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14. Cicatrices

Atender la taberna era complicado con un brazo en cabestrillo y el cuerpo lleno de contusiones, así que Kyrene se vio obligada a bajar su ritmo de trabajo, dejando la gestión del negocio en manos de Ioannis y Nikos hasta estar lo suficientemente recuperada como para volver a hacerse cargo en persona. Sentada tras la barra, hacía lo posible por mezclar cócteles con una sola mano y por colaborar con sus camareros, que se esforzaban a su vez en descargarla de todas las tareas.

https://youtu.be/90E0S92ojYE

Deathmask, por su parte, la visitaba cada noche, siempre que sus responsabilidades se lo permitían, para asegurarse de que se encontraba bien.

- Aún no entiendo cómo se te ocurrió que Death te redujese esa luxación, cariño -comentó Afrodita, perplejo, recolocándole el fular que le sujetaba el brazo derecho-; ¿acaso no sabes lo bruto que es?

- Eh, Dita, no seas así, ¡se lo dejé como nuevo! ¡Díselo, gatita!

- Es cierto, se portó muy bien conmigo -respondió ella, dirigiéndole una mirada dulce y una sonrisa tan efusiva que el de Piscis frunció los labios con incredulidad.

- Cuéntale cómo te hice disfrutar con estas manitas... -le hizo un guiño al que ella correspondió bajando los ojos con un ligero sonrojo.

- Y estás llena de cardenales... -Afrodita ignoró el novedoso romanticismo que parecía haber surgido entre aquellos dos, le sostuvo la muñeca izquierda y pasó los dedos con delicadeza sobre las marcas violáceas que le cubrían la piel, sorprendiéndose al descubrir en la cara interna más de una docena de finas líneas blanquecinas paralelas entre sí.

Ella giró el brazo, inquieta, impidiendo el examen del caballero.

- ¡Kyrene, por favor, prepárame esto! -les interrumpió Nikos, bandeja en mano.

Con una sonrisa de alivio en el rostro, Kyrene se alejó para atender la orden; en cuanto se quedaron solos, Afrodita miró a Deathmask, escandalizado:

- ¿Le has visto los brazos? -susurró.

- Sí, ya me había fijado. Tiene las mismas cicatrices en los muslos... ¿Quién le haría una cosa así?

- Parecen muy antiguas... ¿Una adolescencia difícil, quizá?

- No creo, Dita... estoy seguro de que alguien la atacó... y yo voy a hacérselo pagar -murmuró Deathmask, apretando los dientes.


- ¿Cómo que no vas a servirme más? ¡Acabo de cobrar y he venido a fundírmelo! -el pueblerino, cuya bulbosa nariz le otorgaba cierto parecido con una patata, se tambaleaba, a punto de caer sobre la mesa, sin dejar de vociferar.

- Te he dicho que por hoy ya está bien. Vete a casa con tu mujer, aunque la pobre debe de estar hasta la coronilla de aguantarte... —ordenó Kyrene en un tono que evidenciaba la escasa paciencia que le quedaba, dándole la espalda.

- ¡A mí tú no me dices qué hacer! ¡Ponme otra ya! ¡Y mírame a la cara cuando te hablo!

Kyrene continuó su camino a la barra, ignorando impertérrita los requerimientos de aquel patético borracho que la llamaba a gritos. El hombre, indignado por su actitud, corrió a trompicones hacia ella, con el puño en alto, pero antes de que pudiese siquiera rozarla, algo impactó contra su cara; algo tan contundente que sintió cómo varias piezas dentales temblequeaban en la encía: era la mano derecha de Deathmask, interponiéndose entre él y la chica, que ya se había girado y estaba preparada para asestar un golpe con la bandeja que llevaba en el brazo sano.

- ¡No se te ocurra intentar tocarla! Solo yo puedo fastidiar a la jefa, ¿está claro? -le espetó, en un siseo rebosante de agresividad.

- Esto... Yo...

- Si ella te dice que no bebas más, tú te callas y obedeces. ¿Entiendes, piltrafa?

- Sí, sí, claro... No pretendía molestarla.

- Pide perdón a la dama ahora mismo y quizá te deje ir entero.

- Por supuesto, señor Deathmask. Perdona, Kyrene, siento haberme puesto así, ya me voy a casa -el borracho, repentinamente despejado de su cogorza, se frotó la zona de la cara donde el caballero le había estampado los cinco dedos y salió por la puerta, achantado.

Kyrene se llevó la mano a la cadera y encaró a Deathmask, que sonreía como si acabase de salvar el Titanic del iceberg, levantándolo a pulso él solito.

- ¿Me explicas a qué ha venido eso, mascarita?

- Acabo de evitarte un encontronazo desagradable con ese tipo -resumió él.

- ¿Y qué te hace pensar que no podía gestionarlo yo sola?

- Bueno, tienes un brazo lesionado y él se te acercó por la espalda. Cualquier caballero decente habría hecho lo mismo... Y, ahora que nadie nos oye, te diré que llevaba un buen rato deseando soltarle un guantazo, ¡canta fatal! -añadió, acercándose a su oído.

Kyrene rompió a reír a carcajadas.

- ¡Death, eres increíble!

- Me gusta que lo aprecies, gatita. Y eso que aún no has probado todo esto... -se pasó la mano por el pecho y el abdomen, con los ojos entornados.

- Sí, bueno, tú sigue comprobando que no has perdido las llaves de casa. Me necesitan en la barra.


A pesar del cabestrillo, Kyrene se las ingenió para subir al tejado aquella madrugada, después de cerrar, con una linterna y un pedazo de papel. Deathmask se había quedado hasta el final, junto con Afrodita y otro caballero que se les había unido a última hora, un tipo encantador de más de dos metros de alto y risa contagiosa, pero Kyrene calculaba que ya habrían llegado al Santuario si caminaban a buen ritmo. Se sentó, mirando hacia la casa de Cáncer y pensando en su extraño inquilino, capaz de ponerla de los nervios y de defenderla a bofetones, todo en el mismo minuto.

- ¿Qué voy a hacer contigo, caballero capullo? -inquirió en voz baja, consciente de que no sabía cómo expulsarle de su cabeza.

No pasó mucho tiempo antes de que la luz se encendiese en el cuarto templo del Santuario. Kyrene respiró hondo y consultó las notas del papel que había llevado consigo. Con esfuerzo, consiguió enviar un mensaje, combinando pulsos cortos de luz con otros más largos:

".... --- .-.. .-"

Se suponía que aquello era un "hola" en código morse y esperaba no solo haberlo codificado correctamente, sino que Death fuese capaz de descifrarlo. Contuvo la respiración, como si esperase la calificación de un examen importante, hasta que la lejana luz comenzó a parpadear, y entonces cogió un bolígrafo e intentó anotar lo que veía:

"-- --- .-. ... ."

El mensaje decía "morse". Bien: Death la entendía. Se rio para sus adentros y se mordió la lengua. Aquel chico era una cajita de sorpresas, pensó, mientras intentaba codificar la combinación siguiente:

"¿Cansado?"

"Nunca para hablar contigo. Pero ten cuidado con el brazo."

Había que reconocer que, cuando quería, aquel maldito idiota era capaz de derrochar encanto...

"Estoy bien. Tengo algo para ti."

"¡Por fin! Estoy deseando hincarte el diente."

Y ahí estaba de nuevo: el incorregible, el único, el genuino Deathmask de Cáncer.

"No, bobo. Es un regalo."

"Mañana bajo a buscarlo."

"De acuerdo."

"O puedo ir ahora y destrozamos tu cama."

"Mejor me voy a dormir ya. Sola."

"¿No quieres jugar a la tuneladora conmigo?"

"Creo que paso."

"Gatita aguafiestas."

"Cangrejo pervertido."

Desde Cáncer llegó un último mensaje, que Kyrene no supo cómo interpretar:

"- .-"

Consultó sus notas una vez más: raya-punto-raya. Según el código, esa clave correspondía a la "K". ¿La letra "K"? ¿Por qué le mandaba su propia inicial? Él insistió, enviando el mismo mensaje varias veces más, hasta que Kyrene codificó un "buenas noches" y bajó del tejado para dormir un poco.

Gracias por continuar acompañándome en cada entrega de esta historia. Ya sabes que publico un día sí y uno no, sin retrasos ni faltas, y que valoro muchísimo cada comentario y cada voto que te tomas la molestia de dejar.

¿Qué provocó las cicatrices que Kyrene tiene en brazos y piernas? ¿Cuándo jugará con Deathmask a la tuneladora? ¿Por qué él le envía la "K" a modo de despedida? ¿Qué significa? ¿Ku Klux Klan? ¿Kurumada's koolest knight? ¡No cambie de canal si quiere resolver estas y otras apasionantes incógnitas!

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