Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

25. Solo estás conmigo

Deathmask entró en su austera vivienda, ubicada en el ala meridional del templo de Cáncer, y comenzó a quitarse la ropa, agotado después de un día de sexo con Kyrene: aquella chica se volvía loca con él, pero no podía culparla... él tampoco conseguía mantener las manos quietas cuando la tenía cerca. Arrojó el vaquero al suelo y estaba a punto de prepararse algo de comer para reponer fuerzas, cuando un pequeño trozo de papel que asomaba por el bolsillo trasero del pantalón llamó su atención. Intrigado, lo recogió y lo desdobló para leerlo. ¿Qué narices era aquello?

"Aleria, mañana, 20:00h"

Tenía que ser cosa de Kyrene: solo ella podía haberle metido la nota en el bolsillo sin que él se apercibiese. Sonrió, divertido con la idea de jugar un poco a los detectives, cayendo en la cuenta de que debía de ser el nombre de algún tipo de establecimiento. Rebuscó en la estantería hasta dar con una guía turística de Grecia y ubicó el lugar: ¡bingo!

Vaya... Así que Kyrene y él tenían una cita.


Con la puntualidad de un profesor británico, Deathmask llegó al restaurante Aleria, situado en el barrio de moda de Atenas, y fue conducido por el camarero a una mesa situada en un rincón del patio, decorado con hileras de luces y mobiliario de estilo mediterráneo. Tomó asiento y esperó unos minutos, disfrutando del ambiente y de la suave música de fondo, hasta que sintió aquella cálida presencia.

Kyrene.

Kyrene... como nunca la había visto.

Si a diario le parecía atractiva, en aquel momento la encontraba sencillamente arrebatadora, vestida con un top dorado de seda y encaje, cuyo pequeño estampado adamascado resaltaba el tono de su piel, una falda corta algo más oscura y sandalias negras, decoradas con colgantes que representaban un candado y una llave en miniatura. Unas finas trenzas en las sienes le mantenían la melena apartada de la cara y permitían ver la sucesión de pendientes que adornaban sus orejas. Por un momento, el caballero se alegró de haber hecho caso a su intuición, dejando de lado sus viejas camisetas en favor de una camisa blanca y un traje gris marengo de corte impecable que había adquirido durante una misión en Milán: así no desentonaría de la mujer que se le acercaba marcando el paso sobre tacones de once centímetros de altura. Todavía anonadado por aquella imagen inesperada, se levantó como un resorte y la besó para, a continuación, apartarle la silla con caballerosidad:

- ¡Estás increíble! ¿A qué se debe este despliegue, gatita?

Ella sonrió, dejando que sus ojos se paseasen por la irresistible apariencia que Deathmask ofrecía con aquel atuendo tan diferente del habitual:

- Me apetecía salir de Rodorio contigo y hace mucho que no venía a Atenas. Por cierto, nunca te había visto de traje, pareces un modelo profesional...

- Sí, hacemos una pareja alucinante... ¿Me invitas a cenar, entonces?

- Por supuesto. Pero no te llenes demasiado, luego voy a querer abusar de ese cuerpo perfecto.

- Me parece bien, seré tu postre -le guiñó el ojo.

Sus dedos se entrelazaron sobre el mantel bordado en una serie de lentas caricias acompañadas de expresivas miradas hasta que llegó el camarero. Guiados por sus recomendaciones, pidieron algunos platos para compartir y cenaron con tranquilidad, charlando acerca de temas sin importancia.

- ¿Cómo has venido?

- En tren hasta la ciudad y allí alquilé un coche -explicó ella, dándole a probar un trozo de pescado- ¿Y tú?

- Teniendo en cuenta el poco tiempo que me diste para prepararme, digamos que he llegado volando... ¿Cuándo me colaste aquella notita?

- Cuando estabas tocándome el trasero al despedirte en la puerta de casa -rio con picardía.

- ¡Lo sabía! ¡Tienes manos de ladrona...! ¿Y por qué pareces nerviosa?

- ¿Nerviosa? Oh, no lo estoy, es solo que Atenas me trae recuerdos... y que nunca había estado aquí tan bien acompañada.

Deathmask la escrutó en busca de alguna pista acerca de sus verdaderas motivaciones. Su evasiva respuesta le parecía poco convincente, pero ya la conocía como para saber que no le sacaría mucha información con un enfoque directo, así que se resignó a disfrutar de la comida y la compañía. El ambiente era perfecto: la noche era fresca y el cielo despejado mostraba millares de rutilantes estrellas diminutas. Terminaron de cenar y disfrutaron de un café al gusto de ambos, antes de dejar el restaurante.

- ¿Vamos a que nos de un poco el aire?

- ¿Y seguir viendo cómo se te marca todo debajo de ese top? No sé si catalogarlo como exposición de arte o como tortura, pero sí, vayamos.

Pasearon por las calles atenienses, caminando sin un rumbo definido y tomados de la mano entre turistas y adolescentes que iban calentando motores para salir, hasta que Kyrene, con una mueca maliciosa, tiró de la chaqueta de Deathmask conduciéndole a una calle algo más apartada y apoyándole contra la pared. Sin mediar palabra, le besó profundamente, acariciándole el cuello con ambas manos y juntando su cadera con la de él.

- Vaya, gatita, sí que tienes ganas de postre... -comentó él, deslizándole las manos por la cintura hasta el trasero.

- Hay una habitación reservada para nosotros en el Wyndham, un hotel cerca del restaurante... A menos que prefieras ir a escuchar música en algún pub...

- ¿Y a qué estamos esperando? No se desaprovecha una habitación de hotel, preciosa mía... Y la música que quiero escuchar la harás tú cuando te meta la lengua entre las piernas...

Kyrene le precedió al atravesar el umbral; pasó de largo en la recepción del hotel sin detenerse a dar datos de registro y entró en el ascensor. Él la asaltó en cuanto las puertas se cerraron, besándola, acariciando la porción de sus muslos que la falda dejaba al descubierto y mordiéndole la boca mientras ella le arañaba la nuca y trataba de localizar a tientas en su pequeño bolso la tarjeta de la habitación. Cuando llegaron a su planta, abrió la puerta de la estancia y se la mostró a Deathmask: la decoración era moderna pero cálida, como era de esperar en un hotel urbano, y tenía las comodidades suficientes para los dos, incluidos una mullida y enorme cama y un butacón de cuero que fue ocupado por el caballero en cuanto se deshizo de la americana.

- Ven conmigo, anda -sugirió a Kyrene, tendiéndole el brazo.

Ella puso música ambiente, le sirvió una bebida del minibar y se sentó en su regazo para jugar con lentitud con su boca sobre la mandíbula y el cuello de Deathmask, que se dejaba agasajar, rozándole las piernas con las yemas y siguiendo el ritmo que ella marcaba.

- Quédate ahí -murmuró ella al cabo de unos minutos, al tiempo que se levantaba y subía un poco el volumen de los suaves compases que les acompañaban.

- ¿Vas a bailar para mí, gatita? -sonrió él.

- Yo no sé bailar... -le recordó, devolviéndole media sonrisa y meneando las caderas con lentitud al ritmo de la música.

Deathmask se descalzó y se arrellanó en su asiento, dispuesto a disfrutar del espectáculo: Kyrene se contoneaba frente a él, acariciándose provocativamente los muslos hasta el borde de la falda, con una serie de movimientos que a él, sin duda alguna, le parecían bastante mejores que cualquier baile. La tenue iluminación imprimía reflejos cobrizos en la piel pálida de sus brazos cuando los estiraba, exponiéndose a sí misma ante el hombre, cuyos ojos no se apartaban de ella ni un instante. Con paso seguro sobre sus altos tacones, se aproximó al butacón y se pasó la palma por el vientre, levantando un extremo del top para dejar al descubierto por un breve instante  su ombligo, sobre el cual había tres pequeños símbolos trazados con kohl negro. Deathmask entornó los ojos y se inclinó para intentar distinguirlos en la penumbra, pero ella se retiró antes de que pudiese identificarlos y continuó con su exhibición, apartándose el cabello de la espalda y mostrándole los tres mismos garabatos en su omoplato derecho. ¿Dos rayas y un punto? ¿Una cara de gato?

Kyrene le miró de reojo, jugando coqueta con los tirantes de su top, y se deshizo de la prenda por encima de la cabeza con un ágil movimiento. El caballero tragó saliva: en su cintura, entre los hoyuelos del rombo de Michaelis, ahora lo veía claramente, y el mensaje era inequívoco:

"- .-"

Como si quisiera disipar cualquier duda, se bajó la cremallera de la falda y la dejó caer a sus pies, quedando desnuda a excepción de un delicado tanga del mismo tono que el resto de su ropa. Se volvió hacia él y se acercó, con los ojos brillantes y las marcas negras formando un último mensaje, escrito sobre su pecho izquierdo:

"- . .- -- --- .-.-."

Deathmask la contempló unos segundos, estupefacto, y a continuación, recorrió con los dedos las rayas y puntos a la altura del corazón, y los besó uno por uno con delicadeza.

- ¿Lo dices en serio, gatita?

Ella asintió, mirándole a los ojos:

- Te quiero, Deathmask.

- Raya... punto, raya -musitó, rodeando su cintura-. Ti amo, fanciulla... -se puso en pie, la abrazó y ella ocultó la cara en su cuello- Por eso parecías inquieta... -la chica volvió a asentir y él la tomó por la barbilla para besarla- Y yo que pensaba que no sentías lo mismo...

Kyrene le devolvió el beso con el pulso disparado, abrumada tras haber reunido el coraje para reconocer sus sentimientos, y le desabotonó la camisa mientras el contacto entre sus labios se hacía más vehemente. Deathmask la apretó contra él, clavándole las yemas en los glúteos y sacándole un suspiro a la vez que ella le deslizaba la prenda por los hombros y le desabrochaba el cinturón y los pantalones, que cayeron al suelo. Sin soltarla, se sentó en el extremo de la cama con ella encima y volvió a besarla, jugando con su larga melena de color chocolate. Tenía la sensación de que, esta vez, todo sucedía a un ritmo más pausado que la pasión animal con que solían reaccionar ambos, pero resultaba igualmente agradable: Kyrene le besaba de manera demandante, exhalando prolongados suspiros y mostrando en cada movimiento de sus caderas su deseo hacia él. Se incorporó el tiempo justo para despojarle de su ropa interior y le dio la espalda para quitarse la suya, exhibiendo esa parte de su anatomía que a él le desquiciaba. Incapaz de reprimirse, la agarró por los muslos para morderla, dejando varias marcas oscuras en sus nalgas que se superpusieron a los vestigios de sus anteriores encuentros, antes de que ella se diese media vuelta y volviese a su regazo.

Con los brazos en torno a su cuello, Kyrene le miró a los ojos, rozando su erección contra ella. En silencio, a horcajadas sobre él, la rodeó con una mano y apuntó a su vulva, permitiendo que el glande entrase.

- Espera, gatita, voy a coger un... -comenzó él, con el brazo extendido en dirección a su chaqueta, pero ella le interrumpió:

- No. Por favor. Confío en ti, sé que solo estás conmigo. Déjame sentirte...

Sorprendido, él hizo un gesto afirmativo con la cabeza e impulsó un tanto la pelvis, al encuentro de la cálida intimidad de la chica, que descendía despacio. Ninguno de los dos rompió aquella intensa mirada mientras sus cuerpos se tocaban sin ningún tipo de barrera por primera vez.

- Ah... Kyrene... -suspiró él.

Ella se movía con serenidad, inspiraba abrazada a él sin dejar de mirarle, en un intento de normalizar la velocidad de sus propios latidos.

- Me daba tanto miedo confesártelo...

- ¿Confesarme el qué? ¿Que me quieres, gatita?

- Death -le besó-, mi amor...

- Angelo -dijo él, en un susurro ahogado, con su boca pegada a la de ella-, me llamo Angelo.

- Espera, ¿qué? -la chica se detuvo y le miró con el ceño fruncido.

- Angelo... -tensó los dedos en torno a sus caderas para urgirla a que continuase moviéndose- Es mi nombre...

Kyrene frunció los labios, fracasando estrepitosamente en la misión de aguantarse la risa:

- ¿Angelo? ¿En serio? ¡Me estás vacilando! -exclamó, entre carcajadas tan fuertes que le impedían hablar con claridad.

- ¡Oye! ¡Para una vez que nos ponemos románticos y vas y lo echas a perder...! -le palmeó el trasero, fingiendo enfado.

- ¡Lo siento, no puedo...! -otra risotada- ¿Angelo? ¿En serio? No te pega nada...

- ¡Ahora te vas a enterar, bruja desvergonzada!

Tomándola por la cintura, se echó hacia atrás y se volteó para quedar encima, riendo y asestándole varias embestidas enérgicas hasta que ella consiguió calmarse; entonces, redujo de nuevo el ritmo y lo convirtió en un balanceo demorado que Kyrene comenzó a acompañar entre gemidos, con los párpados cerrados.

- Dilo, gatita... -murmuró en su oído- dime que me quieres, déjame oírlo una vez más...

Ella volvió el rostro, sin contestar; Deathmask se detuvo y se apoyó sobre el codo para observarla, preocupándose al darse cuenta de que tenía los ojos llenos de lágrimas.

- Eh... ¿por qué lloras ahora? ¿Tanto te traumatiza saber mi nombre?

Kyrene negó con la cabeza al tiempo que se limpiaba la cara con el dorso de la mano.

- Me da miedo que esto se acabe... -admitió, desconcertándole.

- ¿Acabarse? No tienes que preocuparte... Pienso darte hasta que amanezca, siempre y cuando dejes de pasar de la risa al llanto o se me bajará -bromeó él, besándole el cuello-. Estoy colado por ti, gatita, desde hace tanto tiempo que no podría decirte, y eso no va a cambiar.

Ella abrió los ojos y le miró como si llevase toda una vida sin verle.

- ¿De verdad?

- De verdad...

Deathmask retomó la lenta cadencia que parecía ser la adecuada aquella noche, mientras Kyrene le rodeaba la cintura con las piernas para acompasarse a él. Ahora sí, cada pieza volvía a encajar a su alrededor, pensó, hundiéndose en ella tan profundamente como la postura les permitía: el mundo giraba en perfecto equilibrio, y él no iba a consentir que nada ni nadie se interpusiese.


- ¿Qué pasará ahora... con nosotros? ¿Cambiará algo? -la repentina inseguridad de Kyrene, cuyos dedos tamborileaban sobre el pecho de Deathmask, resultaba toda una novedad para él, acostumbrado a verla actuar con aplomo e independencia.

- ¿A qué te refieres?

- Prométeme que no te irás. Que no me dejarás sola... Toda la gente que me importaba ha muerto, Death.

- Pero, gatita, yo no haría eso -la estrechó contra su cuerpo, besándole la frente-. Eres una fuerza de la naturaleza, ¿qué clase de caballero sería si permitiese que anduvieses por ahí apaleando a otros pobres hombres?

- ¡Death! ¿Ves por qué no quería decírtelo?

- ¡Vale, vale! -rio él- Pero ¿no llevo meses demostrándote que estoy loco por ti? ¿Qué otra prueba podría darte?

- No, yo... Me basta con que te quedes conmigo...

- Bueno, pues no tengo intención de morirme en una larga temporada. Siento decirte que hay cangrejo para rato.

Ella soltó un suspiro y le besó el pecho al tiempo que le pasaba las uñas por el vientre con una risita, en dirección a su entrepierna.

- ¿Eso quiere decir que estás preparado para seguir jugando... Angelo?

- ¡Si llego a saber que te ibas a pasar la noche burlándote de mi nombre, no habría confiado en ti, pequeña deslenguada!

- Oh, Angelo, hazme callar, si puedes... -le desafió ella, con sorna.

- Te meteré en la boca algo duro y contundente -la amenazó, echándose sobre ella- y después dormirás conmigo toda la noche...


Kyrene ha conseguido admitir que está enamorada de Deathmask, lo cual supongo que solo les sorprende a ellos dos a estas alturas de la vida, ¿verdad?

Como siempre, permite que te agradezca tu compañía a lo largo de esta historia. Valoro mucho cada estrella y cada comentario que te molestas en dejar. Espero que la evolución de este fanfic siga interesándote en las próximas entregas.

Enseguida estará disponible el capítulo 26, titulado "El veinteañero más longevo". En él, veremos cómo las gastan los habitantes del Santuario cuando tienen oportunidad de celebrar una fiesta sin que las autoridades les censuren. Os dejo un pequeño extracto que demuestra que son un ejemplo de madurez, tranquilidad y sentido común:

"Ella reflexionó durante unos segundos antes de elegir "atrevimiento". Su interlocutor la miró fijamente y, sin un atisbo de duda en la voz, exigió:

- Besa a Kyrene. En la boca y con lengua."

Sé que os debo oneshots y vosotras sabéis que comenzaré a trabajar en ellos, sin falta, en cuanto termine mis exámenes (falta un mes para eso), pero si queréis, podemos jugar a adivinar: ¿quién debe besar a Kyrene? Pista: no es Deathmask, él ya le ha metido lengua hasta la glotis.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro