24. T. A.
Kyrene se despidió de sus improvisados compañeros de trote en la puerta de la taberna y se refrescó con un largo trago de agua, dejando que el líquido resbalase por su barbilla hasta mojarle la ropa.
- ¡Adiós, Dafne, Néstor! ¡Gracias por la carrera! ¡Pasaos el sábado y os invitaré a una ronda!
Bull entró en el local como un tornado, ladrando alegremente, seguido por ella, que se secaba el sudor de la frente con el borde de la camiseta e intentaba calmar su respiración tras el largo recorrido por la playa. El animal corrió hasta el almacén y continuó su concierto de ladridos mientras Kyrene se detenía para cerrar la puerta y quitarse las zapatillas, desconcertada al percibir algo que parecía un canturreo y un agradable olor a pimientos asados bastante inusual: su frigorífico solía ser un paisaje desolado a aquellas alturas de la semana y no había visto una verdura fresca en varios días... Sonrió al acercarse a la cortina, sospechando quién era el intruso responsable de aquel aroma que le estaba abriendo el apetito, y apartó con decisión el pedazo de terciopelo raído.
- Hola, gatita, ¿cómo haces para mantener turgente ese traserito tuyo? Tu nevera daba pena, he tenido que hacerte la compra...
Kyrene habría querido devolverle una réplica ingeniosa, pero no pudo más que tragar saliva, estupefacta al encontrarse a Deathmask espátula en mano frente a la pequeña cocina que albergaba el almacén, atendiendo el fuego vestido tan solo con unos vaqueros de rodillas rotas y un delantal. ¿Cómo podía un hombre ser tan sexy sin necesidad siquiera de peinarse? Tarareando una melodía italiana desconocida por ella, el caballero levantó la sartén y la agitó con un movimiento seco, haciendo volar su contenido para darle la vuelta en una parábola perfecta.
- No te pongas camiseta nunca más, cangrejito. Esta musculatura debería ser Patrimonio de la Humanidad -le agasajó, abrazándole por detrás con la mejilla apoyada sobre su cálida piel con aroma a madera.
- Tienes toda la razón, pero no creo que el Santuario pueda hacerse cargo de miles de demandas por causar desmayos a mi paso -rio él, dejando caer un pellizco de sal sobre las verduras.
- ¿Y has venido solo para prepararme la comida?
- No, he venido para alimentarte y para que después me des sexo, como una gatita complaciente.
- Hablando de gatos... ¿te duele? -Kyrene deslizó los labios, con cierto arrepentimiento, por una de las marcas de uñas que decoraban la espalda de Deathmask.
- ¿Tus arañazos de loca apasionada? ¡Qué va! Son mis galones por hacerte disfrutar, me gustan... Ahora, ve a ducharte y prepárate para conocer otro de mis múltiples talentos.
Ella sonrió y acató la orden del caballero, que continuaba con su canción mientras añadía a la sartén carne, caldo y una mezcla de especias cuyo delicioso olor llegaba hasta la planta superior. Vaya, por fin iba a paladear las tan cacareadas habilidades culinarias de Deathmask...
Tras una rápida ducha, se puso unos shorts y una blusa y bajó de nuevo a la cocina. Death había cambiado el delantal por una simple camiseta blanca, había dispuesto las raciones de ambos en sendos platos sobre la modesta mesa decorada con un solitario girasol en un jarrón y la esperaba sentado, empuñando el tenedor.
- ¿Y esta flor?
- ¿Qué pasa con ella? Me la regaló la florista en el mercado, por guapo. Me pareció que quedaría bien aquí, esta casa necesita algo de verde.
- Me gusta. Tienes razón.
- Siempre la tengo, gatita, ve mentalizándote. Y ahora, prueba mi receta de carne con verduras. Alimenta el cuerpo y el espíritu.
- Joder, Death, pareces una abuela cuando dices esas cosas -rio ella, cargando un trozo de carne en el tenedor para llevárselo a la boca- ¡Oye! ¡Está delicioso!
- ¡No hables con la boca llena! Compórtate o no tendrás postre ni sorpresa.
Era imposible no estar de buen humor con él, pensó Kyrene mientras compartían la comida: Death conseguía arreglárselas para provocarle una carcajada de un modo u otro, a menos que optase por sacarla de sus casillas, tarea en la cual era el maestro absoluto e indiscutible. Terminó su plato y él se lo rellenó, con una sonrisa de orgullo:
- Admítelo, alucinas con mis virtudes: soy inteligente, guapo, fabuloso en la cama, mi cuerpo parece diseñado por los dioses y además cocino de vicio... Soy un chollo...
- Mmmmh -asintió ella, masticando con los ojos cerrados.
- No te has visto en otra, gatita...
- Es verdad, y no olvides tu súper poder principal: ser un capullo engreído capaz de volver majara al universo.
- ¡El postre! ¡Que te lo estás jugando por respondona! -la regañó entre carcajadas.
Deathmask puso un poco de carne en el plato de Bull, fue hasta la encimera y volvió con una fuente de cristal para depositarla ante Kyrene, que abrió la boca en una mueca de sorpresa:
- ¡Death! ¿Has hecho bougatsa?
Él enarcó una ceja con suficiencia mientras servía dos porciones en platos de postre:
- Por supuesto, preciosa. Pensaba preparar mi famoso tiramisú, pero luego recordé a la vieja gritona del restaurante y decidí vengarme de ella batiéndola en su propia especialidad. Juzga tú misma si la mía es más rica... Y medita bien tu respuesta -bajó el tono con una sonrisa perversa-, porque si no votas por mí, no volveré a cocinarte y te dejaré sin sexo un mes...
Kyrene se echó a reír aspirando la embriagadora fragancia de vainilla y canela que la empanada desprendía y partió un pedazo que inspeccionó con fingido aire crítico antes de llevárselo a la boca.
- ¡Mmmmh! ¡Joder! ¡Death, está para morirse! ¿Cómo la has hecho así de bien? -dejando de lado los modales, se abalanzó sobre su plato y lo devoró entre exclamaciones de placer, impaciente como una niña pequeña.
- ¡Eh, eh, señora! ¡Relájate! -Death estaba encantado ante el éxito de su incursión en la repostería griega- Pues me acerqué a la ciudad y le ofrecí unas vacaciones en el más allá si no me confesaba sus secretos... -soltó una risotada al ver a Kyrene poner los ojos en blanco- No, le pedí a la chica del mercado que me explicase cómo hacerla y le mostré mi sonrisa irresistible, así que me dio la receta de su abuela.
La chica asintió y recogió las pocas migas de hojaldre que habían quedado en el plato con un dedo, lamiéndoselo con deleite bajo la mirada atenta de Deathmask, que se levantó para despejar la mesa antes de volver junto a ella.
- Y ahora, vamos al dormitorio, gatita. Hora de reposar la comida.
- Death, necesito hacer la digestión un ratito antes de hacerlo, estoy llenísima... -comenzó ella, pero él la interrumpió:
- ¿Quién ha dicho nada de sexo ahora? Eres una obsesa, de verdad...
La precedió escaleras arriba, abrió la puerta de la vivienda y trasteó bajo la destartalada mesa que Kyrene utilizaba como tocador, escritorio y soporte para una pila de camisetas y calcetines por clasificar. De un manotazo, echó toda la ropa y los libros al suelo y colocó sobre la gastada superficie de madera un viejo televisor y un reproductor de VHS, conectándolos entre sí a continuación con lo que a Kyrene le pareció un montón de cables sin orden ni concierto.
- ¿Qué haces?
- ¿Tú qué crees? Preparar una tarde de cine italiano con mi chica, si la instalación eléctrica aguanta... He traído la que me regalaste, "La dolce vita" y "Holocausto caníbal", ¿cuál prefieres? -le tendió las tres películas, sin dejar de comprobar el cableado.
- Pues... -Kyrene dio un vistazo a las carátulas antes de echarse a reír- ¿Me lo estás preguntando en serio? No pienso ver esta asquerosidad después de comer, mejor la de Fellini...
- Fellini será, entonces -accedió él, encendiendo el televisor e insertando la cinta en el reproductor-. Ven conmigo, gatita, hagamos cosas normales de pareja, a ver qué tal nos sienta -demandó, mientras ahuecaba las almohadas para formar un respaldo mullido contra el cabecero de la cama.
Kyrene sonrió, algo sonrojada al escuchar aquella petición, y tomó asiento en la cama junto a él. Deathmask desdobló una gruesa manta y los cubrió a ambos antes de rodearla con los brazos.
- Dioses, Death, cómo me gustas... -apoyó la cabeza en su pecho con un suspiro de placer.
- ¡Pues claro que te gusto! Te advertí muchas veces que era irresistible, pero no me hacías ni caso. Y aquí tienes otra profecía: en cuanto termine la película, te atacaré como un depredador, gatita...
Deathmask era un hombre de palabra, se dijo a sí misma Kyrene mientras recorría con los labios su cuello, disfrutando del tacto suave y firme de su piel tostada por el sol. Era innegable que la combinación de petulancia y seducción del italiano había conseguido llevarse por delante la barrera que ella había luchado por levantar y tenía que reconocer que se sentía feliz de que así fuese. Con un suspiro, se quitó la camiseta, acariciando sus propios pezones hasta erizarlos frente al hambriento caballero, que la tomó de la cintura para dejarlos al alcance de su boca y se adueñó de ellos con un gruñido.
- Ah... Death... Eres un bruto...
Él sonrió entre dientes, apresando con los incisivos aquellos sensibles salientes y oyéndola gemir con intensidad creciente sin preocuparse por el ruido, hasta que la enlazó por la cadera y la posicionó sobre su propia cara.
- Comerte el coño me fascina, podría pasarme la tarde así... -sacó la lengua y la hundió su intimidad, rodeando el clítoris cada vez que le propinaba un lametazo.
- Ya... a mí me vuelve loca...
- ¿Quién...?
- Tú, tú me enloqueces... -admitió ella, sujetándose del cabecero y echándose hacia adelante para conseguir un mejor contacto entre su sexo y los labios de Deathmask- Sigue así, quiero correrme en tu boca...
La sangre se agolpó violentamente en el miembro del chico al escuchar aquellas obscenas palabras; la locura era recíproca entre ellos: era incapaz de tenerla cerca sin abrazarla, y era incapaz de abrazarla sin excitarse hasta el punto de necesitar hacer el amor con ella.
- Death... No... ¡Ah...! Sí, qué bien lo haces... -Kyrene comenzó un vaivén rápido sobre su cara, mojándole las mejillas y el mentón mientras se acercaba al orgasmo entre gritos cada vez más agudos- ¡Joder, sí! ¡No pares...! -con un último gemido, tensó las piernas y echó la cabeza hacia atrás, perdida en la espiral de su propio placer.
Deathmask continuó, sin variar el ritmo, estirando el brazo con cuidado y tanteando hasta sacar un preservativo de la mesita de noche. Ella advirtió su gesto y desmontó con agilidad, le arrebató el pequeño envoltorio y lo rasgó para enfundar su erección antes de cabalgarle, dejando que sus pechos bailasen una provocativa danza frente a la cara del hombre, que le arañaba la espalda, completamente fuera de control.
- Eso es, gatita, fóllame fuerte... -ordenó, clavando las uñas en la piel pálida de ella, que obedecía sin molestarse en intentar acallar los sonidos de ninguno de los dos- Hasta que te corras otra vez, como a ti te gusta...
Ella esbozó una mueca de satisfacción ante el conocimiento de su cuerpo que él demostraba y continuó su movimiento, inclinándose para besarle y consciente de cómo el clímax de ambos se acercaba. Con los dedos de Deathmask apretándole los glúteos y sus dientes mordiéndole los labios, Kyrene estalló en un segundo orgasmo cuyas contracciones le arrastraron a él con ella entre jadeos más escandalosos a cada momento.
- ¡Joder, Kyrene! ¡Cómo te mueves...! -gritó, llegando al clímax al tiempo que la azotaba con fuerza, marcándole la palma en las nalgas.
La pareja ralentizó su ritmo poco a poco hasta que ambos quedaron quietos, estrechamente abrazados.
- Ah, gatita... vas a acabar conmigo... -murmuró él, besándole la frente húmeda de sudor.
- Lo sé... Y ahora vístete, tienes que irte a casa...
- ¿En serio? ¿Ni siquiera sobornándote con películas y comida? ¡Eres imposible!
Kyrene se levantó a última hora de la tarde tras una breve siesta y entró en el cuarto de baño para darse una ducha antes de abrir la taberna, todavía adormilada; se enjabonó, se aclaró, con una cierta nostalgia anticipada por desprenderse del aroma que el sexo con Deathmask dejaba impregnado en su piel, y se envolvió en una toalla para secarse, pero, a punto de salir para coger algo de ropa, advirtió unas marcas negras en el espejo que parecían hechas con lápiz de ojos... Ah, era Morse, aquel clásico "raya, punto, raya" con el que él solía terminar sus conversaciones nocturnas... Solo que, ahora que lo veía escrito por su mano, se daba cuenta de que había un matiz, algo que no había captado hasta aquel momento:
"- .-"
Era evidente: había un espacio, claramente, entre la primera raya y el punto; por tanto, los símbolos no correspondían a la letra "K", como ella se había obstinado en pensar, sino a la "T" y a la "A". "T A"... ¿"T A"? Kyrene reflexionó durante unos momentos, intentando, sin remedio, llegar a alguna conclusión que no fuese la que le rondaba una y otra vez e ignorando los saltos que el corazón le daba en el pecho. ¿Cómo no había caído antes en la cuenta?
"T A".
"Ti amo".
Deathmask llevaba semanas declarándosele después de cada conversación. En cada mínima oportunidad. Y ella, atrapada en su propio miedo, le había ignorado. Oh, dioses. Deathmask estaba enamorado de ella.
Al final, la misteriosa despedida de Deathmask tenía un significado importante para él. A Kyrene le ha costado, pero finalmente ha captado el mensaje. ¿Le servirá para vencer su pánico a reconocer lo que siente por él? ¿Dejará de mandarle a dormir al Santuario? Habrá que esperar al capítulo 25, "Solo estás conmigo", para responder estas preguntas.
Gracias por tomarte el tiempo de leer esta historia, de votar y de dejar tus comentarios. Espero que la historia siga entreteniéndote.
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