomponerse y continuar, con los ojos húmedos:
- Pero aún no había llegado lo peor... Aquel puto loco se colocó en el... Dioses, no puedo ni nombrarlo... se lo enfundó... en una especie de aro cubierto de protuberancias puntiagudas... y lo utilizó para violarme. Decía que le gustaba verme sangrar... que el placer podía fingirse, pero la sangre siempre era real. Tenía toda una colección de aparatos de tortura, completamente desconocidos para mí, y probó en mi cuerpo no menos de media docena... En esos momentos creí que moriría en aquella habitación... De hecho, el dolor se volvió tan intenso que deseé morir... terminar con todo y no sentir más.
De nuevo, Kyrene bajó la cabeza, jugando con su pulsera. Jamás había contado su historia a nadie con tanto detalle como lo estaba haciendo ahora y la crudeza de aquellos recuerdos aún la atenazaba por momentos. Deathmask, sentado enfrente con las piernas cruzadas bajo el cuerpo, la miraba sin parpadear siquiera, en completo silencio, luchando por reprimir el deseo de marcharse en aquel mismo instante a masacrar a Keelan y a toda su banda. Le ofreció de nuevo el agua y ella dio un trago, se frotó los ojos y volvió a hablar.
- Después de torturarme, me felicitó porque, según él, había aguantado mucho más que la chica anterior y permitió que una doncella entrase para desatarme y curarme un poco las heridas; imagino que no podía devolverme a mi banda en aquellas condiciones. Cuando volvimos a quedarnos solos, se estiró en la cama y sacó un par de billetes. Me dijo que eran para mí, una propina por mis servicios para compensar la pérdida de mi valor, porque a partir de entonces no sería más que una puta callejera. Yo... yo ya estaba destruida, pero también segura de que eso no iba a suceder. Durante las curas, había tenido unos minutos para pensar y sabía que solo dispondría de una oportunidad para librarme de mi destino, así que me acerqué a él, reprimiendo mi odio y fingiendo agradecimiento, y le pedí permiso para besarle en el tono más dulce y sumiso que pude; él accedió, relajado después de haberme destrozado, y entonces agarré el cuchillo y, mientras le besaba, le rajé de lado a lado la garganta.
La chica esbozó una pequeña sonrisa, con la mirada perdida en el infinito, al rememorar su venganza. Deathmask regresó mentalmente al día del tren, cuando ella había adoptado aquella misma expresión al contarle que el hombre al que había matado era su violador.
- No fue tan fácil como yo esperaba. El cuchillo no se hundió del todo en el primer intento y tuve que retorcerlo, aguantando que me tirase del pelo y me arañase la espalda al tratar de encontrar el sitio exacto. No conseguía gritar, pero sangraba como un cerdo... Yo no tenía ni idea de que la sangre pudiese salir con tanta potencia, era un surtidor. Permanecí fascinada unos segundos, con las manos empapadas hasta los codos, observando cómo se ahogaba con gesto de angustia y oyendo aquella especie de cloqueo que emitía, un chapoteo extraño que aún no he logrado olvidar. Cuando por fin tuvo el detalle de morirse, me vestí con lo que quedaba de mi ropa, cogí todo el dinero que pude encontrar, me guardé el cuchillo y escapé por la ventana.
<< No tenía mucho tiempo antes de que los escoltas que vigilaban la puerta del dormitorio diesen la voz de alarma, así que corrí, a pesar de las heridas, hasta lograr esconderme en el bosque, donde permanecí más de una semana, alimentándome de plantas, bichos y lo que encontraba... Tuve suerte de no envenenarme. Conseguí llegar a una aldea, y de allí a otra, mendigando por las calles, robando y haciendo pequeños recados para los vecinos. Además del cuchillo, me hice con unas tijeras para defenderme y me corté el pelo para hacerme pasar por un chico. Los rumores decían que me buscaban viva, porque Keelan quería vengarse en persona de la cruel puta que había asesinado a su pobre hijito. Lo que jamás pude perdonarme fue dejar a Lía sola con mi antigua banda, pero no podía hacer otra cosa. Al cabo de los meses, leí que la habían asesinado; supuse que había sido nuestro jefe para mostrarme lo que me harían cuando me encontrasen, en venganza por el dinero que les había hecho perder y las represalias que Keelan habría tomado contra ellos. Creo que en la prensa lo llamaron "el caso de la niña sin rostro". La muerte de mi amiga de la infancia es la primera de las que llevo en la conciencia.
<< No es que me fuese bien -de hecho, no era capaz de sentir nada salvo terror, hambre y tristeza- pero al menos estaba viva, aunque no sabía por cuánto tiempo. Pasé unas semanas relativamente tranquila hasta que, una noche, sufrí una hemorragia. Estaba intentando trepar a un árbol para tener una vista clara del pueblo más cercano, cuando noté el líquido resbalando por mis piernas. Entré en pánico, bajé como pude y traté de contener la sangre con el jersey. Empecé a marearme y comprendí que mi vida dependía de conseguir llegar al pueblo, así que eché a correr, tropezando y levantándome una y otra vez, hasta que me desplomé en el jardín de la primera casa que vi, sobre un macizo de flores.
Gracias por tu visita, tu voto y tus comentarios.
Parece que Kyrene era sincera cuando le decía a Deathmask que llevaba a la espalda una mochila llena de piedras, pero todavía no sabemos hasta qué punto. ¿Cómo fue su vida desde los catorce hasta los veintidós años? ¿De qué manera se las arregló para sobrevivir? ¿Cuándo conoció a Bull? Mañana aclararemos todas estas cuestiones y algunas otras.
Te recuerdo que seguiremos tocando temas incómodos, por cierto.
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