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18. La estudiante y el chapuzas


Kyrene colocó en la puerta el cartel que rezaba "Hoy cerrado" y los dos salieron de la taberna, charlando sobre temas superficiales, hacia el bosque que circundaba Rodorio. Desde ahí, tenían aproximadamente una hora y media de caminata hasta el siguiente pueblo, donde tomarían el tren hasta la ciudad. Miró al hombre que paseaba junto a ella, vestido con una gastada camiseta negra con estampado de "My little pony" y vaqueros grises: su cabello brillaba bajo los primeros rayos de sol del día, que también arrancaban destellos color zafiro de sus expresivos ojos. Era tan atractivo que podría besarle en aquel mismo instante, pensó, con un atisbo de bochorno al recordar su actitud de la noche anterior.

- ¿Qué miras tanto, gatita? ¡Me vas a desgastar!

- Tu camiseta... No sabía que te gustasen los dibujos animados.

- ¿Qué? ¿Te extraña que sea brony? Hay muchas cosas de mí que no sabes... Pero no te estabas fijando en eso, ¿a que no?

- Bueno... La verdad es que eres muy guapo, cangrejito... -admitió ella, desviando la mirada y colocándose un mechón de cabello tras la oreja.

- ¿Y con ese tipo de piropos pretendes conquistarme? -se burló él, con una carcajada- Escucha, pipiola, y aprende del maestro: podría usar tus muslos como orejeras durante todo el invierno... - susurró en su oído, con tal sensualidad que la hizo estremecerse.

Ambos se echaron a reír y continuaron su trayecto, sin hablar durante un puñado de metros.

- Death... ¿Qué... qué hiciste con los tipos de anoche? -preguntó por fin ella, con un deje de preocupación en la voz.

- Nada grave, no pienses cosas raras. Los llevé al punto de entrega que el Santuario tiene concertado con la policía griega.

Ella le miró, extrañada.

- Verás, Rodorio es a Grecia algo similar a lo que el Vaticano sería para Italia... -explicó Deathmask, gesticulando como un profesor- No llega a ser un país independiente, pero el Santuario tiene una autonomía prácticamente ilimitada. Aquí, las autoridades gubernamentales no interfieren, salvo que ocurra algo tan grave que el Santuario solicite ayuda externa. Los Caballeros de Atenea nos encargamos de mantener la seguridad con la ayuda de los soldados y el Patriarca tiene la última palabra en cuanto a la gestión de conflictos internos. Sin embargo, cuando sucede algo como lo de ayer, que involucra a gente ajena al pueblo, el acuerdo con el gobierno exige que entreguemos a esos indeseables a las autoridades griegas, y hay un lugar específico en el que podemos dejarles para que sean juzgados por un tribunal.

- Entiendo...

- Anoche puse el incidente en conocimiento del Patriarca y de la policía griega, así que les caerá un buen paquete. ¿Más tranquila, gatita?

- Sí... claro...

- Bien, porque ahora es tu turno para explicarme por qué te persiguen esos tipos.

Ella se detuvo para sacar el agua y dar un trago. Sabía que aquella pregunta llegaría antes o después. Se quitó el cárdigan y lo colgó de los tirantes de la mochila, ganando tiempo para pensar una respuesta.

- Te lo dije: maté a un trozo de escoria. Pero de eso hace un montón de años; son muy rencorosos... -intentó sonreír.

- Pues debiste de cargarte a alguien muy importante... -avanzó él, como si fuese lo más corriente del mundo.

- Tenía mis motivos.

- No lo pongo en duda, gatita. Pero, por lo poco que te conozco, tengo claro que no eres ninguna asesina. ¿Fue una cuestión de dinero?

- Tú lo has dicho, me conoces poco -murmuró ella, mirando hacia el lado opuesto.

- Precisamente para arreglar eso estamos aquí hoy... Y dime, ¿por qué no te liquidan y punto? Me llamó la atención que estuviesen completamente desarmados...

- Ya les oíste, dicen que quieren llevarme de vuelta con ellos. Supongo que el jefe tiene planes especiales para mí... ¿Y qué hacías tú en el cuarto de baño a aquellas horas?

Deathmask le dirigió una mueca perversa:

- Me encerré allí para tocarme pensando en tus curvas, especialmente en tu trasero...

- ¡Death! ¡Eres imposible!

- ¡De acuerdo, de acuerdo! La verdad es que estaba tan cansado que fui a lavarme la cara para despejarme y me quedé dormido apoyado en la puerta...

- Y yo he vuelto a nacer gracias a tu cansancio... Ahora te debo una -reconoció ella.

- Ten por seguro que me la cobraré -asintió él-. ¿Y qué estás estudiando, si puede saberse?

Ante aquel drástico cambio de tema, ella se echó a reír con tantas ganas que estuvo a punto de atragantarse con el agua que estaba bebiendo.

- Estoy empezando antropología por la universidad a distancia -respondió cuando pudo hablar.

- ¿En serio? ¿Cuántos años tienes, gatita?

- Veintidós -confesó, con expresión avergonzada.

- Bueno, no puedo mofarme de ti ahora, yo te saco unos cuantos y no tengo ningún título que me habilite para ganarme la vida con mi cerebro...

- Pero serías un chapuzas maravilloso -le recordó ella.

- ¡Y también un gran bailarín! No como otras...

- Espera, ¿qué? ¿Cuándo me has visto bailar? -ahora estaba tan roja como un tomate maduro.

Deathmask, risueño, la miró durante unos segundos, ignorando deliberadamente la pregunta: la brisa matinal agitaba las ondas de su pelo y, cuando se lo apartaba de la cara, el sol incidía sobre la media docena de pendientes plateados que horadaban sus orejas, desde el cartílago hasta el lóbulo. En aquellos momentos, nada en su apariencia o su actitud hacía pensar que fuese algo más que una joven normal, mucho menos una asesina. ¿Por qué le seducía tanto la mezcla de vulnerabilidad y dureza de aquella chica acerca de la que -ella tenía razón- apenas sabía nada?

- ¡No te pasmes y contesta!

- Bueno... Una mañana pasé por tu calle y estabas haciendo el bobo por la habitación con un rotulador en la mano. Al principio pensé que te estaba dando un ataque epiléptico y estuve tentado de subir a ayudarte, pero luego vi que llevabas puestos los auriculares y deduje que esos aspavientos eran tu manera de bailar -explicó, incapaz de aguantarse la risa.

- ¡Joder, qué vergüenza! Es verdad, lo hago de pena, ¿pero tú nunca has oído esa frase de "baila como si nadie estuviese mirando"? ¡Acosador!

- ¡Perdona, gatita, pero no puedo parar de reírme...! ¡Tendrías que verte pegando saltos...! Como carnicera tienes futuro con tus cuchillos, pero no podrías formar parte de mi cuerpo de baile ni aunque te tirases al coreógrafo...

Kyrene terminó por sumarse a las risas de Deathmask a lo largo del recorrido hacia el pueblo vecino a través del bosque, enlazando un tema de conversación con otro hasta que llegaron a la estación de tren. Tras adquirir los billetes, él le cedió el paso para subir al vehículo y se sentó junto a ella, que esperó a que el pitido les anunciase el inicio del trayecto antes de mirarle a la cara con semblante inquisitivo:

- Death... ¿puedo hacerte una pregunta personal?

- Claro que sí: mis medidas son muy superiores a la media y mi resistencia puede provocarte serias lesiones pélvicas.

- ¡Idiota! ¡Hablo en serio!

- Y yo, gatita... Pero, dime, ¿qué más quieres saber?

- ¿Eres... viudo?

La cuestión, tímidamente formulada, resonó en la cabeza del caballero, sumándose al traqueteo del vagón durante unos segundos, antes de conseguir dar con una respuesta honesta y satisfactoria.

- Esa es una buena pregunta...

- No tienes que contestar, si no quieres. Pero me da la sensación de que has perdido a alguien importante...

- Sí, perdí a alguien -asintió él, rascando una mancha imaginaria de su vaquero- Se llamaba Helena. No llegamos a tener una relación, pero estaba enamorado de ella... A mi manera.

- No pretendía molestarte...

- No me molestas, gatita. En gran parte, le debo a ella el haberme convertido en una persona decente. No pude evitar su muerte, pero prometí que la honraría cumpliendo mi deber y siendo digno de mi rol. Y lo intento, ¿eh? -sonrió, tratando de bromear.

- Vaya, Death, lo siento mucho. Pero me alegra descubrir que alguien vio más allá de tu fachada de tío capullo...

- Gracias... supongo. ¿Y en qué se nota que me falta algo aquí dentro? -se apoyó la mano en el pecho.

- Me parece que hay que vivirlo para adquirir esa intuición... -musitó ella, oteando el paisaje a través de la ventanilla.

Deathmask la observó, intrigado. Iba a preguntar, pero ella continuó hablando, en un tono de voz tan bajo que le obligó a acercarse para escuchar sus palabras:

- Le maté porque me violó.

Él se quedó rígido: el cristal de la ventanilla devolvía la imagen de una mujer que miraba al infinito con aire ausente, como si aquello que acababa de confesar le hubiese sucedido a otra persona. Intentó pensar en una réplica, hasta que ella se giró y le enfrentó, con los ojos vidriosos:

- ¿Sabes una cosa, Death? A veces, me siento un poco muerta por dentro... Parece... como si parte de mí se hubiese quedado en el camino...

Él suspiró y le tocó la nariz con el índice, impresionado ante su arrebato de sinceridad y aliviado por tener una explicación que ofrecer:

- Gatita, matar a alguien implica perder un trozo de tu alma: incluso aunque tu causa sea justa, cada vida que siegas se lleva un pedazo de ti. Quizá por eso a mí me costaba tanto dejar ir a los muertos... Una de las cosas que aprendí de Helena fue a apreciar la vida de los demás y ahora mido mucho mis actos. Pero no siempre fue así... durante mucho tiempo, solo me importó mi vida. He perdido la cuenta de la gente que maté, fuesen objetivos o daños colaterales.

- No entiendo... ¿a qué te refieres con que no dejabas ir a los muertos?

- ¿Has oído los rumores sobre mí? ¿Eso de que mi templo alberga las almas de aquellos a los que maté, para negarles su descanso eterno? ¿Lo de las caras en las paredes? Pues es cierto.

La chica abrió la boca, confusa y sobrecogida. Por un momento, Deathmask se arrepintió de su franqueza, temiendo que Kyrene pudiese distanciarse de él, pero ella, tras unos segundos de reflexión, le apoyó la palma en la mejilla, acariciándola con suavidad.

- Ese hombre no eres tú. El Deathmask que yo conozco es un bravucón insoportable y un macarra, pero también un caballero honorable y justo. Y nada de lo que digan podrá cambiar lo que pienso sobre ti.

Él colocó su mano sobre la de ella, mirándose en aquellos profundos ojos verdes al tiempo que tragaba saliva para disolver el nudo que acababa de formársele en la garganta. Realmente, iba a ser un día muy extraño.

Muchas gracias por acompañarme en esta historia. Tus comentarios y votos siempre me animan a continuar, así que no te cortes, ya sabes que me gusta responderlos y charlar.

Hoy hemos descubierto que a Kyrene no le importa que Deathmask esté más sonado que las campanas de la iglesia y que ambos parecen confiar lo suficiente en el otro como para revelar ciertos detalles de su pasado. 

¿Cómo se desarrollará el resto de su "cita"? ¿Habrá sexo por fin? ¿Averiguaremos a qué se refería Kyrene cuando dijo que había que vivir la pérdida de alguien para intuir si otros lo habían pasado también? ¿Se interpondrá entre ellos el recuerdo de Helena?

Os propongo algo: aún debo los oneshots del miniconcurso anterior (ya los tengo empezados, pero es que los estudios me succionan la vida como dementores), pero si os apetece, hagamos otro. Como la otra vez, el premio será un oneshot cuajadito de lemon protagonizado por la pareja elegida por la flamante ganadora (o ganador, que me consta que al menos un chico lee esto), que será quien (o quienes) dé con la respuesta a la pregunta del millón:

¿En qué capítulo se dará el primer beso entre Deathmask y Kyrene? No es destripar, a estas alturas todos tenemos claro que estos dos van a darse duro contra el muro, así que deja aquí tu comentario respondiendo con el número de capítulo. Cuando llegue el momento romántico, sabremos quién ha acertado.

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