22. Terminemos de ensuciarnos
Kyrene tomó un cuenco de fresas y otro con chocolate derretido y se acercó al extremo de la barra en el cual la esperaba Deathmask, vestido solo con sus ajustados vaqueros desgastados, para sentarse en el taburete contiguo.
- Mi camiseta te queda mejor que a mí, gatita, sobre todo sin ropa interior...
- Vaya, gracias...
- Y este olor me vuelve loco... el de tu piel después del sexo... -acompañó su confesión con un beso en el hueco de su cuello.
- Ah, ¿sí? ¿A qué huelo exactamente? -quiso saber ella, girando el rostro para encontrarse de frente con sus labios y mordisquearlos.
Él inspiró una vez más, antes de comenzar su enumeración:
- Hueles a... a ti y a mí, a nosotros... a sándalo, a sudor, a saliva, a esto -deslizó los dedos entre las piernas de Kyrene y los lamió frente a su cara con expresión lasciva-, a mi jabón y a mi semen...
- Madera de cedro, me gusta llevar tu olor... -admitió ella- Me recuerda lo que hemos estado haciendo...
- Lo sé, gatita.
- Y estoy empezando a acostumbrarme a tus visitas antes de abrir... -comentó, mojando una fresa en el chocolate e introduciéndola en la boca del caballero con dos dedos.
Él le propinó un ligero azote, paladeó el dulce y le dio a comer una fresa a su vez, limpiándole después los labios con la lengua.
- Como no me dejas quedarme a dormir ninguna noche, prefiero venir temprano para no hacerme ilusiones -respondió, con un gesto dramático.
- Me muevo mucho y tú tienes pinta de roncar como un martillo percutor... -arguyó ella, untando otra fruta para él.
- ¡Que yo no ronco! Descanso como un bebé y doy un calorcito estupendo... ¿No será que solo me quieres para el sexo? No es que me moleste ser un hombre objeto, pero nos hemos acostado ya un montón de veces y estaría bien poder dormir contigo...
Ella desvió los ojos por un momento. Ojalá le quisiera solo para el sexo: eso haría las cosas mucho más fáciles. La verdad era que estaba aterrorizada por la profundidad de sus sentimientos hacia Deathmask, y su reciente intimidad física no había hecho sino mostrarle con más claridad que estaba completamente enamorada de él. Nunca había sentido nada tan intenso y no conseguía deshacerse del miedo a que él le hiciese daño, así que echarle de su cama cada noche le parecía la única forma de creer que aún podía controlar aquel torbellino emocional que amenazaba con arrasarla. Además, estaba su mala suerte... siempre perdía a las personas que le importaban y no estaba dispuesta a pasar por aquello una vez más.
- Llevo mucho tiempo sola, Death... Estoy acostumbrada a no compartir ciertas cosas.
- Eres demasiado joven como para haberte acostumbrado a nada, pero si para ti está bien así, para mí también. Dame otra fresa, esta vez sin usar los dedos -zanjó el asunto con media sonrisa.
Kyrene obedeció, ofreciéndole en su propia boca la fruta cubierta de chocolate. Deathmask le acarició el cuello con ambas manos y dividió el bocado con ella en un jugoso beso que hizo saltar de nuevo las chispas entre los dos.
- ¿Te apetece repetir, gatita? -murmuró en su oído.
- Claro que sí...
- Insisto: mi camiseta te queda mejor que a mí, pero ahora mismo te sobra -aseguró él, tirando de la prenda hasta desnudarla.
Ella sonrió. Todavía le sorprendía lo cómoda que se sentía a su lado y el modo en que su piel se erizaba cuando él la tocaba. Deathmask, con aquella subyugante mirada de pura lujuria, la tomó por las axilas para sentarla en la encimera.
- Vamos a mejorar este postre -afirmó.
Con parsimonia, mojó una fresa en el chocolate y la pasó por los labios de Kyrene, bajando por la barbilla hacia el pecho. Enseguida sustituyó la fruta por su lengua, trazando el mismo recorrido sobre el cuerpo de la chica, que se estremeció en silencio.
- Sabía que te gustaría -afirmó, metiéndole la fresa en la boca y compartiéndola de nuevo con ella en un beso aún más erótico que el anterior.
La ayudó a tumbarse sobre la barra y usó una fresa más para dibujar un camino de chocolate que hacía escala en sus pechos, descendía por su abdomen y se detenía en el monte de Venus. Ella gimió al sentir el roce, anticipando y deseando lo que vendría a continuación, pero Death le separó los muslos e insertó la fresa entre sus labios, la humedeció con sus fluidos y después la devoró.
- Tú sabes mejor que el chocolate -declaró, con aquella maldita sonrisa que siempre conseguía rendirla.
Se inclinó para morderle la garganta y volvió a limpiarla a lametazos, demorándose en sus pechos y evitando conscientemente los pezones para obligarla a retorcerse y suplicar:
- Death, hazlo bien... Está feo dejarse la comida...
- Tienes toda la razón, gatita -concordó él, manchándose la boca con un dedo mojado en chocolate para besarla mientras le encajaba otro fruto entre las piernas.
- Death, por favor...
El caballero asintió, rodeó sus pechos con ambas manos y comenzó a jugar con sus pezones, usando los dientes para tirar de ellos con suavidad y gozando de la incontenible impaciencia de Kyrene, que le sujetaba por la nuca en un intento de evitar que se separase de ella. Poco a poco continuó su camino descendente, haciendo otra parada en el ombligo y llegando, por fin, a su pubis, donde repartió mordiscos y lametazos hasta depositar un delicado beso en el clítoris. Kyrene, deseosa de más, levantó la cadera con un gemido.
- Gatita, tengo hambre... -susurró Deathmask, empujando la fruta con el mentón.
- Yo soy el menú... -musitó ella, en tono implorante.
Él unió los labios a su húmeda entrepierna, mordiendo la fresa y dejando que el zumo chorrease hasta mojar la encimera. Le pasó la lengua de abajo arriba saboreando la combinación y se tragó el resto de la fruta para dedicarse a dar placer a la chica, cuyas manos le presionaban la cabeza en busca del mayor contacto. Sonrió con satisfacción al ver logrado su objetivo de desquiciarla, oyendo cómo sus gemidos iniciaban un crescendo hasta convertirse en un obsceno concierto privado.
- ¿Te imaginas... que llega ahora Ioannis y te pilla comiéndome el coño en la barra? -rio, acariciándole el pelo.
- Se moriría de envidia... Igual que si te pilla a ti comiéndome la polla...
Deathmask se desabrochó el pantalón y extrajo su miembro, acercándose a la cara de Kyrene. Ella se giró para estar más cómoda y comenzó a lamerlo, despacio, mientras él aplastaba una fresa en el puño y la frotaba sobre su erección hasta manchar a la chica con el jugo.
- Más... -pidió ella.
- Abre las piernas... Así, bien mojada... Ahora, chúpala -le ofreció una fruta untada en sus propios fluidos y, a continuación, la destrozó para repetir la operación anterior.
- Más... por favor...
Él sumergió los dedos en el cuenco del chocolate y se los pasó por el pene trazando líneas que Kyrene lamió con deleite, mirándole a los ojos. Continuaron jugando hasta que ella se sentó en el borde de la barra con las piernas abiertas y los ojos iluminados por aquel brillo vicioso que él ya conocía bien.
- Gatita, estás hecha un cuadro... -dijo el caballero, recorriendo con la mirada su cuerpo cubierto de manchas de chocolate y jugo de fresas.
- Pues tú no te quedas atrás... -le pasó los dedos por el torso pegajoso- Terminemos de ensuciarnos, anda...
Deathmask sacó un condón del bolsillo trasero del pantalón y se lo tendió a Kyrene para que se lo pusiera; a continuación, apoyó las palmas en la pulida madera y entró poco a poco, gozando de la sensación de hundirse por milímetros en aquel sexo ardiente que se apretaba en torno a él, mientras ella se mojaba las yemas en chocolate y le embadurnaba la cara antes de besarle.
- Death, adoro follar contigo...
- Yo, en cambio, estoy sufriendo -mintió él, interponiendo una fresa entre sus bocas para devorarla a medias y embistiéndola con energía.
- Podría... pasarme el día así...
- ¿Y quién te dice que no lo haremos, preciosa?
Ella exhaló un profundo suspiro sin dejar de mirarle a los ojos, perdida en la mezcla de sensaciones que invadía todos sus sentidos: el sonido de los jadeos de ambos y de sus cuerpos al golpear uno contra otro en cada movimiento, la imagen del musculado torso de Deathmask surcado de manchas, el sabor salado de su piel mezclado con el dulzor de la fruta, el olor a sexo y chocolate en el ambiente y, sobre todo, aquel miembro enhiesto y palpitante que la invadía sin piedad, desquiciándola hasta sacarle gritos descontrolados.
- ¡Joder... Death! ¡No... no pares!
- Me vuelvo loco cuando te corres, gatita, me exprimes de un modo que... Mierda... Es demasiado...
- ¡Córrete conmigo...!
Con una sonrisa, Deathmask aceptó la petición, mordiéndole la boca para fundirse con ella en un beso al tiempo que ambos llegaban a un orgasmo que se le antojó tan intenso como interminable. Al volver en sí, sintió el familiar temblor del cuerpo de Kyrene y su debilidad repentina y la tomó por la cintura sin retirarse de su interior, abrazándola estrechamente y acariciando su espalda mientras ella intentaba normalizar el ritmo de su respiración.
- ¡Gatita, que te vas a hiperventilar...!
- Te digo que quiero hacer esto todo el día...
El frescor de la noche otoñal envolvió a Deathmask cuando salió silbando de la taberna en dirección a su templo. Kyrene, como siempre, le había enviado a dormir a su casa y él había aceptado con resignación.
Llevaban dos semanas acostándose juntos prácticamente a diario y podía afirmar, sin temor a equivocarse, que habían sido las dos mejores semanas de su vida, a pesar de estar todavía acoplándose el uno al otro. Suplían su falta de conocimiento mutuo con el entusiasmo de estudiantes de matrícula de honor, aunque el que ella hubiese sufrido una agresión sexual le había intimidado al principio; de hecho, cuando se lo contó en el tren, había estado tentado de no volver a intentar nada, por miedo a herirla, pero verla comprar preservativos le había convencido de que estaba preparada y deseosa. Y, si se paraba a pensarlo, tampoco es que él fuese el mayor experto en la cuestión... Se había pasado media vida entrenándose para defender a Atenea y la otra media ejecutando lo aprendido, así que las relaciones íntimas jamás habían sido una gran prioridad para él ni para sus compañeros.
Pero, además... No era solo eso. De hecho, aunque el sexo entre ellos funcionaba muy bien -demasiado bien, quizá-, no le parecía un objetivo en sí mismo, sino un medio que le hacía sentirse más cerca de ella. Resultaba agradable, por una vez, compartirse con alguien de ese modo... Aunque ese alguien continuase guardándose para sí ciertas áreas de su vida. No conseguía entender las reticencias de Kyrene ante algo tan sencillo como dormir a su lado, después de mostrarse dispuesta a probar en la cama cualquier locura que se les ocurriese, pero debía respetar sus límites. Después de todo, en realidad apenas sabía nada de ella...
Comenzaba a ser necesario abrigarse un poco antes de subir al tejado, pero Kyrene seguía fiel a su recientemente adquirida costumbre, linterna en mano, para charlar con Deathmask. Aquellos mensajes le provocaban mariposas en el estómago, como si fuese una adolescente, y estaba segura de que él los disfrutaba también. Dejó junto a ella el cuaderno con la clave Morse y envió un "hola" que fue respondido con presteza desde Cáncer:
"Gatita, ¿ya me echas de menos?"
"Casi tanto como tú a mí."
"Ya sabes que eso es mucho."
A veces, Death era un encanto.
"Me ha gustado lo que me has hecho antes."
"Me di cuenta cuando comenzaste a gritar. Te tengo en la palma de la mano."
"Tampoco te vengas arriba, cangrejito."
"Se nos da bien. Deberíamos follar más."
Kyrene se echó a reír.
"¿Más aún? Estás mayor."
"Mañana voy a desencuadernarte."
"En ese caso, me voy a la cama ya. Sueña con ángeles."
"Descansa, gatita."
Y otra vez, aquella despedida, la dichosa "K":
"- .-"
Kyrene meneó la cabeza, desconcertada, y bajó del tejado. Llevaba una hora sin él y ya le añoraba. El juego con Deathmask se le había escapado por completo de las manos.
¿Qué significa la despedida de Deathmask? ¿Cuánto tiempo podrá Kyrene reprimir lo que siente por él?
Una vez más, gracias por estar conmigo en la publicación de esta historia, por votarla y comentar. Prometo seguir trayéndote lemon y acción puntualmente hasta el último capítulo. No te despistes, porque en la siguiente entrega van a ir sucediendo cosas importantes para el desarrollo de la historia. Te dejo un pequeño avance del próximo capítulo, "La vita é breve":
"Tú no estás hecho para la felicidad. No la mereces y lo sabes. Mira a esa chica: ella necesita algo mejor. Alguien con la cabeza en su sitio y capacidad de darle el mundo. ¡Pero si incluso tu propia armadura te abandonó! Tú siempre has sido una mierda, "Máscara", una deshonra, y siempre lo serás. No puedes cambiar eso."
¿Quién pronuncia estas palabras? Enseguida lo sabrás.
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