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30. Bienvenido a casa

Hacía ya varios días que Deathmask había salido para cumplir con su misión, pero Kyrene distaba mucho de estar sola, ya que todas las noches Afrodita, Shaina, Milo o algún otro caballero pasaba por la taberna para saludarla y charlar un rato; ella fingía ignorar sus verdaderas intenciones, pero en el fondo tenía la certeza de que Death había pedido a sus compañeros que se asegurasen de que estaba bien, lo cual le hacía sentir, por primera vez en mucho tiempo, querida e importante.

Sin embargo, la falta de noticias sobre él la angustiaba más y más a cada día que pasaba. Afrodita insistía en que cualquier caballero advertiría la desaparición del cosmos de Deathmask si muriese, pero aquello no calmaba por completo a Kyrene, que sufría imaginando todas las eventualidades que, sin implicar la muerte, podrían sucederle.

Incapaz de borrar aquellos pensamientos de su mente, buscaba pasatiempos que la distrajesen durante esa ausencia que comenzaba a antojársele eterna; después de haber hecho un inventario de todas las existencias de bebida de la taberna y limpiado a fondo la cocina, aquella tarde intentaba evadirse ordenando el armario, cuando encontró un paquete de preservativos entre sus calcetines. Qué raro... llevaban ya semanas sin sacarlo del cajón de la mesilla... Desconcertada, enarcó las cejas, sin entender cómo había llegado allí, y lo devolvió a su lugar para continuar con la tarea. No fue hasta más tarde cuando se dio cuenta de que aquello no era lo único que estaba fuera de su sitio: todas las perchas que pendían de la barra estaban giradas al lado contrario del habitual. Con las manos en las caderas, se alejó un par de pasos del armario, tratando de recordar cuándo había decidido cambiar su forma de organizar la ropa.

Pequeños detalles extraños como aquellos continuaron despistándola durante los siguientes días: un zapato en el alféizar de la ventana, una espátula en el frigorífico, unas bragas colgadas del pomo de la puerta... Hasta que una noche, dudando ya de su propia cordura, se decidió a comentarlo con Afrodita, que se echó a reír con ganas y le acarició la mano cariñosamente:

- ¡Kyrene! ¿No lo entiendes? ¡No te estás volviendo loca, es Death!

- ¿Qué? ¿Cómo que es Death? ¿Ahora ha decidido desquiciarme a distancia?

- ¡Lo que oyes! Está usando su capacidad telekinética para hacerte una especie de poltergeist... Me apuesto lo que quieras a que es su forma de decirte que sigue vivo y que está pensando en ti.

Kyrene sonrió como una adolescente, embobada al plantearse la posibilidad de que Afrodita tuviese razón. Quizá Death había encontrado la manera de hacerle saber que estaba bien, del mismo modo que enviaba a sus compañeros de armas a la taberna o a hacerse los encontradizos con ella en el mercado o en la playa para asegurarse de que no volvían a atacarla...

- ¡Vaya cara de tonta enamorada tienes ahora mismo, cariño! -rio Afrodita, chasqueando los dedos frente a su nariz para sacarla de su ensimismamiento.

- Tienes razón, Dita... Estoy coladísima por ese hombre, sin remedio.

- No hace falta que lo admitas: todos lo sabíamos, menos vosotros. Estaba claro que acabaríais juntos desde el momento en que le aporreaste por primera vez; solo era una cuestión de tiempo.




Acababa de tener un sueño maravilloso, pensó, sin despertar aún del todo: Death había vuelto, por fin, de su misión y la abrazaba por detrás, acariciándola con sus grandes y fuertes manos... Pero no... La sensación, la presencia... Seguían ahí, no eran imaginaciones... Se espabiló un poco más al sentir aquel agradable roce en su espalda y el cálido aliento en el cuello... No estaba soñando: el seductor aroma amaderado le confirmaba que él había decidido hacer escala en su dormitorio antes de volver al Santuario.

- Death.... -murmuró, todavía adormilada, pero feliz- Estás aquí...

- ¿Cuánto me has echado de menos, gatita? -le susurró al oído, pegándose más a ella para hacerle notar su erección y apretándole los pechos entre los dedos.

- Tanto como tú a mí...

- ¿Te apetecía tenerme así, contigo? -al pasarle la lengua por el cuello, le metió la mano bajo los shorts y le rozó los labios, que empezaban a humedecerse. No dejaba de fascinarle la facilidad con que el cuerpo de Kyrene reaccionaba ante el mínimo toque, como si siempre le hubiese estado esperando.

- Ya sabes que sí...

- ¿Cuántas noches te has tocado pensando en mí...?

- Todas... -suspiró al arquearse contra él.

- Es genial volver a estar en casa -Deathmask le bajó el short y deslizó su miembro a lo largo de aquella hendidura mojada y caliente, despacio, hasta penetrarla, comenzando un vaivén lento y profundo y deleitándose en los gemidos de ella-; podría pasarme la noche entera así... Poniéndote cachonda en tus sueños y follándote al despertar...

Entusiasmada por tenerle junto a ella, Kyrene echó la mano atrás para acariciarle la nuca, juntándose a él tanto como podía y excitándose con el contraste entre la dulzura de sus besos y el descaro de su lenguaje. Jadeando, le acompañó durante incontables minutos en sus movimientos, que iban pasando de calmados a violentos y viceversa, según el deseo de ambos, y solo paró en el instante anterior al orgasmo.

- Death...

- Ya lo sé, gatita, no pienso soltarte aún... -murmuró él, sin detenerse.

Ella dejó escapar un grito y se estremeció entre los brazos del caballero, que continuaba embistiéndola, cada vez con más fuerza, cada vez más hondo, disfrutando de las contracciones con las que el interior de Kyrene le apretaba durante el clímax.

- No he parado de pensar en ti todos estos días... -confesó, echándose boca arriba- Móntame, preciosa.

Ella obedeció y situó una pierna a cada lado de la cintura del hombre, inclinándose para besarle. Llevó una mano entre sus piernas y dirigió la durísima erección hacia su interior, sin detener su intercambio de saliva.

- Te arde el coño, gatita -consiguió articular él, entre beso y beso-. No pienso dejarte dormir...

- No vamos a parar mientras te queden fuerzas, Death...

Él asintió y permitió que ella llevase la voz cantante, colocándose una gruesa almohada bajo la cabeza para lamer y besar sus pezones mientras la escuchaba gemir con suavidad, de un modo tan sensual que le transportaba, empalándose hasta el fondo. La humedad, el sudor, el calor... Dioses, era perfecto. El sexo entre ellos funcionaba como si hubiesen nacido para hacerlo cada noche, cada día.

- Necesitas más...

- ¿Cómo...? -preguntó ella.

Con aquella mueca perversa, Deathmask estiró el brazo e introdujo el índice en la misma cavidad que estaba horadando con su miembro. Ella exhaló un jadeo al sentir la intromisión, pero no dejó de moverse.

- Te gusta, ¿verdad?

- Me gusta follar contigo... Y me gusta más cuanto más vicioso te pones -confesó.

- Estupendo, porque ahí tienes otro regalo -retiró el dedo ya lubricado para hundirlo con lentitud en la entrada trasera-. No te pongas nerviosa, bombón -le insertó el pulgar en la vagina y comenzó a mover los dos al mismo ritmo al que ella le cabalgaba, penetrando ambos orificios y notando cómo sus fluidos le empapaban el pubis y los testículos.

- Ah... es tan... me llena... voy a correrme...

- ¿Otra vez? Joder, voy a pensar que soy el mejor amante que has tenido, gatita.

- Lo eres... Death... eres el mejor... -Kyrene se echó sobre él, que continuó metiendo y sacando los dedos mientras ella le marcaba el hombro con los dientes, entregándose entre jadeos a su segundo orgasmo con la misma pasión que la vez anterior- Y ahora... lo haremos solo pensando en ti... -propuso, repentinamente mimosa, cambiando los mordiscos por delicados besos.

- ¿Y cómo es eso, gatita?

- Ya que te has molestado en dilatarlo... -insinuó, al tiempo que se colocaba a gatas sobre la cama, con la cadera bien levantada.

- Joder, partirte el culo es lo que más me apetece ahora mismo -admitió él, separándole los glúteos con ambas manos y hundiendo la cara entre ellos.

- Ah... ¡Death!

El caballero sacó la lengua y comenzó un beso negro que arrancó a Kyrene gritos de placer: dejó caer un hilo de saliva, le mordió los glúteos con fuerza, lamió sin pudor toda la zona entre ambos y lubricó a conciencia la entrada. Dispuesto a enloquecerla, añadió un dedo sobre el clítoris y sintió su ego y su erección crecer ante la imagen de aquella chica que se retorcía gracias a él.

- Death, por favor, fóllame ya...

- ¿Qué dices? No te oigo, estoy ocupado comiéndote el culo...

- ¡Death! ¡Hazlo!

Obedientemente, utilizó como lubricante las gotas que asomaban del extremo de su pene y apuntó a la entrada de aquel pequeño hueco, presionando hasta notar que comenzaba a ceder. Apoyó una mano en la espalda de la chica y continuó adentrándose, despacio, al ritmo que ella le marcaba con su profunda respiración.

- Joder, Kyrene, no tienes idea de cuántas veces he soñado con hacértelo así...

- Es tuyo... -ronroneó, sumisa.

Él la tomó por la cintura y se hundió en ella, despacio pero firmemente. Sus testículos entraron en contacto con la humedad de su vulva y un gruñido de puro placer animal escapó de su garganta cuando por fin pegó la pelvis a los glúteos de ella.

- Avísame si te hago daño... porque me temo... que voy a follarte como un salvaje... -la previno, sacándola hasta el extremo y asestándole la primera estocada.

Sin responder, ella se agarró al cabecero de la cama, preparada para soportar y disfrutar la experiencia. Deathmask apretó más los dedos en torno a su cuerpo y comenzó a embestirla, una y otra vez, con tanta fuerza que terminó derrumbada sobre las sábanas, recibiéndole entre jadeos. Completamente fuera de sí, la sujetó por la nuca con una mano y usó la otra para masturbarla, consiguiendo que ella elevase el tono al gritar su nombre.

- ¡Coño, Death...! ¡Eres una puta bestia...!

- ¿Quieres que pare?

- ¡No! No, no pares...

- ¡Pues cállate y muévete...! -exigió, tapándole la boca con la mano.

Ella acató la orden, acompasándose a él y mordiéndole los dedos, impresionada por la intensidad de las sensaciones que aquello le estaba causando. El dolor y el goce se mezclaban de una forma que desconocía hasta entonces, haciéndola sentir más dócil de lo habitual, y él parecía darse perfecta cuenta, a juzgar por la brusquedad con que la penetraba.

- Sabes... que voy a rellenarte el culo, ¿verdad? -inquirió, descubriéndole la boca y cerrando el puño en torno a su melena.

- Sí...

- Pídemelo... Pídeme que me corra dentro.

- Death, por favor... Córrete en mi culo...

- ¡Tus deseos son órdenes, gatita! -proclamó, rematando el encuentro con cuatro empujones que la hicieron chillar-. Ahí lo tienes...

Ella se quedó quieta, sintiendo cómo el falo del chico escupía varios chorros calientes en su interior, y exhaló un tenue suspiro cuando él dejó de acariciarle el clítoris y le soltó el pelo para retirarse con cuidado, besándole la nuca tiernamente.

- ¿Te he hecho daño, gatita?

- Hace falta más que un cangrejo calentorro para hacerme daño... Estoy bien.

- ¿Seguro?

- Sí, tranquilo.

- ¿Quieres otro orgasmo antes de seguir durmiendo? -ofreció, secándose la frente con el dorso de la mano.

- Quiero que me abraces y te quedes conmigo, ¿puede ser?

- Por supuesto, mañana solo tengo que informar al Patriarca y después tendremos todo el día libre para los dos... Ve pensando qué te apetece hacer, gatita.

- Dormir, comer y tu lengua ahí abajo...

- Joder, es un plan maestro... ¡Me apunto!

Abrazado a ella, le acarició la cintura y el vientre, observando cómo, en la penumbra del dormitorio, la evanescente luz lunar iluminaba su pálida piel de un modo que la hacía aún más bella a sus ojos. Besó su hombro por última vez y se dejó llevar por el sueño; por bienvenidas como aquella merecía la pena volver a casa cada vez.




Deathmask ha vuelto vivo y, ahora sí, las cosas van a cambiar para todos. Sirva de muestra un pequeño avance:

"Mira, Kyrene, esto es así: tienes una semana para cumplir con este encargo y, si no lo haces, o si le cuentas algo de esto a Deathmask, me cargaré a tus camareros y a cualquiera que te dé los buenos días hasta que no haya ni un alma viva en el pueblo, ¿entiendes?"

A partir de ahora, el argumento se va a complicar, así que tú decides si quieres seguir leyendo o no; no puedo avisar en cada capítulo para no destriparlo, pero te aviso de que puedes encontrarte algo de lo siguiente: violencia explícita, maltrato de diferentes tipos, agresiones sexuales, suicidio, asesinato y lenguaje malsonante. Como persona y como autora, en ningún caso defiendo este tipo de conductas y, si las menciono, es con fines dramáticos. Si crees que sufres depresión o sientes deseos de dañarte a ti mismo/a o a los demás, por favor, busca ayuda profesional. No estás solo/a.

Por lo demás, permíteme agradecerte, como siempre, tu apoyo en forma de lecturas, votos y comentarios. Espero que los nuevos acontecimientos te interesen y te hagan disfrutar y sufrir. Sé que habrá cosas en el relato que prefieras que no hubiesen sucedido. A mí también me costó escribirlas, pero las necesitaba para encauzar los acontecimientos.

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