13. Doctor Deathmask
https://youtu.be/DhACkGeD-Z4
- ¿Death...?
Deathmask saludó con la cabeza, puesto que tenía ambos brazos ocupados sosteniendo el cuerpo de Bull, que le lamía la cara sin parar con las patas apoyadas en su pecho.
- Buenas noches, gatita. ¿Has visto cómo me quiere tu perro? ¿Cuándo serás tú quien me dé lengua con tanta pasión? -bromeó.
- Sí que le gustas, el pobre ya debe de estar senil -sonrió ella para disimular el dolor que la recorría desde la muñeca hasta el trapecio.
Él contempló, desconcertado, la estampa que ofrecía la taberna: varias mesas y sillas estaban volcadas; la mano de Kyrene, manchada del fluido vital hasta más allá de la muñeca, sostenía un cuchillo de cocina ensangrentado; su cabello estaba desgreñado y, en la sien, una brecha dejaba caer un hilo carmesí hasta su cuello. Como remate, un rastro rojizo en dirección a la salida indicaba que la noche no había comenzado de modo tranquilo para la chica.
- Esa sangre no es tuya -afirmó Deathmask, con una ceja levantada-. ¿Qué te ha ocurrido?
- Vaya, eres toda una lumbrera...
- No te escaquees y responde.
- No es nada... Una pelea con un tipo.
- ¡Eh, espera! ¿Vas por ahí peleándote con otros? Gatita, no soy celoso, pero pensaba que lo nuestro era especial... -ironizó, acercándose para examinarla- ¿Te duele el brazo?
- El hombro -asintió ella-, creo que me lo he luxado...
Deathmask lo evaluó: colgaba como muerto, en un ángulo poco atractivo. Hizo una mueca y lo sostuvo por el antebrazo, intentando valorar la movilidad.
- ¡Death, por Dios, eso duele...!
- Te llevaré al hospital.
- No, no lo hagas. Ayúdame a reducirlo manualmente.
- ¿Que te ayude a qué, gatita? ¿Estás loca? -se escandalizó Deathmask- Me gano la vida luxando cosas, ¿qué te hace pensar que sé arreglarlas?
- Death, por favor. Te prometo que, si luego aún me duele, yo misma te pediré que me lleves, pero ahora necesito tu ayuda -su tono era implorante, nunca la había visto tan angustiada.
- Está bien, lo haré, pero a cambio me perdonarás lo que me falta por pagarte -propuso, con sus dedos todavía rodeándole el codo.
- ¿Me vas a chantajear, maldito cangrejo sinvergüenza?
- ¡Es broma, mujer! Pero había que intentarlo... -rio él, comprobando que los dedos y la muñeca estuviesen íntegros- Eso sí, vas a tener que guiarme y arriesgarte a perder el brazo... Menos mal que eres zurda...
- Prefiero hacerlo tumbada, vamos a mi dormitorio... -pidió Kyrene, con la cara perlada de sudor.
- Vaya, de haber imaginado que solo debía romperte algo para llevarte a la cama, te habría empujado por las escaleras la primera noche...
- Tú sí que sabes cautivar a una mujer... -gruñó ella, intentando sujetarse el hombro con la mano izquierda para levantarse.
Deathmask advirtió el rictus de dolor contenido que se dibujaba en su boca y la detuvo; con cuidado, la tomó en brazos y la llevó escaleras arriba, abriendo de una patada la puerta del dormitorio.
- Viva gli sposi! -exclamó, con una carcajada que, para su sorpresa, ella correspondió débilmente- ¿Ves? Tú también estabas deseando que sucediese... -la depositó sobre el edredón y se sentó junto a ella, esperando instrucciones.
- Vale, agárrame del hombro con tu izquierda y palpa hasta localizar una especie de bola... -él obedeció con un gesto de disgusto, intentando ignorar la mandíbula apretada y los ojos vidriosos de ella-, ¿la notas? Es la articulación; no la sueltes. Ahora, sujétame con la otra mano a la altura del codo.
- Kyrene, sigo pensando que esto es cosa de médicos... ¿y si te hago daño? -comenzó él en tono dubitativo.
- ¿Qué? ¡Pero si ahora viene lo más interesante! Coge bien el codo y presiona hacia arriba... hasta que el brazo encaje en su sitio de nuevo.
Disimulando su preocupación, Deathmask hizo lo que Kyrene le indicaba, empujando el brazo contra el hombro hasta que percibió una especie de "clac".
- Joder, gracias, esto es otra cosa... -la chica exhaló el aire retenido y su cara pareció recuperar un poco de color.
- ¡Llámame "doctor Deathmask"! -sonrió él, visiblemente aliviado-. Ahora, veamos la sien -dijo, llevando los dedos a la cabeza de Kyrene y apartándole de la brecha el cabello pegajoso por la sangre.
- Eso puedo hacerlo yo misma.
- Ya, pero tú no tienes un título en Medicina como yo...
- Vale, vale. En el baño hay material de primeros auxilios, doctor Deathmask...
- ¡Estupendo! ¡Juguemos a los médicos!
Se levantó de la cama y salió del dormitorio, volviendo poco después con lo necesario para limpiarle la herida y colocar unos puntos de aproximación.
- Esto sí se me da bien, he usado tantos que debo de haber levantado la cotización en bolsa del fabricante yo solito -bromeó mientras cerraba la lesión.
- Gracias, Death, ya me siento mejor.
- De nada, y ahora vamos a darte un buen lavado para quitarte toda esa roña reseca que te hace oler como una gallina muerta.
- ¿Qué? ¡Ni en broma vas a bañarme!
- No estás en condiciones de impedírmelo, gatita.
El italiano fue a llenar la bañera, mientras Kyrene cerraba los ojos para reprimir las lágrimas, fruto de la tensión acumulada. Escuchó el agua cayendo y, pocos minutos después, sintió aquellos fuertes brazos en torno a su cuerpo una vez más, cargándola hasta el baño.
- Death, de verdad que no hace falta -repitió, abochornada, ocultando la cara en su pecho.
- Kyrene, de verdad que estás hecha un asco -la imitó él, cerrando la puerta con el pie.
Deathmask la dejó en el suelo y, con un amplio ademán, le mostró la estancia, tenuemente iluminada por velas, y la bañera, rebosante de espuma cuyo aroma amaderado la transportó por un momento fuera de todo aquel caos. Respiró hondo, impresionada y complacida, mientras él comenzaba a desabrocharle los vaqueros.
- ¡Eh, eh! ¿Qué crees que estás haciendo? -angustiada, le golpeó el pecho con los puños al recordar lo que había estado a punto de sucederle un rato antes.
- ¡Tranquila, gatita! -le tomó las muñecas y la miró a los ojos, con calma- No pretenderás bañarte con ropa... Y esto es mejor que lo incineres tal cual -señaló con una mueca de asco la camiseta desgarrada.
- No voy a desnudarme delante de ti, Death.
- Estoy de acuerdo: voy a tener que desnudarte yo... tienes el brazo hecho un guiñapo, dudo mucho que seas capaz de quitarte sola estos pantalones tan ceñidos -su clásica sonrisa cínica apareció, pero ella ya no tenía energía para discutir.
Deathmask se sentó en el inodoro y palmeó la pantorrilla de Kyrene, que levantó obedientemente la pierna y la apoyó entre las de él para permitir que la descalzase. Después, le bajó los vaqueros y se los sacó con delicadeza, mirándola a la cara. Ella eludió el contacto visual: ya no tenía miedo ante su tacto, más bien se sentía indigna de que la rozase siquiera, después de que la hubiese toqueteado aquel tipo asqueroso.
- Voy a quitarte la camiseta y saldré para que tú hagas el resto; avísame cuando estés en el agua. Ya me imagino que no quieres que te vea desnuda porque tienes algún tatuaje humillante que te hiciste por un exnovio -su tono de burla era, en aquel momento, la mejor garantía de normalidad para ella, que se limitó a asentir.
Una vez sola, Kyrene se deshizo de su ropa interior y se sumergió en el agua caliente. Era agradable, muy agradable... Él tenía razón, necesitaba ese baño. Y hacía mucho tiempo que nadie se preocupaba así por ella... Decidió expulsar de su cabeza cualquier pensamiento acerca de lo que había sucedido en la planta inferior y se dedicó a disfrutar de aquel inesperado detalle, medio adormecida, durante un tiempo que no habría sido capaz de calcular, hasta que la voz grave de Deathmask sonó cerca de su oído:
- Gatita, ¿sigues viva?
Ella le miró y sonrió, un poco atontada, comenzando a acusar los efectos del cansancio y de los medicamentos en ayunas. Deathmask, con una gran jarra en la mano, estaba arrodillado junto a ella, mirándola con semblante preocupado.
- He colocado un letrero en la puerta avisando de que hoy no abrirás. Necesitas descansar.
- Ahá... -accedió, dócilmente.
- Echa la cabeza hacia atrás.
Ella lo hizo, cerrando de nuevo los ojos, en un movimiento que dejó al descubierto un par de centímetros más de su torso. Él apartó los ojos, a su pesar, y utilizó la jarra para mojarle la melena con el agua de la bañera. A continuación, frotó entre las manos una pastilla de jabón hasta obtener espuma.
- Death... ¿por qué eres tan amable conmigo de repente? -preguntó Kyrene, cada vez más adormilada, al sentir aquellos grandes dedos enredándose en su pelo y masajeándole el cuero cabelludo de una forma extremadamente grata.
- Parte de mi trabajo es proteger a la gente de Rodorio; tú eres gente y vives en Rodorio -explicó él, en el mismo tono que emplearía con una niña de cinco años-. Además, somos amigos, ¿no?
- Amigos... Mmmmh... -no pudo reprimir un ronroneo de placer mientras él continuaba lavándole la cabeza- Qué bien lo haces... -se mordió el labio y suspiró, entregada a la sensual experiencia.
- Yo lo hago todo bien, gatita.
Orgulloso de su habilidad manual, el caballero dilató el masaje unos minutos más de lo necesario, solo para verla disfrutar. Con la boca entreabierta, ella dejó escapar un tenue gemido y sonrió.
- Este jabón huele a ti...
- Eso es porque acabo de traérmelo de casa, igual que las velas. Soy un romántico incomprendido...
Después de aclararle el pelo, la ayudó a envolverse en una toalla, evitando mirar su cuerpo desnudo, la acompañó a la cama y le pasó una camiseta por la cabeza y el brazo dolorido. Parecía algo más despejada tras el baño, así que se animó a preguntar lo que llevaba rato queriendo saber:
- Gatita, ahora cuéntame en qué clase de líos andas metida: ¿un borracho madrugador? ¿Otro moroso?
Ella chasqueó la lengua y esquivó la mirada de Deathmask, que la sujetó por la barbilla para obligarla a girarse.
- Puedes confiar en mí. No creo que sea nada que no haya oído o hecho yo mismo antes.
- Un... un tío entró buscando bronca, pero le he arreado unas cuantas cuchilladas en las pelotas. Intentó meterme mano.
Él ladeó la cabeza, como si la somera explicación no le bastase, hasta que ella resopló.
- Cuéntame el resto.
- Está bien... Ya que te interesa, hace años maté a un tipo y este otro venía para vengarle.
- Oh, ¿eso es todo? Ahora entiendo tu estilo ninja con la escoba, gatita. Bueno, sigo dispuesto a ayudarte con la defensa personal... O quizá te vendría bien un guardaespaldas guapo y musculoso para tu día a día... -sonrió y ensayó una pose de gimnasio, sin demostrar ningún tipo de sorpresa ante la revelación que ella acababa de hacer.
Kyrene se echó a reír, sujetándose el brazo.
- Creo que Atenea te necesita más que yo, cangrejito, pero muchas gracias por ofrecerte. Ya has hecho bastante. Ahora deberías irte a casa...
- ¿Y arriesgarme a que otro matón intente maltratar a mi maltratadora?
- En serio, Death, estaré bien. Bull me protegerá.
- Gatita, Bull es un peluche de cuarenta kilos... Como mucho, puede proteger tus pies del frío. Pero, si es lo que quieres, me marcho. Sueña conmigo, ahora que llevas mi olor...
- Gracias por desearme pesadillas...
Deathmask descendió las escaleras, asegurándose de cerrar bien la modesta vivienda, y llegó a la puerta de la taberna pasando por encima de Bull, que dormía pacíficamente junto a la entrada sin percatarse de su presencia. Por supuesto que no pensaba irse a casa: montaría guardia para asegurarse de que nadie molestase a Kyrene mientras descansaba, y Bull sería su compañero. Se sentó en el suelo, a su lado, le palmeó la cabeza y le rascó el cuello, pero el animal se limitó a restregarse contra su mano, gruñendo de gusto.
-Cuídala bien, Bull. No se lo digas a ella, pero me gusta... Me gusta un montón.
Si este capítulo no se merece más estrellas que el cuadro de Van Gogh, yo me rindo: acabamos de comprobar que Deathmask puede ser, si se lo propone, adorable, decente y cariñoso, pero además, espero que mientras el guapo y modesto cangrejo jugaba a ser el chico ideal, no se te haya pasado por alto la revelación que Kyrene acaba de hacer.
¿A quién mató Kyrene? ¿Por qué lo hizo? ¿Es una asesina, una cazarrecompensas, o simplemente una chalada? ¿No podía Deathmask fijarse en alguien más normal?
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