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29. Nos hundimos

La taberna había quedado vacía, a excepción de Deathmask y Kyrene, que estaba terminando de repasar el libro de caja en silencio. El caballero cerró la puerta principal bloqueándola con una gruesa tranca de madera y regresó a su asiento junto a la barra.

- Gatita, ¿tienes sueño?

Ella levantó la mirada de sus notas y sonrió:

- No, ¿por qué? ¿Hay algo que quieras hacer?

- Dar un paseo contigo -propuso él, acodándose en la encimera y rozándole el dorso de la mano con un dedo.

- Sí, claro, deja solo que guarde esto -accedió ella.

- El Patriarca me ha encomendado una misión, Kyrene. Salgo mañana a primera hora -explicó, sin revelarle que su encargo consistía en localizar al escurridizo Enzo, que continuaba con sus tropelías, camuflándose con tanta astucia que nadie había sido capaz de detenerle por el momento- y no sé cuánto tardaré en volver.

- ¿Estarás bien?

- ¡Por supuesto, gatita! Es un mero trámite; un trabajo tedioso, pero sencillo -mintió, en un intento de no preocuparla.

- Voy a echarte mucho de menos, Death.

- La mitad que yo a ti, seguro.

Las calles de la pequeña aldea se encontraban ya desiertas cuando la pareja salió del local, exponiéndose a la fría madrugada con las manos entrelazadas y caminando sin prisa hasta llegar a la playa, cuya pálida arena relucía bajo la suave luz lunar. La chica se agachó para desatarse las botas y él imitó su gesto, ocultando a continuación el calzado de ambos bajo un conjunto de guijarros. En silencio, recorrieron la breve costa que circundaba el pueblo en dirección a un llamativo promontorio de roca que marcaba el final de la zona accesible a bañistas y paseantes.

- Aquí es justo donde yo quería traerte... -musitó Deathmask, rodeando con los brazos un enorme peñasco y apartándolo sin esfuerzo aparente.

Ante la mirada atónita de Kyrene, quedó al descubierto el acceso a una gruta, un túnel de altura suficiente como para atravesarlo caminando sin necesidad de agacharse. Deathmask la invitó a entrar con una sonrisa y volvió a cubrir la entrada tras ellos con la roca; precediéndola y sin soltarle la mano, transitó con ella los doscientos metros de subidas y bajadas que les llevaron hasta el final del camino, cuya salida despejó apartando otra gigantesca piedra de un empujón.

- Death... ¡Esto es... maravilloso! -exclamó Kyrene, alucinada, girando sobre sí misma para tener una perspectiva completa del paisaje que les rodeaba.

- Lo es, ¿verdad?

Se encontraban junto a un minúsculo lago subterráneo, de apenas veinte metros de diámetro, circundado por altas paredes de roca cuya húmeda superficie quedaba tenuemente iluminada por la luna menguante. La luz llegaba hasta el agua gracias a una abertura en el techo de la gruta, cubriendo todo con delicados destellos plateados que dotaban al lugar de una apariencia encantadora e irreal, como robada de un sueño.

El caballero se acercó a la chica, abrazándola por detrás y apoyando la cabeza en su hombro.

- Llevaba ya algunos meses en Rodorio cuando encontré este lugar. Aún recuerdo lo entusiasmado que me sentí cuando conseguí mover la roca para recorrer el túnel... Yomotsu y este lago eran mis lugares favoritos para estar a solas. Nunca se lo había enseñado a nadie... pero me apetecía compartirlo contigo.

- Vaya, Death, gracias... -murmuró, sorprendida por aquella inesperada muestra de confianza, al dar media vuelta para besarle- Tu secreto está a salvo conmigo, no podría mover ese pedrusco ni aunque me fuese en ello la vida...

- Por ese mismo razonamiento, no puedes salir de aquí si yo no quiero -argumentó él, con una ácida sonrisa-. Podríamos decir que ahora eres mi prisionera...

- Pero soy una prisionera muy rebelde, no sé si tienes lo necesario para doblegarme... -le desafió ella, al tiempo que le echaba los brazos al cuello y le mordisqueaba el mentón.

- Tengo eso y más, gatita -aseguró el chico, descargando sobre su trasero un azote que le hizo soltar un jadeo de placer.

Kyrene se agachó para sentarse en la arena mojada, pero Deathmask la detuvo, se quitó la camiseta y la colocó en el suelo, usando la prenda como asiento y señalando sus rodillas. Dócilmente, ella se acomodó sobre él, rodeándole la cintura con las piernas y ofreciéndole sus labios, que él no tardó en degustar, con besos cuyo ardor iba en aumento a cada segundo. Con cierta torpeza provocada por la impaciencia, la ayudó a quitarse el top calado y le desabrochó el sujetador, sonriendo una vez más ante la vista de sus pechos bajo la luz argéntea y abrazándola un momento, antes de lanzarse a devorar sus pezones como si fuesen golosinas.

- Dime que te gusta, gatita -exigió, apresando ente los labios primero uno y luego el otro.

- ¡Sabes que me encanta, joder! -confesó ella, entre gemidos, al tiempo que hundía los dedos en su cabello desordenado para impedirle separarse de ella.

Satisfecho de momento, el hombre se incorporó, despojándose de las prendas que le quedaban y exponiéndose ante ella, erecto, sin un atisbo de pudor. La chica, relamiéndose, le besó una vez más antes de dedicarse a recorrer con los dientes la afilada línea de su mandíbula hasta el lóbulo de la oreja, que mordió morbosamente con un suave suspiro. Después, descendió por su cuello, lamiendo y besando cada centímetro de piel, desde las clavículas hasta los abdominales, hasta arrodillarse con aire juguetón, sacando la lengua con los ojos cerrados en actitud sumisa en un guiño que a él no le pasó inadvertido: sujetándola por la melena, le acercó el miembro a la boca varias veces, apartándolo cuando ella intentaba lamerlo.

- ¿Es esto lo que quiere mi prisionera...?
- Death, dámelo, no seas malo...

- No puedo negarte nada... -bromeó él, introduciéndoselo hasta la mitad y retirándolo de nuevo.

Kyrene se agarró a sus muslos, buscando el ángulo más placentero y moviendo la cabeza con lentitud, mientras él arqueaba la cadera, excitado ante la imagen que ella ofrecía: cuanto más entregada la encontraba, más despertaba su necesidad de complacerla. Concentrada en él, ella sonreía al permitirle alejarse, aprovechando para lamerle los testículos y mordisquear con delicadeza la zona púbica. Después de unos minutos de juego él consiguió, con reticencia, detenerse para quitarle los pantalones y la ropa interior y volvió a sentarse, con ella dándole la espalda sobre su regazo.

- Voy a tocarte hasta que te corras para mí -declaró, al tiempo que depositaba en su nuca un beso que erizó el casi imperceptible vello que la cubría.

- No me cabe duda -concordó ella.

Deathmask introdujo dos dedos en la boca de Kyrene, empapándolos en su saliva y llevándolos enseguida a su sexo para pellizcarle los labios. Ella recostó la cabeza en su hombro y le tomó la mano, presionándola contra su cuerpo y gimiendo en voz ahogada.

- Me gusta ver cómo te derrites -la espoleó él, en un susurro abrasador que ella respondió con un "ahá" casi gutural.

El índice y el corazón hallaron su camino hacia el interior del cuerpo de la chica, mientras la mano libre del caballero le acariciaba el torso, jugando con sus pezones y dejando cuatro caminos paralelos conforme las uñas se deslizaban una y otra vez desde las clavículas al ombligo, obligándola a retorcerse de placer. En un intento de retribuirle, Kyrene echó un brazo atrás en busca del miembro de Deathmask, pero él la detuvo aprisionando su muñeca con rapidez:

- Ni se te ocurra. He dicho que te toca correrte a ti.

Ella asintió y él retomó las caricias, lamiéndole el cuello y haciendo círculos con el pulgar sobre su clítoris.

- Ah, así... -suspiró ella, tirando un instante de su melena, que estaba atrapada entre los cuerpos de ambos, y derramándola por la espalda de Deathmask para estar más cómoda- Lo haces muy bien...

- Me lo creeré cuando grites, gatita... -replicó él.

Siguiendo la creciente intensidad de los gemidos de ella, aumentó gradualmente el ritmo, haciendo un ejercicio de contención física y mental para no arrojarla sobre la arena y tomarla sin más, hasta que un repentino incremento en la humedad que rodeaba sus dedos le indicó que Kyrene estaba a punto.

- ...Y justo ahora vas a gritar para mí...

- Ah... ¡Ah...! ¡Death...! ¡Joder, Death...! -le complació ella, con gritos que resonaron por toda la gruta- ¡Death, me encanta...!

- Esto es, gatita, disfruta... Joder, cómo me pone oírte pasarlo bien... -reconoció él, sin apartar las manos de su cuerpo aún, a la espera de que las olas del orgasmo se fuesen aplacando.

Kyrene tomó aire varias veces, todavía con los ojos cerrados, y se giró para abrazarle, quedándose en aquella posición durante unos segundos.

- Creo... que ahora te toca a ti -consiguió decir, mirándole a los ojos con aquella expresión de calma que seguía al clímax.

Él le besó la frente y la nariz, se puso en pie y la tomó de la mano, conduciéndola a la masa de agua que ocupaba casi todo el lugar.

- Ven y báñate conmigo.

La chica introdujo un pie en el agua con timidez, un poco intimidada ante la idea de meterse prácticamente a oscuras en un lago subterráneo, pero sus reservas desaparecieron enseguida al constatar que el líquido estaba a la misma temperatura que sus cuerpos.

- ¡Death, está caliente!

- ¿En serio? He debido de hervirla yo al entrar, de lo cachondo que me pones -rio él, guiándola hasta el centro del lago y nadando a su alrededor.

- Es muy agradable... -comenzó a flotar junto a él.

- Y puede serlo aún más...

Deathmask la enlazó por la espalda, encajándole el miembro entre las piernas y acariciándole los pechos mientras le mordía el cuello. Ella, con un gemido, le rodeó la nuca con un brazo en busca de un beso, rendida ante la combinación irresistible de la pálida iluminación, el agua caliente y el evidente deseo del hombre que la apretaba contra su cuerpo.

- No me hagas esperar más, Death... -imploró, entre suspiros.

- Vaya una prisionera más mandona... -se burló él, variando el ángulo de sus movimientos para apuntar a su entrada.

- No me... tortures o me vengaré en la primera ocasión...

- ¡Oh, eso sí me da miedo! Está bien, te haré feliz.

- Mira que llegas a ser bobo... ¡Ah...! ¡Sí, así! -exclamó ella al sentir la primera estocada, lenta e intensa.

Los jadeos de la pareja reverberaban en el aire de la caverna, sus movimientos agitaban el agua a su alrededor; con una cadencia demorada, Deathmask entraba en ella sin prisa, atento a cada gesto para detectar el mejor camino hacia su siguiente orgasmo, mientras Kyrene se centraba en apretar su miembro, deseosa de robarle gritos de placer.

- Toma aire, nos hundimos -anunció él, impulsándose con las piernas para descender sin soltarla.

Kyrene acató la petición, sumergiéndose por completo junto a Deathmask. Su largo cabello formó una nube en torno a ambos que les privó de la visión hasta que volvieron a emerger, empapados y jadeantes.

- Gatita, he tenido que bajar para no correrme todavía; es culpa tuya, que me robas la cordura...

- Qué bien que me esperes, porque yo estoy a punto... -confesó ella, girándose para enlazarle con las piernas y colocando las manos sobre las de él, en torno a sus pechos- Más fuerte, joder... ¡Ahora, justo así!

Con un grito, se dejó arrastrar por un fuerte orgasmo que la hizo temblar y gemir, con la cabeza hacia atrás, hasta que él no pudo retenerse y explotó con ella, dejando a base de mordiscos un rastro de marcas violáceas en su cuello.

Sin esperar a relajarse, nadaron hacia la orilla y se tumbaron en la arena, cubiertos de agua hasta la cintura, besándose una y otra vez como si quisieran alargar los últimos momentos del clímax. Cuando se separaron para recuperar el aliento, ella se apoyó sobre el codo y le observó fascinada por aquellos ojos azules, delineando el viril perfil de su nariz, sus labios y su mandíbula con un dedo mientras reunía coraje para verbalizar la pregunta que ocupaba su cabeza:

- Death... ¿por qué yo?

- ¿A qué te refieres, gatita? No pretenderías que trajese aquí al panadero... ¡Tus piernas son mejores que las suyas!

- No, digo que por qué estás conmigo...

El chico se incorporó hasta quedar sentado, mirándola con estupor:

- ¿Me lo estás preguntando en serio? ¿Tú te has visto?

La chica no contestó; le contemplaba sin parpadear, con la cabeza baja, como si temiese que la siguiente réplica pudiese herirla. La afilada intuición de Deathmask le indicó sin ninguna duda lo que ocurría: al igual que él mismo, Kyrene -quién sabía por qué- no se sentía merecedora de ser amada. Con ternura, la asió por los hombros, pensando en la mejor forma de explicarse.

- Kyrene, estoy contigo porque no me necesitas -ella frunció el ceño, sin comprender, pero él le apoyó el índice sobre la boca para que no le interrumpiese-. Porque eres fuerte e independiente y resuelves tus propios problemas sin buscar caballeros ni superhéroes. Porque no te asusta estar sola. Porque cuando estoy contigo no preciso ser Deathmask de Cáncer, sino simplemente yo. Y he descubierto que eso es justamente lo que me da fuerzas para seguir usando la armadura y protegiendo lo que amo: cuando dejé de disfrutar matando a mis enemigos, me vi superado por el peso de todo lo que había hecho. Ser caballero, de repente, me parecía una carga que no podía sobrellevar porque no era digno, pero ahora no lo veo como un destino impuesto: elijo serlo, ¿entiendes?

Ella sonrió, asintiendo.

- Sí, creo que te entiendo. También yo me siento libre cuando estoy contigo... Como si me quitase una mochila muy pesada y demasiado llena de cosas que ya no me hacen falta...

- Ahí está la clave, gatita: estamos juntos porque queremos estarlo. Sin artificios ni historias raras. Nos hemos visto en nuestros momentos complicados y, aun así, hemos apostado por esto. No creo que nada pueda salir mal.




El oasis romántico de Deathmask y Kyrene ha durado unos cuantos capítulos, pero la acción y el drama deben volver a sus vidas en algún momento. Él necesita atrapar a Enzo antes de que ejecute su venganza, y al mismo tiempo, Kyrene debe protegerse de quienes la persiguen.

No quiero hacerte spoiler, así que no te adelantaré nada, salvo que, poco a poco, esto irá dando la vuelta. ¿O pensabas que, ahora que se habían declarado, íbamos a pasar toda la historia dedicados al amor y al sexo? ¡Nooooo! Ve preparándote. Colgaré un aviso cuando la cosa se ponga violenta y cruda, pero solo será una vez, porque a cada una le molesta un tipo de contenido y no quiero destripar lo que sucede en cada capítulo (lee la "nota de la autora" que colgué en primer lugar para recordar a qué me refiero y dejo a tu discreción si quieres seguir o no).

Por lo demás, gracias por estar junto a mí en esta pequeña aventura, por votar y por comentar. Publicar este texto está siendo de lo más gratificante y me está permitiendo conocer gente maravillosa.

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